Al despertar le dolía mucho la cabeza y tenía malestar estomacal, entró
al baño y se vio con espanto en el espejo. Llevaba el cabello en estado
imposible y su cara era un desastre, se dio una ducha rápida para quitarse
el olor a cigarrillo y alcohol. Bajó las
escaleras casi arrastrándose.
-¡BUENOS DIAS, RAC! – gritó su hermano y ella gruñó.
-No grites, Evan- pidió llevándose las manos a la cabeza.
-¿Por qué? ¿Resaca muy mala?
-Vete al diablo. Necesito café. – respondió mientras iba hacia la cocina,
pero él la interceptó.
-Toma – dijo poniendo un analgésico en su mano- y bebe esto, es mejor que
el café y menos dañino – agregó alcanzándole un vaso con un líquido verde.
-¿Qué es? – preguntó mirándolo raro.
-Un licuado de verduras, frutas y té verde. Te hará bien. No pongas esa
cara y bébelo, es mucho mejor que esas cosas azules que bebiste anoche – dijo y
ella frunció el ceño y se lo bebió.
-¿Cómo sabes? – preguntó
-¿Lo de las bebidas? Me lo contó Kenai cuando te trajo- respondió su
hermano y entonces las imágenes volvieron a su mente.
¿Por qué tenía que haber sido Kenai quien la viera emborracharse y la
llevara a casa?