Diez años atrás, Byul le había
pedido que la dejara y sus palabras habían hecho realidad sus peores miedos
pues eran ciertas. Su amor sólo le había traído dolor, desde el inicio se había
preguntado si amarla bastaría para compensar todos sus sacrificios, y ahora
entendía que no. Ella le estaba pidiendo sinceramente que la dejara ir.
En ese entonces, se marchó con
el corazón roto y durante un par de días se sintió morir.
-Hay algo raro… - dijo
Jun a su joven señor.
-¿De qué hablas? – preguntó
ofuscado, no podía encontrar sosiego y su humor estaba totalmente trastocado.
-Ese niña ha soportado mucho,
es extraño que se rinda ahora. – observó y Janeul se sacudió de su angustia y pensó en lo
sucedido. Byul lo amaba, no había negado eso. Lo había apartado pero no había negado amarlo. Su dolor le había hecho perder muchos
detalles, ahora sentía que había algo extraño. Quizás algo había pasado para
hacerla actuar así, quizás la habían amenazado.
-Jun, ¿nuestros hombres siguen
allí, verdad?
-¿Los que están infiltrados en
la guardia de la casa de cortesanas? – preguntó, desde que era rey Janeul
había infiltrado soldados de confianza
entre los guardias que se encargaban de la seguridad de la casa de cortesanas,
nunca estaba tranquilo cuando se trataba de la seguridad de Byul.
-Sí, no los retiraste,
¿verdad?
-No, aún no, esperaba su
orden. De hecho les pregunté si había sucedido algo, pero no habían notado
nada.
- Haz que permanezcan allí y
que informen inmediatamente cualquier novedad- ordenó.
Y la información le llegó una
semana después de la persona más inesperada.
Dina era la joven que Byul
había salvado años atrás de ser prostituida, había permanecido en palacio, y un
año antes había pedido estar al servicio de la reina. Janeul nunca había
entendido porque había tomado esa
decisión, hasta ese momento. Cuando ella pidió verlo en privado y le contó lo
que había descubierto, supo que la joven había permanecido allí esperando el momento de pagar su deuda con
Byul. Debido a esa lealtad supo que
estaba embarazada y entendió que por eso lo había dejado , y también descubrió
que la reina lo sabía.
Se sintió desesperado, una vez
más le había fallado, ella no había podido confiar en él y decirle la verdad. Tenía
que encontrar una salida, debía haber una manera de traerla a palacio y
cuidarla a ella y al bebé, que la reina ya lo supiera era un peligro. Sus
pensamientos se enredaban, necesitaba una razón para repudiar a su esposa, para
divorciarse y darle a Byul el lugar que merecía, pero no encontraba cómo hacerlo sin desatar un caos en la corte y con su
familia política. Un paso en falso podía llegar a provocar una guerra, incluso. Aunque un hijo con la
mujer que amaba , bien lo valía.
Fue Jun quien lo calmó antes
que diera un paso en falso y le recordó que debía ser muy precavido, porque
cualquier acción de él podía repercutir sobre Byul.
-¿Qué hago? – preguntó
impotente.
-Pensar muy bien su siguiente
paso, ella está planeado marcharse lejos y criar al niño tranquilamente. Quizás
sea lo mejor hasta que pueda resolver los demás.- le recomendó su hombre de
confianza.
-No, no voy a dejarla sola-
discutió él, pero mientras buscaba una
salida, Byul y la reina se adelantaron y entonces, cuando el plan estuvo en
marcha, estuvo atado de pies y manos.
Si denunciaba a la reina por
haber mentido sobre el embarazo y su
plan para hacer pasar por propio a un niño que no lo era, Byul se vería
involucrada y no podría librarla del castigo. Si él pedía la cabeza de la reina
por traición, también debería castigarla a ella.
Aún no tenía suficiente poder
para luchar con los ministros y las fuerzas políticas que se cernirían sobre él y cuestionarían su
legitimidad si repudiaba a la reina en
favor de la joven que amaba. Ni siquiera estaba seguro de contar con la
lealtad de su ejército, y si él perdía su lugar como rey , no habría modo de
proteger a Byul y al niño.
Una vez más, estaba
acorralado.
Una vez más debía aceptar que
ella se sacrificara y seguir con la mentira.
Estarían separados, pero el
bebé sería traído a palacio y él lo mantendría a salvo. Y Byul podría vivir.
Cada día fue una agonía, hasta
que la reina regresó trayendo al niño,
hasta que lo tuvo en sus brazos y Jun le aseguró que la madre del príncipe, la
verdadera, estaba bien y bajo estrecha
vigilancia.
A diario recibía informes sobre ella, supo sobre su larga convalecencia
y ordenó que consiguieran al mejor médico para que la atendiese en el templo.
Supo de su lenta mejoría y volvió a respirar con tranquilidad, y también se enteró de su decisión de marcharse.
Jun había estado buscándolo
para darle el informe del día cuando lo encontró en la habitación del
príncipe. Janeul estaba acunando al bebé en sus brazos.
-Su Majestad, no sabía que
estaba aquí.
-Pasé a verlo y estaba
llorando, supongo que él también la extraña…- musitó y Jun lo miró incómodo.
-Su Majestad…- dijo para
recordarle que debían guardar las apariencias.
-No te preocupes, no hay nadie
aquí más que nosotros, pedí que me dejaran a solas con él. Y la puerta está vigilada. Al
menos aquí, puedo nombrarla ¿Tienes algo que informar?
-Ya partió hacia el
extranjero, quería preguntarle qué hacíamos con la vigilancia a partir de ahora.
-Mantenerla, que tu gente siga
cuidándola discretamente y la mantengan
a salvo, vaya donde vaya, siempre.
-De acuerdo, y …Su Majestad…- titubeó. Era obvio que tenía que decir algo
más pero no se animaba.
-¿Qué sucede? Habla.
-¿Qué hacemos con los hombres?
-¿Hombres?
-Quiero decir, si alguno se
acerca a ella, ¿qué hacemos? – preguntó incómodo. Janeul hizo una mueca.
- Vaya pregunta, si de verdad
hay alguien bueno para ella, si de verdad Byul decide darse la oportunidad de
empezar de nuevo, déjenla tranquila. Si de verdad alguien puede amarla y
hacerla feliz, deberé dejarla ir, ¿verdad?- dijo sin estar convencido.
-Su Majestad, creí que la
quería de regreso.
-Sí, pero más que nada quiero
que sea feliz, se lo debo. Ella me ha dado todo, incluso a nuestro hijo. Yo
sigo buscando una forma de estar juntos, pero quizás nunca la encuentre, Byul
merece algo mejor. Así que si es un hombre bueno, estará bien. Pero Jun…
-¿Sí?
-Deshazte de cualquiera que
quiera lastimarla. – ordenó sin dudar , Jun asintió y luego se retiró.
Janeul miró con infinito amor
al bebé que dormía plácidamente en sus brazos.
-Te esperó durante meses y a
mí me esperó durante años. Ahora tendremos que esperarla a ella, Yul.
Hola, que genial ver el punto de vista del rey, siempre paso por aca a leerlas, aunque reconozco que soy mala para comentar, pero tengan la seguridad que nunca olvido este blog.
ResponderEliminarGracias Yocelyn querida!! Me alegra leerte. Besos
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