domingo, 14 de mayo de 2017

La mujer del rey 18°




 

Poco tiempo  después hubo conflictos en una de las fronteras,  uno de los países limítrofes con quienes siempre habían mantenido tensas relaciones quería apoderarse de un extenso territorio que estaba conformado por planicies deshabitadas, pero seguían siendo territorio nacional.
No pudo llegarse a una solución pacífica y  Janeul decidió ir al frente del combate con los generales de su ejército. Jun trató de disuadirlo.
-Su Majestad- deje que nosotros combatamos, no debería ir. Piense en Yul.
-Es por él que debo ir, necesito probar mi valía en todos los terrenos, necesito ser un rey en el sentido más pleno. Tengo que resolver esta disputa territorial ,pero también ganarme la confianza de nuestros soldados, sólo así podré proteger a mi hijo, y a su madre. Si puedo unir a cada estamento bajo mi mando, si puedo logar que no cuestionen mi autoridad  y respeten mis decisiones, podré  ocuparme de las personas que amo. Si soy débil, me pisotearán como a un títere y entonces  ni el príncipe ni Byul estarán a salvo – dijo él.
-Iré con usted, entonces.
-Debes cuidar a Yul en mi lugar.
-El joven Wol cuidará de él- dijo refiriéndose al guardián del príncipe- yo me ocuparé de que usted vuelva sano y salvo para que pueda cumplir sus promesas.
El rey sólo agradeció con una leve sonrisa. Era bueno tener a alguien así a su lado.

El joven príncipe no  tomó muy bien aquella noticia, se aferró a su padre y lloró, no quería dejarlo ir.
-Yul, eres el príncipe, estás a cargo ahora mientras yo esté ausente.- intentó convencerlo Janeul apelando al sentido del deber del pequeño.
-No te vayas…
-Volveré pronto.
-¿Y si no vuelves? – preguntó angustiado.
-Volveré porque tú me estás esperando –le dijo y estaba seguro de que así sería. Parecía ser que siempre estaría dividido entre el deber y su corazón, elegir  en pos de un bien mayor y rogar que algún día llegara el día en que todo el esfuerzo y los sacrificios dieran frutos.
Yul se calmó y recuperó su estoicismo, tratando de ser digno de la confianza de su padre.
De esa manera Janeul partió a combatir. Estuvo lejos varios meses, pero regresó triunfante, respetado por sus soldados, temido por sus detractores y mucho más fuerte de lo que había sido al partir.
Y cada concienzudo paso que dio durante esos años, cada logro  pequeño o grande, cada mejora en las leyes, cada beneficio para su pueblo, cada vez que algo lo hacía sentir orgulloso de sí mismo , era también una forma de acortar el camino que lo separaba  de Byul.
Y cuando algo no salía tal como lo esperaba, cuando se veía inmerso en luchas de poder o  se veía forzado a probar su autoridad, se sentía desesperanzado.
Porque no importaba lo mucho que la anhelara, no podría ir por ella hasta que fuese capaz de ofrecerle garantías,  su amor le había causado mucho daño en el pasado, no podía repetir su error.
Y así pasaron los días, mientras Yul fue creciendo demasiado de prisa.
Y así pasaron los años, mientras el Rey esperaba  un día para recorrer el camino hacia la mujer que amaba.
Finalmente su reino  estuvo en calma, en su pueblo hubo justicia verdadera para que nadie muriera  injuriado como el padre de Byul, para que ninguna muchacha fuera vendida como ella.
Y hubo paz en las fronteras.
También ganó la confianza de su pueblo, el respeto de sus ministros, y además logró firmar un tratado comercial que garantizaba que  habría bienestar económico para su nación. 
Al fin estaba tranquilo, seguro de sí mismo y de su lugar, sintió que se desprendía de una pesada carga, sintió que podía  pensar en sí mismo y dejar de lado al rey para volver a ser Janeul.
Esa misma noche, con el corazón acelerado y sin siquiera detenerse a pensarlo, partió ,escoltado por sus hombres, a buscar a Byul.
El único pensamiento que lo guiaba  era que por fin volvería a verla después de diez años.
Cabalgó de prisa por aquel camino que muchas veces había odiado pues lo llevaba hacia  la prisión de la joven que amaba, por aquel camino que siempre recorría anhelante pues lo llevaba a su lado.
Y aunque sentía temor, no dejó que su corazón tambaleara, tenía una promesa que cumplir, a sí mismo, a ella y a Yul.
Al llegar atravesó las puertas y, tras unos minutos, la vio salir a recibirlos, y aunque había pasado tanto tiempo, los sentimientos lo embargaron como si la hubiese visto  el día anterior.
Existía un vínculo entre ellos que ni el tiempo podía destruir, ahora necesitaba convencerla. Cuando la vio arrodillarse y saludarlo como al rey, supo que no sería fácil.
Respiró profundo  para mantener el control y dio una excusa ridícula para estar allí. “He venido a tomar el té” respondió cuando ella le preguntó el por qué de su presencia en aquel lugar. Y aunque sabía que debía ser cauteloso, ver que ponía tanta distancia y que lo trataba como un extraño, lo hizo ser imprudente. Ya habían perdido demasiado tiempo.
Y allí, en aquellas habitaciones que una vez habían sido su pequeño mundo, volvió a amarla, y antes que ella escapara, cuando la sintió distanciarse y decir palabras hirientes para minimizar sus sentimientos, le confesó que conocía el secreto que ella había ocultado tan celosamente. Le habló de Yul.
Le contó como se había enterado de todo y, cuando finalizó, dijo lo que había esperado tanto tiempo para decir.
-Perdóname, Byul por permitir que los separaran. Perdóname por haberlo sabido y no hacer nada para evitarlo – dijo compungido y ella lo miró con los ojos llenos de lágrimas, conmocionada por aquella revelación.
-Todo este tiempo…-musitó y recordó que había sufrido pensando que Janeul nunca perdonaría la mentira, pero ahora era ella quien debía perdonarlo. Lo entendía, sabía que así como ella , el rey había hecho lo único posible, pero  había estado tanto tiempo separada de su hijo que le dolía.
-Lo sé, sé que  has perdido diez años con tu hijo y no puedo devolverte eso. Pero no podía reunirlos antes, no hasta que estuviese seguro que ya nada los volvería a separar, por eso vine esta noche , Byul. Ven conmigo y todo estará bien.
-No puedo…- insistió ella y su voz sonaba temblorosa, aún estaba muy impactada.
-Byul..
- Eres un rey, ¿cómo  iré a vivir contigo a palacio?
-Era el príncipe heredero cuando te enamoraste de mí.
-Pero yo no lo sabía – dijo ella y aún después de tanto tiempo sonaba a reproche.
-Pero sí sabías quien era cuando te entregaste a mí, y era un rey cuando me amaste y cuando me diste un hijo, y cuando me rechazaste…- dijo él
- Janeul, no va a funcionar. ¿De verdad lo has pensado bien? ¿Qué pasará si por ejemplo tengo otro hijo? Se convertirá  en un competidor para Yul, incluso podrían terminar enemistados.
-Tengamos hijas, entonces – discutió él y supo que era absurdo, pero la veía  negarse y se desesperaba.
-¿Y si él se entera? Mi presencia allí sería un peligro constante para nuestro hijo. Ha vivido como el hijo legítimo del rey y la reina, ¿qué pasará con él si se entera que es  hijo bastardo de una cortesana?
Cada palabra hirió a Janeul , pero comprendió que ella estaba mucho más herida que él. Contestó con calma.
-Él lo sabe.
-¿Qué sabe?
-Que la reina no era su verdadera madre, que  su madre es otra.
-¡¿Se lo dijiste?!¡¿Por qué?!
-Se lo conté hace cinco años, cuando murió la reina. No era justo que él llorara por alguien que no era su madre, tampoco era justo para ti.
-¡JANEUL!
-No hay excusas, ven con nosotros.
-¿Cuánto sabe? – preguntó eludiendo dar una respuesta.
-Lo que puede saber un niño de diez años, sólo lo general , sabe que nos amábamos y él nació por ese amor, que lo dejaste por su bien y que algún día volverías para estar a su lado.- explicó y ella cerró los ojos un instante, se la veía agotada.
-Confía en mí esta vez, ya no debes sufrir más. Ven conmigo – insistió. Y ella alzó su mirada hacia él.
-No puedo – dijo y al mirarla Janeul entendió, estaba demasiado cansada y asustada, había sido valiente mucho tiempo y ahora no le quedaban fuerzas.
-Llegué muy tarde …- dijo  más para sí mismo que para ella. Quería insistir, abrazarla, besarla, convencerla con besos y caricias. Quería llevársela a la rastra si era necesario, pero no podía. Byul era muy frágil, y estaba aterrada.
- Vete, por favor – pidió ella.
-Una vez prometí que llegaría el día en que te esperaría, eso he hecho y eso haré. Me iré, Byul, pero esta vez tú debes venir a mí. Yul y yo te esperaremos. Kang se quedará aquí con un carruaje, cuando él se canse vendrá alguien más, y el día que decidas recorrer ese camino hacia palacio, yo estaré allí, esperándote. Sólo puedo prometerte que ya no habrá sufrimiento, que te amaré y serás feliz, sé que pido mucho, pero necesito que seas valiente por última vez. Recorre ese camino, Byul, nosotros estaremos al otro lado  para amarte– prometió, le dio un leve beso en la frente y se marchó.


 Cuando el rey y sus hombres se marcharon, Mayra entró a ver a Byul.
-¿Está bien? – preguntó al verla pálida y sentada como si no pudiera moverse.
-Sólo necesito un momento, no te preocupes- dijo intentando aliviar los nervios de la chica.
-El rey se fue…pero llegó un hombre con un carruaje y dijo que le ordenaron esperar allí.-explicó y Byul supo que Janeul ya tenía su plan alternativo desde un inicio.
Ahora era ella quien debía decidir, pero se sentía totalmente perdida. Su cuerpo aún llevaba la huella de su encuentro amoroso con Janeul, aún lo sentía en cada fibra de su ser. Su mente estaba confundida con toda la información que  le había revelado, y su alma era un caos.
Eran tantas cosas al mismo tiempo, tantas emociones que se sentía como si estuviera fragmentándose, yéndose a la deriva sin poder aferrarse a nada.
A su alrededor se arremolinaban el pasado, el presente y el futuro.
Debía decidir y estaba aterrada.
Habían pasado diez años y vivir junto a Janeul y su hijo era el mayor deseo de su corazón, pero ellos eran también el rey y el príncipe, eso lo complicaba. Sería vista por los  demás como una concubina, y  como la madrastra de su propio hijo pues jamás podrían revelar la verdad. Aunque ella pudiese estar junto a Yul, la verdad sería un secreto entre ellos tres y la gente más cercana que ya lo sabía.
Había pasado por tanto, pero no sabía si aún tenía fuerzas para pelear, para fingir y para aceptar  lo imprevisible del futuro. Ni siquiera se sentía con fuerzas para enfrentar a su propio hijo tras abandonarlo.
-¿Señora? – volvió a llamarla Myra al notarla tan pensativa.
-Me daré un baño y dormiré un poco, ha sido un día muy largo – dijo y esbozó una sonrisa que semejaba más una mueca que otra cosa.
-Yo le preparo el baño- se ofreció la joven y ella asintió. Sabía que no dormiría pues su alma estaba en un laberinto y no sabía si llegaría a la salida.
 En efecto fue poco lo que pudo dormir aquella noche, apenas lograba conciliar el sueño despertaba por  sueños inquietantes, soñaba con un bebé llorando y con un niño que no tenía rostro. Soñaba con las manos de Janeul deambulando por su cuerpo, soñaba con ella atrapada en una jaula sin poder salir.
Fueron sueños de todo lo que ansiaba y todo lo que temía.
Despertó ojerosa y cansada .Al salir, lo primero  que vio fue a Kang custodiando el carruaje que estaba destinado a llevarla a Palacio si así lo decidía.
-Mi señora…- la saludó él cuando se acercó.
-Ha pasado mucho tiempo -  saludó ella al hermano de Jun, que alguna vez había sido su custodio personal.
-Me da gusto verla- dijo él y no confesó que muchas veces a lo largo de esos diez años había  vigilado sus pasos para informar a su hermano y al rey. Con un gesto casi imperceptible señaló el carruaje, preguntando si ella lo abordaría. Byul negó con un movimiento de cabeza y él respondió con una leve inclinación y volvió a su posición.
La mujer sabía lo que significaba, tenía orden de esperar, el tiempo que fuera necesario.
Durante aquellos días Byul libró su más dura batalla, era un enfrentamiento con ella misma, con sus miedos, con sus debilidades, con su dolor. Cada mañana se acercaba al carruaje, a veces custodiado por Kang y a veces por su relevo.
Byul había visitado una sola vez el palacio, había sido el día que había descubierto que Janeul era el Príncipe Heredero, el día que los habían separado, el día que la habían encerrado en una celda mientras deliberaban qué harían con ella.
Ahora iba sabiendo que él era el Rey.
Ahora iba  para reunirse con el hombre que amaba.
Ahora iba esperando ser libre.

Kang había enviado un mensajero  que fuera con la noticia antes de partir, así que Janeul había salido al patio principal a esperar. Sólo lo acompañaba Jun,  había ordenado que no hubiese nadie más, tampoco se lo había dicho a su hijo. Sabía que había muchos ojos curiosos alrededor, pero estaba todo tranquilo. No quería hacerla sentir abrumada y espantarla. Estaba ansioso, esperando. Y después de tantos años, entendía  por propia experiencia cómo se había sentido ella esperándolo. Era desesperante.
Cuando vio que el carruaje atravesaba las puertas principales y se acercaba, contuvo la respiración un segundo, porque no sólo llegaba una persona, sino su propia vida.
Una vez que llegaron, Kang la ayudó a descender y luego se llevó el carruaje deprisa, como si temiera que ella se arrepintiese.
Byul miró hacia adelante y a unos quince metros de ella lo vio.
Lo había amado durante tres vidas.
Cuando era un niño. Y ella no sabía quién era realmente.
Cuando era un joven príncipe.
Y  lo amaba ahora.
Janeul, siempre Janeul.
Sus miradas se encontraron sin que ninguno se moviera, se observaron unos segundos, cada uno recordando el largo camino que habían recorrido. Se miraron midiendo la  distancia que los apartaba.
Él abrió los brazos como había hecho tantas veces en el pasado y ella corrió para refugiarse en su abrazo.
La sostuvo unos minutos contra sí, como queriendo comprobar que era  real, que al fin la tenía a su lado. Luego se apartó un poco y la miró.
-Gracias-  le dijo y ella le mostró la mano. Llevaba puesto el anillo que le había dado la noche en que se amaron por primera vez, la noche que ellos se consideraron unidos para siempre sin importar lo que el mundo dijera.
-Me lo quito cuando pinto – confirmó ella  con una sonrisa, era una respuesta tardía a lo que él había dicho la noche de su reencuentro, y Janeul la besó.

2 comentarios:

  1. Que hermoso!! Valio la pena la espera en estos días, gracias por tan hermosa historia... Falta Yul, ese encuentro no se porque presiento me hará llorar

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias!!! me alegra que valiera lapena...mañana se viene el otro!!!

      Eliminar

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...