Poco tiempo después hubo conflictos en una de las fronteras, uno de los países limítrofes con quienes
siempre habían mantenido tensas relaciones quería apoderarse de un extenso
territorio que estaba conformado por planicies deshabitadas, pero seguían
siendo territorio nacional.
No pudo llegarse a una
solución pacífica y Janeul decidió ir al
frente del combate con los generales de su ejército. Jun trató de disuadirlo.
-Su Majestad- deje que
nosotros combatamos, no debería ir. Piense en Yul.
-Es por él que debo ir,
necesito probar mi valía en todos los terrenos, necesito ser un rey en el
sentido más pleno. Tengo que resolver esta disputa territorial ,pero también
ganarme la confianza de nuestros soldados, sólo así podré proteger a mi hijo, y
a su madre. Si puedo unir a cada estamento bajo mi mando, si puedo logar que no
cuestionen mi autoridad y respeten mis
decisiones, podré ocuparme de las
personas que amo. Si soy débil, me pisotearán como a un títere y entonces ni el príncipe ni Byul estarán a salvo – dijo
él.
-Iré con usted, entonces.
-Debes cuidar a Yul en mi
lugar.
-El joven Wol cuidará de él-
dijo refiriéndose al guardián del príncipe- yo me ocuparé de que usted vuelva
sano y salvo para que pueda cumplir sus promesas.
El rey sólo agradeció con una
leve sonrisa. Era bueno tener a alguien así a su lado.
El joven príncipe no tomó muy bien aquella noticia, se aferró a su
padre y lloró, no quería dejarlo ir.
-Yul, eres el príncipe, estás
a cargo ahora mientras yo esté ausente.- intentó convencerlo Janeul apelando al
sentido del deber del pequeño.
-No te vayas…
-Volveré pronto.
-¿Y si no vuelves? – preguntó
angustiado.
-Volveré porque tú me estás
esperando –le dijo y estaba seguro de que así sería. Parecía ser que siempre
estaría dividido entre el deber y su corazón, elegir en pos de un bien mayor y rogar que algún día
llegara el día en que todo el esfuerzo y los sacrificios dieran frutos.
Yul se calmó y recuperó su
estoicismo, tratando de ser digno de la confianza de su padre.
De esa manera Janeul partió a
combatir. Estuvo lejos varios meses, pero regresó triunfante, respetado por sus
soldados, temido por sus detractores y mucho más fuerte de lo que había sido al
partir.
Y cada concienzudo paso que
dio durante esos años, cada logro
pequeño o grande, cada mejora en las leyes, cada beneficio para su
pueblo, cada vez que algo lo hacía sentir orgulloso de sí mismo , era también
una forma de acortar el camino que lo separaba
de Byul.
Y cuando algo no salía tal
como lo esperaba, cuando se veía inmerso en luchas de poder o se veía forzado a probar su autoridad, se
sentía desesperanzado.
Porque no importaba lo mucho
que la anhelara, no podría ir por ella hasta que fuese capaz de ofrecerle
garantías, su amor le había causado
mucho daño en el pasado, no podía repetir su error.
Y así pasaron los días,
mientras Yul fue creciendo demasiado de prisa.
Y así pasaron los años,
mientras el Rey esperaba un día para
recorrer el camino hacia la mujer que amaba.
Finalmente su reino estuvo en calma, en su pueblo hubo justicia
verdadera para que nadie muriera
injuriado como el padre de Byul, para que ninguna muchacha fuera vendida
como ella.
Y hubo paz en las fronteras.
También ganó la confianza de
su pueblo, el respeto de sus ministros, y además logró firmar un tratado
comercial que garantizaba que habría
bienestar económico para su nación.
Al fin estaba tranquilo,
seguro de sí mismo y de su lugar, sintió que se desprendía de una pesada carga,
sintió que podía pensar en sí mismo y
dejar de lado al rey para volver a ser Janeul.
Esa misma noche, con el
corazón acelerado y sin siquiera detenerse a pensarlo, partió ,escoltado por
sus hombres, a buscar a Byul.
El único pensamiento que lo
guiaba era que por fin volvería a verla
después de diez años.
Cabalgó de prisa por aquel
camino que muchas veces había odiado pues lo llevaba hacia la prisión de la joven que amaba, por aquel
camino que siempre recorría anhelante pues lo llevaba a su lado.
Y aunque sentía temor, no dejó
que su corazón tambaleara, tenía una promesa que cumplir, a sí mismo, a ella y
a Yul.
Al llegar atravesó las puertas
y, tras unos minutos, la vio salir a recibirlos, y aunque había pasado tanto
tiempo, los sentimientos lo embargaron como si la hubiese visto el día anterior.
Existía un vínculo entre ellos
que ni el tiempo podía destruir, ahora necesitaba convencerla. Cuando la vio
arrodillarse y saludarlo como al rey, supo que no sería fácil.
Respiró profundo para mantener el control y dio una excusa
ridícula para estar allí. “He venido a tomar el té” respondió cuando ella le
preguntó el por qué de su presencia en aquel lugar. Y aunque sabía que debía
ser cauteloso, ver que ponía tanta distancia y que lo trataba como un extraño,
lo hizo ser imprudente. Ya habían perdido demasiado tiempo.
Y allí, en aquellas
habitaciones que una vez habían sido su pequeño mundo, volvió a amarla, y antes
que ella escapara, cuando la sintió distanciarse y decir palabras hirientes
para minimizar sus sentimientos, le confesó que conocía el secreto que ella
había ocultado tan celosamente. Le habló de Yul.
Le contó como se había
enterado de todo y, cuando finalizó, dijo lo que había esperado tanto tiempo
para decir.
-Perdóname, Byul por permitir
que los separaran. Perdóname por haberlo sabido y no hacer nada para evitarlo –
dijo compungido y ella lo miró con los ojos llenos de lágrimas, conmocionada
por aquella revelación.
-Todo este tiempo…-musitó y
recordó que había sufrido pensando que Janeul nunca perdonaría la mentira, pero
ahora era ella quien debía perdonarlo. Lo entendía, sabía que así como ella ,
el rey había hecho lo único posible, pero
había estado tanto tiempo separada de su hijo que le dolía.
-Lo sé, sé que has perdido diez años con tu hijo y no puedo
devolverte eso. Pero no podía reunirlos antes, no hasta que estuviese seguro
que ya nada los volvería a separar, por eso vine esta noche , Byul. Ven conmigo
y todo estará bien.
-No puedo…- insistió ella y su
voz sonaba temblorosa, aún estaba muy impactada.
-Byul..
- Eres un rey, ¿cómo iré a vivir contigo a palacio?
-Era el príncipe heredero
cuando te enamoraste de mí.
-Pero yo no lo sabía – dijo
ella y aún después de tanto tiempo sonaba a reproche.
-Pero sí sabías quien era
cuando te entregaste a mí, y era un rey cuando me amaste y cuando me diste un
hijo, y cuando me rechazaste…- dijo él
- Janeul, no va a funcionar.
¿De verdad lo has pensado bien? ¿Qué pasará si por ejemplo tengo otro hijo? Se
convertirá en un competidor para Yul,
incluso podrían terminar enemistados.
-Tengamos hijas, entonces –
discutió él y supo que era absurdo, pero la veía negarse y se desesperaba.
-¿Y si él se entera? Mi
presencia allí sería un peligro constante para nuestro hijo. Ha vivido como el
hijo legítimo del rey y la reina, ¿qué pasará con él si se entera que es hijo bastardo de una cortesana?
Cada palabra hirió a Janeul ,
pero comprendió que ella estaba mucho más herida que él. Contestó con calma.
-Él lo sabe.
-¿Qué sabe?
-Que la reina no era su
verdadera madre, que su madre es otra.
-¡¿Se lo dijiste?!¡¿Por qué?!
-Se lo conté hace cinco años,
cuando murió la reina. No era justo que él llorara por alguien que no era su
madre, tampoco era justo para ti.
-¡JANEUL!
-No hay excusas, ven con
nosotros.
-¿Cuánto sabe? – preguntó
eludiendo dar una respuesta.
-Lo que puede saber un niño de
diez años, sólo lo general , sabe que nos amábamos y él nació por ese amor, que
lo dejaste por su bien y que algún día volverías para estar a su lado.- explicó
y ella cerró los ojos un instante, se la veía agotada.
-Confía en mí esta vez, ya no
debes sufrir más. Ven conmigo – insistió. Y ella alzó su mirada hacia él.
-No puedo – dijo y al mirarla
Janeul entendió, estaba demasiado cansada y asustada, había sido valiente mucho
tiempo y ahora no le quedaban fuerzas.
-Llegué muy tarde …- dijo más para sí mismo que para ella. Quería
insistir, abrazarla, besarla, convencerla con besos y caricias. Quería
llevársela a la rastra si era necesario, pero no podía. Byul era muy frágil, y
estaba aterrada.
- Vete, por favor – pidió
ella.
-Una vez prometí que llegaría
el día en que te esperaría, eso he hecho y eso haré. Me iré, Byul, pero esta
vez tú debes venir a mí. Yul y yo te esperaremos. Kang se quedará aquí con un
carruaje, cuando él se canse vendrá alguien más, y el día que decidas recorrer
ese camino hacia palacio, yo estaré allí, esperándote. Sólo puedo prometerte
que ya no habrá sufrimiento, que te amaré y serás feliz, sé que pido mucho,
pero necesito que seas valiente por última vez. Recorre ese camino, Byul,
nosotros estaremos al otro lado para
amarte– prometió, le dio un leve beso en la frente y se marchó.
Cuando el rey y sus hombres se marcharon,
Mayra entró a ver a Byul.
-¿Está bien? – preguntó al
verla pálida y sentada como si no pudiera moverse.
-Sólo necesito un momento, no
te preocupes- dijo intentando aliviar los nervios de la chica.
-El rey se fue…pero llegó un
hombre con un carruaje y dijo que le ordenaron esperar allí.-explicó y Byul supo
que Janeul ya tenía su plan alternativo desde un inicio.
Ahora era ella quien debía
decidir, pero se sentía totalmente perdida. Su cuerpo aún llevaba la huella de
su encuentro amoroso con Janeul, aún lo sentía en cada fibra de su ser. Su
mente estaba confundida con toda la información que le había revelado, y su alma era un caos.
Eran tantas cosas al mismo
tiempo, tantas emociones que se sentía como si estuviera fragmentándose,
yéndose a la deriva sin poder aferrarse a nada.
A su alrededor se arremolinaban
el pasado, el presente y el futuro.
Debía decidir y estaba
aterrada.
Habían pasado diez años y
vivir junto a Janeul y su hijo era el mayor deseo de su corazón, pero ellos
eran también el rey y el príncipe, eso lo complicaba. Sería vista por los demás como una concubina, y como la madrastra de su propio hijo pues
jamás podrían revelar la verdad. Aunque ella pudiese estar junto a Yul, la
verdad sería un secreto entre ellos tres y la gente más cercana que ya lo
sabía.
Había pasado por tanto, pero
no sabía si aún tenía fuerzas para pelear, para fingir y para aceptar lo imprevisible del futuro. Ni siquiera se
sentía con fuerzas para enfrentar a su propio hijo tras abandonarlo.
-¿Señora? – volvió a llamarla
Myra al notarla tan pensativa.
-Me daré un baño y dormiré un
poco, ha sido un día muy largo – dijo y esbozó una sonrisa que semejaba más una
mueca que otra cosa.
-Yo le preparo el baño- se
ofreció la joven y ella asintió. Sabía que no dormiría pues su alma estaba en
un laberinto y no sabía si llegaría a la salida.
En efecto fue poco lo que pudo dormir aquella
noche, apenas lograba conciliar el sueño despertaba por sueños inquietantes, soñaba con un bebé
llorando y con un niño que no tenía rostro. Soñaba con las manos de Janeul
deambulando por su cuerpo, soñaba con ella atrapada en una jaula sin poder
salir.
Fueron sueños de todo lo que
ansiaba y todo lo que temía.
Despertó ojerosa y cansada .Al
salir, lo primero que vio fue a Kang
custodiando el carruaje que estaba destinado a llevarla a Palacio si así lo
decidía.
-Mi señora…- la saludó él
cuando se acercó.
-Ha pasado mucho tiempo - saludó ella al hermano de Jun, que alguna vez
había sido su custodio personal.
-Me da gusto verla- dijo él y
no confesó que muchas veces a lo largo de esos diez años había vigilado sus pasos para informar a su hermano
y al rey. Con un gesto casi imperceptible señaló el carruaje, preguntando si
ella lo abordaría. Byul negó con un movimiento de cabeza y él respondió con una
leve inclinación y volvió a su posición.
La mujer sabía lo que
significaba, tenía orden de esperar, el tiempo que fuera necesario.
Durante aquellos días Byul
libró su más dura batalla, era un enfrentamiento con ella misma, con sus
miedos, con sus debilidades, con su dolor. Cada mañana se acercaba al carruaje,
a veces custodiado por Kang y a veces por su relevo.
Byul había visitado una sola
vez el palacio, había sido el día que había descubierto que Janeul era el
Príncipe Heredero, el día que los habían separado, el día que la habían
encerrado en una celda mientras deliberaban qué harían con ella.
Ahora iba sabiendo que él era
el Rey.
Ahora iba para reunirse con el hombre que amaba.
Ahora iba esperando ser libre.
Kang había enviado un
mensajero que fuera con la noticia antes
de partir, así que Janeul había salido al patio principal a esperar. Sólo lo
acompañaba Jun, había ordenado que no
hubiese nadie más, tampoco se lo había dicho a su hijo. Sabía que había muchos
ojos curiosos alrededor, pero estaba todo tranquilo. No quería hacerla sentir
abrumada y espantarla. Estaba ansioso, esperando. Y después de tantos años,
entendía por propia experiencia cómo se
había sentido ella esperándolo. Era desesperante.
Cuando vio que el carruaje
atravesaba las puertas principales y se acercaba, contuvo la respiración un
segundo, porque no sólo llegaba una persona, sino su propia vida.
Una vez que llegaron, Kang la
ayudó a descender y luego se llevó el carruaje deprisa, como si temiera que
ella se arrepintiese.
Byul miró hacia adelante y a
unos quince metros de ella lo vio.
Lo había amado durante tres
vidas.
Cuando era un niño. Y ella no
sabía quién era realmente.
Cuando era un joven príncipe.
Y lo amaba ahora.
Janeul, siempre Janeul.
Sus miradas se encontraron sin
que ninguno se moviera, se observaron unos segundos, cada uno recordando el
largo camino que habían recorrido. Se miraron midiendo la distancia que los apartaba.
Él abrió los brazos como había
hecho tantas veces en el pasado y ella corrió para refugiarse en su abrazo.
La sostuvo unos minutos contra
sí, como queriendo comprobar que era
real, que al fin la tenía a su lado. Luego se apartó un poco y la miró.
-Gracias- le dijo y ella le mostró la mano. Llevaba
puesto el anillo que le había dado la noche en que se amaron por primera vez,
la noche que ellos se consideraron unidos para siempre sin importar lo que el
mundo dijera.
-Me lo quito cuando pinto –
confirmó ella con una sonrisa, era una
respuesta tardía a lo que él había dicho la noche de su reencuentro, y Janeul
la besó.
Que hermoso!! Valio la pena la espera en estos días, gracias por tan hermosa historia... Falta Yul, ese encuentro no se porque presiento me hará llorar
ResponderEliminarMuchas gracias!!! me alegra que valiera lapena...mañana se viene el otro!!!
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