El día que pudo dar sus primeros cinco pasos seguidos, Elizabeth lloró y
su primer pensamiento fue llamar a Cristhian, pero no lo hizo.
Quizás era orgullo, quizás miedo, quizás deseaba ganar un poco más de
seguridad antes de contactarlo, quizás era un poco de todo eso.
Aunque con el correr de los días supuso que no era necesario hablar con
Cristhian para contarle sus progresos.
-¿El Sr.Kensington sabe todo lo que pasa con el tratamiento, verdad? –
le preguntó a su fisioterapeuta y la sorpresa y silencio de su interlocutor fueron
respuesta suficiente. Sintió alivio con aquella confirmación, debería haber
esperado que el controlador de Cristhian estuviese al tanto de su
rehabilitación, pero al no tener contacto con él había creído mucha veces que
no le interesaba.
Ella lo había echado, él se había ido, pero había seguido estando
pendiente de ella, eso la alegraba. Si estaba cerca, esperándola, quizás ella
podría ir a él con sus propios pasos.