Diez años atrás, durante una
de las largas ausencias de Janeul, Byul había descubierto que estaba
embarazada.
Se había desmayado en el
jardín y luego de socorrerla , la
herboristera y la regenta le habían informado sobre su estado y también le
habían ofrecido ayudarla a terminar con el embarazo ya que era muy reciente.
-Voy a tenerlo- había dicho
ella sin dudarlo, un hijo con Janeul era el mayor anhelo de su corazón y había
pensado que nunca sería posible, nunca había dejado de tomar los bebedizos y
todas las precauciones necesarias para evitar un embarazo, pero la vida había imperado
y ahora estaba gestando un bebé. Y era feliz.
-¿Estás segura? – preguntó la
regenta y ella asintió. Sabía lo que significaba, su hijo estaría en peligro y
ella también. El niño que estaba gestando sería un hijo ilegítimo del rey, una
amenaza para los hijos legítimos, cuando llegaran, y un instrumento para los enemigos políticos
de Janeul.
Nadie sería feliz con la
llegada de ese niño, e incluso quizás quisieran matarlo. O a ella.
Por lo tanto , nadie debía enterarse
que estaba esperándolo, ni siquiera Janeul, porque ella sabía que él lo
arriesgaría todo si se enteraba. Sabía que la llevaría a palacio y se desataría
una guerra, sabía que pondría en riesgo su reinado para proteger a su hijo . Ni
siquiera quería que él tuviese que plantearse aquella encrucijada, ella iba a
elegir por ambos.
-¿Lo sabe alguien más?-
preguntó.
-No, sólo tú y nosotras dos.
-Nadie debe saberlo- musitó
ella posando la mano en su vientre.
-¿Ni siquiera el rey?
-Él menos que nadie –
respondió con tristeza.
-¿Qué harás?
-Necesito alejar a Janeul y
marcharme a un lugar donde mi hijo pueda vivir tranquilo.
Y así había nacido su plan, amaba a Janeul más
que a nada y hubiera podido seguir esperando por él siempre, pero un hijo lo
cambiaba todo. Ahora debería proteger al niño , esa era su prioridad.
Y cuando el rey volvió a su
lado, por un instante había deseado correr hacia él y contarle la verdad, pero
no podía. Si lo hacía, todos estarían en peligro, así que había dicho las palabras elegidas cuidadosamente en
los días pasados. Había pensado una y otra vez en cómo alejarlo, ella lo
conocía mejor que nadie, ella conocía sus arrepentimientos. Era cruel usar ese
conocimiento contra él, pero lo había
hecho con total premeditación.
Lo había herido intencionalmente,
le había pedido que se marchara y lo había convencido de que su amor no era
suficiente. Hubiera querido gritarle que su amor era tan grande que estaba
dando vida a un nuevo ser, pero no podía.
Y después de alejarlo, había
sentido que su propio corazón se rompía, pero había guardado la esperanza de que
alguna vez pudiera regresar a su lado. Y esperaba que él la perdonara.
Había comenzado a planear su
huida reuniendo todo el dinero que podía, tenía ahorros hechos de cuadros que
había vendido en los últimos años, y dinero que podía obtener vendiendo las
joyas que él le había regalado mucho tiempo atrás. Necesitaba dejar el país
antes que se le notara, o antes que alguien sospechara, pero había sido muy
inocente al creer que sería tan fácil.
Dos encuentros habían sido
determinantes.
El primero había sido el embajador a quien le había vendido la
pintura, había vuelto a la casa de cortesanas y le había enviado un mensaje
pidiéndole una nueva pintura, ella como necesitaba dinero , había aceptado.
El segundo había sido el más
inesperado de todos. Y había llegado un par de días de después de que ella
empezase con las náuseas y las descomposturas típicas de su estado.
-Hay alguien que quiere verte,
no pude negarme. Te espera en mis habitaciones – dijo la regenta y por su cara,
Byul supo que no eran buenas noticias.
Nunca antes la había visto,
pero la reconoció al instante. Era la reina. Durante años , había fingido que aquella
mujer no existía, y ahora estaba allí. Estaba vestida sencillamente, pero aún
así era elegante y hermosa.
-¿Sabes quién soy? – preguntó
altanera.
-Sí- respondió ella.
-Bien, eso nos ahorrará una
charla incómoda. Sé que estás embarazada del rey- dijo y al ver que la reina estaba acompañada por una
muchacha que trabajaba en la cocina de la casa de cortesanas supo que era
inútil negarlo. Había puesto una espía dentro, y ahora sabía la verdad.- ¿Él lo
sabe?
-No, no lo sabe. Ya no lo veo.
-Pero volverá, ¿verdad?
Siempre vuelve a ti.
-No dejaré que lo sepa-
insistió Byul asustada.
-Siéntate – dijo la reina y se
sentó, invitándola con un gesto a hacer lo mismo.
-Parece que las dos le
mentimos. Mis médicos personales me han dicho que no podré tener hijos –
confesó y calló lo otro que le habían dicho, que su corazón tenía problemas y
que no viviría mucho- si él se entera o si los demás se enteran lo harán tomar una
nueva reina . No puedo permitirlo, sería una humillación para mi familia que yo
pierda mi lugar – explicó y algo brilló
en su mirada, Byul sintió que aquella mujer también ocultaba lo que
verdaderamente sentía por Janeul, sin embargo continuó hablando - Quizás esto
ha sido oportuno, voy a un retiro en un templo, en unos días enviaré noticias a
palacio sobre mi embarazo y mi decisión de quedarme allí hasta que nazca el
niño. Volveré con un heredero en brazos. Ahora es tu turno de decidir si ese
heredero será el verdadero hijo del rey o no.- dijo y Byul la miró mientras intentaba
comprender lo que le había dicho. Acaba de decirle que fingiría un embarazo y
llevaría un bebé cualquiera a palacio para hacerlo pasar por hijo de Janeul, o
, y esto era lo más aterrador, le ofrecía
llevar al niño que ella tendría.
-No- susurró.
-Piénsalo. Tu hijo puede ser
un obstáculo para mí, o puede ser mi salvación. Y entonces ocuparía su lugar
legítimo, podría crecer junto a su padre, no le faltaría nada ni correría peligro alguno. Lo criaría como
mi propio hijo, siempre que tú decidas desaparecer, irte donde el rey no te
encuentre y no volver jamás.Te doy la posibilidad de elegir- dijo y Byul sintió
que aquellas palabras habían sido pronunciadas con mucho odio- Si aceptas ve al templo en los próximos días,
si no lo haces…ya pensaremos otra salida- finalizó la reina y tras decirle
donde era el templo, en un lugar muy lejos, casi en la frontera, se marchó.
Durante unos minutos , Byul se
quedó con la mente en blanco y abrazándose el vientre con los brazos, como si
su amor pudiera proteger a su niño. En realidad no había opción posible, si
quería que su hijo viviera, si quería que Janeul estuviese a salvo, debería
aceptar el plan de la reina. Aunque velada, la amenaza había sido muy
elocuente. Y si aceptaba significaría que nunca podría ser la madre de su hijo,
que Janeul nunca sabría la verdad y que se separarían para siempre. Tendría que
pagar un precio demasiado alto.
-Es una locura – dijo la
regenta cuando le contó- ¿Acaso vas a ir? ¿Qué te garantiza que no te mate a ti
y al niño una vez que vayas hacia allá?
-Tenía una espía aquí, si
hubiera querido matarme, unas gotas de veneno hubiesen bastado. Ella sabe la
verdad ahora, y no va a perdonarme. De esta forma, mi hijo estará bien, es mi
única posibilidad.
- Cuéntale al rey, cuéntale la
verdad a tu hombre.
- Eso no serviría, sólo se
desataría un infierno.
-¿Vas a sacrificarte ,
entonces?
-No es sacrificio, es amor –
dijo ella y la mujer sacudió la cabeza. Ella sabía que el destino no era justo
y que la vida era dura, lo sabía mejor que nadie, su vida estaba llena de
noches oscuras, pero había llegado a
compadecerse de aquella muchacha.
En los siguientes días,
Byul hizo los arreglos para marcharse.
Kang no la seguía desde su separación de Janeul, así que tenía más libertad de
acción. Necesitaba ir al templo y encargarse de que Janeul no la siguiera, de
que en verdad no deseara saber nada más de ella. Recordó que había una forma de
hacerlo, necesitaría contactarse con el embajador extranjero. Le envió un
mensaje diciéndole que tenía terminada su pintura y que le gustaría
entregársela en persona, el hombre acudió encantado al encuentro.
-¿Cuánto es? – preguntó
amablemente luego de elogiar el trabajo.
-Usted se marcha en dos días,
¿verdad?
-Sí.
-Podría pedirle entonces que
me pagara con un favor y no con dinero.
-¿Un favor?
-Sí , necesito ir a un templo,
le quedará de camino, y quisiera que me lleve.
-¿Puedo hacer eso? ¿Es libre
para que yo la lleve? – preguntó haciendo referencia a su relación con Janeul.
La mujer lo atraía demasiado pero no como para
ofender al rey del país por ella.
-Soy libre de ir donde y con quien quiera –
respondió.
-Entonces será un placer
llevarla – aceptó el embajador y ella le sonrió agradecida. Janeul se enteraría
de eso, de que se había marchado con aquel hombre y ya no la buscaría. Al menos
eso esperaba.
Preparó todo para su partida,
recogió lo esencial, no pensaba regresar allí , probablemente se marchase a
otro país luego de tener a su bebé. Sacudió la cabeza, no quería pensar en el
después, por ahora su niño estaba seguro en su interior, no quería pensar
cuando tuviera que separarse.
Estaba en medio de aquellos
preparativos cuando una de las
cortesanas llegó a visitarla, era aquella a quien ella había pintado un retrato
para su hijo, se habían hecho cercanas con los años.
- La señora habló conmigo y me
contó todo.- dijo sentándose.
-¿Qué?
-Creo que es su último intento
de hacerte desistir de esta idea.
-No puedo cambiar de idea.
-Separarse de un hijo es muy
duro, ¿estás segura de que podrás vivir con ello?
- Una madre hace lo que haga falta por el bien
de su hijo, esto es lo único que yo puedo hacer por el mío. Sé que lo
entiendes.
-Lo entiendo, Byul, lo
entiendo muy bien, por eso te lo digo. Yo al menos puedo verlo cada tanto, y
gracias a todo lo que has hecho por mí estos años sé que mi hijo estará
bien y que me quiere, soy su madre pase
lo que pase. Tú renunciarás incluso a eso.
-Quiero que mi hijo viva, y no
se me ocurre otra manera.- dijo casi llorando y la mujer la abrazó.
En verdad no encontraba otra
salida, así que continuó con su plan. Al día siguiente , dejó la casa de
cortesanas en el carruaje del embajador. Le pidió que la recogiera a la hora en
que empezaban a llegar los clientes al lugar,
hizo una salida muy teatral y
saludó al hombre con una reverencia y una sonrisa seductora. Pudo escuchar el
murmullo a sus espaldas y esperó que aquel rumor llegara hasta oídos de Janeul.
El embajador pareció entender
el juego , pues , para sorpresa de Byul, le puso la mano en espalda para guiarla y ayudarla a subir.
-¿Cree que será suficiente? ¿O
lo llevamos más lejos? – preguntó el hombre en un susurro cerniéndose
junto a su oído y la joven se preguntó si se había confundido al pedirle
que la llevara.
- Es suficiente – dijo con
firmeza.
Una vez en el carruaje , trató
de alejarse lo más posible de su
acompañante, él pareció notarlo pues
esbozó una sonrisa divertida.
-¿Así que va a un templo?
-Sí- respondió ella
escuetamente.
-¿Y piensa quedarse a vivir
allí?
-No, sólo un tiempo, necesito
descansar- respondió tratando de no
pensar en su estadía en aquel lugar ni
en el después que aún no se animaba a vislumbrar.
-Imagino que no podré
visitarla allí, ¿verdad?
-No.
-¿Y luego?¿ Volverá a la casa
de cortesanas?
-No- dijo ella cada vez más
incómoda por el interrogatorio.
- Entonces lo que está
diciendo es que no quiere volver a verme, sólo necesitaba mi ayuda para que su
partida fuese un poco más “excepcional” ¿debería preocuparme que el rey venga
tras de mí después de esto?
-No, claro que no- dijo ella
preocupada de que aquel hombre fuese tan
perceptivo.
- Siento que debí pedir
por lo menos una pintura más por el favor que pidió, siento que estoy en
desventaja.
-Me disculpo, no fue mi
intención, no pintaré por un tiempo, pero pagaré lo que usted crea conveniente.-
le dijo compungida.
-Usted está huyendo y me ha
involucrado para evitar que el rey la siga, ni siquiera sé qué tanto estoy enredado en esta historia o qué peligros
entraña para mí ayudarla, así que creo que definitivamente está en deuda
conmigo.
- Si me dice cómo compensarlo,
lo haré. Pero le aseguro que no corre peligro alguno.
-No estoy tan seguro, creo que
mi próximo encuentro con el rey no será muy amable o quizás ya no pueda volver
como embajador a su país, así que me
gustaría que la recompensa haga que el riesgo valga la pena- dijo y la miró
intensamente. El instinto le dijo a Byul
que huyera, pero no podía hacerlo, estaba atrapada, así que cuando el
hombre se inclinó hacia ella y la sujetó con fuerza no supo qué hacer. Él la
besó y ella forcejeó para soltarse. Estaba muy asustada, pero más que por ella,
por su bebé. De pronto el hombre se apartó.
-No se preocupe, ese fue mi
precio, un beso.- le dijo y ella lo miró iracunda.
- Puede golpearme si quiere,
pero ya que estoy siendo parte de su juego, no creo que haya sido demasiado.
Estoy empezando a creer que usted no sabía lo mucho que me impactó desde la
primera vez que la vi, me parece que no es consciente del deseo que despierta
en los hombres – le dijo divertido y ella se abrazó a sí misma como para
protegerse- Tranquila, no debe temerme, he cometido toda la ruindad de la que
era capaz al forzar ese beso, además aunque no sepa porque huye, hace años me
quedó en claro que no es la amante del rey, sino mucho más. En aquella ocasión,
su relación con el príncipe era de una intimidad muy distinta a la de un noble
y una cortesana, había demasiadas emociones en cada gesto, en cada mirada, supe
que estaba más allá mi alcance. Y aún hoy lo sigue estando .- finalizó.
-¿Entonces por qué me besó?
-Porque sé que no tendré otra
oportunidad y porque soy un hombre completamente fascinado por usted. Su
belleza, su talento, podría haberme enamorado, incluso. Pero jamás tendría su
corazón. Así que con el beso me despedí de mi anhelo, ahora , quizás hasta
podamos llegar a ser amigos- le dijo y Byul pensó que era un hombre extraño, impredecible, y curiosamente, no le
disgustaba.
Llegaron al templo antes de lo
esperado, o quizás, ella esperaba no llegar nunca. Por un momento ,pensó en
decirle todo al embajador , en pedirle que la llevara a su país donde pudiese
desaparecer con su hijo, pero sabía que eso
no sería una verdadera solución.
Cuando se despidieron, él le
ofreció su ayuda si alguna vez lo necesitaba,
lo que hizo que confirmara que era muy intuitivo.
-Si alguna vez viaja a mi
país, búsqueme, estaría encantado de volver a verla- le dijo y ella hizo un
leve gesto de asentimiento. Luego recogió las pocas cosas que había llevado
consigo, se despidió y entró al templo.
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