Un año después…
Yul ingresó al salón donde su
padre tenía reunión con los ministros, hizo una reverencia y habló con cierta
urgencia.
-Su Majestad, me disculpo por
interrumpir, ¿puedo acercarme? Tengo algo que informarle– preguntó inquieto y
Janeul le hizo una señal.El joven príncipe se acercó a su padre y le habló al
oído.
El rey se puso en pie.
-Continuaremos mañana con esta
audiencia.- Anunció.
-Su Majestad…- trató de
protestar uno de los ministros.
-Mañana- aseveró con un tono
de voz que no daba lugar a discusiones y poniendo una mano sobre el hombro de
Yul para que lo acompañara, se dirigió a la salida.
Los pasos presurosos de ambos
se sentían como ecos en el pasillo.
-Padre, creo que deberías
apresurarte o no llegarás– dijo Yul cuando estuvieron solos y Janeul asintió.
-Tienes razón y tengo que
llegar, prometí que estaría allí – le dijo a su hijo y sus pasos presurosos se
convirtieron en trote y luego en carrera. Fueron varios los guardias y
sirvientes que se sorprendieron al verlo correr en el interior del palacio. Yul
lo siguió de cerca.
-Espérame aquí – le dijo
Janeul cuando llegaron hasta las puertas de las habitaciones, el niño asintió y
el rey entró.
-¡Su Majestad! – exclamó una
de las mujeres.
-¡Su Majestad, no puede estar
aquí! ¡Espere afuera! – dijo otra y Janeul avanzó haciendo caso omiso. Llegó
hasta la mujer que gemía y la tomó de la mano.
-Acá estoy, Byul, acá estoy –
dijo tomándole la mano y ella lo aferró con fuerza. Luego gritó de una manera
que Janeul sintió que se le detenía el corazón por impotencia, y por amor hacia
aquella maravillosa mujer.
-Janeul…- susurró ella entre
jadeos.
-Acá estoy, tú puedes, sólo un
poco más – le dijo y aunque las mujeres que la asistían demostraron su
incomodidad por la presencia del rey, él no se marchó ni se apartó, se quedó a
su lado, hasta que el bebé nació.
Ambos se sintieron
emocionados al sentir el llanto que
anunciaba la llegada de una nueva vida.
-Es una niña, Su Majestad, una
princesa- anunció la comadrona.
-Tenemos una hija – le susurró
Janeul a Byul y ella le sonrió
levemente. Les mostraron a la niña y luego una de las asistentas del parto la tomó.
-Janeul…- musitó Byul con
desesperación y él entendió que estaba recordando otro parto, otro bebé.
-Tranquila, sólo van a asearla
para traerla contigo. Yo iré con ellas mientras te atienden a ti, volveré en un
instante con nuestra niña, ¿de acuerdo? –propuso calmándola y Byul asintió.
Poco después , una vez que la
hubieron atendido y trasladado a otra habitación contigua, Janeul volvió con la
niña y la depositó en sus brazos.
-Es preciosa, como tú- dijo
besando la frente de Byul que no podía quitarle los ojos de encima a su bebé.
-Ella , ¿está bien?
-Sí, muy bien. Byul, ya
tenemos dos, creo que es suficiente. Ahora entiendo por qué los padres siempre aguardan
afuera y esperan que les avisen del nacimiento en lugar de presenciarlo, no
creo poder verte pasar por esto nuevamente- dijo con sinceridad y ella sonrió.
-Vale la pena.
-Mi pequeña Byul, siempre has
sido la más valiente de los dos- dijo con verdadera admiración.
-Gracias por estar a mi lado-
dijo ella.
-Te amo y cuando creo que no
podría amarte más, descubro que sí- le dijo con intensidad.
-Te amo, Janeul- respondió con
sencillez y él le dio un beso suave a ella y un beso a su hija.
-Iré por Yul, estaba ansioso
por conocer a su hermana.- dijo el rey.
-Tráelo, también quiero verlo
– pidió ella, se sentía agotada pero feliz.
El príncipe entró acompañado de su padre y se acercó
tímidamente al lecho donde descansaban madre e hija.
-Ven, Yul. Ven a conocer a tu
hermana- lo llamó ella.
-Es hermosa- dijo sentándose
junto a Byul.
-¿Quieres sostenerla?-
preguntó su madre.
-¿Puedo?
- Sólo no la dejes caer-
comentó Janeul medio en serio y medio en broma.
-¿Padre, alguna vez me dejaste
caer?- preguntó el príncipe y Byul rió.
-¡Claro que no! Pero nunca me
sentí tan intimidado como cuando te sostenía, tan pequeño y tan importante–
contestó el rey.
-Madre, no debes preocuparte,
voy a cuidar muy bien de ella- dijo Yul mientras observaba a su hermanita con
fascinación. Byul dejó escapar unas lágrimas por la emoción.
-¿Te sientes bien? ¿Te duele
algo? – preguntó Janeul llegando a su lado.
-No, sólo que estoy muy feliz
de tenerlos conmigo – dijo ella y sonrió para convencer a padre e hijo que la
miraban con preocupación. Nunca había esperado que llegaría un día como aquel.
-Deberías irnos, así descansas
un poco – evaluó Janeul.
-No, quiero que se queden aquí
– pidió ella.
- De acuerdo, entonces intenta
dormir un poco. Estaremos aquí cuando despiertes- dijo Janeul, estaba dispuesto
a cumplir todas las promesas que le hacía y a curar las viejas heridas. Jamás
iría donde ella no pudiera seguirlo, ya no la haría esperar ni la dejaría sola.
Cuando Byul entreabrió los
ojos era de noche, apenas una lámpara daba un luz tenue a la habitación, y pudo
vislumbrar a Janeul caminando de un lado a otro acunando a la bebé. Sintió
también el cuerpo de Yul acurrucado junto a ella, se había quedado dormido a su
lado.
Durante un instante disfrutó
el silencio y poder observar aquella
escena, luego susurró suavemente llamando la atención del rey.
-Janeul- musitó y él acudió a
su lado.
-¿Estás bien? – preguntó
sentándose a su lado con la niña en brazos.
-Sí, descansé un poco. ¿Y tú?
Deberías ir a dormir.
-No tenía sueño, y no quería a
extraños interrumpiéndonos, así que me
encargué de ella yo mismo.
-Jaru, pequeña Jaru – dijo
Byul mencionando el nombre que habían decidido para su hija- ¿Qué haremos con
ella? ¿No deberá irse lejos cuando se case, verdad? ¿Podrá elegir? – preguntó
temerosa.
-¿No crees que al menos
deberíamos esperar que tenga dientes para preocuparnos por casarla? – preguntó
él.
-Janeul…
-Ella podrá elegir, Byul. Nadie va a obligarla a nada, y no necesitará
casarse para garantizar ninguna alianza. Trabajaré muy duro para que ella y Yul
estén a salvo, aunque seguramente el camino de nuestro hijo no será fácil, la
responsabilidad que tiene será pesada, pero haremos lo posible porque sea
feliz. Y ninguno de ellos estará obligado a casarse con alguien que no amen.
-¿Aunque se enamoren de un
plebeyo?
-Serán libres de elegir, lo
prometo. Aunque creo que tu hijo ya tiene a alguien, una vez que estuvo
angustiado llorando fue consolado por la hija menor de uno de los ministros y
me dijo que una mujer delante de la que uno podía llorar parecía una buena
elección para esposa. – le contó y ella miró asombrada al pequeño que dormía a
su lado.
-Es muy pequeño aún.- comentó.
-No lo sé, si se parece a su
madre quizás su corazón ya haya decidido un rumbo.
-¿La madre solamente? ¿Y el
padre?
-Si sale al padre será más
complicado aún, porque desde niño amará con toda su alma a una sola mujer- le
dijo.
-¿E irá a buscarla diciendo
que quiere una taza de té? – le preguntó.
-No sabía que decirte después
de tanto tiempo – se disculpó él.
-Te amo , te he amado tanto
tiempo y de tantas maneras- dijo ella acariciando el rostro de él.
-Gracias , Byul. Gracias por
esperarme y por volver. Gracias por nuestros hijos.- dijo él y luego de
acomodar a la niña entre ellos, se acostó a su lado.
Era un palacio y a veces no eran tan libres como
deseaban.
Era un rey y tenía obligaciones.
Era un rey y tenía obligaciones.
Guardaban un secreto sobre el
nacimiento del príncipe que sólo brillaba con certeza en sus corazones.
Pero esa noche, su pequeña
familia de cuatro estaba colmada de amor. Una vez más, habían construido un
pequeño reino donde eran felices por
estar juntos, día a día, para siempre.
Que bonito... Ya? O hay más? Me encanta esta historia... Gracias
ResponderEliminarFalta un pequeño epílogo y ya termina!
EliminarQue bien saber que solo falta el epilogo, no quiero que termine, pero todo este tiempo he estado leyendo pensando que algo malo pasaria, que alivio saber que no.
ResponderEliminarYoce querida, no habrá más drama, ya llegó momento de que sean felices !!
EliminarYo también pensé que algo mas les iba a tocar. Que bueno que no, ahora si al final
EliminarVoy a extrañar a los personajes, pero si creo que es el momento de poner punto y final a su historia. Tras tanto sufrimiento al fin lograron estar juntos y felices.
ResponderEliminarMe a hecho gracia lo de esperar a que la niña tenga dientes para pensar en casarla :P. Tan lindo Janeul.