Rachel tuvo sueños extraños aquella noche, soñó con la aurora
boreal, y al desayunar pudo hacer la conexión entre
aquella manifestación del inconsciente y su realidad. Muchos años atrás, su
padre los había llevado a verla, había sido
una experiencia increíble, todos sus hermanos habían ido, también Kenai
había sido de la partida porque Evan había insistido en invitarlo. Ella y el
muchacho habían sido los primeros en despertar y salir a ver la maravillosa
aurora, había sido un espectáculo deslumbrante, más allá de las palabras.
Recordaba haber estado parada en mitad de la nada, de madrugada, junto a un
jovencísimo Kenai, mirando el cielo en silencio. Un rato después se habían
unido su padre y sus hermanos. Era un recuerdo muy feliz. No sabía por qué su
cerebro había seleccionado aquel momento que estaba perdido en su memoria, pero
le dio una dulce nostalgia, el pensar que habían existido días así.
Estaba por irse a trabajar cuando cayó en la cuenta de que Evan no estaba
en la casa, dudaba que se hubiese levantado antes que ella, lo más probable es
que hubiera pasado la noche afuera otra vez. Gruñó internamente, su hermano
necesitaba sentar cabeza. Y al pensar en sus hermanos recordó que era el
cumpleaños del menor, Michael. Lo llamó para saludarlo y de paso preguntarle
cómo iban sus estudios, se suponía que era su último año, ya iba con bastante retraso en la carrera.
La conversación fue un desastre,
su hermano le contó que había decidido dejar en pausa sus estudios,
porque quería tomarse un año para recorrer el mundo. Rachel trató de
persuadirlo de que primero terminara su carrera, se asegurase tener un título y
luego podría hacer lo que quisiera. Era una pena que faltando tan poco,
abandonase sus estudios. Él perdió la compostura y le recordó que era un adulto
y era su propia vida, que no se inmiscuyera y ella finalmente cortó la llamada.
La sensación agradable que había tenido al despertar se había esfumado.
Entendía que su hermano fuera adulto y que tomara sus propias decisiones, sólo
que se sentía mal por la forma en que
había reaccionado. Ahora era muy fácil decirle que no se entrometiera,
pero durante años había sido ella quien
se había ocupado de él y de resolver sus
problemas o brindarle ayuda cuando la había necesitado. Sentía que había
desperdiciado sus esfuerzos.
El día empeoró cuando se encontró con problemas en el trabajo debido a
que Evan había hecho mal un pedido. Se
le cruzó por a cabeza que quizás era mejor que no pudiera ser madre porque si
sus hermanos eran una muestra de sus habilidades para criar a alguien,
estaba totalmente descalificada. Tuvo
que trabajar mucho para arreglar aquel
error y al finalizar el día tenía un
tremendo dolor de cabeza.
Y cuando su hermano al fin
apareció, trató de quitarle importancia a todo.
-Si pudo arreglarse no es tan grave Rach, en serio, necesitas relajarte
un poco más. Deberías salir a divertirte un poco, estás muy estresada- le dijo
como si él no fuera una de las razones de su estrés. Y ella prefirió callarse
las posibles respuestas. Ya había discutido con Michael, no quería otra pelea.
Era verdad que estaba estresada y había probado de todo un poco para
mejorar su ánimo, desde trabajar hasta la extenuación, hasta largas caminatas
que le permitieran respirar y encontrar calma. No habían funcionado muy bien,
así que quizás necesitaba otra opción, tal
vez Evan tenía razón en cuanto a que necesitaba diversión. Y quedarse en casa, mirar series, leer libros,
era totalmente inaceptable, necesitaba diversión de verdad. Algo un poco decadente.
No había muchas opciones, sexo o alcohol, eso era lo más decadente en lo que
podía pensar. Descartó tener sexo con el primer hombre que se encontrara, y le
hiciera caso, pues no era su estilo, ya ni recordaba su última relación, mejor dicho, sí recordaba, aunque no
quisiera, años atrás con su último novio y había podido sobrevivir muy bien sin
eso, así que sólo se le quedaba otra opción, ir por unos tragos. Tampoco era
muy aficionada para el alcohol, ni siquiera tenía muy alta tolerancia, pero en
verdad sonaba muy tentador y necesitaba
hacer algo alocado.
Tomó un taxi, pues estaba
descartado conducir alcoholizada y fue a uno de los pubs más populares
que conocía, se sentó junto a la barra y pidió un trago con un nombre
rimbombante y ridículo. Un vaso de cerveza sonaba más atractivo, pero no era
suficientemente libertino. El trago que le sirvieron era de color azul,
con azúcar escarchada en el borde de la copa, lo bebió y le resultó
refrescante y dulce. Pidió otro. Con el tercero empezó a sentirse un poco
mareada y supo que aquella había sido una idea muy tonta. Pero estaba cansada de juzgarse a sí misma, así
que pidió otro más.
-¿Segura? – preguntó el barman.
-Sí, segura , soy una chica grande, ¿sabes?
-Una que no está acostumbrada a beber este tipo de tragos – dijo alguien
a su lado- Creo que ya ha sido suficiente, Rachel.
-¡Kenai, el pequeño Kenai! – exclamó sorprendida al verlo sentarse a su
lado.
-¿Entonces, sirvo uno más o no?- preguntó el hombre mirando de uno a
otro.
-Claro que sí – aseveró ella y Kenai asintió imperceptiblemente, conocía
al barman y si Rachel quería seguir bebiendo, la dejaría, después de todo
estaba allí para asegurarse que nada malo le sucediera.
Había estado reunido con unos amigos, ya que uno de ellos estaba
por irse de viaje, cuando la había visto entrar, mejor dicho la había percibido,
antes de verla siquiera.
La presencia de ella en un lugar, era como un imán, su cuerpo la
sentía. Además se distinguía por varias razones, por empezar iba vestida
como todos los días, al contrarío de las demás mujeres que iban allí, además
era más alta y finalmente, él no podía quitarle los ojos de encima.
La observó sentarse junto a la
barra y empezar a beber, era algo atípico en ella, debía estar teniendo un
momento difícil. Siguió mirándola y cuando vio que iba a tomar un cuarto trago,
se acercó a ella, era hora de ser el caballero de brillante armadura.
-Rachel, ya es suficiente. Esa cosa es más fuerte de lo que parece.
- Es rico – dijo ella y su voz sonaba algo pastosa.
-¿Sucedió algo? – preguntó tratando de sonsacarle qué le estaba pasando.
Ella solo agitó la cabeza y terminó de beber el trago. Sus ojos
parecieron entrecerrarse.
-Rachel – la llamó.
- Una porquería…- susurró ella.
-¿Qué?
-Han sido días de porquería…- completó e hizo además de echar su cabeza
sobre la barra.
-Hora de ir a casa – dijo él y la ayudó a levantarse.
-¡No, quiero divertirme! – protestó.
-Mañana vas a arrepentirte- le dijo con suavidad, era un lado nuevo de
ella y le daba ternura.
-Lo sé.- respondió Rachel y le causó gracia que ni borracha pudiera dejar
completamente de lado su sensatez.
-Vamos, te llevo a casa – insistió.
-Kenai…- dijo ella como si quisiera corroborar algo.
-¿Sí?
- Has crecido – dijo mirándolo
fijamente.
-Me lo pones tan difícil, Rachel. Vámonos – dijo y envolviéndola con sus
brazos la sacó de allí después de dejar varios billetes en la barra para pagar
los tragos.
La llevó a su camioneta y la ayudó a entrar. Agradeció haber tomado sólo
una cerveza, tenía buena tolerancia al alcohol así que estaba en condiciones de
conducir. Se acomodó y le puso el cinturón de seguridad a Rachel.
-Estoy cansada – musitó ella y él sintió
que no se refería a su estado actual. Le corrió unos mechones de cabello
de la cara y ella se acurrucó.
-¿Qué haré contigo? – dijo para sí mismo y arrancó. Cuando llegaron a la
casa de los Thomasson, ella estaba completamente dormida. La cargó en brazos y luego golpeó a la puerta.
Por primera vez en mucho tiempo, Evan fue sorprendido.
-¿Qué diablos?- preguntó y él le hizo un gesto mientras Rachel se removía
en sus brazos.
-Está borracha, deja que la lleve a su habitación y te cuento.- dijo a su
amigo y éste asintió. Kenai la llevó y la depositó en la cama con mucho
cuidado, le quitó el abrigo y el calzado y la cubrió con una manta. Luego bajó
a contarle a Evan.
-¿Tomó cinco BlueIced Starlight? Pero eso tiene vodka, ron y ginebra
aparte del licor.
-Sí, así que tendrá tremenda resaca mañana.
-Le dije que se divirtiera, pero no creí…
-¡Cielos, Evan, es tu hermana! No parece estar pasándolo bien, ¿no
podrías ser un poco más cuidadoso?
-Oye, es adulta. No es mi culpa si quiere ir a emborracharse.
-¿Estás seguro?- preguntó enfadado.
-De acuerdo, cuidaré de ella. Gracias por traerla a casa.
- Mañana se sentirá fatal, busca algo que la alivie.
-Lo sé, lo sé.
-Y trata de hablar con ella.
-¡Diablos , Kenai, es mi hermana! ¿Quieres encargarte tú? Deja de darme
consejos.
-No es mala idea- murmuró Kenai y Evan creyó que se refería a la parte de
los consejos cuando en realidad se refería a cuidar de Rachel. Sólo que aún no
era el momento, pero pensaba seguir cerca. Muy cerca.
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