El rey se encargó que la joven
Dina estuviese entre las doncellas a cargo del príncipe, de esa forma podía
estar informado respecto a cualquier cosa que sucediese. Byul se lo había
confiado y él se aseguraría de que
estuviera a salvo y creciera feliz. No había podido proteger a la madre pero
protegería a su hijo.
La llegada del príncipe fue
también la excusa perfecta para dejar de visitar el lecho de la reina, antes había sido parte
de sus deberes procrear un heredero, ahora ya no tenía ninguna obligación. Y
ella misma, al fingir estar convaleciente tras el parto , le dio la oportunidad
de alejarse. Él se encargó de que esa distancia fuese permanente.
Dedicó sus días a ser un mejor
rey y a cuidar de Yul. La reina era afectuosa e interpretaba a la perfección su
papel de madre del príncipe para que nadie sospechara, pero Janeul se encargaba
de amarlo realmente, con todo su ser, como hubiese hecho Byul. Él lo amaba por
ambos.
Fue poco después que Yul
cumpliera un año que Jun le informó del traslado de Byul y de su relación amistosa con el ex embajador. De
sólo recordar a aquel hombre, Janeul volvió a sentir los celos arder en su
interior, pero sabía que no tenía derecho. Finalmente le hizo un pedido a su confidente.
-No quiero saber más detalles,
ya no me informes sobre Byul. Sólo hazme saber si algo le sucede o si necesita ayuda,
pero nada más – pidió asustado de sí
mismo. Se había prometido aceptar lo que ella eligiese, lo que la hiciera
feliz, pero no estaba seguro de poder hacerlo. Así que se conformaría con saber
que ella estaba bien sin torturarse con los detalles. Quería mantener la
esperanza de que algún día encontraría la forma de traerla de regreso.
El tiempo fue pasando y poco a
poco, mientras Yul crecía, él fue cobrando fuerza como rey. Trabajaba sin
descanso para mejorar las leyes, para fortalecerse frente a los ministros y
para ganar el apoyo del ejército. Las pocas horas que descansaba las dedicaba a
jugar con su hijo o a enseñarle cosas, trataba de estar presente y ser partícipe de cada pequeño avance del príncipe.
Y el amor era mutuo, a los
tres años Yul era un niño inteligente, obediente y que se comportaba tal como
le marcaban, pero tenía debilidad por su padre.
Bastaba ver que Janeul
ingresaba por el patio principal y se acercaba a los jardines donde él estaba
con la reina para separarse y salir corriendo hacia él, que siempre lo recibía
con los brazos abiertos.
Fue por esa época cuando la enfermedad
de la reina empezó a ser evidente, el mal del corazón que le habían anunciado
años antes, empezó a debilitarla y su salud se empezó a deteriorarse con
rapidez.
Fueron dos años en que día a día la enfermedad menoscababa su salud en una
batalla perdida. Y extrañamente fueron los años de mayor cercanía entre Janeul
y su esposa impuesta, quizás porque al verla tan débil e intentando mostrarse
fuerte y cumplir con sus deberes como reina, sintió culpa.
Jamás había pensado en ella realmente, incluso la había odiado.
Ahora que por primera vez se detenía a verla , entendía que también había sido
una víctima, para ella, el palacio había sido también una prisión. Casada con
un hombre que no la amaba y que se lo había hecho saber desde el inicio, no
debía haber llevado una vida fácil pues él jamás se había preocupado por sus
sentimientos.
Y después de todo era la única
madre que conocía Yul, así que al menos le debía amabilidad en sus momentos de
enfermedad.
En medio de sus obligaciones,
mientras la veía apagarse poco a poco, le hizo compañía, le leyó , la acompañó sosteniéndola
en pequeños paseos por el jardín, le informó sobre asuntos de estado para
mantenerla entretenida, y cuando ella ya
no pudo levantarse, llevó a Yul a visitarla tal como la reina le pedía, ya que
se había encariñado con el niño y hasta el final lo trataba como su propio
hijo.
Un día dejó de luchar, y partió tranquilamente.
Janeul sintió pena pues era
una mujer muy joven y también sintió que
siempre sería un pecador respecto a ella. Muchas veces víctima y
victimario tenía que ver con una cuestión de perspectiva, él y Byul habían sido
víctimas del rey, pero a su vez, él había convertido a Aína en víctima. Ella
había sido la victimaria de Byul al quitarle a Yul, pero también le había permitido
al niño que ocupara su lugar legítimo. Era confuso, las vidas humanas siempre
parecían estar marcadas por el dolor de una forma u otra. Rezó porque pudiera
descansar en paz y que si existía otra vida
encontrara quien la amara.
Las ceremonias por la muerte
de la reina duraron un largo mes, y cuando terminaron, los ministros y los
nobles intentaron convencerlo de tomar una nueva reina, ya tenían hasta las
candidatas, pero él se negó rotundamente. Ya había un príncipe y él quería dedicarse
a fortalecer su reinado, fue tal su negativa que decidieron no insistir por el momento.
Janeul tenía muchos planes, el
principal era ser un buen padre y un buen rey, ya no sólo se trataba del
bienestar de su pueblo, de las viejas promesas que le había hecho a Byul, sino
también del mundo que quería legarle a Yul.
El niño había cumplido cinco
años, así que pensó que era momento de encontrarle un instructor.
-Busca a alguien para Yul,
alguien que pueda ser para él lo mismo que tú eres para mí – le dijo a Jun y
eso significaba hombre de confianza,
guardia y amigo.
-Tengo a la persona indicada
para el príncipe – dijo Jun y él lo miró sorprendido, parecía que ya lo había
decidido de antemano y estaba esperando que él sacar el tema.
-¿Quién? – preguntó intrigado
-Es un joven soldado que
ingresó hace poco, pero es bueno con la espada y la lucha y será ideal como
instructor del príncipe. Además es alguien que conocemos.
-¿Lo conocemos?
-En cierta forma, usted lo ha
ayudado para que llegue aquí. Su madre estaba
en la casa de cortesanas y a él lo criaba su abuela, hace años por pedido
de la señorita usted se encargó de
ayudarlos, de que el muchacho recibiera educación. Ahora vive con su madre y su
abuela y tras dar un examen excelente ha entrado como guardia a palacio. No sólo sus habilidades
son buenas, sino que su corazón también lo es, es un muchacho confiable y
honesto. Siento que será un buen instructor
para nuestro Yul- dijo finalmente y Janeul asintió. Le parecía muy buena
idea, sobre todo porque había alguna
conexión con Byul, y le agradaba la idea
de que alguien con un leve vínculo con
Byul y su historia estuviese junto a su hijo.
No mucho después, recibió una
noticia que llevaba años esperando oír. Byul había regresado.
-Actualmente está en la casa
de cortesanas – le informó Jun y él se exaltó.
-¡¿Dónde?! ¿Qué demonios hace
allí? – preguntó con aquel giro en los acontecimientos.
- Parece ser que está tratando
de salvar al mundo o algo parecido, al menos
intenta ayudar a las mujeres que están en problemas – dijo Jun
tranquilizándolo y le explicó sobre las
actividades de Byul en la ciudad.
Ella volvía a estar cerca y
su primer impulso fue ir a verla,
incluso llevar a Yul consigo para que se vieran, pero sabía que no podía, no
era el momento aún. Todavía no era lo suficientemente fuerte como para traerla
a su lado y protegerla. Iba a esforzarse para que un día ella pudiese estar con
él y con Yul, y cuando ese día llegara iba a compensarla por todo el tiempo
perdido.
Aquella noche pasó por las
habitaciones de su hijo y se quedó observándolo, en silencio le prometió
que lo reuniría con su madre, no sabía
cuándo pero el día que pudiera lograrlo,
ya nunca se separarían.
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