Era el festival de verano, las
calles estaban llenas de gente, música, olores de comidas y coloridos puestos.
Una pareja caminaba tomada de
la mano.
-¿Estás seguro que es buena
idea?- preguntó la mujer
-Tranquila. Los niños están
bien cuidados en casa, podemos dar un paseo-dijo él sonriéndole.
-Janeul…- protestó ella. En
efecto los niños estaban bien cuidados, Wol estaba cuidando a Yul y Myra se había vuelto la ferviente guardiana de Jaru; y Jun estaba cuidando de todos ellos.
Pero que la casa a la que él se refería fuera el palacio y que aquel hombre fuera
el rey , no la tranquilizaba en lo absoluto- ¿Y si te reconocen?
-Byul, nadie pensaría que el
rey y su mujer anden por aquí, ¿verdad?
Ella hizo un gesto no muy convencida, era cierto
que estaban vestidos con ropas comunes, que llevaba el cabello trenzado , sin
adornos, y que Janeul tampoco destacaba por su atuendo. Aún así se sentía
inquieta.
-¿Y si sucede algo?
-Llevo espada, puedo
defenderme.
-Janeul.
-En el peor de los casos , Yul
deberá reinar antes de tiempo.
-¡JANEUL! – protestó ella y él
le sonrió.
-Es nuestro día libre, disfruta,
deja de preocuparte. Estoy seguro que Kang anda siguiéndonos, sólo que es
infinitamente más disimulado que su hermano mayor.- explicó y ella largó un
profundo suspiro. Él tenía razón, necesitaba relajarse y disfrutar el momento,
pero a veces le costaba. Después de todo
lo que había pasado, disfrutar de la felicidad sin miedos era algo que debía
aprenderse. Pero allí estaba, en aquel hombre que la sostenía de la mano y en
los hijos que veía crecer día a día.
De pronto Byul se dio cuenta
que tenía aquello que había soñado de niña. Alguna vez recorriendo esas mismas
calles había anhelado que Janeul se enamorase de ella y se casaran, aunque
tuviera un título diferente, desde el día que él había puesto el anillo de su
madre en su dedo se habían elegido mutuamente. Había deseado formar una familia
con él, y la tenían, con dos niños preciosos. Un hijo que la llenaba de
orgullo, que era inteligente y cálido con el que trataba de compartir cada
instante para compensar el tiempo perdido, y una hija que empezaba a dar sus
primeros pasos y tenía a todos en la palma de su mano, desde el rey hasta la guardia
real amaban a la pequeña princesa.
El sufrimiento estaba en el
pasado, y casi como una revelación entendió que el camino recorrido, aunque lo
hubiese transitado sobre espinas, la había llevado hasta su sueño, y ese sueño
era su realidad, su presente.
-Byul…- la llamó Janeul al
verla distraída.
-Vamos por caramelos de miel y
flores, prometí llevarle a los niños.- le dijo ella con una sonrisa
-Será doble la ración porque imagino
que tú comerás algunos, muchos- le dijo él y caminaron hacia el puesto donde
vendían las golosinas.
-¿Para sus hijos?- preguntó la
mujer mientras los empaquetaba.
-Y para mi esposa- dijo Janeul
mientras le alcanzaba uno a Byul. Al tiempo que le susurraba algo al oído
–Estoy muy feliz de no ser tu hermano – musitó recordándole una escena sucedida
años antes y rió al verla sonrojarse. Luego la tomó de la mano y siguieron
recorriendo los puestos.
Disfrutaron la comida de las
tiendas callejeras, se detuvieron a ver los adornos que vendían. Y Janeul la
arrastró hasta donde un grupo de músicos interpretaba una balada, estaban
rodeados por un coro de gente que escuchaba atentamente. El rey la abrazó por
la espalda y ella se apoyó contra su pecho mientras escuchaba, de pronto algo
captó su atención, conocía la melodía porque era una de las que Janeul tocaba
para ella desde que eran muy jóvenes. Y la letra contaba una historia
sorprendentemente familiar.
La canción contaba una
historia de amor, la historia del rey y
de la mujer que ahora era su concubina real. Obviamente que no contaba detalles
, sólo hablaba de un amor intenso que había nacido en la infancia y había
durado hasta la actualidad luchando con
obstáculos para al fin poder realizarse. Era una historia emocionante. Mucho
más si pensaba que era su propia historia.
Byul se giró incrédula , para
poder mirar a Janeul.
-¿Qué es esto?
-¿No la habías escuchado? Es
una canción muy popular estos días.
-Janeul, es tu música y
nuestra historia, ¿tú lo hiciste?
-Digamos que la enseñé a
algunos músicos de palacio, ellos a otros y poco a poco empezó a recorrer el
país.
-¿Por qué?
-Porque quería contarle a mi
pueblo sobre mi amor por ti, porque quería que alguna vez la escucharas y
porque espero que algún día, no muy lejano, pueda hacerte mi legítima reina y
nadie se oponga porque entienden lo mucho que nos amamos. Es mi forma de ir
allanando el camino.
-Janeul…-susurró ella
emocionada- yo no necesito ser reina, sólo que me sigas amando.
-Y te amaré, ya sabes, eres la
primera y la última, hasta el último instante. Pero quisiera que algún día seas
también mi reina, más aún si pienso en Jaru.
-Soy tu mujer, eso basta.
-Eres Byul, mi Byul- le dijo
él y la besó sin importarle que estuvieran rodeados de gente. Nadie iba a detenerse
demasiado en una pareja en medio de tantas personas, mucho menos cuando todos
estaban conmovidos por aquella balada y cuando había parejas de distintas
edades disfrutando del clima del festival del verano.
Pero a lo lejos alguien los observaba
atentamente.
-Mis padres se aman mucho,
¿verdad? – preguntó Yul a Wol.
-Sí, Su Alteza, se aman mucho
. Y creo que es hora de que nosotros regresemos a palacio antes que nos atrapen,
ya fue suficiente paseo.
-De acuerdo, Wol. Regresemos –
dijo sonriendo y se marcharon.
Janeul y Byul siguieron
paseando, llegaron hasta el río donde había una competencia de barcos de papel y
caminaron junto a los niños que seguían por la costa el avance de las pequeñas
embarcaciones. Llegaron a un lugar donde Janeul la detuvo.
-Fue aquí – le dijo y ella
recordó la primera vez que se conocieron.
-Aquí me salvaste- dijo ella
recordando.
-O tú me salvaste a mí. Sabía
bien cuales eran mis deberes y qué se esperaba de mí , Byul. Amar no estaba en mis
planes, y créeme a lo largo de los años me arrepentí muchas veces de ese día
por todo el dolor que te trajo.
-¿Preferirías no haberme
salvado de caer?
-No, pero quizás debí
alejarme, lo pensé. Sin embargo, a pesar de todo, estoy agradecido de haberme
quedado.
-Janeul, a pesar de todo, yo
te elegiría siempre. No sé qué hubiera sido diferente, o si hubiera sufrido menos,
pero no puedo imaginarme una vida sin amarte. Pasara lo que pasara, nuestro
amor le dio sentido, nos hizo luchar y vivir.
-Vivir amándonos- esa es mi meta
para los próximos setenta años, por lo menos.
-¿Es una orden, Su Majestad? –
bromeó ella.
-Absolutamente sí – dijo él y
esta vez fue ella quien lo besó, allí donde todo había iniciado, volvieron a
elegirse.
Awu!!! Que bonito, gracias, mil gracias por tan bella historia...Nunca me decepcionas, soy tu Fan!!! =)
ResponderEliminarMuchísimas gracias!! Me alegra que te gustara y no te decepcionara. Besos
EliminarHa sido una historia preciosa de principio a fin. La disfrute mucho.
ResponderEliminarEspero que nos ragales pronto otro de tus relatos. Me gusta tu sensibilidad al escribir. Yo tambien
escribo y ese es un punto que me frustra mucho. Nunca estoy satisfecha con mis resultados.Por eso admiro tu estilo.
En fin, que ha sido un placer leerte 😊.
¡Besos!
Muchas gracias, me alegra quete gustara. Gracias también por tan bonitos elogios y ánimo con tu escritura porque en realidad yo también me siento frustrada y siento que no logré decir lo que quería, así que eso es parte de escribir. Besos
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