martes, 19 de diciembre de 2017

Amor en Alaska 7°



Al despertar le dolía mucho la cabeza y tenía malestar estomacal, entró al baño y se vio con espanto en el espejo. Llevaba el cabello en estado imposible y su cara era un desastre, se dio una ducha rápida para quitarse el  olor a cigarrillo y alcohol. Bajó las escaleras casi arrastrándose.
-¡BUENOS DIAS, RAC! – gritó su hermano y ella gruñó.
-No grites, Evan- pidió llevándose las manos a la cabeza.
-¿Por qué? ¿Resaca muy mala?
-Vete al diablo. Necesito café. – respondió mientras iba hacia la cocina, pero él la interceptó.
-Toma – dijo poniendo un analgésico en su mano- y bebe esto, es mejor que el café y menos dañino – agregó alcanzándole un vaso con un líquido verde.
-¿Qué es? – preguntó mirándolo raro.
-Un licuado de verduras, frutas y té verde. Te hará bien. No pongas esa cara y bébelo, es mucho mejor que esas cosas azules que bebiste anoche – dijo y ella frunció el ceño y se lo bebió.
-¿Cómo sabes? – preguntó
-¿Lo de las bebidas? Me lo contó Kenai cuando te trajo- respondió su hermano y entonces las imágenes volvieron a su mente.
¿Por qué tenía que haber sido Kenai quien la viera emborracharse y la llevara a casa?

Los recuerdos eran muy claros ahora, él diciéndole que dejara de beber, ella actuando como idiota, Kenai sacándola de aquel lugar y luego cargándola para entrar a la casa. Hasta ahí recordaba, hasta acomodarse contra él, cómodamente, sedada por su calor y luego, la inconsciencia.
-¿Él me trajo? – preguntó tontamente.
-Sí, hasta te llevo a tu habitación.
-¿No podías llevarme tú?
-Él ya te traía cargando, y además, pesas mucho.
-¡Cielos! Es vergonzoso.- dijo ella.
-¿Por qué? Sólo es Kenai. Además están a mano con esto, tú lo cuidaste cuando se emborrachó, ¿no lo recuerdas? – preguntó Evan, y ella recordó.
-¡Pero él tenía sólo catorce años y fuiste tú quien lo emborrachó! No podía enviarlo a casa en ese estado.- le reclamó a su hermano. En efecto, ella había salido con su novio y los había dejado solos en casa, pero al regresar ambos estaban perdidamente borrachos, porque Evan había tenido la genial idea de aprovechar su ausencia y probar el alcohol. Así habían tomado las cervezas que había en el refrigerador y habían seguido por una botella de coñac de su padre. Ella se había encargado de cuidar al pobre Kenai que apenas si balbuceaba, lo había asistido durante su descompostura y había preparado café a toneladas, mientras  les avisaba a  los padres que se quedaría a pasar el día  en su casa, no quería mandarlo de regreso en aquel estado. Su padre y Adam, para variar, no estaban, así que se había encargado sola de aquellos pequeños traviesos, hasta que se habían recobrado. Kenai había estado muy acongojado al recuperar la sobriedad, su hermano, no.
Eso había sido mucho tiempo atrás, no podía comparar las dos situaciones. Ella era una adulta, y se sentía bastante avergonzada de haber sido atrapada emborrachándose.
-No le des tanta importancia- dijo Evan y ella suspiró.
El resto del fin de semana se quedó en casa mirando películas, quizás descansar un poco de la manera tradicional, era una idea mucho mejor que ir por allí tomando tragos azules. No estaba hecha para el descontrol, o al menos no le resultaba bien. Tampoco quiso salir por temor a toparse con Kenai, tendría que agradecerle su ayuda, y  eso la abochornaba.

Kenai sacó a pasear a Nieve más veces de las necesarias con la esperanza de toparse con Rachel, pero no tuvo suerte. Aunque se encontró casualmente con Evan y pudo preguntar cómo estaba ella.
- Fue solo una borrachera, está bien. Y  antes que protestes le di mi batido especial para la resaca, analgésicos y fui bueno con ella. No sé por qué ustedes hacen tanto escándalo. Estaba un poco avergonzada, supongo que por su manía de ser siempre la hermana mayor, así que le recordé la vez que nos emborrachamos nosotros.
-¿Por qué tuviste que recordarle eso?
- Quería tranquilizarla, se sentía avergonzada de que la hubieras llevado a casa. Así que le recordé que estaban a mano.- contestó y Kenai pensó que su amigo estaba volviéndose su peor enemigo, él se esforzaba porque Rachel  pudiera verlo como un hombre y separarlo de la imagen  de niño que tenía guardada en su mente y Evan se lo recordaba. Y los peores momentos, además.
-Podrías haber buscado otra manera…
-¡Oh vamos! ¡Ni que le hubiera contado tu oscuro pasado y tus sucios secretos!
-No tengo ninguna de las dos cosas – dijo molesto y su amigo se rió
- Estás muy sensible.  Creo que la separación de tu hermana te está afectando.
-Es lógico, es mi hermana, me preocupo por ella y por mi sobrino.
-Pero tu preocupación se está extendiendo a Rachel también y ella sabe cuidarse sola.
-Rachel no es mi hermana.
-Lo sé, es lo que te estoy diciendo – insistió Evan y Kenai se dio por vencido. Era inútil tratar de explicarle, porque si además le decía la verdad, su amigo complicaría todo. De hecho ni siquiera sabía cómo reaccionaría Evan de saber que él quería a Rachel como mujer, nunca se había puesto a pensar cómo afectaría su amistad. Aunque no era momento para preocuparse por eso, primero tenía que conquistar a Rachel, y luego se preocuparía por todo lo demás. Aún si su amistad con Evan se vería perjudicada, después de todo, si lograba su cometido, terminarían siendo familia.
-Entonces, ¿ella estaba bien?
-Sí, ya dejemos de hablar del Lobo feroz ¿tienes planes para este fin de semana?
-Lo pasaré con  mi sobrino, Niisa viajará hasta  Fairbanks para arreglar algunos detalles del divorcio, así que mantendré ocupado al niño en su ausencia.
-¿Todo se ha resuelto bien?
-Por ahora han llegado a un acuerdo.
- Si es así, no queda más remedio, tendré que salir a divertirme solo – dijo Evan.
-¡Cómo si lo lamentaras!- respondió Kenai y su amigo se echó a reír. Luego se despidieron.
Pasaron unos días hasta que volvió a encontrarse con Rachel, de pura casualidad, mientras compraban comestibles.
La mujer intentaba bajar una caja de enlatados de una estantería alta cuando  alguien la bajó por ella, al girarse se encontró frente a Kenai.
-¿Querías esto, verdad? – preguntó mientras depositaba la caja en el carro de compras de ella. Rachel lo miró unos instantes como si no pudiera creer que estuviera allí.
-Sí – atinó a decir porque él estaba muy cerca, parecía ser que tenía algún problema con respetar los límites del espacio personal – Gracias.
-De nada – contestó él apartándose un poco y le sonrió.
- También por lo del otro día – agregó ella aunque su voz sonaba un poco tensa. Él la  observó fijamente unos instantes, hasta que  ella bajó la mirada para romper el contacto visual.
-No hay problema, sólo aléjate de las bebidas azules.
-Lo haré.
-A menos que yo esté cerca - sugirió insinuante.
-No volveré a ser una molestia, Kenai. Sólo me mantendré lejos de las bebidas azules. No tendrás que volver a rescatarme –aseveró y él no se atrevió a decir nada. Un supermercado no era lugar para explicarle que no era una molestia, y que estaba dispuesto a recatarla o ayudarla cada vez que lo necesitase.
- No eres alguien que cause problemas, Rachel. Así que supongo que tenías tus razones.
-Algo así – dijo ella y en ese momento los interrumpió una mujer que pidió permiso para pasar por el pasillo donde charlaban. Y la muchacha aprovechó  esa interrupción para escabullirse, Kenai era demasiado perceptivo para su gusto- Nos vemos, debo irme ya – dijo y él asintió.
-Nos vemos luego - le dijo y la vio alejarse.

Y unos días después, cuando Evan lo llamó y le dijo que necesitaba ayuda en el negocio, que fuera con urgencia, pensó que tendría la oportunidad de volver a verla, pero no fue así.
Al llegar, la tienda de los Thomasson era un caos. Cuando su amigo lo vio llegar, su cara reflejó un profundo alivio y le hizo señas con las manos para que se acercara.
Había muchos clientes, algunos sonaban enojados y los empleados iban de un lado para el otro sin dar  abasto.
-Menos mal que viniste, necesitamos ayuda aquí.
-¿Qué está pasando? ¿Dónde está tu hermana? – preguntó al no verla por ningún lado.
-Se fue de casa y no vino a trabajar.
-¿Qué? – preguntó Kenai absolutamente sorprendido.
-Ayer peleó con mi padre  y se fue de casa, como si fuera una adolescente.



 Rachel había atendido la llamada de su padre pensando que le anunciaría su regreso o que quería saber cómo iba el negocio. Pero le había informado que iba a casarte.
-¿Vas a casarte? ¿Cuándo? ¿Con quién? – había preguntado tremendamente sorprendida, no se le había ocurrido y la tomaba desprevenida, pero la respuesta de su padre fue lo más sorpresivo.
Iba a casarse con una mujer que llevaba viendo desde hacía quince años, eso explicaba sus  continuos viajes a Anchorage. Rachel quedó en completo silencio.
-¿Rachel?- llamó su padre al percibir que no había respuesta
-¿Por qué  lo revelas recién ahora? – preguntó.
-Lo hablamos mucho con Amelia y  ella quiere ir conmigo a Sitka, así que  quería contártelo. También pensamos en quedarnos a vivir aquí tras la boda, ya todos ustedes son grandes, pero ella quiere ir allá conmigo.- explicó su padre y Rachel sintió que estaba en otra dimensión, cada cosa que él le decía la dejaba más perpleja.
- ¿Pensabas quedarte en Anchorage? – preguntó en voz muy baja.
- Ustedes están establecidos ya…
-¿No crees que es una charla que deberías tener con nosotros en persona?
- Tus hermanos lo saben. Rachel, he esperado mucho tiempo por consideración hacia tus sentimientos, pero creo que ya eres una mujer adulta y…
-¿Mis sentimientos? ¿Has estado considerando mis sentimientos? – preguntó súbitamente ofendida.
-Hija…
- Si hubieras considerado mis sentimientos, debiste casarte mucho antes si tenías a alguien – contestó y cortó la llamada. Su mente había quedado en completo caos.
En ese momento , Evan había hecho su entrada.
-¿Rac? ¿Estás bien?
-Papá va a casarse con una mujer con la que sale desde hace quince años, ¿lo sabías?- preguntó y la mirada de su hermano lo dijo todo- ¿Todos lo sabían? ¿Tú, Adam, Michael?
- Rachel…-trató de explicarse pero ella no lo dejó.
-¿Hace cuánto lo saben?
- Hace un tiempo – contestó elusivo y ella supo que lo sabían desde hace años.
-¿La conoces? Para qué pregunto, claro que la conocen, todos ustedes la conocen ¿Por qué no me dijeron nada?
-Papá creyó que podría hacerte sentir mal, por mamá, y…
-¡Debieron decirme! ¡Él debió decirme y casarse y entonces yo hubiera sentido que era libre de vivir mi vida! ¿Lo hizo por mí? ¡Lo hizo por cobarde y por comodidad! ¡Y ustedes también!
-¡Claro que no! Pensamos que podrías sentirte desplazada o algo así.
-¿Desplazada? ¿A nadie se lo ocurrió que me hubiera sentido aliviada de  que papá rehiciera su vida y que  la responsabilidad estuviese más repartida? Podría haberse casado, y ella podría haberlo ayudado con ustedes y con el negocio y yo no hubiera sentido que era quien debía hacerme cargo de todo.
-¿Somos una carga?
-¿Qué crees, Evan? Adam hizo su vida, sólo nos visita cada tanto, me parece bien , pero  siendo el mayor no miró hacia atrás ni una sola vez. Michael cambió de carrera universitaria  varias veces, todo el tiempo le di el apoyo que necesitaba, y ahora ha decidido dejarlo todo e irse a viajar por el mundo. Y tú…
-¿Yo qué?
-Estás más interesado en divertirte que en otra cosa, debes madurar. Sólo yo he cargado con las responsabilidades. ¿Y yo? ¿Y mi vida?
-Creí que era feliz.
-No lo soy, maldita sea.  Casi tengo cuarenta años y nunca pensé en mí misma. Estudié aquí y me quedé , estuve para apoyar y cuidar a todos. ¡Quiero  un marido que me ame,  cuatro hijos, un perro y una maldita casa! – gritó y las lágrimas empezaron a caer.
-Oye...- dijo su hermano acercándose- No lo sabía.
-¿Alguna vez te preocupaste en  saberlo? – preguntó dolida. Se sentía traicionada. Había hecho todo por amor, había cuidado a cada uno y se había postergado a sí misma, había sido su propia decisión, pero ahora le parecía que los demás habían sido egoístas. Toda la angustia y estrés que venía acumulando acababan de rebalsar. Enterarse que le habían ocultado algo tan importante la había hecho sentir muy mal, se sentía más perdida que nunca.  Todo lo que había hecho  en su vida parecía no tener sentido.
-Rachel, entiendo que estás sorprendida.
-No entiendes, Evan, no entiendes nada.- le dijo  y subió a su habitación. Su  hermano intentó seguirla, pero ella cerró la puerta.
Entonces tomó una decisión. Agarró una maleta y empezó a llenarla con  un poco de ropa y cosas que creía imprescindibles. Era hora de tomar las riendas, necesitaba aprender a vivir su propia vida, encontrar una respuesta a todas las preguntas que habían estado rondando en su mente en los últimos meses. Si no hacía nada, caería en una tremenda depresión, y seguiría con su rutina hasta que un día al despertar se diera cuenta que era una anciana y no había sido feliz. Eso la asustaba terriblemente.
-Me voy,  encárgate del negocio y de la casa- dijo pasando junto a su estupefacto hermano.
-Rachel, ¿estás bromeando, verdad?
-No – dijo ella y cargó su maleta hasta la camioneta y  se fue.


Los ojos de Kenai se oscurecieron cuando escuchó a Evan contarle brevemente porqué Rachel se había marchado.
-¿Y la dejaste ir así?
-¿Qué querías que hiciera? – preguntó Evan que aún sentía resonar las palabras de su hermana, le había contado lo mínimo a su amigo, pero no todo. Porque él aún estaba reflexionando sobre lo que ella había dicho.
-¿Preocuparte un poco?
- Antes de que sigas por ese camino, te diré que está bien, está en  un hotel aquí en Sitka. Creo que necesita un tiempo para ella. Dijo que quería un marido, hijos, un perro y una casa. Probablemente lo de mi padre sólo fue la gota que colmó el vaso.
-¿Dijo eso?
-¿Qué?
-Lo del marido, hijos, perro…
-Entre otras cosas. Bueno, ¿vas a ayudarme o qué?- preguntó y en ese momento un cliente los interrumpió.
-¡Diablos, Evan, llevo una hora aquí y no saben nada de mi pedido! ¡¿Dónde está tu hermana?!¿Por qué no la llamas? – preguntó el hombre enfadado.
-Rachel está de vacaciones, no voy a molestarla, ya me ocuparé de usted- dijo él casi con un suspiro y Kenai lo miró sorprendido-¿Ayudarás o no? – insistió Evan.
-¿Qué hago?
- Ve si puedes ayudar a los empleados con lo más simple, sabes dónde está todo aquí, yo intentaré resolver lo de los pedidos, y trataré de que nadie  me retuerza el cuello. Dos amenazaron con hacerlo, ¿sabes? No sé cómo ella lidia tan bien con todo esto.
- Porque es increíble, siempre lo ha sido.
-Sólo tiene mala sincronización para rebelarse, estoy empezando a pensar que debió hacerlo mucho antes – dijo Evan antes que los gritos de los clientes captaran su atención.

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