Cuando se subió al auto y el chofer le preguntó dónde debía ir,
Cristhian lo miró desconcertado, no tenía la mínima idea, sólo había salido sin
pensar en nada más que llegar hasta ella tan pronto fuera posible.
-¿Señor Kensington? –insistió el hombre y en ese momento el secretario
subió al auto y le indicó al hospital privado donde tenían que dirigirse.
-¿Fue aquí en la ciudad? – preguntó Cristhian a su hombre de confianza.
-Sí- respondió escuetamente y él se sintió abrumado, en aquella ciudad
mientras él caminaba y respiraba como siempre, ella había estado a punto de
morir. Ahora entendía la inquietud que había estado sintiendo.
-Dime los detalles, ¿qué sucedió?
-Un conductor borracho impactó contra ellos cuando estaban viajando por
la autopista, la señorita Beaumont se
llevó la peor parte porque estaba sentada junto donde impactó el otro vehículo.
El golpe fue muy fuerte y la puerta dañada se incrustó en su cuerpo. Su
acompañante que manejaba apenas si sufrió contusiones leves y está en
observación..
-Él
no me importa, ¿cuál es el estado de Liz? – lo interrumpió intentando quitar de
su mente la imagen de ella en medio de chatarra
destrozada
-Sufrió
heridas graves, sobre todo en sus piernas…
-¿En
sus piernas? – preguntó preocupado, ella era bailarina profesional, ella amaba
bailar, vivía para eso.
-Sí, el metal que se incrustó le dañó músculos y los golpes le
produjeron algunas fracturas en los huesos, estuvieron operándola y salió hace
un rato. Aún está inconsciente, su estado general es bueno, tiene un golpe
fuerte en la cabeza , pero su vida no corre peligro…sólo que …
-¿Qué?
-No saben si volverá a caminar – dijo el hombre cautamente, sabía que no
estaba dando buenas noticias y no quería despertar la ira de su jefe. Sin
embargo, Cristhian no reaccionó bruscamente, sólo cerró los ojos un instante e
inspiró con fuerza. Inmediatamente se recompuso y siguió preguntando.
-¿Qué hay de la prensa?
-Está controlado señor.
-Bien, cuando lleguemos allí asegúrate de que nadie entre ni la moleste.
Salvo yo, ninguna vista debe permitirse.- ordenó.
-Entendido.
A Liz los párpados le pesaban terriblemente, entreabrir los ojos fue un
esfuerzo titánico, cuando finalmente lo logró, supo que estaba soñando, estaba
acostada y alguien le sostenía la mano,
cuando enfocó un poco la visión, vio una
cabeza oscura apoyada en la cama, él estaba dormido completamente.
Cristhian estaba con ella, definitivamente estaba soñando.
Se sentía terriblemente cansada, así que volvió a cerrar los ojos , le
gustaba aquel sueño, le gustaba que él estuviera allí, deseó sentirse más
fuerte para acariciarle el cabello, pero no tenía fuerzas. Por lo pronto
bastaba aquella sensación de paz, de seguridad que sólo aquel hombre podía
brindarle.
Se durmió nuevamente.
Él se despertó alarmado, se había quedado dormido junto a Elizabeth,
creyó notar que ella se movía, pero al mirarla seguía durmiendo.
Al llegar al hospital había hablado con los médicos, casi discutido, al
saber que no tenían ninguna certeza sobre la recuperación de la joven.
Sólo quedaba esperar, eso le habían dicho, y eso no era suficiente para
él. Odiaba verla así, Liz siempre había sido movimiento, risas, vitalidad
incontenible.
Desde niña correteaba de un lado para otro, se trepaba a los árboles, lo
traía loco yendo tras ella para evitar que se lastimara, y ahora estaba quieta
en aquella cama.
Aunque no tenía idea de lo que sucedería cuando ella despertara, ¿qué
pensaría al verlo allí tras tanto tiempo? Llevaban varios años sin verse, y su
despedida no había sido amigable.
Además tendría que decirle lo de sus piernas, los médicos se habían
ofrecido a hacerlo, pero quería ser él quien le diera la noticia, después de todo era la persona más
cercana a ella.
Los recuerdos le llegaron de golpe en el momento previo al despertar.
Recordó que iba con Robert en el auto y que habían tenido un accidente, un auto
venía directo hacia ellos, había visto las luces encandilarlos y había pensado
que era su hora, que moriría en un accidente de auto como sus padres.
Luego la había invadido el dolor y antes de perder la conciencia, sus
pensamientos se habían centrado en una persona, en Cristhian Kensington.
Abrió los ojos e intentó moverse, pero el cuerpo le pesaba mucho y no
lograba hacerlo, dedujo que estaba viva y que se encontraba en un hospital.
¿Cuántos días llevaba allí? ¿Estaba muy grave? ¿Y Robert?
Se sentía muy débil, desea volver a dormir y sumirse en aquel sueño con
Cristhian.
Gimió suavemente.
-¿Liz? – Dijo una voz y para Elizabeth fue un eco, algo distante que
venía de otro tiempo, volvió a gemir porque escuchar su nombre pronunciado por
aquella voz le daba casi tanto dolor como el que había sentido durante el
accidente.
-Liz…-repitieron y ella enfocó la mirada. Parecía imposible pero él
estaba allí, inclinado sobre ella, con gesto preocupado, con aquella mirada
oscura instándola a responder.
-¿Cristhian? – preguntó con la mínima voz que tenía.
-Hola Liz.- dijo él fingiendo una seguridad que no tenía
-¿Tú..qué…?- intentó preguntar ella. Hacía años que no lo veía, pero
estaba allí como si el tiempo no hubiera pasado.
-Tuviste un accidente…-se explicó él y ella no tuvo fuerzas para más.
-Estoy cansada- musitó.
-Espera aquí, iré por los médicos – dijo Cristhian sin reparar en lo
absurdo de sus palabras.
Me encanta, pero me dejaste con mas ganas jijiji, muchas gracias por seguir escribiendo.
ResponderEliminarMuchos besos
Estoy muy intrigada. Gracias por el capítulo y esta nueva historia. Abrazos!!
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