Silk observó a su amiga y luego se volvió a concentrar en el plato que tenía frente a ella.
-Sabes que no me gustan las fresas , pero están muy bien – comentó llevándose una fresa caramelizada y bañada en chocolate a los labios. De pronto notó que Candy se tensaba y miró hacia la puerta. Acababan de entrar dos hombres, uno de ellos era el que había encontrado un par de días antes. Silk perdió la concentración, escuchó vagamente que su amiga decía algo y se alejaba, pero lo único que verdaderamente sabía era que ella aún tenía la fresa entre los labios y que él la estaba mirando fijamente. Se comió la fruta rápidamente de un solo bocado y salió casi corriendo de allí , pasando al lado de él. Al llegar a la vereda, creyó oír una carcajada masculina.