miércoles, 10 de agosto de 2011

Ganar el perdón quinta parte

Nicholas iba caminando por los pasillos del juzgado hacia el despacho de la Jueza. Iba en silencio, su abogado en cambio no dejaba de hablar.
-Es lo peor que nos pudo pasar, la Jueza es una mujer y ya sabes...siempre se inclinan al lado de la madre.
-Mi hija no tiene madre.
-Lamento informarte que la tiene, y una muy decidida a destruirte. Presenté todas las pruebas que tenemos, pero tengo un mal presentimiento y por lo que más quieras, compórtate cuando estemos allí, un paso en falso hará que pierdas a Thery.
-No te pago para que tengas malos presentimientos y la verdad está de mi lado, no hay que temer – contestó con su habitual arrogancia.
Entró al despacho donde la Jueza los esperaba y se vio de frente con Katherine y su abogado, la mujer lo miró, estaba impávida, el único rastro de emoción era el odio que desprendía su mirada. Aquello impactó a Nicholas, nadie lo había mirado antes de aquella manera  , incluso el cuerpo de Katherine desprendía un aura helada.

La mujer que estaba sentada allí, vestida con un traje gris y el cabello atado, con una mirada que parecía estar llena de oscuridad, era una extraña.
No era la joven que había amado, tampoco era la mujer que él despreciaba por vender a su hija y abandonarlo. Era alguien que lo odiaba y una mujer totalmente desconocida, esa fue la impresión que lo golpeó al verla. Luego la voz de la jueza lo sacó del trance.
-Sr. Laurent, por aquí por favor – lo saludó la mujer y lo invitó a sentarse. Nicholas y su abogado se sentaron frente a Katherine y su representante.
-Su Señoría...-empezó a decir Nicholas.
-Señor Laurente, quiero que me escuche primero. La verdad que este caso es bastante complicado y he pedido esta audiencia previa hasta que podamos establecer algunos hechos y verificar las pruebas que ambas partes me han presentado. Por lo pronto he decidido algunas medidas.
En primer lugar, esencial un análisis de ADN para establecer el vinculo de la niña con la Srta. Holly..
-¡NO! – dijeron al mismo tiempo Nicholas y Katherine y la jueza los miró.
-Parece que después de todo hay cosas sobre las que pueden ponerse de acuerdo.-comentó la mujer.
-Simplemente no dejaré que mi hija pase por un traumático análisis –explicó Nick sorprendido aún por la reacción de Katherine.
-Tampoco yo quiero que ella sufra.
-Lo lamento, pero es una orden legal, lo primero es establecer la vinculación de ambos con la niña.
-¡Es mi hija! –exclamó Katherine, una sola mirada le había bastado para saberlo, cada fibra de su cuerpo lo había sentido.
-Sí, es hija biológica de esa mujer – admitió Nicholas ante el desconcierto de su propio abogado.
-Sin importar lo que ustedes digan, necesito pruebas fehacientes, así es como trabaja la ley. Mañana mismo deberán realizarse los exámenes, apenas estén los datos sobre la filiación de la niña y los resultados de las investigaciones que he ordenado tendremos otra audiencia en un plazo máximo de cinco días.
-Su Señoría...-intentó intervenir Nicholas.
-No tengo más que decir Señor Laurent, mi asistente les informará los detalles sobre el análisis de ADN y, permítame recordarle que no puede salir del país.- le recordó la mujer y Nicholas se calló la contestación que tenía en mente. Sabía que cualquier imprudencia podía perjudicarlo y lo que estaba en juego era lo más valioso que tenía en el mundo.
Finalmente la jueza los despidió y tanto  Katherine como Nicholas salieron.
-No voy a ponértelo fácil, la he amado y cuidado de ella durante 5 años – le dijo Nicholas en voz alta y ella se giró.
-Yo la llevé dentro mío nueve meses y la amé antes que tú supieras que existía.- contestó ella y los abogados de ambos  intentaron alejarlos.
-¡Cómo pude equivocarme tanto al enamorarme de una zorra como tú! – dijo él y ella se le  acercó enfurecida.
-¿Vas a golpearme? – la provocó Nicholas.
-No, lo he pensado pero la verdad es que tú nunca me pegaste, ¿verdad?. Sólo voy a pagarte con la misma moneda, Nicholas. Quiero que pierdas todo lo que te importa y que sufras, que te  hundas en un dolor tan grande que ni siquiera puedas darle un nombre. Quiero que sientas que agonizas en cada segundo, y entonces eso nos pondrá en igualdad de condiciones.- dijo ella con frialdad y él sintió algo parecido a un escalofrío como si el odio que destilaban las palabras fuera más dañino que cualquier agresión física.
-Vamos Katherine, no vale la pena- dijo el abogado de la joven y tomándola de un brazo la alejó de Laurent.
-Nicholas, esto te perjudica – le dijo su abogado.
-¿Cuáles son mis opciones? – preguntó con el mismo tono que manejaba su empresa.
- Lo mejor es cumplir con lo que ordenó la jueza y no ser imprudente, sé que tienes dinero para hacer lo que quieras, pero sólo complicará las cosas. Y además, Tery se convertiría en un botín de guerra. Hagamos los análisis y luego probemos que Katherine se deshizo de ella.
Nicholas soltó el aire, hubiera deseado no tener que luchar aquella batalla.

Nick estaba junto a su hija esperando para hacerse los análisis.
-¿Va a doler? – preguntó Tery asustada.
-No, sólo será un pinchazo en un dedo. Y yo estaré allí.
-¿También a ti van a pincharte?
-Sí, cariño. Como te dije es solo un control que hay que hacerse, nada para asustarse.
-Ajá – contestó la pequeña sin estar muy convencida.
-Y luego nos iremos a comer helado y muchas cosas ricas.
-¿Papá no irá a trabajar?
-Hoy me quedaré contigo – le contestó y luego le hizo cosquillas para hacerla reír hasta que la enfermera los llamó.
Nicholas le sonrió a su hija y le extendió la mano, la niña se aferró a él con fuerza, sin poder evitar que el miedo se reflejara en su carita.
-Todo va a estar bien, cariño – le dijo para infundirle ánimo, pero no estaba tan seguro. Tenía la sensación de que una vez que el análisis confirmara la maternidad de Katherine ya no había vuelta atrás. Sentía que aquella mujer había vuelto a sus vidas para quedarse.


Katherine pintaba, era la única forma que tenía de mantener la calma. Lo único que deseaba era abrazar a su bebé, y la ansiedad la estaba acorralando.
El abogado le había dicho que esperara, que una vez que estuvieran los resultados la jueza los llamaría y que no debía preocuparse porque Nicholas Laurent no era tan tonto como para hacer algo imprudente.
Sin embargo, él ya le había robado a su hija haciéndole creer que estaba muerta, era capaz de cualquier cosa y ella tenía miedo.
Si se llevaba a la niña al exterior era probable que no pudiera detenerlo pero ahora que sabía que su hija estaba viva se había jurado a sí misma que lo seguiría hasta el fin del mundo para impedir que volviera a separarlas.
Aún así cada hora era una tortura y sólo el arte que la había salvado en el pasado le servía  para calmarla.
Dos días después la citaron nuevamente al juzgado.






























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