miércoles, 24 de agosto de 2011

Pequeño Cuento: Aprendiendo A Seducir. Parte VI





¡Maldito engreído! Pensó con gran furia, por que el muy imbécil tuviera toda la razón en ello. Pero le daba mucha rabia, que aún fuera con aquella idea. ¡Solo estaba intentando hacerse una idea para su novela! ¡Qué demonios le ocurría aquellos días! Nunca había sido tan pesado con ella, ni se había tomado tanta confianza en acercarse... Simplemente se habían tratado con respeto y educación. Pero desde el viaje del otro día a la ciudad, el hombre había cambiado su carácter de una manera descomunal.

Su estomago volvió a contraerse, ante las cosquillas que sintió cuando Donovan volvió acariciarle el cuello con la lengua. Tenía que escaparse de sus fuertes brazos como fuera. Se hallaban a plena luz del día y rodeados de todos... ¡Acaso aquel memo quería que vieran los que estaban allí, como se le estaban endureciendo los pezones! Dios, que parara de provocarle aquellas oleadas de placer... Y encima, de seguro que aquella camiseta mojada lo marcaba todo muy bien y más cuando una no llevaba sujetador.

-Suéltame... -Masculló entre dientes y revolviéndose con todas sus fuerzas.

-Dime que vas a mandar ese juguete al infierno... -Le pidió con voz baja, para que solo lo escuchara ella.

-Eres tonto, hasta ahora aún no has entendido nada -Siguió forcejeando y esquivando el agua que le venía por parte de Peter-. No ves que tengo la ropa empapada...

-Por favor Silvia -Rió-. No te vas a morir por tragar un poco de agua... -Y la apretó aún más a su cuerpo-. ¿Te encargaras de liquidarlo? -Preguntó utilizando un tono sensual y volviendo a morderle el cuello, pero aquella vez succionando con sus labios.

-Veo que tu cerebro de semental no da para más -Soltó con cierta rabia al no conseguir soltarse aún-. A pesar de que mi camiseta sea verde botella, no llevo sujetador... No se si se me... -No pudo acabar la frase, al notarse de repente libre pero volteada con cierta brusquedad para quedar de frente a Donovan. Éste la miró un segundo a los ojos con furia, para después descender su mirada a la zona de sus senos. Comprobando que no se le transparentaban los pezones, pero si se marcaban sus senos perfectamente.

-Que sea la última vez que no llevas sujetador fuera de tu casa -Le ordenó con cierta furia y sacudiéndola un poco por los hombros, para seguidamente agarrarla de la muñeca y tirar de ella hacia la zona de su coche, después de haberle indicado a Peter que era suficiente.

-¿Qué haces? ¿A dónde vas? -Preguntó confusa ante aquel cambio de carácter producido en el hombre. Miró tras su espalda un momento y vio como no era la única confusa allí, Peter y Camila los miraban con el ceño fruncido-. Peter... -Pidió ayuda al otro hombre, quien seguía quieto y mirando como se la llevaban prácticamente a rastras.

-¿Y ahora? -Se giró Peter a Camila.

-Me ayudas a llevar la comida a la mesa... -Le guiñó un ojo-. Esos dos ya son mayores... Y paso de complicarme el día con discusiones tontas...

-Tienes toda la razón -Rió el hombre-. Que se desahogue con ella... Así pasaremos el día más relajado por aquí.


Unos treinta metros más lejos...

-¡Deja de darme ordenes! -Exclamó furiosa, mientras intentaba evitar ser arrastrada-. A donde me llevas... Pareces un maldito hombre de las cavernas. Solo te falta sujetarme por los cabellos...

-Y créeme que me veré obligado hacerlo, si no paras de soltar palabrotas por esa boca tuya -Confesó con tono tosco, una vez que estaban al lado de su coche. Abrió la puerta del copiloto con cierta brusquedad, para ser nuevamente interrumpido por ella.


-No pienso subirme en tu coche y menos ir a ningún sitio -Señaló al tiempo que movía su cabeza en gesto negativo.

-Frena tu mente calenturienta jovencita -Indicó mirándola divertido, para sacar una bolsa de debajo del sillón-. Te recuerdo que no soy ningún jovencito, que hace el amor de forma apresurada en el sillón de atrás. Y menos a plena luz del día...

-¡Oh! -Abrió los ojos de forma desmesurada ante su sugerencia. Aquel idiota la estaba molestando demasiado. No era más que un maldito engreído, al presumir del hecho de saber que se sentía atraída a él de carácter sexual-. Frena tú, tu mente de viejo pervertido... -Expresó con enfado y golpeándole en su desnudo y duro tórax... Vaya, no se acordaba que iba sin camisa... ¡EH, frena mona! Se regañó así misma. Tenía que ser fuerte y desviar sus pensamientos de su cuerpo. Mejor lo miraba a la cara directamente... Pero allí se encontraban aquellos carnosos labios que habían estado jugando en su cuello... ¿Porqué el muy idiota tenía que ser tan irresistible?

-¿Viejo pervertido?-Repitió con burla.

-Que quieres que piense una al traerme arrastras hasta tu coche con tal apresuramiento... -Puso los brazos en jarra.

-Ahora entiendo un poco mejor tu desesperación en comprarte esa abominación de plástico... -Alargó un poco su mano, para sujetarla por la barbilla y alzarle un poco su rostro al de él-. Y no soy viejo pervertido. Simplemente que aún no te has topado con ningún hombre en tu camino...

-Y ante mí habló dios... -Se burló extendiendo los brazos al cielo, sin darse que con aquello solo estaba volviendo ha dirigir la atención del hombre hacia sus senos y dándose ella cuenta, cuando los bajó y lo miró. Éste se hallaba nuevamente con el ceño fruncido... -. Eres un descarado y engreído -Le reprochó cruzando sus brazos a la altura de sus senos.

-Querida, ningún hombre puede resistirse a una exposición de camisetas mojadas -Dibujó con más ronca-. Y te traje aquí para darte esto -Volvió hacerle caso a la bolsa que había sacado antes, abriéndola para extraer de ella una camisa de cuadros de manga corta, de colores oscuros-. Puedes ponértela, de esa manera nadie más sabrá que no llevas sujetador.

-Por que tienes que reprocharme de esa manera que no llevo sujetador -Protestó indignada y avergonzada, al ver que no se escondía ningún acto sexual tras aquel pequeño arrastre hasta allí-. Estamos en el siglo XXI, hay montones de jóvenes que muestran mucho más que yo.

-Cuando aprenderás que es más irresistible lo que queda a la imaginación, que lo mostrado con descaro -Suspiró con frustración-. ¡Maldita sea Silvia, eres una gran escritora de novela romántica!

-¡Ajá! -Saltó con una exclamación ella-. Tú lo has dicho, de novela romántica... Pero cuando se trata de adentrarse en el mundo de la seducción, soy una completa inépta... Fíjate con el simple hecho de ésta camiseta mojada -Indicó separando el tejido un poco de su cuerpo al sujetarla con sus dedos-. No había caído en ese punto... -La volvió a soltar, logrando que volviera a moldarse a la redondez de sus senos y provocando que Donovan cogiera una vez más aire profundamente-. Por eso te digo, que estoy hasta las narices de ti. Yo solo intento escribir mi novela y tú, solo haces que entorpecer mi trabajo.

-Llamas trabajo a rozarte con ese endemoniado muñeco -Habló serio.

-Si me rozo o no,no es cosa tuya -Lo desafió con la mirada-. Soy adulta, no puedes impedirme el que haga esas cosas.

-No estoy para nada de acuerdo, con lo que acabas de señalarme -Resopló con exasperación.

-Me importa un rábano -Soltó también exasperada y dándose la vuelta para volver con el grupo, pero él la retuvo por el brazo.

-Antes de volver con todos, te sugeriría cambiarte la ropa -Le guiñó un ojo.

-Pues date la vuelta -Puso los brazos en jarra y alzó las cejas en espera de que se comportara como un hombre.

-¿Y porqué no te la quitas delante de mí? Míralo desde el punto de estudio... -No podía ocultar la risa ante la expresión de espanto de ella-. Practicas desnudarte delante de un hombre para tu novela.

-Y luego dices que no eres un viejo verde -Frunció seguidamente el ceño.

-Y no lo soy... -Se alzó de hombros-. Pero soy hombre. Y ninguno tiraría por la borda la oportunidad de ver seguramente unos senos exquisitos.

¡Pero quieres cerrar la boca! Se regañó así misma, a los pocos segundos de que él hubiera dicho aquello y aún siguiera ella observándolo, sin decir ni muu... ¡No se esperaba aquello de Donovan! Realmente, nunca había visto aquella faceta de él con ella... Este hombre estaba muy raro. ¿Y qué debería de hacer ahora? Que dirían sus amigas, si un hombre como Donovan... ¡Que carajo! Que dirían si el mismo Donovan, conocido como el playboy de la zona, les soltaba que encontraba bonitos sus senos... Una cosa si sabía, si era otro hombre quien lo decía y Donovan rondaba cerca, de seguro que lo atizaba. Estaba últimamente muy protector con ella, pero para él no existían aquellas normas por lo visto.

Aún seguía parada y perdida en sus pensamientos, con la camisa en sus manos y con él allí observándola con gesto divertido. Que no reparó en los dos pasos que dio, para posicionarse enfrente suyo y sin dejar de mirarla, alargó sus masculinos brazos para agarrarla de la cintura y apretarla contra su desnudo y duro pecho. Allí ya despertó de sus ensoñaciones, alzando su rostro al de él para mirarlo con el ceño fruncido sin comprender a que venía aquel gesto.


Que mirada tan hipnótica, pensó para sí y soltando un suspiro. ¿Qué iba hacer ahora? Desde luego, la tenía en todo momento completamente desconcertada. Nunca había podido adivinar cual iba a ser su siguiente movimiento... Y como no se fiaba mucho de él últimamente, mejor era separarse del calor masculino que la tenía envuelta, provocandole una gran seguridad y unas pocas más de sensaciones, que no podían calificarse como santas para proceder al ingreso de un convento. Trató de dar un paso atrás, pero éste se le adelantó a sus movimientos apretando una de las manos más a su cintura, y deslizando la otra a lo largo de su brazo en un recorrido electrizante, hasta cerrarse de forma firme pero suave a su muñeca derecha.

-Aunque si quieres... -Comenzó hablar con voz dulce. Estaba empleando con ella su tono de seducción-. Ese capítulo podemos dejarlo para otro momento... -Mientras le hablaba, la mano que le sujetaba la muñeca se había vuelto a mover. Ahora le estaba abriendo los dedos con calma, para poder hacerse con la camisa, que dejó caer al suelo en un gesto que ella apenas apreció. Era imposible, pues la mano que estaba apoyada en su cintura, estaba ahora acariciándole la piel que había debajo de su empapada camiseta y la tenían completamente dejada a la voluntad del hombre-. Y podemos ensayar uno que creo que te va ha ser muy útil... -Sabía que le estaba hablando, pero no escuchaba nada. Tenía a todos sus cinco sentidos, volcados en las maravillosas caricias que le estaban provocando en la parte baja de su espalda las manos fuertes de él. ¡Dios, aquello era una delicia! Cerró sus ojos, demostrándole un pequeño abandono al hombre. ¡Era cierto! Todo aquello que escribía en sus novelas, se lo estaba provocando Donovan. Las pequeñas y suaves caricias de unas manos masculinas, podían hacerte perder la cordura...

Pero lo más fue, cuando él se inclinó hacia abajo y capturó su cuello con sus carnosos labios. Aquello fue como montarse en la montaña rusa. Sin poder evitarlo, sus labios soltaron un gemido. No, no estaba protestando... Simplemente estaba diciéndole que era suya. Ahora mismo le daba igual, si le quitaba su muñeco... Lo único que le importaba, era que no se detuviera. ¡Y no lo hizo! Saltó de alegría mentalmente, cuando notó como éste agarraba su camiseta empapada y tiraba poco a poco de ella hacia arriba, sin dejar de acariciar su cuello... ¿Pero que era aquello? Pensó desorientada, mientras le ayudaba en el proceso de desnudarla al alzar sus brazos al cielo, para que en un segundo se sintiera expuesta a él.


No tubo tiempo para avergonzarse. Donovan volvió veloz a ocuparse de seguir dándole placer al lamer su cuello, al tiempo que sus manos expandían su calor por toda su espalda y brazos con suaves movimientos. Algo muy dentro de ella le pedía más, pero no sabía que era... Todo aquello le era completamente desconocido hasta el punto físico. En describirlo, tenía matricula de honor... Pero en sentirlo, era toda una novata y por lo tanto no sabía como debía actuar... Con un poco de timidez, levantó sus brazos para poder conducir sus manos a la nuca de él, y acariciar su cuello y cabello como siempre había soñado.

Donovan, al ver su participación al fin se atrevió a capturar sus labios en el beso apasionado que siempre había tenido en mente con ella. Atreviéndose también, a subir una de sus manos a uno de sus senos y poder acariciarlo primero con suavidad, para después comenzar a jugar con su erecto pezón.

¡Sus piernas! Tubo que agarrarse un poco más a él, por el abandono que sintió de sus fuerzas en cuanto la acarició allí. Realmente no se podía creer que estuviera sucediendo aquello con Donovan, y menos que su primera experiencia fuera allí, a plena luz del día y a descubierto.

Donovan abandonó sus labios, para volver a jugar en la base de su cuello, al tiempo que su mano abandonaba su seno, provocando que soltara un gemido de protesta por aquel abandono de caricias. Pero su ansia se calmó al notar como se detenía a mirarla... . Y le gustaba lo que veía... Sus ojos llenos de deseo, así se lo comunicaban... Que nervios.

-¿Me das entonces la razón? -Habló él agachándose al suelo para recoger su camisa seca y dársela-. Te hallas como el otro día en tu despacho. Desnuda de cintura para arriba. Pero te eh desnudado yo, no tú misma... ¿A qué no es lo mismo qué jugar con ese muñeco? -Soltó con socarronería y tirándola a ella un jarro de agua fría.

¿De eso se trataba todo aquello? Aún seguía con aquella tontería el muy imbécil.

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