No escatimes al preparar tus postres favoritos. Usa lo mejor, compra lo mejor, pide lo mejor y el resultado será excepcional. No te detengas hasta lograr el resultado deseado, recuerda que para lograrlo el uso de los mejores ingredientes es esencial, sólo así lograrás un resultado de ensueño.
Apasionadamente rico, K. Candy.
- ¡Esto no es mío! – Exclamaba Candy días después al ver la enorme entrega.
- La dirección es correcta, usted es la destinataria. No hay error. – Decía el repartidor.
- ¿Quién lo manda?
- Kensington, Drake. Firme aquí. – Y ella firmó como una autómata.
- ¿Cómo dijo…? - Empezó a decir.
- Oh si, él dijo que le entregara esto. – El repartidor le extendió un elegante sobre color oscuro sellado, su nombre venía impreso en letras doradas.
Tus deseos son órdenes, la próxima vez mis besos sabrán a chocolate y no a harina…
- ¿Es que se lo tomó como un reto? – Corrió a abrir las cajas y lanzó exclamaciones de asombro - ¿Godiva? ¿Pierre Marcolini? ¡Delafeé! – Más y más cajas salían de las casas chocolateras más caras y exclusivas. - ¿Qué voy hacer...?
- Señor tiene una llamada de una tal señorita Camel.
- ¿Camel?. – Drake tomó un sorbo de su café y se lo quedó viendo, oscuro como el chocolate pensó.
- Dice que a donde le manda todas las cajas de chocolate.
- ¿Candy Camel? – Enseguida prestó atención a su ayudante.
- Si.
- Pásala de inmediato. ¿Candy? – Preguntó en cuanto se puso al teléfono.
- Pensaba ir personalmente, pero son muchas cajas. – Le soltó ella sin más.
- ¿Así que piensas devolverlas?
- Realmente no tengo idea de por que mencioné el chocolate.
- Ah, así que es eso ¿prefieres otra cosa entonces? ¿fresas? ¿miel? ¿Helado? Tú dime. – La provocó.
- Tú lo empezaste todo. – Le acusó cual niña.
- Sí, yo te besé primero ¿Y?
- ¿Acaso te provoqué, te di motivos?
- Demasiados a decir verdad.
- Explícate. – Le exigió.
- A decir verdad nunca había considerado sexy a una mujer llena de harina y mucho menos si esa mujer disfruta de pelear con una cría indefensa.
- ¡Honey no es ninguna cría indefensa!
- Lo cierto es – Continuó sin hacerle caso – Es que verte llena de harina y riendo me pareció de lo más lindo y sexy. Y luego todos tus movimientos deliberadamente provocadores mientras hacíamos las galletas.
- Créeme no se me pasó en ningún momento el intentar provocarte.
- ¿Ah no? ¿Y por que me rozabas a cada rato con tu cuerpo entonces?
- ¡¿Que yo qué?!
- Admítelo. Al ir por un cuenco o por algún ingrediente pasabas muy cerca de mí.
- ¡Eso era por que no te apartabas! ¡Y te pedí espacio en más de una ocasión si bien recuerdo!
Ahora esos pequeños detalles aparecían en su memoria, era cierto, él no se apartaba a pesar de que ella le pedía que se moviera para acá o allá.
Fingía hacerlo pero en realidad se quedaba en la misma posición por lo que inevitablemente terminaban muy cerca, ella buscaba terminar el contacto lo más rápido posible e intentaba sumergirse de nuevo en la preparación de las galletas, en ningún momento había pensado que él lo hacía a propósito y ahora ¡Se atrevía a decir que ella era la provocadora!
- Si me regresas lo que te he mandado – Dijo cambiando la conversación e ignorando sus protestas – Asumiré que quieres que yo lo pruebe y mis labios tengan el sabor que me pediste y por lo tanto vaya a buscarte para complacer tu antojo de besos sabor chocolate.
- ¿Y si me lo quedo?
- Seguro que lo probarás y serás tú la que tenga labios sabor chocolate, no me quedará de otra que ir a probarlos.
- Lo daré a caridad. Voy a colgar.
- ¡No! Espera. Está bien. – Suspiró – Hagamos un trato.
No hay comentarios:
Publicar un comentario