martes, 16 de agosto de 2011

El Dulce sabor del Amor 5


-          Veo que haz borrado las huellas del pasado combate bélico. – Le dijo divertido. Chocolate… volvió a pensar en cuanto vio sus ojos oscuros.  – No tenías por que haberlo hecho.
-          ¿Por qué se estaba divirtiendo a mi costa?
-          Por eso y por que en realidad era una escena refrescante.
-          ¿El estar cubierta de harina le parecía una escena refrescante? – Preguntó incrédula mientras iba hacia la mesa y sacaba los moldecitos de figuras para las galletas, todo con tal de no quedárselo viendo como boba.
-          Claro. Esta clase de escenas solo se ven no se, en los comerciales o películas. Jamás creí ser el afortunado testigo de que estas cosas pasan.
-          ¿Una pelea con harina entre una pequeña y una mujer con obviamente cero madurez? – Se permitió dirigirle una mirada, craso error. Él la miraba con esos ojazos bellos y risueños. Su boca era digna de devorarse pensó y enseguida sacudió la cabeza con suavidad. Más valía que parara.

-          ¿Y de que sirve la madurez si eso significa renunciar a la diversión? – Le dijo él y Maldición pensó ella de nuevo ¿Es que aparte de guapo era un ser encantador y divertido? ¿Tenía que ser de esos que con dos o tres frases hacían desear a la pobre fémina que las oyera en una vida junto a él en una casita con cerca blanca y niños jugando en el porche? ¿Pero que demonios…? ¡Ella no era cursi! Exacto, no lo era. No pudo evitar enfadarse con ella misma. No estás en su liga, chica, se recordó con dureza. – Mi hermano y yo solíamos iniciar guerra de comida contra mis dos hermanas. No las compadezcas – Dijo rápido al ver que ella fruncía el ceño- Ellas casi siempre ganaban y ahora veo por que, entrenan desde pequeñas y no dejan de hacerlo aun al volverse adultas.
-          Pobrecitos. – Sin embargo la imagen mental que se formó hizo que Candy intentara no reír.
-          Adelante ríete.
-          Si siempre perdían ¿Por qué lo seguían intentando? – Logró preguntar ella con la voz un poco temblorosa en su afán de no reír.
-          Por que los Kensington no paramos hasta conseguir lo que deseamos aunque eso signifique algunas derrotas, las aceptamos por que sabemos que aun así ganaremos la guerra. – Su tono fue aterciopelado e íntimo, Candy juraría que lo que había dicho no tenía nada que ver con guerras de comida de la infancia ¿Entonces a que se debía esa mirada depredadora? ¿O su fértil imaginación y su tonto corazón se imaginaban cosas?
-          Eso quiere decir – Logró decir ella no sin esfuerzo – que sus hermanas perdieron varias veces también.
-          Oh, por supuesto. – Y otra vez esa sonrisa letal.

Honey decidió que estaba siendo demasiado ignorada y lanzó un moldecito de galletas directo a Candy, quien lo esquivó por un pelo.

-          ¿Por qué yo? Tenías un mejor blanco al lado. – Le dijo a la niña.
-          Eso es jugar sucio. – Advirtió Drake consciente de ser ya observado con intereses nada angelicales por parte de Honey.
-          Creía que sabías que no juego precisamente limpio. – Sin embargo jamás pensó que Honey se atreviera a lanzarle un moldecito a Drake. - ¡Honey no! – La pequeña no atinó por que él con un movimiento de lo más  fluido lo evitó, Candy fue hacia la niña para alejarla cuando se percató que una bolsa de harina estaba demasiado cerca del pequeño diablo, Honey también se había dado cuenta ¿Por qué había confiado en que no haría nada? En un santiamén había tomado la bolsa y derramado su contenido con habilidad sobre Drake que había intentado quitarle la bolsa también. Él iba en mangas de camisa, la chaqueta la había dejado cerca cuando había empezado a preparar con ellas las galletas, y lo agradecía Candy en ese momento, pero la camisa era negra y ahora estaba manchada totalmente de harina lo mismo que sus pantalones color beige. – ¡Oh por Dios…! Honey huyó y Candy llamó  a Sally para  que la viera un momento.
-          Ahora si te creo que es una descendiente nazi. – Atinó a decir antes de empezar a toser por los polvos de la harina. Esa imagen de él era la última que hubiera esperado ver nunca  y no pudo evitar reír a carcajadas. -  Esperaba un poco de cooperación. – Masculló y ella se acercó a él e intentó limpiarle con un trapo pero no podía debido  a la risa. – Debo ser todo un espectáculo ¿verdad?
-          Algo así. - Aun riendo levantó la vista para comprobar su nivel de enojo y sorprendida descubrió que él la miraba con intensidad. - ¿Qué tan enojado está? – Preguntó sin atreverse a identificar esa mirada.
-          Primero, no me hables formalmente y segundo, no recuerdo cuando fue la última vez que me divertí así ó que divertí a alguien así.

Candy se mordió el labio inferior.

-          No pretendía burlarme. 
-          Claro que no. – Su sonrisa fue de no creérselo. -  ¿Podrías explicarme como es que ninguna de las dos jamás tosió a pesar de estar mas cubiertas de harina que yo hace un momento?
-          Entrenamos desde pequeñas recuérdalo ¿A dónde se fue esa pequeña diabólica? – Preguntó en su afán por retirarse de él que seguía observándola con ojos que decían… que querían ¿comérsela? No, no. era su estúpida imaginación. – Lamento mucho lo que te hizo, en serio… jamás pensé que se atrevería. – Decía mientras caminaba hacia atrás, curiosamente mientras ella daba un paso alejándose,  él daba uno acercándose.
-          ¿A dónde vas?
-          Ya lo dije, a ver al demonio, digo… a la niña. Podría quemar todo sin esfuerzo y Sally no creo que pueda contenerla… - Otro paso hacia atrás.
-          ¿Por qué luces como si quisieras salir corriendo? – Un paso más hacia adelante.
-          ¿Por qué me siento acechada? – Uno hacia atrás.
-          ¿En serio? – Uno hacia delante.
-          En serio.
-          En ese caso… - Se acercó y la besó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...