Fernando entraba solo
a la habitación de Christopher, cabizbajo y con el rostro entre una mezcla de
ira e incredulidad. Cuando miró hacia
los ojos abiertos de Christopher, sonrió ligeramente y se dirigió directamente
hacia el médico. Escuchó con atención
cada una de las explicaciones, a momentos dejaba escapar ligeramente su
respiración entre sus labios y asentía.
Carolina esperó con
paciencia, analizando cada movimiento de Fernando, buscando cualquier signo que
revelara que había pasado con Deborah, fuera de la habitación. Pero nada, Fernando seguía imperturbable y
había logrado total control de sus emociones. Casi, porque aquella fugaz mueca
de su boca cada pocos minutos demostraba que algo muy grave había pasado… y le
había molestado considerablemente. ¡Qué
curioso! Había cosas que no cambiaban nunca…