Fernando entraba solo
a la habitación de Christopher, cabizbajo y con el rostro entre una mezcla de
ira e incredulidad. Cuando miró hacia
los ojos abiertos de Christopher, sonrió ligeramente y se dirigió directamente
hacia el médico. Escuchó con atención
cada una de las explicaciones, a momentos dejaba escapar ligeramente su
respiración entre sus labios y asentía.
Carolina esperó con
paciencia, analizando cada movimiento de Fernando, buscando cualquier signo que
revelara que había pasado con Deborah, fuera de la habitación. Pero nada, Fernando seguía imperturbable y
había logrado total control de sus emociones. Casi, porque aquella fugaz mueca
de su boca cada pocos minutos demostraba que algo muy grave había pasado… y le
había molestado considerablemente. ¡Qué
curioso! Había cosas que no cambiaban nunca…
El médico dejó la
habitación y Fernando la recorrió hasta llegar al borde de la cama en que yacía
Christopher. Le tocó ligeramente la
cabeza, en un gesto evidente del gran cariño que le tenía. Christopher le pidió
con una mano que se acercará más y él escuchó atentamente. Sonrió con dulzura y
luego soltó una ligera e imperceptible risa, que a Carolina no se le escapó.
Fernando se levantó y
sus ojos estaban humedecidos. Miró hacia
Caro y le pidió con la mirada que lo siguiera.
- La enfermera aseará a Christopher. Es hora
que comas algo y te cambies –Fernando dijo algo brusco, pero su rostro
reflejaba un cansancio y dolor.
Carolina
asintió. Se marchaba sin mirarlo y él
susurró: Carolina…
Ella lo miró. ¿Qué quería?
Ni siquiera le había dicho gracias.
Simplemente le había “echado” ahora que ya no era “necesaria”. Él sería feliz, todo estaba bien… ya no la
quería ahí.
- Quería decir… si
podía acompañarte a comer –preguntó Fernando-
quisiera… -vaciló y en sus ojos se leyeron tantas emociones que dejaron
sin habla a Caro- quisiera agradecerte
–completó desviando la mirada.
- Por supuesto Fernando –articuló brevemente
Carolina.
Lo siguió hasta la
cafetería del hospital. Era un lugar sofocante, con colores pálidos y que
minaban hasta el mayor optimismo. Carolina suspiró, definitivamente los
hospitales le deprimían. Añoraba tanto
estar con sus estudiantes…
- Carolina, has hecho tanto por nosotros
–Fernando empezó una vez que estaban sentados en una mesa cercana a la ventana-
Christopher ha despertado hoy y ha sido un milagro. Siento que yo también he despertado de una
pesadilla… hoy, necesito decírtelo Carolina… tú siempre fuiste mi Caro –dijo
tomando aire y ella exhaló con brusquedad- siempre lo serás. No tienes idea el
dolor que me causa, que me sigue causando recordar aquel día. Tú fuiste a
impedirlo… estabas ahí, tan dispuesta… tu corazón abierto, revelando tus
sentimientos. Tenía tanto miedo de no
lograr mi objetivo, estaba tan cegado… -se cortó y respiró hondo. La cara de
Caro seguía sin cambio alguno- sé que había otras maneras, pero no me parecían
viables. Necesitaba hacerlo por Christopher… por mí. Él es mi pequeño…
Carolina escuchaba
incrédula. ¿Qué significaba todo
esto? Fernando estaba explicando…
¿qué? ¿Por qué lo hacía? Bien, ella estaba ahí pero… eso no cambiaba
nada. Nada en absoluto…
Fernando tomó dos
tragos de agua y continuó, ya que Caro estaba sumida en sus propios
pensamientos.
- Tomar la decisión
de… -él miró hacia la mesa- casarme fue lo más duro que he hecho. No, en realidad lo duro fue mantenerme. Después de todo el tiempo transcurrido, de
los lugares visitados, de todo… aparecías precisamente en el momento más
crucial de mi vida. ¿Por qué no fue un
año más tarde? ¿O unos años antes? Justamente era en ese momento, cuando yo
había tomado toda responsabilidad con Christopher… cuando prácticamente lo
había adoptado como hijo mío. Cuando
necesitaba… necesitaba estar junto a él.
Ser su figura paterna…
Caro seguía sin entender…. No quería entenderlo…
- Había resuelto todo
con Deborah –seguía explicando Fernando- el matrimonio duraría un año,
estipulamos todo. Ella quería dinero, yo
podía dárselo. Yo quería la custodia completa de Christopher… a ella no le
importaba –su tono se volvió duro- el trato estaba hecho. Así es como ella lo llamaba un “trato” en el
que “todos se beneficiarían”. Deborah
destilaba veneno con cada palabra que decía, yo simplemente la aborrecía cada
día más y más. Aún no entiendo como mi primo pudo haberla amado. Un día cualquiera, en medio de la lluvia… ahí
estabas tú. Sentí que mi corazón se
detenía. No podía respirar ni pensar… te había soñado tanto. No podías ser tú, aquí… ¿qué posibilidades
había? Me sentía eufórico, estaba
totalmente feliz y… volví a la realidad. Mi realidad era que tenía un sobrino
al que cuidar y una cuñada que no quería verlo, que solo esperaba la mayoría de
edad de él para despilfarrar su dinero.
Me mantuve firme, tuve que huir de mi mismo… no verte tras nuestro
reencuentro fue lo más duro que he hecho en mi vida. Hasta ese momento… verte el día en que
cometería aquel acto tan vil… aquella “boda”… estuve a punto de quebrarme. Mi resolución se tambaleó y casi corrí detrás
de ti…
- Exacto… -habló
Carolina y él la miro impaciente- ahí
está la clave Fernando. Casi… -repitió y
le devolvió la mirada- pero no lo
hiciste. Dejaste que me fuera. En ese momento estuve a tu alcance… ya no
más. No ahora Fernando. ¿Qué esperabas? ¿Qué te esperara eternamente? Olvídalo…
-Carolina mantuvo su resolución con el dolor reflejado en cada
palabra. Dolor y traición- mi corazón estuvo abierto… mis sentimientos
eran tuyos y los pisoteaste y ni siquiera te importó -él quiso tocar su mano, pero ella la retiró
antes de que se acercara- no, Fernando.
Estoy cansada de esperar… de tus cambios impredecibles. Un día me amas, al siguiente te vas, así… sin
más. ¿Volverá a pasar? Y si nuevamente
decides que Christopher te necesita… tus prioridades Fernando… yo no estoy ahí.
Fernando estaba
incrédulo, no podía creerlo… entonces Carolina dijo.
- Y… no hay nada que
agradecer… Cuida a Christopher –miró por última vez mientras se levantaba- Esta vez… el adiós te lo doy yo. Ya no te amo.
Fernando la miró
alejarse con el corazón en un puño. Quiso seguirla, debía seguirla… pero no lo
hizo.
Carolina podía mirar
lo que dejaba, tal vez podía cambiar su resolución o reconsiderarlo. Si tan solo mirara… pero no lo hizo.
Epílogo
Carolina miraba
nerviosamente hacia la entrada de la cafetería. Maldijo una vez más al hombre
que esperaba. ¿Acaso la haría esperar
para siempre? Se rió quedamente, mientras un niño de aproximadamente 8 años se
abalanzaba a sus brazos.
- ¡Christopher! Qué
alegría que llegaras –sonrió con dulzura-
te he estado esperando.
- Caro –sus ojos se iluminaron- te extrañaba ya.
- Y yo a ti mi
pequeño –su corazón se iluminó con aquella mirada que tanto quería. Le tocó tiernamente el cabello- ¿Cómo te has
comportado en estos meses?
- No me gusta que me dejes tanto tiempo –se
quejó.
- Lo sé, pero me
gusta mi trabajo ¿sabes? -rió.
- Caro, ¿por qué no vives en Italia? -preguntó
Christopher- pasas mucho tiempo viajando…
- Sí, pequeño
suspicaz –Caro negó- lo estoy considerando seriamente…
- Sería una buena
idea, alguien siempre te espera –Christopher ladeó la cabeza con una sonrisa
traviesa y Caro suspiró, poniendo los ojos en blanco.
- ¿Será el mismo
hombre que siempre me hace esperar? Creo que es una mala costumbre…
- Y no volverá a pasar –una voz masculina habló
a su espalda.
- ¿Por dónde has llegado? -Carolina lo miró riendo.
- Por atrás… esta vez quería sorprenderte yo.
- No lo lograrás…
- No dejaré de intentarlo –rió Fernando y se
veía tan joven- aunque tú… me has sorprendido de tantas maneras. Pensé que no te vería nunca más cuando me
dejaste en ese hospital, sin ni siquiera una mirada y…
- Y esta vez lo
hiciste bien, Fernando. Me encontraste –Caro sonrió- nunca pensé que lo harías.
- ¿Dejarte escapar
una vez más? ¡Nunca, no de nuevo! –Fernando tomó su mano- veo que te encontró,
no quiso esperar a que estacionara el auto.
Carolina dirigió a
Christopher una mirada llena de cariño y ternura. Se había convertido en un hijo para ella, ya
que no dejaba de encontrarlo cada vez que visitaba a Danna. Y eso era bastante
frecuente. Y ahí estaba Fernando
también… quien no había desistido a pesar de sus negativas, si que le había
costado esta vez.
- Aún no estés tan
seguro… -Carolina clavó sus ojos en él- puedo cambiar de opinión.
- No juegues así
conmigo –rogó Fernando y ella rió traviesa- me has castigado durante largo…
largo tiempo sin aceptar mi propuesta de matrimonio.
- Tal vez este sea tu
día de suerte –le guiñó un ojo.
- ¿Tú crees?
–Fernando miró a su alrededor- ¿qué más da?
Carolina no lo creía
capaz. Se llevó una mano a su boca cuando Fernando se arrodilló frente a ella y
le presentó el anillo que, al parecer, llevaba a todas partes.
- Carolina Rivas,
¿quieres casarte conmigo?
- Fernando
¡levántate! –pidió ante la mirada curiosa y las risitas a su alrededor-
¡Fernando!
- No me has dado una
respuesta –se encogió de hombros él, dirigiendo una mirada de complicidad a
Christopher- ¿qué dices?
- Que estás
totalmente loco, Fernando.
- Y…
- Y que… acepto.
Fernando la tomó en
sus brazos. La estrechó con fuerza y
sintió todo el amor que Carolina y él habían creado durante tantos años. La
vida se había encargado de reencontrarlos una y otra vez… pero esta vez, sería
para siempre.
Fin
Muchas gracias a Gaby por compartir otra de sus historias con nosotros! Esperamos que hayan muchas más
Muchisimas gracias, Gaby, por esta historia tan linda. Me encanto!
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