- Por el momento solo
resta esperar la evolución del pequeño –contestó con semblante serio el
médico- ¿es pariente de Christopher?
- No doctor. Soy... - ¿Cómo explicar lo que “era”? Es decir... ¡nada! Ella no era nada para Christopher ni mucho
menos para Fernando. Nunca lo sería.
- La señorita Rivas es una amiga muy apreciada
de nuestra familia -contestó Fernando
que se había vuelto a acercar hasta ahí-
Y dada la ausencia de Deborah, Carolina se ha ofrecido a ayudarme
mientras...
- Oh, que generosa. Nadie lo haría a menos que aprecie realmente
a alguien, imagino que quiere mucho al pequeño
-soltó el doctor y una enfermera se acercó a llamarlo- disculpen pero debo retirarme. Hasta luego señores.
Se miraron en
silencio. Carolina asintió cuando
Fernando ofreció llevarla hasta la habitación de Christopher, así que se
despidieron de Leonardo y Danna.
Fernando estaba muy agradecido y se acercó hasta Leonardo, mientras
Danna le susurraba a Carolina:
- ¿Estás segura de lo que estás haciendo?
- ¿Por qué no?
El recuerdo que tengo de Christopher me impulsa a ayudar. Cuando lo
conocí Danna, él tenía un aire de tristeza y seriedad... un niño jamás debería
tenerlo. Y ahora, en estas
circunstancias, sin su madre, debo estar aquí.
- Muy noble Caro... –dudó Danna- pero... ¿es solo eso? También es una excusa perfecta para estar
“aquí” con...
- No, eso no.
Ni siquiera lo veré. Estaré aquí cuando Fernando no esté...
- Allá tú Caro... pero recuerdas ese refrán tan
conocido... creo que lo has olvidado...
- ¿Ayudar al prójimo? -dijo en tono fingidamente inocente.
- No... el que juega con fuego... ¡siempre se
quema!
- ¿Danna, nos vamos? -interrumpió Leonardo abrazando a su esposa
por detrás- Cuídate Carolina y reitero
mi ofrecimiento de ayuda. Si algo es
necesario... llámanos y estaremos aquí.
- Gracias Leonardo y les estaré informando de
la evolución de Christopher. Hasta
pronto.
Se retiraron y Caro
observó que Fernando seguía estático en el lugar que Leonardo lo había dejado,
miraba con un gran vacío y parecía tan lejano...
- Fernando ¿vamos a
la habitación de Christopher? -pidió
Caro tocando ligeramente su brazo.
Él asintió y la guió
hasta donde estaba Christopher. Lo quería tanto, era su hijo... él siempre lo
sentiría así. Pero había algo que no
acababa de entender, ella precisamente ayudándolo. Ni siquiera se habría atrevido a pedírselo,
después de su deplorable comportamiento aquel aciago día... y, sin embargo,
Carolina Rivas estaba a su lado y dispuesta a ayudarlo. Increíble... si tan
solo él pudiera...
- Hemos llegado –se detuvo Fernando respirando
hondo ante una puerta cerrada. Carolina
pensó que el lugar estaba demasiado frío... se sentía un ambiente sumamente
opresor y entendía el desgaste de Fernando, además él quería tanto a
Christopher. Aún no entendía que le
había impulsado a aceptar estar ahí... pero el recuerdo de la tristeza dibujada
en el rostro de ese niño, el aire melancólico que no debería estar ahí, ella lo
sentía, era ese su lugar.
Carolina miró a
Christopher muy pálido, recostado en la cama y sin ser conciente de nada
aparentemente. No entendió cuando el
doctor explicó la enfermedad que aquejaba al pequeño. Solo muchos términos técnicos, algunos
aparatos conectados y... lo único que sabía era que Christopher necesitaba una
transfusión.
- Su situación... –Fernando explicó con pesar- no es la mejor. No entendemos que salió mal. Se suponía que se había recuperado
completamente del accidente y ahora... –miró con dolor a la cama- ahora ya no sé que creer.
- Fernando, debes tener fe. Christopher va a reponerse, ya lo verás.
- ¿Fe?
La fe no sirve Carolina. Tantas ilusiones alimentadas por la fe... y
nunca se dieron. Quería una familia,
triunfar, ser feliz...
Carolina sintió el
resentimiento en cada palabra de Fernando y le dolió. Deborah al parecer le había hecho mucho
daño. Tal vez él había pensando que ella
era distinta y había soñado con formar una familia con ella y...
- ... Sí tengo dinero, pero ¿eso de que
sirve? Nadie ha logrado diagnosticar con
precisión a Christopher... tal vez la transfusión sirva... ¿tal vez? ¿Qué clase de diagnóstico es ese?
- Fernando, intenta calmarte –pidió Caro con
voz sosegada- Me imagino lo difícil que
debe ser para ti, pero necesitas estar bien para afrontarlo todo. Necesitas fuerza y descanso... ¿te parece si empiezas?
- Yo... no sé como agradecerte. Sé que no me he comportado bien contigo, te
he mentido y te he herido. Sin embargo
tú sigues aquí y...
- No digas más Fernando. No es necesario y no
tienes nada que agradecer. Lo habría
hecho por cualquier persona, cualquiera
-se repitió Carolina más para sí, pero esta vez lo hizo en voz
alta- así que solo déjalo estar.
Fernando asintió
seriamente. Estaba demasiado cansado
para indagar si Carolina decía la verdad o no, si estaba siendo sarcástica o
amable, daba igual... solo quería un poco de esperanza... solo -y de pronto, sin sentirlo... se había
quedado dormido en el sofá de la habitación.
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