- Hola mi amor
-saludó Danna y besó suavemente los labios de Leonardo- Fernando, necesita localizar a Stefano.
- Está de viaje… -respondió automáticamente Leonardo.
- Eso ya lo sabemos. Fernando quiere su número. Le urge.
- ¿Sucedió algo Fernando? -preguntó Leonardo.
- Christopher ha empeorado y los médicos
quieren hacerle una transfusión.
Necesito hablar con él… necesito a mi amigo.
Carolina estaba congelada. Jamás había visto a Fernando tan mal,
realmente parecía desolado y triste.
Ella odiaba esa sensación en su interior que le empujaba a tenerle
lástima y a querer consolarlo… quedarse a su lado…
- Me parece que dejó un número para
localizarlo, pero no funciona. Pediré a
mi secretaria que lo vuelva a intentar.
¿Deseas que te acompañemos a la clínica?
- Gracias
-simplemente pronunció Fernando y Carolina supo que definitivamente esto
iba demasiado mal.
En el auto Leonardo
manejaba, mientras Danna estaba a su lado.
Caro y Fernando iban en los asientos de atrás.
- ¿Hace cuanto no duermes? -preguntó Caro.
- Eso… -estaba replicando Fernando pero de pronto
pareció muy cansado para terminar la idea-
varios días creo.
- ¿Qué?
¡Eso no está bien! Tú también te
vas a enfermar…
- Da igual. Yo debo cuidar a Christopher.
- Enfermo no le servirás de nada. Debes ir a descansar.
- No puedo.
No voy a dejarlo solo.
- No lo harás.
Yo me quedaré con él -dijo Caro
sin proponérselo.
- ¿Tú?
¿Por qué harías eso? -espetó con
incredulidad.
- Porque… por lástima. Me da pena el estado en el que estás.
- Yo no quiero lástima de nadie. No la necesito.
- ¡Estás a punto de dormirte mientras
hablamos! Realmente necesitas
descansar. ¡Terco!
- ¡Qué no necesito nada! -intentó gritar Fernando pero fue en
vano. Estaba agotado y eso era evidente.
- Necesitas ayuda de alguien. Está bien… no sería mía, pero debes…
- Carolina…
-Fernando la miró con desolación y ella se sintió morir- Siento tanto todo…
- No Fernando. No es… -decía pero él la interrumpió.
- No tienes idea cuanto me arrepiento. Necesito… te necesito Carolina. Necesito de ti… -Fernando apartó la mirada avergonzado- pero sé que no lo merezco, que esto no
pasará.
- Fernando, yo te ayudaré. Desinteresadamente… pero quiero que quede
algo claro. Lo hago por lo… por el
pasado que nos unió. Quiero que tu hijo
se recupere y sean felices. Si puedo
contribuir lo haré… pero nada más.
Ella terminó
seriamente y Fernando asintió aunque su rostro se tornó aún más sombrío. Les había quedado claro a los dos… tal vez
había un “algo” ahí, pero eso jamás se realizaría. Caro simplemente ayudaría a Fernando con
Christopher si la situación realmente era tan mala como parecía… eso era.
Danna escuchaba
preocupada la conversación que sostenían Carolina y Fernando. No sabía si Caro estaba así de preparada como
para tentar su suerte, estando junto a Fernando tanto tiempo. ¿Por qué lo hacía? Bueno, eso estaba muy claro. Tal vez Carolina se engañaría a sí o hasta
engañaría a Fernando, pero para ella, el motivo de la ayuda era evidente. Porque… ¿Carolina habría hecho lo mismo por
cualquier otro hombre? La respuesta era
sencilla: No… solo por Fernando.
Un ala de cuidados
especiales en la clínica, era el lugar de la habitación de Christopher. Silenciosamente todos ingresaron al área pero
Fernando fue quien se acercó al médico.
No había cambios significativos en el estado del niño y Fernando frunció
el ceño con preocupación.
Carolina se acercó
silenciosamente a la ventana que daba al exterior y apoyó ahí su frente. El
ofrecimiento de cuidar a Christopher lo había hecho tan espontáneamente y sin
esperarlo siquiera, que inclusive a ella le tomó por sorpresa. Pero, ahora no había mucho que pudiera hacer…
había ofrecido su ayuda y no la negaría ahora.
No importaba lo que tuviera que enfrentar.
- ¿Carolina? -llamó Fernando y ella lo miró- Te quiero presentar al doctor Pazzi, quien
atiende a Christopher.
- Mucho gusto señora Accorsi. Estoy encantado
de conocerla finalmente. Christopher
necesita a su madre…
- Un gusto doctor, pero está algo equivocado
–cortó Caro el rumbo del médico- yo no
soy la esposa de él… ni tampoco la madre de Christopher.
- Cuanto lo siento… -se disculpó el doctor sonrojado por sus
conclusiones precipitadas- es que el
señor Fernando al decirme de alguien más que cuidaría del pequeño… imaginé que sería…
- Si, descuide.
Carolina Rivas –extendió su mano-
mucho gusto doctor Pazzi. ¿Hay
algo que podamos hacer?
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