domingo, 28 de mayo de 2017

La mujer del rey 21°




Un año después…

Yul ingresó al salón donde su padre tenía reunión con los ministros, hizo una reverencia y habló con cierta urgencia.
-Su Majestad, me disculpo por interrumpir, ¿puedo acercarme? Tengo algo que informarle– preguntó inquieto y Janeul le hizo una señal.El joven príncipe se acercó a su padre y le habló al oído.
El rey se puso en pie.
-Continuaremos mañana con esta audiencia.- Anunció.
-Su Majestad…- trató de protestar uno de los ministros.
-Mañana- aseveró con un tono de voz que no daba lugar a discusiones y poniendo una mano sobre el hombro de Yul para que lo acompañara, se dirigió a la salida.
Los pasos presurosos de ambos se sentían como ecos en el pasillo.
-Padre, creo que deberías apresurarte o no llegarás– dijo Yul cuando estuvieron solos  y Janeul asintió.
-Tienes razón y tengo que llegar, prometí que estaría allí – le dijo a su hijo y sus pasos presurosos se convirtieron en trote y luego en carrera. Fueron varios los guardias y sirvientes que se sorprendieron al verlo correr en el interior del palacio. Yul lo siguió de cerca.

-Espérame aquí – le dijo Janeul cuando llegaron hasta las puertas de las habitaciones, el niño asintió y el rey entró.
-¡Su Majestad! – exclamó una de las mujeres.
-¡Su Majestad, no puede estar aquí! ¡Espere afuera! – dijo otra y Janeul avanzó haciendo caso omiso. Llegó hasta la mujer que gemía y la tomó de la mano.
-Acá estoy, Byul, acá estoy – dijo tomándole la mano y ella lo aferró con fuerza. Luego gritó de una manera que Janeul sintió que se le detenía el corazón por impotencia, y por amor hacia aquella maravillosa mujer.
-Janeul…- susurró ella entre jadeos.
-Acá estoy, tú puedes, sólo un poco más – le dijo y aunque las mujeres que la asistían demostraron su incomodidad por la presencia del rey, él no se marchó ni se apartó, se quedó a su lado, hasta que el bebé  nació.
Ambos se sintieron emocionados  al sentir el llanto que anunciaba la llegada de una nueva vida.
-Es una niña, Su Majestad, una princesa- anunció la comadrona.
-Tenemos una hija – le susurró Janeul a Byul  y ella le sonrió levemente. Les mostraron a la niña y luego una de las asistentas del parto  la tomó.
-Janeul…- musitó Byul con desesperación y él entendió que estaba recordando otro parto, otro bebé.
-Tranquila, sólo van a asearla para traerla contigo. Yo iré con ellas mientras te atienden a ti, volveré en un instante con nuestra niña, ¿de acuerdo? –propuso calmándola y Byul asintió.
Poco después , una vez que la hubieron atendido y trasladado a otra habitación contigua, Janeul volvió con la niña y la depositó en sus brazos.
-Es preciosa, como tú- dijo besando la frente de Byul que no podía quitarle los ojos de encima a su bebé.
-Ella , ¿está bien?
-Sí, muy bien. Byul, ya tenemos dos, creo que es suficiente. Ahora entiendo por qué los padres siempre aguardan afuera y esperan que les avisen del nacimiento en lugar de presenciarlo, no creo poder verte pasar por esto nuevamente- dijo con sinceridad y ella sonrió.
-Vale la pena.
-Mi pequeña Byul, siempre has sido la más valiente de los dos- dijo con verdadera admiración.
-Gracias por estar a mi lado- dijo ella.
-Te amo y cuando creo que no podría amarte más, descubro que sí- le dijo con intensidad.
-Te amo, Janeul- respondió con sencillez y él le dio un beso suave a ella y un beso a su hija.
-Iré por Yul, estaba ansioso por conocer a su hermana.- dijo el rey.
-Tráelo, también quiero verlo – pidió ella, se sentía agotada pero feliz.
 El príncipe entró  acompañado de su padre y se acercó tímidamente al lecho donde descansaban madre e hija.
-Ven, Yul. Ven a conocer a tu hermana- lo llamó ella.
-Es hermosa- dijo sentándose junto a Byul.
-¿Quieres sostenerla?- preguntó su madre.
-¿Puedo?
- Sólo no la dejes caer- comentó Janeul medio en serio y medio en broma.
-¿Padre, alguna vez me dejaste caer?- preguntó el príncipe y Byul rió.
-¡Claro que no! Pero nunca me sentí tan intimidado como cuando te sostenía, tan pequeño y tan importante– contestó el rey.
-Madre, no debes preocuparte, voy a cuidar muy bien de ella- dijo Yul mientras observaba a su hermanita con fascinación. Byul dejó escapar unas lágrimas por la emoción.
-¿Te sientes bien? ¿Te duele algo? – preguntó Janeul llegando a su lado.
-No, sólo que estoy muy feliz de tenerlos conmigo – dijo ella y sonrió para convencer a padre e hijo que la miraban con preocupación. Nunca había esperado que llegaría un día como aquel.
-Deberías irnos, así descansas un poco – evaluó Janeul.
-No, quiero que se queden aquí – pidió ella.
- De acuerdo, entonces intenta dormir un poco. Estaremos aquí cuando despiertes- dijo Janeul, estaba dispuesto a cumplir todas las promesas que le hacía y a curar las viejas heridas. Jamás iría donde ella no pudiera seguirlo, ya no la haría esperar ni la dejaría sola.
Cuando Byul entreabrió los ojos era de noche, apenas una lámpara daba un luz tenue a la habitación, y pudo vislumbrar a Janeul caminando de un lado a otro acunando a la bebé. Sintió también el cuerpo de Yul acurrucado junto a ella, se había quedado dormido a su lado.
Durante un instante disfrutó el silencio y  poder observar aquella escena, luego susurró suavemente llamando la atención del rey.
-Janeul- musitó y él acudió a su lado.
-¿Estás bien? – preguntó sentándose a su lado con la niña en brazos.
-Sí, descansé un poco. ¿Y tú? Deberías ir a dormir.
-No tenía sueño, y no quería a extraños interrumpiéndonos, así que  me encargué de ella yo mismo.
-Jaru, pequeña Jaru – dijo Byul mencionando el nombre que habían decidido para su hija- ¿Qué haremos con ella? ¿No deberá irse lejos cuando se case, verdad? ¿Podrá elegir? – preguntó temerosa.
-¿No crees que al menos deberíamos esperar que tenga dientes para preocuparnos por casarla? – preguntó él.
-Janeul…
-Ella podrá elegir, Byul.  Nadie va a obligarla a nada, y no necesitará casarse para garantizar ninguna alianza. Trabajaré muy duro para que ella y Yul estén a salvo, aunque seguramente el camino de nuestro hijo no será fácil, la responsabilidad que tiene será pesada, pero haremos lo posible porque sea feliz. Y ninguno de ellos estará obligado a casarse con alguien que no amen.
-¿Aunque se enamoren de un plebeyo?
-Serán libres de elegir, lo prometo. Aunque creo que tu hijo ya tiene a alguien, una vez que estuvo angustiado llorando fue consolado por la hija menor de uno de los ministros y me dijo que una mujer delante de la que uno podía llorar parecía una buena elección para esposa. – le contó y ella miró asombrada al pequeño que dormía a su lado.
-Es muy pequeño aún.- comentó.
-No lo sé, si se parece a su madre quizás su corazón ya haya decidido un rumbo.
-¿La madre solamente? ¿Y el padre?
-Si sale al padre será más complicado aún, porque desde niño amará con toda su alma a una sola mujer- le dijo.
-¿E irá a buscarla diciendo que quiere una taza de té? – le preguntó.
-No sabía que decirte después de tanto tiempo – se disculpó él.
-Te amo , te he amado tanto tiempo y de tantas maneras- dijo ella acariciando el rostro de él.
-Gracias , Byul. Gracias por esperarme y por volver. Gracias por nuestros hijos.- dijo él y luego de acomodar a la niña entre ellos, se acostó a su lado.
Era un palacio y a veces no eran tan libres como deseaban.
Era un rey y tenía obligaciones.
Guardaban un secreto  sobre el  nacimiento del príncipe que sólo brillaba con certeza en sus corazones.
Pero esa noche, su pequeña familia de cuatro estaba colmada de amor. Una vez más, habían construido un pequeño reino  donde eran felices por estar juntos, día a día, para siempre.

6 comentarios:

  1. Que bonito... Ya? O hay más? Me encanta esta historia... Gracias

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  2. Que bien saber que solo falta el epilogo, no quiero que termine, pero todo este tiempo he estado leyendo pensando que algo malo pasaria, que alivio saber que no.

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    Respuestas
    1. Yoce querida, no habrá más drama, ya llegó momento de que sean felices !!

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    2. Yo también pensé que algo mas les iba a tocar. Que bueno que no, ahora si al final

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  3. Voy a extrañar a los personajes, pero si creo que es el momento de poner punto y final a su historia. Tras tanto sufrimiento al fin lograron estar juntos y felices.

    Me a hecho gracia lo de esperar a que la niña tenga dientes para pensar en casarla :P. Tan lindo Janeul.

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