sábado, 6 de mayo de 2017

La mujer del rey 13°



Diez años sin verse, hasta aquella noche.
Hasta que él había vuelto a ir a ella.
 Y ahora estaban allí, juntos, de nuevo.
Janeul la había mirado  en detenimiento desde su llegada y  mientras le servía el té, la última vez que la había visto aún había rastros de niña en ella, ya no. Era una mujer plena y muy hermosa. Y le dolía haberse perdido esos diez años de cambios.
Al principio cuando ella le había pedido que no volviera, había creído que pasarían un par de días hasta volver a verla, que encontraría un modo de solucionar todo, pero no había sido así, había pasado una década.
Byul actuaba con elegancia y mesura, como si su presencia allí  no la afectara, se preguntó si también era una máscara como en su caso.
Estaba allí ,en apariencia tranquilo, mientras su interior era un remolino de emociones.
-¿Qué has venido a buscar, Janeul? – preguntó ella como única muestra de ansiedad, como si ya no resistiera aquella charada en la que fingían ser dos extraños.
-Vine por un té, y por ti – respondió él mirándola intensamente. Y ella devolvió la mirada con una expresión indescifrable.

-Ya ha tomado su té, Majestad, y si lo que busca es una mujer, seguramente habrá alguien…- dijo y él la interrumpió de prisa, antes que dijera algo de lo que ambos se arrepentirían.
-No vine a buscar a una mujer, vine a buscar a mi mujer – respondió manteniendo el control dificilmente.
-Yo no lo soy desde hace muchos años, ya no llevo tu anillo – declaró mostrándole la mano donde antes había estado el anillo de plata.
-Te lo quitas cuando pintas – respondió él.
-¿Qué?
-Estabas pintando cuando llegué - dijo y señaló con un leve gesto hacia la pintura de pájaros que estaba inconclusa- siempre te lo quitas cuando pintas para que no le suceda nada.- comentó y algo en la reacción de ella le hizo pensar que había acertado. O eso deseó creer.
-No lo llevo desde hace años, ni siquiera sé qué fue de él- rebatió Byul pero  no parecía ser cierto- De verdad no sé qué te trae aquí, después de tanto tiempo…
-Sí, ha pasado mucho tiempo, demasiado,  más de lo que creí, y vine por ti, ya te lo dije- la interrumpió y  continuó antes que las palabras se le perdieran- Hace cinco años que la reina falleció, también hay un príncipe heredero al trono, así que ya nadie presionará porque vuelva a casarme, de hecho nadie puede presionarme ya. He tardado diez años en asegurarme que así sea. Ahora puedes vivir conmigo, no podré darte el título de reina pero serás mi concubina, la única mujer en palacio. Ahora podemos estar juntos para siempre – finalizó.
-¿Porque ella está muerta? – preguntó Byul y sus palabras sonaron demasiados crueles, como si su posibilidad de ser felices tuviese que estar construida sobre el sufrimiento de otros.
-No,  podemos estar juntos porque ahora tengo poder para protegerte. Porque ningún ministro se opondrá a mí, porque he combatido con los generales en la frontera y los ejércitos me obedecen, porque el país es próspero y el pueblo está contento con su rey. Porque acabo de firmar un tratado comercial que nos garantiza estabilidad durante años.  Porque no debo temer que al amarte te lleve a la muerte.
-¿Y crees que eso bastará para que dejen que una cortesana sea tu concubina?
-No estoy hablando de una cortesana, estoy hablando de ti, no es lo mismo.
-Sí lo es- discutió ella.
-No, eres Byul y eso siempre fue la diferencia. Ahora podemos estar juntos, confía en mí.
-Ya es tarde, Janeul. O quizás siempre lo fue.
-¿Por qué regresaste? – preguntó  él.
-¿Qué?
- ¿Por qué volviste a este lugar? ¿No fue para esperarme?
-Volví porque la regenta me lo pidió en su lecho de muerte, que cuidara de la gente de aquí.
-Pudiste encargarte de otro modo, no era necesario que regresaras a quedarte si no lo deseabas- objetó.
- Janeul, no busques señales ocultas donde no las hay.
-He aprendido que nada es tan simple como parece. Este lugar por ejemplo, no es que haya frecuentado muchas casa de cortesanas, de hecho sólo ésta y  esta única habitación, pero sé que aquí  se da refugio a mujeres que no tienen dónde ir, mujeres con hijos, huérfanas, antiguas cortesanas, mujeres enfermas. No suena como una casa de cortesanas.
-Ya has tenido tu té, y ya he rechazado tu propuesta. No sé qué se apoderó de ti esta noche para venir hasta aquí, pero ya puedes irte.
  -Esta noche… tampoco yo lo sé, he estado a punto de recorrer este camino los últimos diez años, pero siempre había algo que debía lograr antes para poder hacerlo. Hoy supe que ya no podría esperar otro día.
- Demoraste mucho tiempo. Lo nuestro terminó el día que te pedí que no volvieras.
-Y yo te pedí que no te fueras lejos, los dos incumplimos nuestra palabra.- dijo poniéndose de pie y acercándose a ella.
-Vete , Janeul – casi susurró ella, insegura al verlo acercarse.
-No.
-¿Qué harás, darme  una orden real para que haga tu voluntad? – preguntó tratando de herirlo, pero él sonrió.
-¿Y si lo hago? Eres mi súbdito después de todo.- dijo acercándose más a ella.
-Janeul…- protestó sin saber si él lo decía en serio o no.
-Ven a mí – dijo y antes de que Byul reaccionara la acercó a sí tomándola por la cintura y la besó.
Sorprendida, intentó apartarse, pero Janeul no la dejó. La sostuvo con fuerza.
-Byul…- susurró con los labios pegados a los suyos y  volvió a besarla, lenta , profundamente , seduciéndola ,hasta que ella respondió.
 Y mientras la besaba sus manos comenzaron a  vagar por el cuerpo femenino como si fuera un viajero recorriendo antiguos caminos, sus dedos acariciaban y recordaban aquellas formas, y también despertaban el deseo de ambos. La atracción seguía allí, como si la pasión hubiese sido una brasa que esperaba un leve toque para volver a arder.
Una de sus manos acunó la mejilla de ella para besarla con comodidad, y la otra llegó hasta la cadera femenina y la sujetó para pegarla a él, para sentir cada centímetro de ellos juntos, cuerpo contra cuerpo.
La sintió jadear y cuando Byul puso su mano en su nuca y la enredó en su cabello, aferrándose a él, sintió que era la señal de aceptación. Sin soltarla, sin dejar de besarse, se encaminó hacia la cama mientras iban desprendiéndose de la ropa en el camino. Ninguno dijo nada, porque las palabras volverían a separarlos, ahora eran sus cuerpos los que se comunicaban, y lo hacían sin mentirse porque hablaban de anhelo, de necesidad, de años de desearse.
Janeul la recorrió con besos y caricias , Byul hizo lo mismo, como queriendo  aprender  los cambios que había en aquel cuerpo familiar y a la vez extraño. Las palabras fueron reemplazadas por sus respiraciones agitadas, sólo pronunciaban sus nombres como un sortilegio. Se amaron como hambrientos. Byul gimió al sentirlo dentro y lo abrazó con las piernas y con sus entrañas para acercarlo más, parecía que toda la cercanía era insuficiente. Janeul sólo se perdió en el momento de pasión, porque la había necesitado mucho, con desesperación, porque sentía que estaba en el centro del huracán donde, contradictoriamente, podía encontrar la paz.
Cuando el placer remitió como suaves oleadas, cuando sus cuerpos se relajaron después del éxtasis, Janeul la besó con suavidad y se separó de ella con cuidado.
-Te amo – susurró él porque eran las únicas palabras adecuadas, pero parecieron surtir el efecto contrario al deseado. En lugar de acercarla, sintió  que Byul se replegaba. Había esperado que le respondiera de alguna forma, pero ella se levantó de la cama, alejándose de él. Caminó suyo en su espléndida desnudez hasta ir por una bata para cubrirse.
-Ya no me pides que cierre los ojos – musitó Janeul casi inconscientemente mientras la observaba.
-Ya no soy una niña, ni es la primera vez que me acuesto con un hombre- dijo ella girando la cabeza para mirarlo.
-Supongo que es verdad – dijo él acomodándose contra el respaldo de la cama.  De pronto se sentía muy cansado, pero no en un sentido físico, sino emocionalmente. Sentía que aún después de lo sucedido, ella lo estaba alejando, sus actitudes, sus palabras, todo estaba destinado a apartarlo.
-Ahora sí, ya tuviste el té y a mí. Ya puedes irte – dijo y él se levantó y recogió su ropa para vestirse.
-Deja de ser tan terca, Byul. Tu cuerpo no mentía, te conozco, ven conmigo.
-¿Cómo era ella? – preguntó de repente y él suspiró. No iba a rendirse tan fácilmente, iba a hacerle pagar esos diez años.
-Era una buena mujer, tampoco pudo elegir demasiado. En los años de su enfermedad llegamos a ser algo parecido a amigos. Pero nunca la amé, llevo una vida amándote solamente a ti. No seas tan cobarde, quizás ésta sea nuestra última oportunidad.
-Ha pasado demasiado, tanto tiempo, tantas murallas. Es como si hubiera un inmenso abismo entre nosotros Janeul, quizás nunca lo entiendas, pero no puedo ir contigo. Créeme.
-Entonces , ¿te quedarás aquí y yo no debo volver? ¿Deberé enterarme de tu muerte por algún mensajero sin siquiera poder despedirme? ¿O tú te enterarás de la mía y asistirás con el resto del pueblo a despedirme, como si fuera un extraño?
-No hables así- dijo inquieta.
-Es lo que estás eligiendo, sé que hemos pasado por mucho, sé que has sufrido, pero ya no debe ser así. Llevo toda la vida tratando de encontrar una salida para nosotros…
-Y nunca  ha existido una.
-Pero tampoco pudimos separarnos, no realmente. Y esta vez sí hay un camino.
-No puedo ir a palacio.
-¡Maldición Byul, cuánto tiempo más vamos a perder! Es hora de que vengas a mí,  podemos ser felices.
-No…- respondió con decisión.
-¿Tampoco quieres ser una madre para tu hijo? Ya es hora– declaró él y la vio palidecer, se acercó de prisa para sostenerla. Ella lo miró aterrada.
-¿Cómo? ¿Desde cuándo lo sabes? – preguntó temblando.
-¿Que  el príncipe es tu hijo y no de la reina? – Preguntó él con la mirada cargada de dolor- Lo sé desde el principio, Byul, desde el primer día que lo sostuve en mis brazos.
Byul lo miró con los ojos llenos de lágrimas y recordó su mayor sacrificio y su mayor amor.

1 comentario:

  1. Oh por Dios!!! Eso no me lo esperaba.. El siguiente capítulo xfa!!!! (no es presión solo es q esta interesante jijiji)

    ResponderEliminar

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...