Al despertar, el
primer pensamiento de Anna era que aquel día era el último en esa ciudad, la
mañana posterior tomarían un tren que
los llevaría a cada uno por caminos separados. Ella llevaría a su abuela a su
destino final y Takeshi Izumi volvería a su hogar y sus responsabilidades. Suspiró
desalentada.
Después de asearse y
vestirse, tomó el diario de su abuela y releyó algunos párrafos. Fue casi un
golpe físico descubrir cuán reflejada se
sentía ahora con aquellas palabras.
“Cuando cierro los
ojos, puedo estar allí, los recuerdos me envuelven. Vuelve el olor de las
flores, del aire, vuelvo a caminar por esas calles, vuelvo a verte a ti”.
Anna sintió un
estremecimiento porque sintió que cuando regresara, una parte de ella se
quedaría en Japón para siempre. Se llevaría los recuerdos, pero también dejaría algo detrás.
Y también sintió
miedo, ya que Takeshi Izumi fue lo
primero que apareció en su mente, y miedo porque tendría que dejarlo atrás.
Era sólo alguien que
se había cruzado en su camino, no podía dejar que tuviera una mayor
trascendencia, aunque en su interior sabía que ya era tarde.
Le provocó cierto
alivio descubrir que él no estaba cuando fue a desayunar, le había dejado una
nota diciendo que saldría a hacer unos trámites y que regresaría al mediodía.
Agradeció tener un
tiempo más para sí misma, y para procesar los sentimientos confusos que se
arremolinaban en su interior.
Al alojamiento
llegaron un par de ingleses a hospedarse unos días, eran ingenieros que
trabajaban en los ferrocarriles, y al saber que había una joven inglesa en el
lugar, se acercaron a Anna. Encontrar un compatriota cuando se estaba tan lejos
del propio país era todo un evento, así que los jóvenes se pusieron a charlar y
hablar de sus experiencias.
También Anna estaba
entusiasmada, sobre todo porque podía escuchar sus historias e impresiones
sobre aquel país que tanto la sorprendía.
Uno de los muchachos
era del mismo lugar que ella, así que si bien no se conocían, sí habían
escuchado hablar de sus respectivas familias.
-No creo que me
expulsen de la familia porque he venido por trabajo, pero mi madre me manda
cartas horriblemente extensas dándome consejos y donde dice lo mucho que
llorar y reza por mí que vivo en esta
tierra pagana y salvaje – dijo uno de los muchachos y eso la hizo reír.
Fue en ese momento
cuando Takeshi regresó.
Fue bastante hosco
cuando le presentó a los ingleses, parecía casi enojado.
Ella lo invitó a
unirse a ellos para el almuerzo pero el joven japonés dijo que ya había comido
fuera, así que declinó la invitación. Alegó estar cansado y se retiró a su habitación.
En la tarde cuando
volvieron a verse, era el hombre parco que había conocido al principio,
respondía con monosílabos y cuando ella
le propuso salir a dar un paseo, respondió que lo del día anterior había sido
suficiente.
La joven se sintió
herida y rechazada, pero no pensaba
hacer ninguna clase de reclamo. Hubiera querido aprovechar juntos aquel día, pero ya que no era posible aceptó la
invitación de uno de los jóvenes ingleses a visitar uno de los templos locales.
El paseo fue ameno y
pudieron compartir las impresiones de dos extranjeros. En el templo los dos se
sintieron atraídos por la arquitectura y los rituales religiosos, el joven
hablaba algo básico de japonés, así que incluso pudieron comprar unos
talismanes que vendían allí.
Sin embargo, Anna no
disfrutaba plenamente, añoraba la presencia de Takeshi. De ser él quien la
acompañara hubiera sido muy diferente y lo hubiera acosado con preguntas
Seguramente, él habría respondido con sus extensas explicaciones casi eruditas.
Sabía que a él no le
gustaban los extranjeros, sin embargo que regresara a aquella fría actitud le
molestaba, más aún cuando el día anterior había sido tan maravilloso y
revelador.
Al llegar, él estaba
en el jardín y apenas hizo un gesto de cabeza como modo de saludo.
Ella respondió con
la misma indiferencia.
-Dijo que él se
apellidaba Izumi, ¿verdad? – preguntó su acompañante.
-Sí, así es.
-Me pregunto si será
algo de la famosa familia Izumi de Furukawa.
-¿Famosa familia? –
preguntó con curiosidad.
- Son una antigua
familia japonesa muy influyente y rica, digamos que son parte de la nobleza
local. – Explicó y Anna supo que sin dudas era la familia de Takeshi. Eso
explicaba muchas cosas sobre él.
-La verdad no lo sé
– respondió, no tenía ganas de compartir con extraños sus especulaciones sobre
Takeshi.
La hora de la cena
no fue mucho mejor, se sentaron juntos a comer pero cuando los ingleses se les
unieron, la atmósfera cambió.
-Maneja muy bien los
palillos – la elogió uno de ellos.
-Gracias, el Señor
Izumi fue quien me enseñó – dijo ella tratando de involucrarlo en la charla,
pero él permaneció con la mirada baja, concentrado en su comida.
-Ha hecho un buen
trabajo, sin dudas, yo tardé mucho en
aprender. Durante mucho tiempo cargué los cubiertos en mi equipaje. Mi
madre se espantaría de mi forma actual de comer, seguramente me expulsaría de
sus cenas.
-Es parte de viajar
a lugares exóticos, estoy seguro que le pasa lo mismo a ustedes con nuestros
cubiertos, ¿verdad? – preguntó el otro joven dirigiéndose a Takeshi
- No tengo intención
de cenar en un salón inglés, así que no es algo que me preocupe- respondió
ásperamente el joven japonés.
-Yo estoy segura que
podría desenvolverse bien en cualquier
lugar – dijo Anna tratando de aligerar el tenso clima que había surgido.
-No soy un animalito
bien entrenado, Señorita Seymour – dijo él de pronto y se puso de pie – Buenas
noches, que disfruten la cena- saludó y se retiró.
Anna no comprendía
qué estaba pasando. Se disculpó con sus acompañantes y fue tras Takeshi para
pedirle explicaciones. Ella no había hecho nada que mereciera aquella
contestación, ni aquel trato.
-¿Qué hace aquí? –
preguntó él cuando ella llegó hasta su habitación y sin mucho preámbulo entró.
- Quiero una
disculpa – dijo ella y él la miró sorprendido.
-¿Una disculpa?
-Se ha comportado
groseramente. Y no sólo con ellos sino conmigo. Creí que éramos amigos.
-No somos amigos,
Gaijin.
-Deje de llamarme
así, odio cuando lo hace.
-Pero es lo que es,
una extranjera, los dos lo habíamos olvidado, pero la presencia de sus amigos ingleses me lo
recordó.
-Ellos no son mis
amigos, ¡cielos! ¿Tanto le costaba ser
un poco más educado y tolerante?
-No tengo por qué
estar allí viéndola coquetear con ellos, ¿verdad?
-¿Coquetear? – preguntó sorprendida. No había coqueteado
con nadie, sólo había sido amable
- Bueno no sé cómo
llame usted a ese comportamiento, pero era toda risas, y apenas acababa de
conocerlos, sin mencionar que se fue de paseo con uno de ellos.
-Me fui de paseo
porque no quiso venir conmigo, se ha comportado terriblemente desde esta mañana
y no entiendo por qué.
-¿Qué quiere de mí,
Gaijin?
-Que sea amable. Y
me acusa injustamente como si fuera una zorra que mueve su cola ante cualquier
hombre que pasa. Después de lo bien que
pasamos el día de ayer, creí que éramos amigos, creí que nosotros…- dijo ella y
levantó su mirada hacia él.
Con un par de pasos,
Takeshi llegó hasta ella y la sujetó por los hombros.
-¿Qué esperaba?
¿Esto? – preguntó y la besó. Fue un beso brusco y se lo notaba enfadado. Anna,
asustada, lo empujó alejándolo de ella.
-¿Qué pasa con
usted? – lo increpó enfadada. Aquel hombre le resultaba un completo
desconocido.
-¡¿No es lo que
buscaba?! ¿Una aventura amorosa con un japonés como su abuela? ¿Algo
emocionante que recordar cuando regrese a su lugar en Inglaterra? ¿Divertirse
un poco para luego casarse con un hombre
como esos con los que ha pasado el día?
-¿Cómo mi abuela?
Ella amaba a Akira, ¡se amaban! ¿Entiende qué es eso?
-Por eso se casó con
otro mientras él se quedó solo, esperándola toda la vida. Nunca le hablo de él,
¿verdad?- continúo sin piedad.
- Ellos se amaban,
lo guardó en su corazón hasta su último día. Ellos no eran un japonés y una
inglesa, eran un hombre y una mujer que se amaban. ¡¿Cómo puede tergiversar
todo y convertirlo en algo tan retorcido?! ¡Lo odio!- le gritó con los ojos
llorosos y se marchó de allí.
Aún sentía los
labios hinchados por el brusco beso, pero lo que más le dolían eran aquellas
palabras crueles y pensar que todo el tiempo que habían compartido había sido
reducido a algo sucio.
No podía comprender
cómo todo había salido tan mal. Se refugió en un rincón del jardín y lloró
desconsoladamente.
Takeshi dio un golpe
contra la viga de madera. Ni siquiera sintió el dolor en la mano, pues lo que
le dolía era haber perdido el control de
aquella manera.
Celos, eso era lo
que había sentido al verla con aquellos hombres. Por primera vez en su vida
había sentido celos y lo habían convertido en un completo idiota.
Los sentimientos que
habían aflorado la noche anterior, las cicatrices del pasado y aquellas
emociones desconocidas lo habían sumergido en un caos que no había sabido
controlar. Y él sabía controlarse muy bien.
Había sido cruel con
ella, estaba seguro que no podría olvidar su cuerpo tembloroso y su mirada
dolida. Y tampoco lo labios que aún podía sentir en su propia boca.
Era un gran embrollo
y tenía que arreglarlo. No podía dejar que fuera Anna quien pagara sus
equivocaciones. Trató de calmarse un rato y salió a buscarla.
La encontró en el
jardín, se acercó despacio para no asustarla, pero aún así ella se levantó apenas
notó su presencia. El rastro de las lágrimas aún marcaba su rostro. La joven
empezó a alejarse.
-Anna…- la llamó y
eso la hizo detenerse, era la primera vez que la llamaba por su nombre.
-Sinceramente no
quiero verlo, no ahora – dijo mirándolo estoicamente
-Mi padre era
inglés- expuso él y Anna se lo quedó mirando sorprendida. Takeshi se le acercó
lentamente – Me disculpo por lo que pasó, si me escuchas, voy a contarte mi
historia…- ofreció hablándole informalmente como si quisiera derribar cualquier
barrera entre ellos.
Había ansiado que él
le hablara de sí mismo, pero jamás había imaginado aquel giro de los acontecimientos. Sin embargo, quería
escuchar, quería saber y quería comprenderlo. Quizás si lo comprendía, podría
perdonarlo y ya no sentiría la angustia que le había provocado su
enfrentamiento.
Asintió levemente
con la cabeza.
-Sentémonos, es una
larga historia – dijo él y se dirigió a la plataforma de madera. En silencio,
Anna se sentó a su lado guardando cierta distancia.
-Mi madre se llamaba
Hikari, era la única hija mujer de la familia Izumi. Ser hija de esa familia significaba ser algo
parecido a una princesa y había sido educada como tal, era hermosa e
inteligente. Su nombre significa luz y eso era, la luz que alumbraba su casa.
Entonces, cuando tenía diecisiete años, conoció a William Laurent. Era un joven
inglés de buena familia – contó y su voz se tiñó de sarcasmo- trabajaba para
una empresa naviera que a su vez tenía negocios con mi abuelo. Fue natural que
frecuentara la casa, y fue recibido con cortesía. Nadie imaginó lo que sucedía
hasta que se fugó con mi madre.
-¡¿Se fugaron?! –
preguntó ella incapaz de seguir guardando silencio.
-Sí y mi madre dejó
una carta explicando que se amaban y que no la buscaran, había decidido
abandonar a su familia por el hombre que amaba. Por supuesto que mi abuelo no
le hizo caso, la buscó hasta encontrarlos. Ella estaba embarazada.
-¡Oh!
-Vivían en Tokio en
un lugar pequeño y precario sin ninguno de los lujos a los que ella estaba
acostumbrada. Al fugarse con la hija de Izumi , el había sido despedido de la
compañía, así que trabajaba en el puerto como estibador.
-Tu abuelo, ¿los
perdonó?
- Mi madre había
sido deshonrada así que deseaba matar al joven inglés, pero ella le rogó que no
lo hiciera. Juró que se amaban, le pidió que los dejara ser felices. Mi abuelo
pensaba que de haberla amado jamás la hubiera tratado así, ni siquiera se
habían casado ni él le había comunicado a su familia su nueva situación. No
había sido criada para ser tratada así, había dañado el honor de toda la
familia. Finalmente mi abuelo decidió expulsarla de la familia, ella había
tomado su decisión, así que la dejó ir.
-¿Abandonó a su hija?
– preguntó con tristeza Anna.
-Ella los abandonó
primero…
-¿Se casaron?
-No, poco antes que
yo naciera, él enfermó de neumonía y murió. Tenía veinticinco años.- dijo sin
expresar emoción alguna. Anna sintió mucha pena por aquella muerte tan
prematura.
-¿Tu madre regresó a
su casa?
-Aunque hubiera
querido no podía hacerlo. Mis abuelos habían dejado en claro que sólo tenían un
hijo, mi tío Eita, el heredero de la casa Izumi. Ella no podía volver. Estaba
sola y con un niño nacido fuera del
matrimonio y mestizo. Además había
crecido siendo sobreprotegida, no había mucho que pudiera hacer por sí misma.
-¿Qué sucedió?
-Tuvo que
arreglárselas para salir adelante y empezar a trabajar, primero como bordadora ,
luego trabajó en un restaurante y en todo lo que podía. No fue fácil para ella
ni para mí. Cuando fui lo suficientemente mayor para entender sufría por no
tener un padre…
-Pero no fue su
intención dejarlos, él murió…
-No hubo tiempo para
saber qué tan cierto era su amor, yo lo odiaba, así como odiaba que los demás
me llamaran sangre impura y otros insultos semejantes – explicó y Anna lanzó
una exclamación de angustia. Pensar en un pequeño Takeshi siendo atacado y
maltratado le resultaba doloroso.
-También me dolía
ver a mi madre trabajar hasta el agotamiento, era una criatura dulce y bella,
pero en poco años perdió su juventud .Se la veía agotada y desmejorada. Era
poco lo que podía hacer por ella siendo un niño, la ayudaba tanto como podía,
también trabajaba ayudando en la cocina del restaurante o haciendo mandados.
Cuando tenía siete años, una tragedia sobrevino a la familia Izumi e irónicamente
significó un beneficio para nosotros.
Mi tío Eita murió en
un accidente y la familia se quedó sin heredero directo. Mi abuelo vino a
buscarnos, después de todo yo llevaba su sangre, estaba complacido de que
tuviera más rasgos orientales que occidentales. Eso le ayudaba a no pensar en
mi origen. Habló con mi madre durante mucho tiempo, recuerdo que esperé afuera,
no entendía muy bien lo que sucedía pero mi madre me explicó que nos
mudaríamos.
Ese mismo día nos
pusimos en marcha.
-¿Entonces?
-Entonces nuestra
vida cambió, yo pasé a ser el heredero de la familia Izumi y empezaron a
entrenarme como tal. Pero mi madre se convirtió en una sombra, era cierto que
ya no tenía que trabajar ni esforzarse por sobrevivir día a día, pero la relación con su familia estaba rota para
siempre. Tampoco podía escapar a las miradas sancionadoras ni a que los
familiares mayores le recordaran constantemente su pecado. Tampoco podía estar
presente cuando había invitados o en las festividades.
- ¡Qué crueles!
- Eran las
tradiciones, Gaijin. – dijo y esta vez el apelativo fue dicho con suavidad, casi como apelativo
cariñoso. Hizo una pausa para observarla y luego continuó- Yo, por otra parte,
estaba decidido a ignorar mi parte inglesa y hacer que estuvieran orgullosos de
mí. Creí que de esa forma lograría que respetaran a mi madre, pero con mi
desprecio hacia mi padre la hacía sufrir. Pero no podía evitarlo. Quería ser un
japonés puro, quería ser el nieto que mi abuelo deseaba, quería ser fuerte y dejar
atrás todo lo que habíamos sufrido.
-Lo lograste,
¿verdad?
- Sí, pero ella no
pudo verlo. También enfermó y murió cuando yo tenía doce años.
-Takeshi…-musitó y
casi sin darse cuenta apoyó brevemente su mano sobre la de él.
-Fue la única vez
que vi llorar a mi abuelo, supe que él la amaba y que se arrepentía del trato
que le había dado. Pero ya era tarde. Lo único que pudo hacer fue cuidar de mí
y asegurarse que nadie jamás volviera a mencionar algo sobre mi origen ni a
criticar a mi madre. Desde ese día, el pasado quedó sellado. Yo era Takeshi
Izumi, el futuro cabeza de familia y eso era la única verdad.
-No para ti. No
olvidaste nada.
-No. Esa verdad está
dentro de mí, en mi sangre. Soy alguien que no pertenece del todo a ningún
lugar y que siempre tiene la inseguridad de
que alguien se lo recuerde. Me has dicho que soy serio y aburrido, tal vez es cierto, me he esforzado mucho para ser lo que
esperaban de mí, para no defraudar las expectativas de la familia. Durante
todos estos años me he comportado correctamente evitando que pudiera generarse
cualquier rumor. Y el rechazo que sentía por mi padre se convirtió en un
rechazo hacia los ingleses en general. Aún sabiendo que era un rechazo hacia mi
propio linaje.
Pido perdón por lo
que dije antes, pero en verdad creo que nada bueno puede salir de un amor entre
dos personas tan diferentes. Mi madre, William Laurent, yo…tu abuela y Akira
Tanaka…tantas vidas perjudicadas con la excusa del amor.
-¿Nosotros…? – dijo
ella sin saber muy bien qué preguntar.
-Nosotros, quizás
hubiera sido mejor no conocernos.
-No es verdad. Ahora
puedo entender.
-No, Gaijin, no
entiendes. Mi reacción contigo esta noche fue imperdonable, pero sentí celos al verte con esos hombres y no pude
controlarme…- confesó y Anna lo miró asombrada por aquellas palabras. No había
esperado que él fuera tan directo ni tampoco que fueran celos la causa de lo
que había pasado entre ellos.
- Si fueron
celos…entonces…
-No puede ser. Esto
que está pasando entre nosotros, no puede seguir creciendo, no puedo dejar que
pase. También lo sabes. Tú y yo tenemos caminos y lugares diferentes. No quise
lastimarte ni quiero hacerlo en el futuro. Mañana tomaremos ese tren y
volveremos a ser los de siempre – dijo él.
-No puede decretarse
qué sentir, Takeshi.
-Te conté mi
historia para que entendieras. No voy a volver a perder el control.- sentenció.
-Ahora entiendo …-
susurró ella quedamente. Y era verdad, entendía el comportamiento de él,
entendía su desprecio hacia los extranjeros, entendía sus contradicciones. Pero
ahora también sabía que había otro
Takeshi además del circunspecto heredero de la familia Izumi, lo había visto
reír y bromear, era amable y encantador, había cuidado de ella incontables
veces.
Y ahora también
sabía que él sentía algo por ella, que no era la única que estaba
experimentando aquellos confusos sentimientos.
Tampoco ella quería que saliera lastimado, a través de su relato había
aprendido sobre sus heridas y miedos. Aún así no podía hacer caso omiso a lo
que él había confesado sentir.
-Te pido que me
perdones, una vez más, y que puedas descansar.- dijo y comenzó a alejarse.
Anna lo sujetó del
brazo.
-Takeshi…espera…- lo
llamó suplicante. Él no se giró pero le habló quedamente.
-Su nombre es Yukiko
Saitō, mi prometida, y para mi
abuelo fue una tarea difícil que sus padres aceptaran el casamiento conmigo. Su
familia tiene una tradición similar a la nuestra, y aunque no se hable de ello,
mi origen sigue siendo un secreto a voces. Sin embargo, nuestra influencia pesó
más y aceptaron. La boda será a comienzos del verano, todos están esperándola
ansiosos…- explicó y ella supo que estaba diciendo aquello tanto para evitar
que ella dijera algo irrevocable como
para detenerse a sí mismo. También ella pensó en Thomas y en sus padres. Lo
soltó.
-Buenas noches , Takeshi – dijo con la voz estrangulada y se
alejó.
La joven llegó a la habitación y se dejó caer en el suelo,
no tenía fuerzas para tenerse en pie.
Recordó las palabras
de Madame Fleury y cobraron un nuevo significado, ahora sabía cuán ciertas eran.
Si alguien le preguntara qué sentía por Takeshi Izumi,
habría contestado si dudar que lo amaba. Ahora estaba segura. Y dolía.
No había comentado antes, pero esta historia me parece bella!!
ResponderEliminarambos se debaten entre el deber y lo que sienten, esperando por el siguiente capitulo jeje
ohh no! como es que cada vez que comento aparece por dos jajaja
Eliminarohh no! como es que cada vez que comento aparece por dos jajaja
EliminarNo había comentado antes, pero esta historia me parece bella!!
ResponderEliminarambos se debaten entre el deber y lo que sienten, esperando por el siguiente capitulo jeje