martes, 18 de febrero de 2014

Noches En El Balcón 17

Su mente, luchaba con dos sentimientos contradictorios bajo la luz de la luna.

Uno, era el de salir del agua y no parar de caminar, hasta llegar a su casa. Para resguardarse en su dormitorio, y analizar aquel sentimiento fuerte de deseo, que había aflorado hacia Eric. Dado que para su asombro, no había pateado al chico en su clara intención. Si no más bien, se había encontrado ansiosa porque la llevara a término.


Y dos, meter la cabeza nuevamente bajo el agua, para enfriar así sus fuertes impulsos de moverse de forma disimulada en el agua, para acabar abrazando también a Eric.

Realmente, no sabía como explicar lo que su cuerpo sentía con el actual contacto que tenía él sobre su cuerpo.

¿Acaso se trataba simplemente de su despertar sexual? Dado que ya se hallaba en edad de ello.

Dejó de lado sus razonamientos, ante sus actos perturbadores, cuando la voz de su vecino la sacó de ahí.

-¿Estás bien Yola? –Apretó aún más la mano que tenía alrededor de su cintura, para acercarla a un palmo de él y observarla directamente.

¿Bien, bien? Imposible.

Lo raro, es que el agua de su alrededor no hirviera por la temperatura corporal que expedía su cuerpo en aquel instante, ante la vergüenza que sentía por volver a encontrarse bajo a escrutadora mirada de él, tras lo que había intentado segundos antes.

-¿No te di ningún golpe, verdad? –Volvió a preocuparse él.

-No –Hizo el enorme esfuerzo de encontrar su voz a pesar del bochorno, dándose también la orden de mover su cuerpo y poner así distancia entre ellos.

-¡Nos podíamos haber hecho daño, salvajes! –Volvió a reñir Eric a los otros dos, al tiempo que se alzaban y andaban hacia la orilla, con las ropas mojadas y arrugadas.

-No me seas tan remilgado –Rió Elisabeth, acercándose a él para guiñarle un ojo-. Dame las gracias por salvarte y punto –Susurró para que solo lo oyera él-.  Yola, se merece su primer beso sin público.

Eric, achicó por un momento los ojos soltando a la vez un pequeño gruñido, porque ellos se hubieran dado cuenta de su deseo.

-Pero eso sí –Soltó con una pequeña risa cantarina-, me debes dos vestidos, cuando vuelvas a salir de viaje.
-no pidas tanto y llévate a Yola a casa, antes de que pille un resfriado por tú culpa –Ordenó tajante pero con cierta displicencia.

Los dos miraron a la joven, que se hallaba con Ignasi escurriendo su vestido, mientras sonreía por alguna tontería soltada por parte del joven.

-Me gusta ella para ti –Confirmó Elisabeth, sin girarse a mirar al chico-. Hacéis muy buena pareja.

-No he pedido tú opinión –Suspiró Eric, desabrochándose la camisa, para poder escurrir el agua que ésta había absorbido-. Y además, creo que te estas adelantando a los acontecimientos.

-No te hagas el idiota conmigo –Reprochó la chica, dándole un golpe  con el puño en el lateral del brazo-. Y serás un idiota, si no intentas nada y lo dejas pasar.

-¿Y cuando piensas preocuparte por ti misma? –Inquirió éste con cierta sonrisa traviesa-. Creo que tú madre, va ha comenzar con un desfile de pretendientes, como no lleves a nadie del brazo.

Ante aquello, Elisabeth solo supo sacarle la lengua, ante el tanto que se había anotado con aquella señalización.

-Aún no encontré al hombre perfecto para mí –Rebufó con cierto enfado-. Soy joven y mí madre, no debería meter las narices en mi vida.

-¡Anda! –Le guiñó un ojo-. Eso mismo digo yo –Dijo con cierta ironía y dejando una sonrisa en sus labios, para comenzar a caminar hacia los otros dos.

-Sabes que entre tú y yo, es muy diferente Eric –Le devolvió el guiño de ojos-. Somos como dos hermanos que nos contamos todos los secretos.

-Ya claro –Soltó una risita sorda-. ¿Y cuando piensas hacer el paso a mi cuñada? Porque como dejes pasar más tiempo, alguna lagarta de la alta sociedad, atrapará a mi hermano –Chascó la lengua divertido, ante el sonrojo que apareció en el rostro de la joven.

-Ves como soy un tesoro para ti –Respondió ignorando la pregunta.

-Más bien eres mi eterna pesadilla –Soltó risueño, pero pendiente de su joven vecina ahora que se hallaban apenas a un metro de ellos. Observando como ésta se mostraba un tanto cohibida por hallarse él sin la parte de arriba.

Aquello, es lo que quería que viera Elisabeth. No era la primera vez que se quedaba con el torso al descubierto en presencia de la chica, y todas y cada una de las veces, el resultado era el mismo.

Vergüenza.

Completamente de acuerdo, en lo encantador que era aquello. Pues la joven, no resultaba ser una fresca como casi todas las jóvenes bellas que habían estado con él.

Pero también señalaba un dato muy importante, que para él tenía su peso en oro. Yola, era una joven adolescente con un gran sentido de la responsabilidad. Cierto. Pero en referencia al sexo, no tenía ni idea… Y no quería sentirse culpable en todo momento.

Ella, ahora tenía que entrar en el descubrimiento de los besos. Por describirlo de otra manera, podía decirse que apenas pisaba la primera base.

Y él, ya había recorrido todas.

Si comenzaba una relación con ella, no se creía capaz de mantenerla por mucho tiempo en un punto fresco de inocencia.

Se conocía muy bien. Cualquier día, iba a estar a solas con ella en su casa y con cualquier beso, él iba atacar con cierta profundidad reclamándole más a la joven. Consiguiendo con ello, sentirse frustrado al saber que le iban a poner el freno.


Y no quería hacerle ningún daño a su precioso demonio rojo. 


Por ello, creía que era mejor dejar pasar el tiempo sin él hacer nada. No como momentos antes, que se había visto atrapado por la belleza de la joven, bajo la embriagadora luz de la luna.

Había sido un estúpido.

Se suponía, que se había alejado por tres largas semanas, para intentar enfriar lo que su cuerpo y corazón le pedían.

Estropeándolo a los minutos de su llegada, cayendo en su embrujo. Realmente estaba acabado. Se avecinaban días complicados en su monótona existencia.

Iba ha tener que verse obligado a medir continuamente su comportamiento con Yola, pues tampoco se trataba de perderla. De alguna manera, su interés por él tenía que seguir vivo, las limitaciones solo se las fijaba para sí mismo.

Reconocía que había sido un idiota rematado momentos antes, dado que al mostrar  su deseo, creía haber despertado los sentimientos de Yola por él.

Ahora, solo faltaba averiguar si era algo pasajero o en serio.


Soltó una profunda exhalación, caminando hacia el chalet de su amigo para largarse de allí y poner inmediata distancia.


5 comentarios:

  1. MASSSSSSSSS!!! Bien me gusto el capi aunque ya quiero que deje tanta caballerosidad y la bese aunque me cae tan bien por sertan cosiderado, así que no sé no sé.
    Si sé que quiero historia de Elizabeth!! Te lo buscaste tú sola al mencionarlo!!!
    Besos mediana!!

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    Respuestas
    1. Vete Al Cuerno!!!!!! Yo no busqué Nada!!!!!!

      jajajajjaja

      Así que quieres que el nene, desflore a mi niña...... Nosé, nose...

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    2. oyeeeeeeee dije que la beseeeeeeeeeeeeeeeee, jajajaja y quiero más.....

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  2. Y de seguro, te adelantaste a leer el siguiente capi de Yola que se halla en borrador.

    jajajjaja

    Solo subí tres hojas, dejando el resto guardado para que no te adelantaras!!!!

    jajajajja

    Malandra guapa!!!!!

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  3. Yo quiero que la bese de una vez, pero tampoco a mas jijijiji, eso a su tiempo jajaja.
    Mucho besos a todas jiji

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