Capítulo 25
Dome sintió como
miles de punzadas de decepción le recorrían por completo. Pero era Sebastien… ¡Dios Santo! Él era así, lo había dejado en claro desde el
principio… pero ella… ya no quería un simulacro de relación… quería algo real…
más que pasión… quería amor.
- Tú sabías desde el inicio que… -empezó excusándose Sebastien retirándose
lentamente.
- Si, no hace falta que me lo recuerdes -exclamó fríamente- Pero… ya no es suficiente, Sebastien.
- ¿Qué quieres decir? -él la miró incrédulo.
- Necesito mucho más que esto… y tú has dejado
claro que contigo no puede ser…
- Pero te he dado todo, Doménica. ¿Qué te hace falta?
- No me has dado lo más importante Sebastien. Yo quiero…
-tu corazón, quería gritarle pero sabía que no serviría de nada. Él bromearía como siempre y haría que ella se
olvidara de todo- Tú estás tan aferrado
a tu libertad que el solo escuchar la palabra compromiso… huyes.
Había mucha verdad en
las palabras de Doménica. Sebastien
tenía que reconocerlo.
- Yo quiero un hombre que me entregue todo para
yo dárselo todo de igual manera… necesito alguien de verdad a mi lado… -Dome lo
miró seriamente- quiero una familia.
Sebastien casi se
atraganta al oír la sinceridad de Doménica.
Ella tenía razón, él jamás podría darle eso… ni a ella ni a ninguna
otra.
- Creí que compartíamos unos ideales parecidos,
Doménica. Yo no quiero compromisos y
menos hijos -él la miró fijamente- odiaría a la mujer que utilizara un hijo para
atraparme…
- ¿Qué quieres decir? -ella inquirió confusa.
- Lo han intentado antes, Doménica. Y no estoy dispuesto a…
- No es necesario, Sebastien. Yo no intentaría atraparte nunca. No me interesa retener a un hombre a mi lado
contra su voluntad…
- ¿Qué vamos a hacer?
- Lo lógico, Sebastien. Esto es un adiós -Dome contuvo unas lágrimas que pugnaban por
salir.
- ¿Estas completamente segura? Será definitivo… -advirtió.
- Yo sé lo que hago con mi vida. Es definitivo… no quiero volver a verte…
- Será como tú quieras, entonces -sentenció Sebastien con la mayor
tranquilidad del mundo… como si fuera una conversación de los más normal y eso
exasperó a Dome.
- Si, he desperdiciado tanto tiempo…
- No pienso igual, aunque… ahora sí que he
desperdiciado horas…
- Seguro, te perdiste de otra conquista
más -exclamó con desdén.
- Efectivamente, querida. Pero no lo haré otra vez. Adiós linda
-se dio vuelta dejándola sumida en una profunda tristeza… se acaba de ir al traste el sueño de
conquistar el corazón de Sebastien.
Pero, por lo menos tenía algo aún… la esperanza de haber cumplido su
sueño de ser madre.
Sebastien no volteó
ni una sola vez, para evitar la tentación de regresar a rogarle a Doménica que
reconsiderara su postura. Él se sentía
furioso… ella sabía que él no se comprometía… lo dijo desde un inicio. No era justo que intentara chantajearlo… tampoco la quería tanto a su lado -se mintió pero su corazón opinaba algo muy
distinto… de hecho su corazón ahora latía solo por una persona… solo por
Doménica.
Como si hubiera sido un pacto, se había cumplido lo dicho
al pie de la letra, no se habían vuelto a ver, hasta aquella noche en el
restaurante.
***
- ¿Cómo ha ido el
caso de la transnacional? -preguntó
Eduardo mientras daba otra mordida a su sándwich.
-
Perfectamente -evadió Dome- solo una cosilla…
- ¿Qué paso? -él preguntó curioso.
- Me reuní con el
presidente ejecutivo -él seguía sin
entender- Sebastien Lucerni…
- ¿El padre de
Alex? -exclamó abriendo mucho los ojos.
- Si, el mismo…
- ¡Qué tremenda
coincidencia! -dijo sarcásticamente y
algo molesto.
- Eso es lo que yo
pensé… en fin, Edu yo…
- ¿Han quedado en
algo? -preguntó directamente.
- ¿En algo? ¿A qué te refieres?
- ¿Estás pensando
volver con él y confesarle la verdad?
-confrontó.
- Claro que no,
Eduardo. Entre Sebastien y yo no existe
nada más que pasado… y mi Alex, pero eso
no tiene nada que ver. No es con
Sebastien con quien yo quiero estar…
- ¿Eso quiere
decir? -Eduardo estaba esperanzado- ¿Estas considerando mi propuesta, Dome?
Dome se sentía confundida. Sabía que con Sebastien no tenía ningún tipo
de futuro y Alex necesitaba un padre… un buen padre… quien mejor que Eduardo…
debía convencerse de que podía llegar a amarlo… sí podía.
- Si, Edu… pero yo
no quiero malentendidos. Mis
sentimientos no han cambiado. Te quiero
mucho pero…
- No me importa
Dome -él la tomó en brazos y la apretó
contra su pecho- Sé que llegarás a
amarme… estoy dispuesto a esperar… después de todo que son unos años más… -bromeó risueño.
- No quiero
esperar unos años, Edu.
- Entonces…
¿aceptas casarte conmigo? -preguntó él
ansioso y poniéndose de rodillas.
- Si, Edu. Acepto casarme contigo -confirmó Dome y lo abrazó.
***
Sebastien miró su reloj impaciente. Esa jovencita tardaba en venir… en realidad
apenas habían pasado dos minutos… pero es que ¡tenía cosas más importantes que
hacer!
- Hola Sebas ¿cómo
estás? -Rebecca le dio un beso fugaz en
los labios y se sentó- Que bonito lugar…
- Hola
Rebecca. Estoy muy bien y ¿tú? -él sonrió al ver lo hermosa que estaba la
chiquilla insistente.
- Encantada de
estar a tu lado. Eres todo un hombre,
Sebastien. Conquistaste a mi hermana y a
mi prima… están maravilladas…
- Gracias pero no
es para tanto… Siempre es un placer
estar en compañía de bellas mujeres
-comentó recordando a las otras dos preciosas mujeres de la cafetería.
- Eres un
caballero ¿cierto? -cambió de tema
Rebecca- por eso accediste a mi
sugerencia directa… ¿no te gusto ni un poquito?
- Me gustas mucho,
Rebecca… pero yo soy algo mayor para ti y…
- No es gran cosa…
¿cuántos tienes… 29, 30?
- Tengo 32 y ¿tú…
22, 23?
- Cumplí 23 el mes
pasado -sonrió ampliamente- no es tanta la diferencia… y eso es lo de
menos frente a un hombre como tú…
- Eres una joven
muy interesante, Rebecca…
- Pero no te
intereso… -completó decepcionada.
- Es algo
complicado… no quiero líos… -aclaró él y
pensó que se estaba volviendo loco… la
historia volvía a repetirse… una chica más joven que él… solo que esta mujer no
tenía nada de inocente…
- Te garantizo que
no los tendrás. Yo no quiero atarme a
una relación, Sebas… ¿es mucho pedir una oportunidad para demostrarte qué es lo
que quiero de ti?
Capítulo 26
- No habrá vuelta
atrás… y pase lo que pase… yo no me comprometo.
- Acepto las
condiciones, Sebas. Lo que tú
digas… -ella le sonrió provocativamente
y él se olvidó del restaurante y de todo… simplemente la besó devorando sus
labios con pasión.
***
- ¿Cómo que estás embarazada? -Melina exclamó a punto de desmayarse con la
noticia- ¿Cómo es posible? ¿Quién es el padre?
- Eso no interesa ya -contestó automáticamente Dome- Dentro de unos meses serás tía…
- Increíble… ¿es de Eduardo? -preguntó aún en shock- no lo creo, ya te habrías casado… ¿lo saben tus padres?
- Aún no… pero pronto lo sabrán. No es algo que se pueda ocultar…
- Me has dejado completamente anonadada… pero…
eso significa que no conoceré al que ha logrado la hazaña ¿verdad?
- Se dice el milagro pero no el santo -contestó Dome bromista- ¿serás la madrina cierto?
- Eso ni tienes que decirlo. ¡Qué emoción!
Vamos de compras…
- Pero tú odias ir de compras -río Dome mirando a Melina.
- No cuando se trata de mi sobrino… o sobrina.
***
Dome entró en el restaurante acompañada de Eduardo y
Alex. Habían ido a celebrar el
compromiso entre ellos. Una vez
sentados, ordenaron y empezaron a charlar.
Alex tenía mucho que contar… les narró varias aventuras a Eduardo y a
Dome.
- Eres un niño muy
inteligente, Alex -dijo Eduardo
tocándole tiernamente la cabeza- Y te
pareces mucho a tu madre… que es preciosa.
Alex sonrió y tomó la mano de Dome. Inocentemente preguntó:
- Mamá… ¿tú
quieres a tío Edu?
- Si cariño… lo
quiero mucho.
- ¿Eso quiere
decir que él será mi papá? -dijo ansioso
y Dome se quedó callada… ¡que condenada suerte!
El padre de Alex estaba en el mismo restaurante… con la mujer de la
cafetería… en pleno beso.
- Quiero irme,
Edu -espetó Dome sin pensar.
- ¿Por qué? ¿Qué ha sucedido? -Eduardo estaba confundido.
- Nada… te lo
explico luego. Voy al tocador un
segundo… ¿puedes llevar a Alex contigo?
-pidió rápidamente y esperó que él asintiera para irse de la mesa.
- Bueno Alex, ni
modo. Tu mami se ha puesto mal y debemos
ir a casa…
- ¿Ya no vamos a
comer? -inquirió Alex decepcionado.
- Si quieres
podemos pedir pizza cuando lleguemos a casa…
- Siiiiii -contestó emocionado y se dejó llevar por él.
Dome se empapó el rostro con gotitas de agua. Sentía intensas nauseas… todo por culpa del
espectáculo de Sebastien con esa… esa mujer…
¡Cuánto lo odiaba! No había
cambiado nada… seguía siendo el mismo conquistador… definitivamente haberlo
excluido de su vida y de la vida de Alex era lo mejor que pudo haber hecho.
Se escabulló rápidamente a la salida. Quería evitar que él notara su
presencia. Lo logró… Sebastien estaba
demasiado entretenido como para enterarse de lo que sucedía a su alrededor.
***
Sebastien se dirigía a su departamento. Se sentía con mucha energía… había pasado una
noche estupenda a lado de Rebecca… era toda una mujer. Besar esa boca había sido… ¡increíble! -pensó sonriendo- hace tiempo que no se sentía tan animado. Y cuando se detuvo… notó algo muy curioso… no estaba frente a su
hogar… sino frente al departamento de Doménica.
Dome se sentía muy tensa aún. No quería analizar las causas ni asociar su
malhumor a una situación en particular.
Acompañó a Eduardo hasta la puerta de calle y se despidieron con un beso
en la boca. Él le deseó buenas noches…
ella ni siquiera lo notó.
Sebastien miraba toda la escena desde su auto. Apretaba inconscientemente el volante hasta
que sus nudillos se pusieron blancos.
Así que esa relación iba enserio…
¡Demonios! -sin notarlo ya estaba
encaminándose velozmente hacia el lugar en el que estaba Doménica.
- ¿Qué haces tú
aquí? -preguntó Dome fríamente.
- ¿Qué hacía el
imbécil contigo? -rebatió Sebastien en
idéntico tono.
- Ningún imbécil…
es mi prometido, no te olvides.
- ¡Diablos, que no
lo olvido! -Sebastien se mesó los
cabellos- ¿De verdad lo quieres a él?
- ¿A quién más
querría? ¿A ti? -soltó sarcástica.
- No -confirmó concisamente- No lo sé… él no es para ti, Dome…
- ¿Y, según tú,
quién si es para mí?
- Necesitas un
hombre distinto… alguien como…
- ¿Tú? -ella se río-
¿alguien que no se compromete, que ama la libertad y que es infiel con
la primera mujer que se le cruza en el camino?
- Yo jamás he sido
infiel -contestó serio.
- Considerando que
tú has dicho que nunca has tenido una relación… eso es muy posible. A tus conquistas también les eres infiel
cuando estás con otra mujer… sin
importar que no sean tus “novias”.
- Habla claro,
Doménica.
- Te vi hoy… en el
restaurante con tu nueva conquista…
- ¿Con
Rebecca? -él preguntó extrañado.
- No sé su nombre…
pero con quien te besabas como si se te fuera la vida
- Ella es… Rebecca es…
- No me
interesa. Sé que tienen historia -dijo haciendo alusión a lo que vio en la
cafetería- pero no es mi problema. Tú eres libre y puedes hacer lo que te venga en gana con quien lo desees…
- ¿Estás celosa? Pero si estás a punto de casarte…
- No estoy
celosa. No soy yo quien ha ido a tu casa
¿o sí?
- No sé porque
vine acá. Yo…
- ¿Qué tienes que
decir? Dilo rápido -interrumpió Doménica.
- No lo sé… Dome,
tú eres… -él intentó tocar su rostro y
ella se apartó.
- ¿Nada? Entonces vete Sebastien. No quiero volver a verte por aquí -espetó firmemente Dome- no tienes nada para ti aquí… solo vete.
- Está bien,
Doménica. No quería que acabáramos así
pero si tanto te molesta mi presencia… te dejo con tu amado prometido -dijo en tono gélido- Cuídate y ya que no deseas verme más… los
asuntos de la transnacional los tratarás con mi subalterno -culminó y se retiró sin más.
Dome se quedó parada mirando como el auto de Sebastien se
perdía entre la oscuridad de la noche… y sin poder evitarlo más, se echo a
llorar… ahí se iba su verdadero amado.
Capítulo 27
**10 meses después**
Una fiesta de Danna y Leonardo iba a tener lugar en la
bella Italia y Dome había sido invitada con Eduardo y Alex. Esta vez ella había decidido asistir. Pero se sentía tan nerviosa. Los acontecimientos que se debían desarrollar
no eran para menos. Había decidido
revelar su secreto más preciado ese día…
- Si no lo haces, nunca podrás ser feliz… -había dicho Eduardo- el pasado seguirá ahí…
- Lo haré Edu… por tu bien, el de Alex y el mío
propio… -prometió.
Pero ahora ya no estaba
tan segura… Las dudas le asaltaban… ¿Qué
tal si Sebastien la odiaba aún más? ¿O
lo que era peor… si odiaba a Alex?
-sería extremadamente doloroso… no lo soportaría y no quería que su niño
saliera lastimado de toda esta situación.
Era su culpa… solo había sido su decisión, por lo tanto, era ella quien
debía pagar las consecuencias… nadie más.
Terminó de vestir a
Alex. Estaba tan guapo… cada día se
parecía más a su padre y eso le partía el corazón… aunque no le quedaba claro
por qué exactamente. Bueno -se dijo tomando aire- era hora de enfrentar la verdad.
Agarró la mano de Alex
con firmeza y le sonrió acomodando un mechón rebelde de su rubia cabellera
legado de ella misma. En ese momento
apareció Eduardo, muy atractivo y vestido impecablemente. Se dirigieron una mirada bastante
significativa y él rozó sus labios con ternura y brevemente. Caminaron por el pasillo y descendieron las
escaleras… miraron el salón, rebosante de personas familiares y otras no tanto…
finalmente, llegaba el momento de enfrentar a la sociedad italiana y a uno de
sus referentes más respetados… Sebastien
Lucerni.
Danna estaba emocionada
recibiendo a sus invitados y ansiosa por localizar a Doménica. Le había advertido que lo mejor era que
primero sostuviera una conversación con Sebastien, antes de presentarle a su
pequeño hijo. Pero, Dome quería hacer
las cosas a su manera… si así lo creía mejor… pero ella estaba convencida de
que no resultaría bien. Finalmente miró
su rubia cabellera, venía acompañada de su prometido Eduardo y su pequeño Alex.
Leonardo mantenía una
animada conversación con Sebastien y su novia Rebecca. Pero se tensó casi imperceptiblemente cuando
vio a Doménica avanzar hacia su esposa Danna.
¿Qué planeaba esa mujer? Él no
era tonto… y veía todo muy bien. Entre
Doménica y Sebastien había existido algo… y si no eran suficientes sus
elocuentes miradas… bastaba darle un vistazo al niño rubio, hijo de ella, para
saber que ellos habían sido mucho más que amigos… Pero, él no iba a entrometerse en esos
asuntos, que se arreglaran ahí… mas, si había algo que le molestaba, era que
aparentemente, Sebastien ignoraba el “pequeño asunto” que tenía pendiente y lo
unía a esa mujer.
- ¿Te pasa algo Leonardo? -preguntó Rebecca tocando su brazo- parece que te has ido de este planeta…
- De esta galaxia dirás querida… -bromeó Sebastien- si sigues su mirada, te darás cuenta que
capturaba tan bien su atención…
Y afortunadamente era
así… Leonardo, sin planearlo siquiera, había estado completamente absorto en
sus pensamientos… pero mirando a una sola persona… a su amada Danna.
- Eres tan romántico… -suspiró teatralmente Rebecca- deberías
aprender de él mi amor… -exclamó
dirigiéndose a Sebastien.
- Querida… yo le enseñé todo lo que sabe… -espetó irónico.
- Niño… cuando tú ibas… yo venía de vuelta, dos
veces… -se burló Leonardo, distrayendo
eficazmente la atención de Sebastien, que no se percató de la llegada de Doménica.
***
- Dome… sabes que me alegro de que estés aquí
pero… -empezó Danna.
- Danna, yo no voy a armar ningún escándalo ni
nada parecido… -dijo Dome suavemente-
solo que no sé cómo hacerlo. Tengo tanto
miedo…
- Es natural linda. Pero déjame decirte algo… es mejor que tú se
lo digas, antes que otra persona se te adelante… -Danna le tocó el brazo ligeramente- mírame…
es la verdad. No estamos ciegos, Dome. Y ellos…
-dijo señalando a sus invitados- se conocen demasiado bien. Reconocen los selectos miembros de cada
familia… y muchos han convivido con Sebastien desde que era un bebé. Tenlo en cuenta, por favor.
- Si, lo sé… -Dome se puso sombría y
pensativa- Danna, ¿crees que podrías
hacerme un favor?
- Claro Dome.
Tú solo dime…
- ¿Puedes conducir a Sebastien a los jardines
más alejados? Sólo, por favor… -le pidió
en tono suplicante.
- Dalo por hecho. Haces bien mi niña… -dijo sonriéndole con gran cariño y se retiró
dejando que planeara sola su siguiente movimiento… tal vez el más importante de
toda la noche.
***
- ¡Qué gusto verte Danna! -Sebastien besó su mejilla- Estas muy guapa.
- Gracias adulador… -ella le dedicó una sonrisa- tú tampoco te quedas atrás…
- Cuidado te escucha el celoso de tu
marido… -se burló Sebastien- Había olvidado
totalmente que seguías aquí… -se rió él
mirando de reojo a Leonardo.
- Muy gracioso…
-le riñó Leonardo y recordó a Rebecca- por cierto cariño, ¿recuerdas a
Rebecca?
- Si, ¿cómo te encuentras Rebecca? -inquirió Danna con su tono más diplomático- ¿Estas a gusto en la fiesta?
- Un gusto… Danna ¿cierto? -vaciló a propósito- Y no podría encontrarme
más feliz… en la compañía de semejantes ejemplares de masculinidad… -se refirió con coquetería y mirándolos con
detenimiento.
- Muy cierto…
-respondió Danna esbozando una ligera sonrisa- pero temo que debo alejarte de uno de ellos
por un instante…
- Si… no hay problema… -ella miró significativamente hacia Leonardo.
- Si es así…
Sebastien ¿podemos dar un paseo?
-Danna sonrió con inocencia y la sonrisa de Rebecca se congeló en su
rostro.
- Claro… si no hay ningún problema… -contestó sorprendido Sebastien y dirigió su
mirada a Leonardo, el mismo que miraba a Danna con expresión indescifrable.
- Por mí no te detengas, Sebastien. Está bien…
-pronunció fríamente.
- Ya Sebastien, vamos -apuró Danna al ver la duda en sus ojos- Leonardo
cuidará muy bien de Rebecca ¿verdad amor?
-pronunció dirigiéndole una mirada cargada de advertencia y cariño a
Leonardo.
- Por supuesto.
¿Bailamos Rebecca? -sonrió
Leonardo encantador y ella aceptó tomando su mano.
Danna tuvo que tragarse
todos los celos que le producía ver a Leonardo en brazos de otra… y más de esa
Rebecca. Pero confiaba en su amor y
estaba segura que no había nada que temer.
Solo esperaba que él hubiera entendido por qué debía mantener lejos a la
chica.
- Danna… ¿podrías explicarme de que se trata
todo esto? -Sebastien la miró
interrogante- ¿Un paseo conmigo? No estarás planeando seducirme ¿verdad?
-bromeó riendo ante la expresión de Danna.
- Hummm… más bien pensaba que tú me seduzcas a
mí… -sonrió siguiéndole el juego. Y luego los dos estallaron en risas.
- Ya guapa… dime… ¿qué sucede?
- Sebastien necesito que vengas conmigo hasta
el jardín más lejano…
Eso le trajo memorias
instantáneas… eso solo podía venir de una persona…
- ¿Qué quiere, Danna? -él inquirió suspicaz.
- Ven… deben hablar. Confía en mí…
-aunque él no estaba del todo convencido la siguió… después de todo, si
Doménica quería hablar debía ser algo sumamente importante para llevar a que lo
buscara.
***
- Vamos a jugar Alex… -le tomó Dome por los hombros mientras seguía
en cuclillas- a las escondidas… -dijo iluminando instantáneamente los ojos
del pequeño- Ya… pero esta vez… cuando
yo pronuncie tu nombre… tú vendrás… ¿entendido?
- Si, mami… pero ¿qué hago para no aburrirme?
- Fácil cariño… ahí hay muchas piedrecitas de
colores que puedes tomar…
- Bien…
-él sonrió y empezó a recoger con sumo cuidado varias pequeñas piedras
que adornaban buena parte de ese jardín… lateral al lugar en el que vería a
Sebastien. Aún no estaba segura de que
fuera buena idea dejarlo ahí… solo. Pero
Eduardo había prometido estar cerca… pero solo lo necesario para asegurarse de
que Alex estaba bien.
- Bueno, Alex… ahora debo irme. Promete ir en cuanto te llame ¿sí?
- Si mamá…
-pronunció suavemente absorto en la belleza del jardín.
- Ese es mi niño… -murmuró tocando su cabello y con mucho
esfuerzo se alejó de él.
***
- Bien Sebastien… creo que ya conoces el
camino… -pronunció Danna dejándolo en la
entrada del hermoso y lejano jardín.
- Nos vemos linda… -sonrió devastadoramente Sebastien.
- Una última cosa… -señaló ella mirándolo una vez más- escucha atentamente… sin apresurarte a
juzgar…
- ¿Cómo?
-Sebastien la miró interrogante.
- Solo hazlo guapo… -sonrió Danna enigmática y
se alejó.
- Bueno… si no hay de otra… enfrentemos a mi
“querida” Dome… -pronunció sarcástico
para sí, Sebastien.
Recorrió los caminos más
que familiares de aquel lugar… ¡Cuantos recuerdos! Ahí había pasado muchos momentos bellos y
también una de las peores peleas que recordaba haber tenido con una mujer…
- Doménica… -pronunció tan lentamente y casi
expulsando el aire con dificultad.
Estaba preciosa… más que eso… estaba absolutamente arrebatadora con ese
vestido azul que contrastaba exquisitamente con su piel y resaltaba sus ojos
dorados… que se inquietaron con su presencia.
- Sebastien…
-susurró en el mismo instante en que enfrentaba su mirada azul… ¡Dios!
¿Cuántas veces había soñado con esos ojos?
Incontables… sin duda. Había sido
tan difícil sacarlo de su vida… ¿cómo iba a enfrentarlo ahora?- Yo… necesito hablar contigo.
- Naturalmente.
Pero ¿cuál es el misterio? ¿por qué en este lugar precisamente? -él la miró indiferente.
- Porque… yo… no lo sé, Sebastien –claudicó
Dome con la intención de alargar la plática el mayor tiempo posible- Simplemente, porque está lejos de la mansión
y nadie viene por aquí… al menos no tan temprano.
- Si, eso es seguro. Es más… creo que nadie pisa estos jardines...
–concedió- pero… aún no entiendo cual es el tema a tratar.
- Bueno yo…
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