viernes, 14 de febrero de 2014

La elección 22 - Final-



Ambos se despertaron por los golpes en la puerta, abrieron los ojos al mismo tiempo  y se miraron avergonzados. Seguían abrazados, aún desnudos y era la primera vez que despertaban juntos en aquella situación.
Cian maldijo para sus adentros el haber pedido que los despertaran para poder viajar temprano.

-Llaman..-musitó Azize sonrojada mientras se apartaba de él y se cubría
-Sí, es hora de irnos..-casi gruñó él. Se levantó de prisa, se vistió sin mirarla y se fue a abrir la puerta para decirle a su gente que esperaran un rato. Luego volvió para decirle que iría a revisar todo así que ella podía  prepararse tranquila.
-Oh cielos…-musitó ella apenas él salió. La noche anterior había sido increíble, pero ahora parecía sólo producto de un sueño. Tomó una profunda bocanada de aire y se levantó, la prioridad era regresar a su hogar, y una vez allí hablaría con Cian.
“Todo estará bien”, se dijo a sí misma

Una hora después, Cian regresó a buscarla y ambos se dirigieron a despedirse de los anfitriones para luego iniciar el viaje de regreso. Mucha gente los acompañaba, así que no pudieron hablar a solas. Él volvió a cabalgar a su lado mientras ella viajaba en el carruaje.
Azize iba absorta en sus pensamientos, sabía que necesitaban hablar, sin embargo ella no podía confesarle lo que sentía por él, quería resguardar un poco su orgullo, aunque después de lo sucedido quería creer que podría llegar a quererla.
Se preocupaba por ella y no sólo como su custodio, sino a un nivel mucho más personal como cuando le había dado su regalo de cumpleaños, y además había demostrado que la deseaba como mujer.
No sabía cómo pero estaba decidida a encontrar un camino hacia el corazón de él, por eso tenía miedo de que se alejaran como la vez anterior, no podía permitir que volviera a haber distancia entre ellos, pero para eso debían tener una buena charla. No le quedaba más remedio que esperar volver a palacio.
La primera noche que hicieron campamento para descansar, Cian se quedó con los soldados y la poca esperanza que la princesa tenía se desvaneció.
Era evidente que él pensaba evitarla, a la mañana siguiente bajó la ventanilla del carruaje para viajar.
Los cuatro primeros días de viaje fueron igual, y la joven princesa empezó a preguntarse si todo había sido un sueño.

Cian no sabía qué hacer con Azize, podía ir al campo de batalla sin la mínima duda pero cuando se trataba de ella todo era incertidumbre.
Después de la noche juntos se había prometido no dejarla ir, pero a la luz del día, era algo mucho más difícil de hacer Jamás había pensado que pudiera arrepentirse de abandonar aquel nefasto reino pero tal vez de permanecer allí no existiría la distancia que había ahora entre ellos.
-Comandante…-dijo uno de los hombres de la guardia sacándolo de su ensimismamiento.
-¿Qué sucede?
-Han pasado dos horas y nuestro explorador no ha regresado- le dijo el hombre y él se enfadó.
-¡¿Cómo no me dijeron nada antes?!
-No pensamos que fuera grave…. –  se excusó y Cian se dio cuenta que sólo era su culpa, iba tan preocupado por su relación con Azize que había descuidado su deber de protegerla.
Lamentó que Deq se hubiese quedado en palacio cuidando al rey, él no le habría permitido tal distracción.
-Estén alertas ante un posible ataque y cierren filas alrededor de los carruajes – ordenó y fue a ponerse junto al carruaje principal que transportaba a Azize. Golpeó la ventanilla con insistencia hasta que ella abrió.
-¿Qué sucede?- preguntó con frialdad.
-Nuestro explorador no volvió y eso es una señal de alarma, si sucede algo recuerda lo que te enseñé y haz todo lo que yo te diga, entendido? – preguntó él con seriedad y la joven se dio cuenta que llevaba la espada desenvainada, como si se estuviera preparándose para un ataque.
-Ten cuidado…-dijo ella cambiando el tono de voz.
Lamentable no pasó mucho tiempo hasta que el miedo de Cian se hiciera realidad, recorrieron unos cien metros más y de pronto un grupo de hombres armados les cortó el camino  y no tardaron mucho en llegar hasta ellos.
Eran bastantes y retroceder era inútil, además estaban flanqueados por árboles, era un lugar difícil para combatir. Lo único que quedaba era repeler el ataque y vencerlos o no tendrían manera de huir. Además Cian no estaba seguro de cuáles eran los motivos, no sabía si sólo pretendían asaltarlos o era una trampa para matarlos, la forma en que iban armados, lo inclinaba hacia la última opción.
-Cian…- llamó Azize asomándose y él la urgió a que permaneciera en el carruaje, inmediatamente se desató el combate.
 Durante un tiempo pudieron contenerlos pero era bastante difícil y Cian temió no poder vencerlos, le preocupaba la seguridad de su esposa, así que ordenó a un grupo selecto de sus hombres que la sacaran de allí.
-No voy  irme – discutió ella cuando le dijo que saliera del carruaje.
-Necesito que vayas con ellos hasta el bosque y quedes a resguardo, así aunque avancen no llegaran hasta ti, puede demorar pero me encargaré que todo se resuelva bien. – dijo mientras la hacía salir.
-No quiero dejarte…- protestó ella y él llamó a los hombres.
-Llévensela y manténgala a salvo hasta que vaya yo – dijo él a pesar de la resistencia de la joven- ¡Ahora! – ordenó imperiosamente y uno de los soldados la agarró de un brazo y se la llevó mientras los demás los rodeaban como escudo.
Era lo mejor se dijo a sí mismo, necesitaba alejarla del campo de batalla para poder luchar tranquilo, sin temor por ella, porque iba a asegurarse que estuviera a salvo, costase lo que costase.

Azize no quería marcharse de allí y dejar a Cian, sin siquiera saber lo que sucedería, sin la oportunidad de decirle que lo amaba.
A lo lejos dejó de verlo, estaban rodeándolo .Se detuvo pero volvieron a tirar de ella para que siguiera avanzando.
-Su Majestad… debemos seguir- dijo su guardián agarrándole el brazo para hacer que caminara.
Ella ni lo pensó, antes de darse cuenta aplicó la maniobra de defensa que Cian le había enseñado y se escabulló del agarre de sus custodios.
Aquello era caótico, pero ella necesitaba ver a Cian, si iban a morir quería estar a su lado.
Cuando lo vio , él estaba acaba de vencer a un hombre y estaba luchando con otro, pero no era consciente que un tercero se le acercaba por detrás. Sin pensarlo, corrió hacia ellos.
Acababa de darle una estocada a su enemigo cuando la presintió antes de escucharla gritar su nombre.
Se giró  justo a tiempo para ver como ella se interponía entre él y el hombre que iba a atacarlo por la espalda, se movió con rapidez para quitarla de en medio y clavar la espada en el vientre de su enemigo.
-¡Azize!- gritó  sosteniéndola contra sí.
-¿Estás bien? – preguntó ella
-¡¡ESTÁS LOCA!! – gritó y entonces se dio cuenta de que la mano con que la sostenía estaba húmeda y pegajosa. Ella estaba sangrando.
Cian sintió que le mundo dejaba de girar.
Afortunadamente el combate estaba casi acabado y ellos iban ganando, además los hombres que se la habían llevado llegaron para darle apoyo , así que la levantó en brazos para sacarla de allí.
Se apartó un poco del camino, y la depositó en el suelo mientras un par de hombres los resguardaban
-Azize…- la llamó preocupado.
- Estoy bien…- dijo ella aunque estaba pálida y su vestido manchado. Sin mucha ceremonia, él rasgó el vestido a la altura de su cintura.
- Tienes un corte – dijo  mientras intentaba limpiar un poco la herida para ver la profundidad.
-No me duele…- dijo ella pero su voz temblaba.
-Gracias al cielo, es un corte sin mucha profundidad- evaluó y  justo en ese momento vinieron a avisarle que la lucha había acabado, los atacantes que habían sobrevivido estaban escapando.
-¡Vayan tras ellos! Quiero saber quien hizo esto …- ordenó él y sus hombres  asintieron. Las asistentes de la princesa también aprovecharon la tregua para acercarse a ellos.
- Traigan algo para limpiar la herida y alguna prenda que pueda servirme para vendar – les ordenó él.
-Cian…estoy bien- musitó Azize
- Pudiste morir…le dijo  y entonces ella vio que él también estaba herido.
-También estás lastimado – le dijo mirando que tenía un corte en el costado como ella. Él había girado quitándolos a los dos del medio pero la espada los había rozado cortándolos a ambos, afortunadamente eran cortes superficiales.
-No te preocupes por mí, no es el momento…te dije que te fueras con los guardias.- dijo él mientras la vendaba con la tela que le habían traído. Las asistentes habían tenido la discreción de dejarlos solos, igual que los guardias que se habían alejado  bastante aunque mantenían un cerco protector de hombres armados a su alrededor
-Me dijiste que en caso de peligro te buscara…- discutió ella
-Te dije que la primera regla era que te alejaras del peligro. ¿En qué estabas pensando?
-En protegerte…- dijo ella.
-¿Protegerme? Casi me muero al verte allí, ni siquiera podía pensar con claridad…se supone que sea yo que te proteja.
-No quería que murieras…- dijo ella al tiempo que él terminaba de vendarla y anudaba la tela para que presionara lo suficiente para detener el sangrado.
-¿Y yo? ¿Qué crees que habría hecho si algo te pasaba? Si no podía protegerte…- - la reprendió.
-¿Y crees que yo podría verte morir sin hacer nada? – preguntó ella alterada.
-Tú tienes que vivir…- dijo él
-¿Por qué? ¿Porque soy la princesa del reino? ¡¿Por eso tengo que ver morir delante de mí a la persona que amo…?! – gritó ella y entonces los dos se percataron de lo que acababa de decir y se miraron.
-¿Dijiste que me amas…a mí? – preguntó Cian.
- Sí, así que voy a tratar de evitar que te pase algo porque ni siquiera es algo que haga conscientemente – dijo ella avergonzada , ya era tarde para negar la verdad y estaba cansada, asustada y herida.
-Pero amas a otro…- dijo él y la princesa lo miró confundida.
-¿De qué hablas?
-A tus primas,  les dijiste que amabas a alguien…yo lo escuché.
-A ti, te amaba a ti entonces y lo hago ahora – dijo ella sorprendida de que él hubiese escuchado aquella conversación y la malinterpretara.
-¡Maldición! – protestó él  y Azize sintió como si volvieran a cortarla con la espada.
-No pido que sientas lo mismo…- musitó pero antes que terminara de hablar, él la besó.
-Te amo, Azize, desde hace mucho tiempo, años…- le dijo mientras le sostenía la cara después de besarla. A ella se le llenaron los ojos de lágrimas.
-¿Entonces por qué…? – preguntó ella refiriéndose a lo complicado que había sido todo desde su matrimonio.
-Te amaba desde lejos princesa, soy un soldado, jamás pensé que fuera a tenerte, ni siquiera soñaba con ello. Me bastaba cuidar de ti, algún día te casarías y, probablemente te irías lejos, incluso estaba dispuesto a pedir seguir siendo tu guardián personal.
-No entiendo, ¿por qué cuando nos casamos me rechazaste? – preguntó confundida por esas confesiones.
-Te dije que pensaba que amabas a alguien más, sabía que el nuestro era un matrimonio arreglado por tu padre y no quería imponerte mis sentimientos o mi presencia. Imaginaba que era difícil para ti estar casada con un hombre que no querías y no deseaba que me odiaras.
-Creí...que no me querías, que te habían obligado a casarte conmigo.- dijo ella recordando lo que le había dolido no tener su amor sino su obediencia.
-No estaba seguro de casarme contigo, dudé porque eras muy joven, no me querías y merecías a alguien mejor, pero jamás hubiera hecho algo que no deseaba. Habría elegido el exilio en lugar de casarme por obligación, al final fui egoísta, si me daban la oportunidad de tenerte, decidí tomarla. Fue mi elección, Azize, tú eres la mujer que amo.
-También fue mi elección, porque te amaba…- le dijo ella y Cian volvió a besarla para confirmar lo que le había dicho. No era el mejor lugar , estaban en medio de un campo de batalla, apenas habían sobrevivido al peligro y el resto del camino a su casa sería complicado, sin embargo nada parecía tan grave después de la confesión. Se amaban mutuamente, eso era lo más importante.
-Tenemos mucho que hablar, pero no aquí, no ahora. Debemos salir de este lugar- dijo él volviendo a la realidad y ella asintió.
-Tu herida…- le recordó y él tomó un trozo de tela sobrante y se vendó.
-Con eso bastará. Tú, ¿estás bien? ¿Podrás seguir viaje? – preguntó mientras la acompañaba hacia el carruaje. Durante su charla, un grupo de hombres había limpiado el camino y estaba listo para seguir.
-Sí, vamos a casa, Cian. Por favor- pidió ella y él asintió.
- No puedo creer que hayamos sido tan  ciegos…- dijo de pronto mientras reflexionaba sobre lo sucedido.
-Todo podría haber sido tan diferente…- dijo ella pensando  todo lo que habían perdido por miedo. Las veces que se habían herido o las distancias que nunca debieron existir.
-Lo será, desde ahora será muy diferente – prometió él, mientras la ayudaba a subir al carruaje nuevamente.
-Cian…- lo llamó desde la ventanilla y él se acercó
-¿Pasa algo?
-Sí, la próxima vez…si vas a espiar mis conversaciones, hazlo hasta el final, nos habría ahorrado muchos problemas – dijo ella y a pesar de las circunstancias, él rió.


Cuatro meses después….

Cian corría por los pasillos, pero sin importar lo rápido que iba no parecía ser suficiente.
Veneno, jamás había pensado en esa posibilidad y ahora podía perderla para siempre.  Él estaba en una reunión con las tropas reales cuando le habían avisado que Azize se había descompuesto después de almorzar, que no paraba de vomitar y se la veía mal. Había salido corriendo para llegar hasta ella.
No podía ser, en los últimos meses después de aquel aciago ataque se había encargado de reforzar la seguridad, habían comprobado que el ataque había sido ordenado por  alguien relacionado a la redada de la Casa de las Flores y él se había  encargado de encerrar a cada uno de los responsables.
Había hecho todo lo posible por  protegerla y aprovechando su nueva relación, no había pasado una noche sin que la cobijara entre sus brazos y despertara a su lado.
Pero justo ese día había estado lejos de ella y habían aprovechado ese fugaz descuido, no había pensado en que alguien intentara envenenarla, menos con comida. Confiaba plenamente en la gente que trabajaba en las cocinas de palacio. Había sido un gran  error.
No podía perderla, no sabría vivir sin la mujer que amaba. Habían sido días tan felices, Azize sonreía con frecuencia y cuando se agobiaba con sus deberes reales, él buscaba una manera de hacerla feliz. Una escapada a los bosques, un paseo de incógnito por la ciudad, nadar en el lago o simplemente besarla hasta que olvidara toda preocupación.
Y él había sido sumamente feliz a su lado, ahora que ambos estaban seguros sobre los sentimientos del otro, ella había bajado la guardia y era absolutamente encantadora.
La amaba, la amaba con todo su ser, era imposible que tanto amor se perdiera.
Imaginaba que estaba asustada, sin él a su lado, había prometido que nunca la dejaría.
El tiempo parecía haber cambiado su curso, porque llegar hasta las habitaciones que ahora compartían había parecido una eternidad. Había guardias en la puerta que le dieron paso al verlo llegar.
Irrumpió en la habitación y la vio pálida en la cama, con el médico a su lado.
-¿Ya le dio el antídoto? – preguntó entrando y el hombre lo miró.
-¿Antídoto?  No hay ninguno…-
-De qué habla…- dijo con su actitud de entrar en batalla.
-Déjenos a solas…quiero hablar con él…- dijo Azize con un hilo de voz y el hombre hizo una reverencia y se dirigió a la salida.
-¿Dónde va? – lo detuvo pero ella lo llamó a su lado y tuvo que soltar al hombre.
-Cian…- dijo suavemente y fue hasta ella, su rostro estaba demudado pro la preocupación.
-No importa qué sea, encontraré el antídoto al veneno, diga lo que diga ese hombre. voy a salvarte….- dijo con la voz estrangulada y ella aprovechó esa pausa para hablar.
-Cian, no me envenenaron, estoy embarazada…
-Es que …- continuó él antes de registrar lo que le decía- ¿Embarazada? –
-Sí, tendremos un hijo. Por eso la descompostura.
-¿Un hijo? ¿Seremos padres? ¿Estás bien…?
-Excepto porque mi marido jamás dejará de ser un guerrero y sólo él puede llegar a la conclusión de que por descomponerme he sido envenenada. Y por el hecho de que me temo que estaré pasando por estas nauseas durante un tiempo, estoy bien y feliz…
-Un hijo…tendremos un hijo- reptió mientras se sentaba a su lado y le sostenía la mano.
-Comandante, ¿no se le ocurrió que podría suceder? – preguntó divertida por su reacción. Se sentía plenamente feliz a pesar del malestar. Y amaba a aquel hombre más de lo que era posible.
-Bueno..- dijo algo avergonzado – no se me ocurrió, quiero decir quizás el rey, los ministros y más de medio reino estén pendientes de la llegada de un heredero, yo sólo podía pensar en ti…- se justificó y ella entendió a qué se refería. Era un hijo amado, y deseado pero no lo habían buscado. Después de confesarse los sentimientos habían disfrutado su amor, solo habían pensado en ellos, en estar juntos, en quererse. Habían olvidado los roles y los deberes, habían sido sólo Azize y Cian que estaban enamorados.
-El heredero está en camino – dijo ella.
-No, nuestro hijo está en camino, mi amor- dijo él y la besó. Los interrumpieron los gritos del rey que avanzaba por el pasillo.
“¡Dónde está mi hija! ¡Quiero al culpable de esto!” vociferaba mientras avanzaba
 Azize, aún conmovida miró a su esposo.
-También él cree que me envenenaron…- suspiró agobiada por las conclusiones de los hombres de su familia.
-Eso parece…
-Deberías ir a hablar con él, después de todo si mi padre busca un culpable de mi estado, ese eres tú – dijo ella.
-Sí, Su Alteza. Me encargaré del Rey y también me aseguraré de llevármelo para que no te agobie…- dijo y le dio un beso en la frente, luego a desgana se puso de pie y se dirigió a encontrarse con su suegro.
-¿Volverás pronto? – preguntó ella.
-Inmediatamente y pondré una guardia para que nadie pase y nos dejen  estar tranquilos y solos.
-Bien pensado – dijo con una sonrisa y él le sonrió a su vez.
-¿Azize?
-Sí…
- Te amo, gracias por regalarme el cielo – le dijo mirándola con infinito amor y luego salió.

                                                         Epílogo

Había estado soñando con intrigas palaciegas, combates y nobles codiciosos, pero al despertar sintió el aire fresco en el rostro.
No estaba en el palacio, ni era reina aún, con suerte faltaría mucho tiempo para eso.
 Y lo más importante, no estaba sola.
Se había quedado dormida debajo de la sombra de un árbol  en el bosque y al levantar la mirada vio aproximarse al hombre que amaba que traía en brazos al hijo de ambos.
El príncipe Cayzen había cumplido un año y era amado, consentido aunque también temido por algunos sectores, pero Azize no se preocupaba por eso, ni por el futuro porque el niño estaba muy bien protegido. Más que nunca quería ser un buen gobernante, para crear un lugar feliz y próspero para su hijo y para los otros que vendrían luego.
Pero por ahora no tenía prisa, cada instante era valioso y feliz.
-¿Descansaste? – preguntó Cian sentándose a su lado y el bebé estiró sus bracitos hacia ella.
-Sí. ¿Dormí mucho?
-Lo suficiente para que te extrañáramos – respondió él y ella sonrió. Había tenido una mañana complicada con visitas extranjeras y pactos comerciales, apenas  habían podido, Cian los había llevado al bosque para  despejarse.
 Habían comido juntos y jugado con el niño , hasta que sin darse cuenta ella se había dormido. Él la había dejado dormir, ahora se sentía renovada.
Después de aquel descanso, era maravilloso despertarse a una realidad que era mil veces mejor.
Abrazó  y besó a su hijo  y luego estiró una mano para acariciar a su esposo.  Pudo ver como los ojos de él cambiaban con el ligero contacto, y le pareció milagroso que lo que sentían el uno por el otro fuera profundizándose con el tiempo.
Él tomó la mano de la joven y depositó un suave beso, aunque su mirada era una promesa llena de pasión.
-También los extrañé- dijo ella sonriéndole. Y él la acercó a ella con el niño y se acostó abrazándolos a ambos.
-¿Sabes? Mientras paseaba con Cayzen, pensé que había algo que nunca te había preguntado.
- ¿Qué?
-Azize, amor mío, ¿te casarías conmigo?. Sé que ya es tarde para la pregunta, pero igual quería pedírtelo – dijo él que aún se arrepentía de que sus inicios no hubieran sido mejor, de que aquella valiente muchacha hubiera sido quien siempre diera el primer paso.
-Sí, y tú, ¿serías mi esposo? – preguntó ella.
- Es lo que siempre quise ser – dijo entrelazando sus dedos con los de ella para sostener su mano contra su corazón.
Ella se estiró un poco y le dio un leve beso, luego volvió a recostarse contra su hombro.
Era una princesa,  pero lo más importante era una mujer amada por el hombre que amaba.
Sonrió feliz.

Ha llegado el final, más de un año después, y con tanto entre medio. Gracias a todos los que leyeron, y que esperaron pacientemente hasta el día que pude seguir escribiéndola.
Gracias por los comentarios y el ánimo, saber que estaban allí esperando "más"  me ha dado mucho calorcito a mi corazón.
Gracias a JJ, EJ y Gaby por ser lectoras de prueba y decir "Vas bien"
Espero les guste!

¡Feliz San Valentin!

7 comentarios:

  1. Como ya te dije ayer, me ha encantado la novela. Ha sido preciosa esta aventura medieval, con una princesa tan terca y un guerrero sexy.

    Ha tenido momentos tensos y divertidos. Me ha encantado el punto de la declaración, en plan de zoquete solo quería protegerte y zas!!!!!
    Y VENENO y DONDE ESTA EL RESPONSABLE QUE LE HIZO ESO A MI HIJA jajajajjajajjajajajaja Hombres!!!!! Increíble, que aun no piensen en lo que hacen con sus juguetitos!!!!!! jajajaja

    Me alegra que hallas llegado al final, pero también me entristece. Pues voy a encontrar en falta a éstos dos.

    ¿Aunque una historia del compañero guerrero de Cian , no estaría mal? juas juas !!!!!

    Besos boli rojo

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  2. Hola. un hermoso final... porfin se aclararon los malentendidos... solo tenian que hablar y todo solucionado. gracias por esta historia y seguiremos pacientes por las demas que estan en pausa pero que se que en algun momento las terminaran. gracias

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  3. No quería que terminara pero tampoco quería que siguieran más tiempo sin saber lo que sentían, así que me ha encantado. Soy fan de los epílogos así que fue perfecto. Gracias por esta hermosa historia Nata. Ha sido increíble acompañarte durante el desarrollo de la historia de Cian y Azize.
    Un abrazo fuerte!!

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  4. Awwwwwwwwwwwwww me encantó, final perfecto sis. Sabes que esta historia me gustó muchisímo!!!! Y amo los epílogos! Gracias por tan bella historia.

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  5. Es tan agradable poder terminar el día de tu cumpleaños con esta magnifica historia, no quise para de leer hasta acabarla, nata gracias por esta magnifica anécdota (te confieso que amo las historias románticas de tipo medieval), es simplemente espectacular...... ahora solo falta ponerme a comentarla junto a mi prima jajaja......me encanta como escribes!!!!

    ATT: Lari

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    Respuestas
    1. Muchas gracias Lari. Y aunque sea un poco tarde, feliz cumpleaños

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    2. Gracias!!!!

      ATT: Lari

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