lunes, 29 de julio de 2013

Deberes De Princesa 14

-Nos van a colgar por esto –Gimió Paulette, al tiempo que se dejaba caer de espaldas sobre la cama de su amiga Norah y se tapaba, el rostro con un cojín fucsia que había allí.
Sin embargo su amiga, al oír aquellas palabras giró un momento la cabeza en dirección a ella, para voltear los ojos al techo.  
-No digas tonterías –Reprendió en apenas un susurro, dado que se hallaba junto a la puerta de su dormitorio, espiando el pasillo exterior.

-No tendría que haberme dejado convencer de hacer esa… -Se quitó el cojín de la cara para incorporarse de cintura arriba-. ¡Dios, me siento una traidora! –Gimió con gran pesar-. Nos hemos rebajado al mismo comportamiento de mis dos primas.

Norah cerró la puerta del dormitorio, para girarse a encarar a su amiga con cierto enfado.

-Lo que hemos hecho, no tiene nada que ver con las tonterías que hacían ellas dos –Señaló molesta con los brazos en jarra-. Esto ha sido por Jacqui y mi hermano. Todo por su propio interés, no como el deseo desesperado de Enora…

-¡Norah! –La fulminó con la mirada-. Hemos ofrecido los sentimientos de Jacqui ala prensa del corazón. Les hemos entregado su vida –Sollozó comenzando a sentirse algo desesperada.

Caminó hacia su cama, para sentarse junto a su amiga y agarrarle la cabeza por las mejillas con suavidad, pudiendo así hablarle con  la mirada clavada en la de ella.

-Se que en estos momentos te sientes mal, pero en realidad no es tan grave lo que hemos hecho –Habló con tono conciliador-. Tú misma, has podido escuchar como estaba mi hermano cuando lo hemos llamado.

-¿Pero y si nos equivocamos? –Gimió asustada-. No quiero ser la culpable de arruinar la vida de mí prima.

-Creo que todo va a ir bien –Siguió hablando con el mismo tono tranquilo-. En todos estos años, ninguno tuvo el suficiente interés en disolver el matrimonio… Es como si estuvieran esperando, que algo así acabara por ocurrir.

-No logro asimilarlo –Hipó por la falta de aire a causa de los nervios-, siempre se han llevado pero que el perro y el gato –Sonrió en una especie de mueca-. ¿Cómo ha podido ocultarnos por tanto tiempo que lo quería?

-Lo se… -Dijo soltando un profundo suspiro.

-Todos estos años, nosotras burlándonos de ellos dos y su matrimonio –Siguió soltando en un estado de incredulidad-, y resulta que en verdad estábamos clavándole el cuchillo aún más hondo en su corazón. Hemos estado tan ciegos.

-Pero debes calmarte y no dejar vislumbrar todo esto –Le pidió con gran súplica y tono bajo-. De un momento para otro, mi madre cruzará esa puerta histérica al ver la tele. Hay que hacerse las despistadas –Le recordó con cierta paciencia-. No tienen que saber que hemos sido el chivo expiatorio, y menos que sabemos que están casados hasta que no se lo admita mi hermano –Le sonrió con cariño a los ojos-. ¿Estamos  de acuerdo?

Su amiga Paulette, aceptó en silencio con un movimiento energético de cabeza. Aunque su corazón y mirada, dijeran o pensaran otra cosa diferente.

En verdad, también había que decir que se hallaba muy asustada por lo que habían hecho, con miedo a todo lo que podría repercutir en ellas dos, si la familia y amigos se enteraban de su participación en aquella traición a la amistad y por así decirlo, a la casa real de Mónaco.

Suerte de que no se hallaban en la época medieval, porque como mínimo de la orca no se escapaban.

Y ahora, si no tenía bastante sufrimiento por lo que le había hecho a su querida prima, como guinda a todo el pastel, iba ha tener que mentir ante todos. ¡Lo que peor se le daba!

De pronto, interrumpió su quebradero de cabeza al escuchar acercarse la madre de Norah, con cierto revuelo por el pasillo.

¡Dios, tenía ganas de devolver!




Ramón observaba en silencio el plato, junto a sus dos hijas quienes lo miraban a él alternativamente con la pantalla de televisor, en donde la comentarista comenzaba a preguntar a sus compañeros de trabajo, sobre aquel gran descubrimiento.

-¿No vais a recriminarme también?

Peguntó alzando la cabeza y mirando hacia ellas, con sonrisa algo sarcástica.

-Creo que aún me hallo conmocionada con éste descubrimiento –respondió Enora, al tiempo que su hermana asentía con la cabeza en silencio.

-Bien, en ese caso –Se puso en pie-, voy a mi despacho para organizar un poco todo el jaleo que se nos va ha venir encima.

El hombre, caminó en dirección al pasillo deteniéndose de sopetón para darse la vuelta hacia ellas.

-Si lográis encontrar a vuestra hermana, pedirle que venga a mi encuentro –Señaló con cierto pesar.

-Claro –Volvió a responder Enora.

-Y cariño –Le guiñó éste un ojo-. No creo que sea buen momento para que…

-Por favor papá –Gruñó algo molesta-. No hace falta que me pidas nada.

Ramón sonrió, volviendo a darse la vuelta y alejarse con cierto apresuramiento.

Una vez se quedaron a solas, giraron sus rostros y se observaron con los ojos plenamente abiertos. Sin poderse creer lo que se había revelado de forma abrupta.

-Jacqui y Kénan casados –Susurró Harmonie-. En secreto… Esto es increíble.

-Sí –Asintió Enora-. Ahora comprendo ciertas cosas. Pero como la encuentre mamá, la va ha matar.

-Hay que encontrarla –Señaló la otra chica al levantarse de la silla con gran ímpetu-. Solo espero, que no nos mate ella a nosotras cuando nos vea –Dijo con cierta mueca de fastidio.

-¿Dónde podemos comenzar a buscarla? –Preguntó Enora a su hermana, mientras se encaminaban hacia el garaje para coger el coche.

-Lo más lógico tras ver esas imágenes, sería buscarla en casa de Kenan –Se alzó de hombros Harmonie, mientras bajaban las escaleras que te llevaban al parquin y abrían la puerta lateral.

-No lo creo –Hizo una mueca Enora negando con la cabeza-. Sigo pensando que no cuadraba todo lo que mostraban esas imágenes.

-Aquí en casa –Dijo con tono seguro la otra chica, interrumpiendo las cavilaciones de su hermana.

-Si claro… -Se rió con sorna Enora, siguiendo caminando hacia su coche.

-Que sí tonta –Resopló su hermana agarrándola del brazo, para señalarle hacia el fondo del todo del oscuro garaje-. Mira su coche, medio escondido en una plaza que no es la suya.

-¡OH! –Frenó de golpe a sus pies, para darse la vuelta tras ver el vehículo-. Será mejor que nos demos prisa, antes de que mamá o papá se enteren de ello. 


Se dirigieron con paso veloz a la zona de la casa, en donde estaban los dormitorios de ellas tres. Para una vez allí, andar con paso más tranquilo y no levantar sospechas, por si se cruzaban con alguien.

Después, con cierta calma llamaron a la puerta de su hermana sin obtener respuesta pasados unos minutos.
-No debe de estar aquí –Susurró Harmonie.

Pero como Enora era más persistente, con mucho cuidado acercó su oído a la puerta y tras unos segundos con la cabeza pegada allí, se apartó para llevarse un dedo a los labios y después, agarrar a su hermana del brazo para arrastrarla al dormitorio contiguo. Casualmente el de Enora y contiguo al de Jacqueline.

-Esta ahí dentro, me pareció escuchar algo –Explicó aún con tono de voz bajo.

-Pues nos va a ignorar por mucho que insistamos –Hizo Harmonie un mohín de fastidio con los labios.

-Tengo una idea –Señaló toda sonriente yendo hacia su balcón-terraza de unos ocho metros, idéntico al de sus hermanas.

Allí, se acercó a la pared del muro que le quedaba a su derecha y con cierto impulso de sus manos, se puso en pie en éste apoyándose en la fachada, mientras que su melliza abría los ojos y soltaba un pequeño grito asustada.

-¡Bájate de ahí! –Demandó con temor-. Estás loca, acaso quieres abrirte el poco cerebro que tienes.

Su hermana, se volteó a mirarla por encima del hombro con media sonrisa.

-No seas cobarde, solo hay un metro de distancia –Señaló encogiéndose de hombros.

-Y diez metros, caída abajo –Gruñó acercándose hacia ella con toda la intención de retenerla.

Pero en vista de aquel movimiento tan obvio, su hermana se impulsó y saltó a la otra terraza con cierta gracia y facilidad.

-Pirada… -Siseó con la respiración agitada.

-Por favor hermanita, que no es peligroso –Volteó los ojos con cierto fastidio.

-Claro, lo dice quien estaba apuntada a clases de atletismo –Resopló con los brazos cruzados.

-Y tú a natación, cobarde –Soltó divertida, sabiendo que era toda una provocación. 

5 comentarios:

  1. En serio hasta ahí?? Y justo cuando empezó lo bueno...igual te quiero y mucho, lo sabes

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    1. Yo te quiero redoble más infinito.

      Pero sí, ahí lo dejé....

      Je, je..

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  2. no es justo apena la probadita del pastel jaja, seguiremos esperando massss

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  3. buuu...Brujis no nos dejes así!

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    1. Julissa? Eres tu....

      Madre mía cúanto tiempo puñeteraaa....

      Y encima, apareces quejan dote. Sigues igual de puñetera. Vale... semana que viene, pesada

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