lunes, 29 de octubre de 2012

La elección 4°




Tras la primera noche, Azize se preocupó  de que algo hubiera pasado a su esposo. Tal vez las conjuras que se estaban gestando en palacio lo hubieran alcanzado, así que le pidió a una muy discreta sirvienta que averiguara dónde estaba Cian. Cuando la muchacha regresó diciendo que él estaba en los cuarteles realizando sus actividades normales, se sintió tranquila. Aunque también se sintió inquieta, si él estaba bien, ¿por qué no había aparecido para su noche de bodas?

Quizá los festejos y toda la ceremonia lo hubieran cansado, o quizá tuviera algo muy importante que hacer en el cuartel.
No se animó a preguntar y aquella noche volvió a esperarlo, a la tercera noche comprendió que su esposo simplemente no tenía interés en ella, ya había cumplido con la orden del rey al casarse y eso era todo.
Sabía que debía sentirse aliviada y agradecida por no tener que compartir la cama con un hombre que no la quería, pero aún así  le disgustaba el rechazo.
Además no había mucho que pudiera hacer en palacio, se sentía ahogada. Ni siquiera salía a los jardines porque  se sentía observada por los miembros de la corte o los guardias que la protegían a distancia. Así que se la pasaba en su  habitación, jugando…cuando moví a las fichas en el tablero del ancestral juego de estrategias, sentía que reflejaba su vida. Ella sólo era una pieza más  que los demás, su padre y su  esposo, movían a su antojo y conveniencia.
Al quinto día después de su  boda, se encontró con Cian en una cena a la que los había invitado el Rey junto a varios miembros de la corte, era la primera vez que veía a su esposo desde la boda, sin embargo ambos fingieron  y se comportaron tal como se esperaba de ellos.
Al terminar la cena, se marcharon juntos, caminaron en silencio un largo trecho y luego cada uno siguió hacia sus habitaciones.
Ninguno pidió explicaciones, ninguno las dio.

Azize estaba preparándose para dormir cuando fue convocada por el rey, que su padre la llamara a esas horas significaba que algo importante había sucedido.
-Sí Majestad…-saludó al llegar ante él.
-¿Qué diablos ha sido la pantomima de la cena? – preguntó el Rey sin más rodeos.
-¿Pantomima?
-¿Y por qué aún han consumado el matrimonio? – le preguntó sin piedad como si ella fuera la responsable.
-La última pregunta debería hacérsela al comandante, aunque creo, Su Majestad, que son las consecuencias de un matrimonio forzado...
-Forzado o no debe ser real, debe nacer un heredero para demostrar  que nuestro linaje es fuerte…si se descubre que ni siquiera lo han consumado, todo habrá sido por nada. No me importa cómo lo hagas, Azize, pero no permitas que te rechace. Es parte de tu obligación también, diablos, ¿qué te han estado enseñando todos estos años?- protestó el rey y luego la despidió – Vete y piensa en lo que te he dicho.
La joven salió de la habitación indignada. ¿Cómo iba a traer a un hombre que s había unido a ella por una orden real?

También Cian fue citado por el rey aquella noche.
-Su Majestad…
-He escuchado que has estado demasiado ocupado estos días…- comentó el rey a modo de saludo.
-En vistas de los recientes acontecimientos tenemos que estar preparados, estoy reforzando las fronteras, he enviado mensajeros y espías para que nos informen los movimientos de nuestros enemigos y también he reorganizado la guardia de Palacio.- respondió.
-Y todo eso no te ha dejado tiempo para consumar tu matrimonio.
-¿Su Majestad? - preguntó palideciendo.
-Aceptaste la misión que te di,  y no era ser un marido de nombre, quiero que sea un matrimonio real, la excusa que di para permitir que mi hija se casara con un comandante en lugar de con un príncipe extranjero fue que era un matrimonio por amor. Será muy difícil de creer si se enteran que  la novia sigue siendo virgen, ¿no te parece? .Además deben darme un nieto pronto…
-Majestad, ella es joven y…- intentó justificarse Cian sin mencionar que la Princesa amaba a otro y que le parecía un ultraje reclamarla cuando sabía que había sido forzada a ese matrimonio. Imaginaba que para una mujer debía ser sumamente desagradable entregarse a alguien que no amaba.
-Ella es tu esposa ahora y debe serlo en todos los sentidos.- exigió el rey.
-¡No pienso desvirgar a la princesa!- respondió enfadado.
-Y si no lo haces tú que eres su esposo, ¿quién se supone que lo haga? Sabes que tan pronto los enemigos se enteren que este matrimonio es una fachada podrían lograr una anulación. Nuevamente el reino y Azize estarían en jaque.
-Yo lo resolveré – respondió Cian.
-Eso espero, eso espero – dijo el rey y lo despidió.

Cian estaba esperando a sus hombres, cuando vio a su esposa salir al jardín. Iba acompañada de un grupo de damas nobles y alcanzó a distinguir como un par que iban rezagadas cuchicheaban y reían. Azize iba al frente y notó que estaba tensa, lo sabía porque cuando algo la molestaba su porte era más aristocrático que nunca, como si usara su origen noble para mantener la distancia de lo que la molestaba.
Sabía que tenía que hablar con ella, pero no era el momento.
Por un breve segundo, la joven se giró para  admirar unas flores y lo vio. Sus miradas se cruzaron y el guerreo pensó que había demasiada dureza en los ojos femeninos, imaginó que también él era parte de lo que la estaba molestando.
-Su Alteza…-lo interrumpieron sus hombres y  Azize siguió su camino sin volver a mirarlo. Cian se concentró en sus hombres.
-¿Alteza? – preguntó y se dio cuenta que ellos acaban de llamarlo con ese título.
-Según el protocolo es como debemos llamarlo, nos ordenaron que así lo llamemos – contestó  quien era su mano derecha, su hombre de confianza y su amigo.
-No vuelva a llamarme así a menos que quieran perder la cabeza…- les ordenó con fiereza.
-Sí, comandante …-asintieron ocultando las sonrisas.

Dos días después, en la  noche, una de las sirvientas de Azize llegó hasta su habitación y le informó que un hombre armado había entrado al dormitorio de la princesa. Cian salió corriendo sin siquiera tomar su espada.
Cuando llegó , totalmente alterado y listo para la pelea, lo único que vio  fue a su esposa, parada en medio de la habitación, esperándolo.
-Parece que al menos puedo contar con su presencia como mi guardián, ya que no puedo contar con mi esposo…-dijo ella y Cian se dio cuenta que había sido una treta para atraerlo.
-Su Alteza, si quiere verme puede solicitar mi presencia, no vuelva a jugar con su seguridad. No es buena idea que  lo tome a broma…- la reprendió.
-Lo siento, pero no se me ocurrió otra forma más efectiva, jamás ha fallado a sus deberes de comandante si alguien de la familia real está en peligro. Sin embargo, he esperado en vano por usted durante más de diez días…- dijo ella.
-Lo hablaremos en otro momento, vaya a dormir , Su Alteza.- saludó inclinando la cabeza.
-¿Sola? Soy su esposa…-dijo ella y aunque su voz sonaba segura y su invitación era descarada, Cian percibió la inseguridad tras las palabras y el leve temblor que intentaba ocultar. También observó lo bella que se veía, con una bata verde oscura de seda que resbalaba de su hombro, el cabello suelto y sin adornos.
-Buenas noches, Su Alteza- dijo y se dio vuelta para retirarse.
Ella fue tras él y lo detuvo de un brazo.
-¿Sabe cómo se siente? – preguntó y Cian se volvió a mirarla.
-¿Perdón? – preguntó sin entender a qué se refería.
-Ser una novia rechazada por su marido, ¿sabe lo que se siente?.Mi padre me culpa porque el matrimonio no se ha consumado y me dijo que debía hacer lo que fuera necesario para atraerlo, que era mi deber. Día y noche, escucho rumores y burlas por donde paso. Dicen que no soy suficientemente mujer para usted, que no me quiere en su cama…soy la princesa pero tengo que soportar sus risas y lo que dicen, hacer como si no escuchara. Y usted ni siquiera se acerca a mí, ¿sabe lo humillante que es para una mujer ofrecerse a un hombre que la rechaza una y otra vez….?- preguntó ella al borde  de las lágrimas.
-Lo siento- dijo él sabiendo que también requería mucha valentía lo que ella estaba haciendo al decirle como se sentía.
-¿Lo siente? ¡¿Eso es todo lo que va a decir?!- gritó enfadada.
-¿Qué más quiere que diga? ¡Si ni siquiera la han besado nunca…cómo quiere que me acueste con usted!- exclamó y ella parpadeó sorprendida como si la hubieran golpeado..
Azize iba  preguntarle cómo lo sabía, pero recordó que aquel hombre había sido su sombra en los últimos años, sabía todo , excepto los pensamientos que ella guardaba para sí misma. Se sintió totalmente avergonzada. Cian le acababa de confirmar lo que se rumoreaba en palacio, que ella no estaba a la altura de ser su mujer.
-Soy yo quien lo siente – dijo la joven en voz baja- Lamento que mi inexperiencia le produzca tanta repugnancia, discúlpeme, no debí hacerlo venir – dijo y la voz se le quebró por las lágrimas que intentaba contener. Le dio la espalda y se alejó.
Cian fue tras ella, y tal como Azize había hecho un momento antes la tomó del brazo y la giró hacia él. Una lágrima caía por su rostro, levantó una mano y la limpió. Luego bajó la mano un poco más para ponerla debajo de su barbilla y levantó la cara de la joven hacia él para besarla.
Fue un beso suave, delicado, pero como ella se mostró dispuesta y receptiva, lo intensificó. La acercó hacia sí sujetándola por la cintura y la besó con intensidad, al tiempo que le deslizaba la bata de seda.

5 comentarios:

  1. Que emocionante!!! Me encanta cuando corren tras la protagonista para voltearla y besarla con ternura y aparzca la pasion seguidamente!!!!
    Dios mio!! pero que emcoionante esta esto!!!!!

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  2. Me encantó!!! No puedo esperar para leer más... vamos Nata, no vayas a tardar demasiado. Gracias por el capítulo nuevo :D

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  3. Y lo dejas alli??? te atreves a hacernos esto???????

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    Respuestas
    1. Pues sí, me atrevo y hasta que no regrese de Corea...no sigo,jajaja

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  4. me encantó ....
    en serio no seguirás hasta no regresar ??
    favor SIGUE

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