martes, 30 de octubre de 2012

Deberes De Princesa 7

¡Lo que le faltaba! Pensó con sumo fastidio, al ver entrar sus hermanas en aquel preciso momento. Si ya se sentía de por sí sola rara con todo aquello. Ahora, con aquellas dos seguro que iba a tornarse aún más embarazoso con lo que pudieran decir. Pero él, tenía que estar pasando un rato divertido al crearle aquella incomodidad en aquel momento de su vida. Una vez más trató de encoger su mano, pero era de tontos. Éste la tenía bien sujeta.

-¡Que escena más romántica! –Brindó Enora, recibiendo diferentes miradas por ello.

Su madre, un tanto confusa al escuchar de aquellas palabras cuando se suponía que Harmonie se hallaba interesada por el hombre. Mientras que los hombres rompieron a reír al ver la cara asesina que tenía ella.
-¡Enora, hija siempre con tu buen humor! –Intentó calmar el ambiente Emmanuelle, estudiando a la vez la expresión de la melliza pequeña.
-Perdón –rió traviesa-, pero es que hacen buena pareja –Siguió hablando mientras se acercaba a ellos dos-. Y se ve tan como a Kénan en ello… -Dejó caer una vez que se posicionó justo al lado de ellos-. ¡Que anillo tan hermoso! –Exclamó agarrando la mano de su hermana mayor, dándole un enorme alivio al poder liberarse del calor masculino.
-Gracias –Aceptó Kenan divertido-. También he traído para vosotras.
-Papá, mejor ves preparando un cheque porque se que me voy a enamorar –Suspiró teatralmente.
-Ya veremos pequeña –Sonrió su padre-. Pero iros dando prisa, que se nos hecha la hora encima.
Pasados unos minutos, en donde sus hermanas no paraban de murmurar encima del precioso estuche que había traído él, al final se decidieron por el juego de joyas  a lucir aquella noche. Apenas fueron unos cinco minutos. Pero en todos ellos pudo aprovechar para observar al hombre detenidamente sin que nadie se percatara de ello. Apreciando lo magnifico que se veía enfundado en aquel esmoquin, aumentando su belleza seductora a peligro de toda mujer que se le pusiera en su camino aquella noche. Apretando sus puños por unos segundos sin que nadie lo notara, por aquel pensamiento que le inundó de celos. No tenía derecho alguno a sentirlos, pues él no era en verdad nada para ella. Solo un amor no correspondido que intentaba eliminar de su corazón desde hacía años. La voz de su padre animada, fue lo que la despertó.
-Bien, todos contentos y brillantes –Puntualizó Simón-. Pues en marcha, que no quedará muy bien que lleguemos muy tarde.
Salieron a la cálida noche, con sus hermanas y madre alabando aún los diseños nuevos de Kenan. Todos sonrientes menos ella. Aún seguía sintiendo Celos correr por sus terminaciones nerviosas, mezclados con aún el calor de la mano de él en la suya al deslizarle el anillo. Aquello no estaba nada bien, como podía afectarla tanto.
-Jacqueline… -La llamó por tercera vez Emmanuelle un tanto preocupada por que su hija se hallara despistada. Era la primera vez que la veía en aquel estado. ¿Tendría algo que ver la pesadilla que sus pequeñas le hacían vivir? Tenía que ser aquello, que se sintiera un tanto agobiada. No creía que fuera la presencia de Kenan. Si fuera así, lo habría notado hacía tiempo, dado que el hombre era prácticamente uno más de la familia junto con su hermana Norah-. Jacqueline…
-Dime, mamá –Despertó de su estopor.
-Tú padre, ha comentado que alguien debería ir con Kenan en su coche –Miró de reojo a su hija Harmonie-. Ya que ha sido tan amable de prestarnos las joyas por ésta noche. No está nada bien que acuda a la celebración solo.
-No hace falta Emmanuelle –Agradeció con voz cálida el hombre.
-Ves, solucionado… -Respondió con cierto matiz de alivio Jacqueline, acabando de bajar los últimos escalones para entrar en la limusina.
-¡Hay!... –Exclamó de repente Harmonie, mostrando de repente una sonrisa algo nerviosa-. Perdón, parece que me picó un mosquito algo grande… -Dijo frotándose de forma intensa cerca del codo, a causa del pellizco que le había dado su hermana Enora-. Ya le hago yo compañía a Kenan…
Ante aquel ofrecimiento de su hermana. Jacqueline solo supo mirar a Kenan por un segundo para lanzarle mentalmente dardos venenosos al hombre. Obteniendo como respuesta un encogimiento de hombros.
-No te preocupes –Suspiró mirando a su hermana-, ya voy yo con él como ha sugerido papá en un principio.
-OH, pero… -Fue a protestar Harmonie, siendo interrumpida por su madre.
-Mejor que vaya tú hermana mayor –La apresuró Emmanuelle-, venga subid todos a los coches. ¿Acaso habéis visto la hora?
Llevarían recorridos unos quince quilómetros, pero el ambiente en el coche de Kenan era de absoluto silencio. Se negaba a prestarle conversación, dándole igual que creyera su comportamiento como el de una niña. Pero aún así, él intentó comenzar una conversación.
-¿Has quedado dentro con mi hermana? –Preguntó accionando el intermitente, para coger la siguiente salida detrás de la limusina negra que iba enfrente de ellos.
-Sí –Respondió cortante, sin apartar para nada la mirada de la ventanilla.
-¿Vas ha estar toda la velada así conmigo? –Quiso saber con media sonrisa, mostrando un poco de humor por la actitud que estaba mostrando.
-Solo hasta que lleguemos al lugar –Respondió con tono pedante-. Luego por suerte, nos veremos separados por la mayoría de los invitados.
-¿Eso crees? –Rió, reduciendo la velocidad del vehículo al hallarse cerca del lugar.
-¿Me estas amenazando? –Se giró a mirarlo con cierta intensidad.
-¿Acaso ves mí presencia como una amenaza a tu integridad? –Susurró con voz ronca, escondiendo su diversión al ver lo fácil que era alterarla.
-¿Se puede saber a qué viene éste interés últimamente en representar que somos amigos? –Encaró con enfado.
-¿Es que te molesta? Dime Jacqueline… -Pidió deteniendo el coche delante de la alfombra, en donde se hallaban esperando los aparca-coches-. ¿Es cierta esa repulsión que intentas mostrarme siempre? ¿No crees qué es hora de abandonar el juego?
-Kenan Saphire –Cogió aire para poder seguir con tono duro-. No se qué te propones. Pero más te vale no acercarte más a mí –Señaló saliendo al exterior cuando le abrieron la puerta, para tener que fingir una sonrisa cuando un par de paparazzi se acercaron hacerle fotografías. Tensando al momento su espalda, cuando éste tubo la desfachatez de agarrarla por la cintura para que los fotografiaran juntos.
Por suerte, su familia solo se hallaba a un metro de distancia atendiendo también  las obligadas fotografías de toda celebración importante como aquella. Permitiéndole utilizarlos como excusa, para soltarse de su brazo y huir hacia allí.

Todo el mundo se lo estaba pasando de maravilla, menos ella. Ella, quería marcharse a su casa y resguardarse en la seguridad y tranquilidad de su dormitorio. Allí, solo se hallaba bajo tensión vigilando todo el rato a la gente que se hallaba a menos de tres metros de ella. Aquello, no era nada bueno para su columna vertebral.  No quería volver ha toparse con él. Y por el momento, dos horas después de su llegada lo estaba consiguiendo. Pero aquello era ciertamente muy estresante.
-¿Has escuchado lo que te dije? –Preguntó Norah con tono impaciente-. ¡Pero qué te ocurre ésta noche!
-Nada –Ocultó la verdad. Sabía que aquello sería confesarle que amaba a su hermano-. Solo me duele un poco la cabeza.
-Lo siento. Por cierto, mí hermano… -Comenzó a decir, pero el sobresalto que tubo su amiga hizo que callara y frunciera el ceño.
-¡Dónde! –Exclamó al tiempo que su cuerpo tomaba actitud rígida y sus ojos, paseaban por su alrededor con mirada muy nerviosa.
-Ni idea –Confesó pensativa-. Por algún rincón de éste salón que tiene hoy acogida a unas dos mil personas –Suspiró-. Solo iba ha comentarte algo de él. Pero es obvio que te ocurre algo. Así que desembucha.
-¿Qué tiene que desembuchar? –Preguntó Priscilla apareciendo con bebidas en las manos.
-Nada –Gruñó por lo bajo Jacqueline.
-El porque teme a la presencia de mí hermano –Marcó con cierto énfasis Norah.
-No le temo –Protestó con cierto puchero ella.
-Pues lo que sea, pero suéltalo –Ordenó su amiga.
-No es nada –Se alzó de hombros, para tratar de restarle importancia-. Lo de siempre.
-Si la llevamos a un rincón solitario, puede que lo escupa –Pensó en voz alta su prima Priscilla.
-Andando… -La empujó Norah con sus dos manos.
-¡No pienso cruzar medio salón, para recibir empujes y tener que detenerme nuevamente, para hablar y saludar a todos! –Refunfuñó de forma inútil, cuando se vio obligada a dar pasos en dirección al centro del salón donde algunas personas se hallaban bailando al compás de la música.
-Pues camina mirando al suelo –Rió Norah-, así nadie tendrá la oportunidad de pararte para… ¡OH! –Exclamó frenando de golpe sus pasos, al ver como su amiga era de repente abducida desapareciendo delante de sus narices.
-¿Dónde fue? –Preguntó Priscilla.
-Con su detonador –Rió Norah, señalándole hacia un lado de la pista de baile donde Kenan la tenía bien agarrada, para comenzar a moverse al ritmo de la música.

3 comentarios:

  1. Jejeje... pobre princesa y lo digo por sus hermanas locas, pero afortunada por el bello hombre que trae loco y ella sin saberlo.. ah inocenteeeeeeeeee!!!

    ResponderEliminar
  2. Ya era hora, muchas gracias...pero imaginarás!! NO ALCANZAAA!! QUIERO MAS!! Pero me confirmo porque fuiste buena y lo subiste antes que me vaya... ME GUSTOOOOOOOOOOOO, si ella no quiere a Kenan...a mi me gustan los con nombre con K, así que....

    ResponderEliminar

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...