Tras la primera noche, Azize se preocupó de que algo hubiera pasado a su esposo. Tal
vez las conjuras que se estaban gestando en palacio lo hubieran alcanzado, así
que le pidió a una muy discreta sirvienta que averiguara dónde estaba Cian.
Cuando la muchacha regresó diciendo que él estaba en los cuarteles realizando
sus actividades normales, se sintió tranquila. Aunque también se sintió
inquieta, si él estaba bien, ¿por qué no había aparecido para su noche de
bodas?
Quizá los festejos y toda la ceremonia lo hubieran
cansado, o quizá tuviera algo muy importante que hacer en el cuartel.
No se animó a preguntar y aquella noche volvió a
esperarlo, a la tercera noche comprendió que su esposo simplemente no tenía
interés en ella, ya había cumplido con la orden del rey al casarse y eso era
todo.
Sabía que debía sentirse aliviada y agradecida por no
tener que compartir la cama con un hombre que no la quería, pero aún así le disgustaba el rechazo.
Además no había mucho que pudiera hacer en palacio, se
sentía ahogada. Ni siquiera salía a los jardines porque se sentía observada por los miembros de la
corte o los guardias que la protegían a distancia. Así que se la pasaba en
su habitación, jugando…cuando moví a las
fichas en el tablero del ancestral juego de estrategias, sentía que reflejaba
su vida. Ella sólo era una pieza más que
los demás, su padre y su esposo, movían
a su antojo y conveniencia.
Al quinto día después de su boda, se encontró con Cian en una cena a la
que los había invitado el Rey junto a varios miembros de la corte, era la
primera vez que veía a su esposo desde la boda, sin embargo ambos
fingieron y se comportaron tal como se
esperaba de ellos.
Al terminar la cena, se marcharon juntos, caminaron en
silencio un largo trecho y luego cada uno siguió hacia sus habitaciones.
Ninguno pidió explicaciones, ninguno las dio.
Azize estaba preparándose para dormir cuando fue
convocada por el rey, que su padre la llamara a esas horas significaba que algo
importante había sucedido.
-Sí Majestad…-saludó al llegar ante él.
-¿Qué diablos ha sido la pantomima de la cena? –
preguntó el Rey sin más rodeos.
-¿Pantomima?
-¿Y por qué aún han consumado el matrimonio? – le
preguntó sin piedad como si ella fuera la responsable.
-La última pregunta debería hacérsela al comandante,
aunque creo, Su Majestad, que son las consecuencias de un matrimonio forzado...
-Forzado o no debe ser real, debe nacer un heredero
para demostrar que nuestro linaje es
fuerte…si se descubre que ni siquiera lo han consumado, todo habrá sido por
nada. No me importa cómo lo hagas, Azize, pero no permitas que te rechace. Es parte
de tu obligación también, diablos, ¿qué te han estado enseñando todos estos
años?- protestó el rey y luego la despidió – Vete y piensa en lo que te he
dicho.
La joven salió de la habitación indignada. ¿Cómo iba a
traer a un hombre que s había unido a ella por una orden real?
También Cian fue citado por el rey aquella noche.
-Su Majestad…
-He escuchado que has estado demasiado ocupado estos
días…- comentó el rey a modo de saludo.
-En vistas de los recientes acontecimientos tenemos
que estar preparados, estoy reforzando las fronteras, he enviado mensajeros y
espías para que nos informen los movimientos de nuestros enemigos y también he
reorganizado la guardia de Palacio.- respondió.
-Y todo eso no te ha dejado tiempo para consumar tu
matrimonio.
-¿Su Majestad? - preguntó palideciendo.
-Aceptaste la misión que te di, y no era ser un marido de nombre, quiero que
sea un matrimonio real, la excusa que di para permitir que mi hija se casara
con un comandante en lugar de con un príncipe extranjero fue que era un
matrimonio por amor. Será muy difícil de creer si se enteran que la novia sigue siendo virgen, ¿no te parece?
.Además deben darme un nieto pronto…
-Majestad, ella es joven y…- intentó justificarse Cian
sin mencionar que la Princesa amaba a otro y que le parecía un ultraje
reclamarla cuando sabía que había sido forzada a ese matrimonio. Imaginaba que
para una mujer debía ser sumamente desagradable entregarse a alguien que no
amaba.
-Ella es tu esposa ahora y debe serlo en todos los
sentidos.- exigió el rey.
-¡No pienso desvirgar a la princesa!- respondió
enfadado.
-Y si no lo haces tú que eres su esposo, ¿quién se
supone que lo haga? Sabes que tan pronto los enemigos se enteren que este
matrimonio es una fachada podrían lograr una anulación. Nuevamente el reino y
Azize estarían en jaque.
-Yo lo resolveré – respondió Cian.
-Eso espero, eso espero – dijo el rey y lo despidió.
Cian estaba esperando a sus hombres, cuando vio a su
esposa salir al jardín. Iba acompañada de un grupo de damas nobles y alcanzó a
distinguir como un par que iban rezagadas cuchicheaban y reían. Azize iba al
frente y notó que estaba tensa, lo sabía porque cuando algo la molestaba su
porte era más aristocrático que nunca, como si usara su origen noble para
mantener la distancia de lo que la molestaba.
Sabía que tenía que hablar con ella, pero no era el
momento.
Por un breve segundo, la joven se giró para admirar unas flores y lo vio. Sus miradas se
cruzaron y el guerreo pensó que había demasiada dureza en los ojos femeninos,
imaginó que también él era parte de lo que la estaba molestando.
-Su Alteza…-lo interrumpieron sus hombres y Azize siguió su camino sin volver a mirarlo.
Cian se concentró en sus hombres.
-¿Alteza? – preguntó y se dio cuenta que ellos acaban
de llamarlo con ese título.
-Según el protocolo es como debemos llamarlo, nos
ordenaron que así lo llamemos – contestó quien era su mano derecha, su hombre de confianza
y su amigo.
-No vuelva a llamarme así a menos que quieran perder
la cabeza…- les ordenó con fiereza.
-Sí, comandante …-asintieron ocultando las sonrisas.
Dos días después, en la noche, una de las sirvientas de Azize llegó
hasta su habitación y le informó que un hombre armado había entrado al
dormitorio de la princesa. Cian salió corriendo sin siquiera tomar su espada.
Cuando llegó , totalmente alterado y listo para la
pelea, lo único que vio fue a su esposa,
parada en medio de la habitación, esperándolo.
-Parece que al menos puedo contar con su presencia
como mi guardián, ya que no puedo contar con mi esposo…-dijo ella y Cian se dio
cuenta que había sido una treta para atraerlo.
-Su Alteza, si quiere verme puede solicitar mi presencia,
no vuelva a jugar con su seguridad. No es buena idea que lo tome a broma…- la reprendió.
-Lo siento, pero no se me ocurrió otra forma más
efectiva, jamás ha fallado a sus deberes de comandante si alguien de la familia
real está en peligro. Sin embargo, he esperado en vano por usted durante más de diez días…-
dijo ella.
-Lo hablaremos en otro momento, vaya a dormir , Su Alteza.- saludó inclinando la cabeza.
-¿Sola? Soy su esposa…-dijo ella y aunque su voz
sonaba segura y su invitación era descarada, Cian percibió la inseguridad tras
las palabras y el leve temblor que intentaba ocultar. También observó lo bella
que se veía, con una bata verde oscura
de seda que resbalaba de su hombro, el cabello suelto y sin adornos.
-Buenas noches, Su Alteza- dijo y se dio vuelta para
retirarse.
Ella fue tras él y lo detuvo de un brazo.
-¿Sabe cómo se siente? – preguntó y Cian se volvió a
mirarla.
-¿Perdón? – preguntó sin entender a qué se refería.
-Ser una novia rechazada por su marido, ¿sabe lo que
se siente?.Mi padre me culpa porque el matrimonio no se ha consumado y me dijo
que debía hacer lo que fuera necesario para atraerlo, que era mi deber. Día y
noche, escucho rumores y burlas por donde paso. Dicen que no soy
suficientemente mujer para usted, que no me quiere en su cama…soy la princesa pero tengo que
soportar sus risas y lo que dicen, hacer como si no escuchara. Y usted ni siquiera
se acerca a mí, ¿sabe lo humillante que es para una mujer ofrecerse a un hombre
que la rechaza una y otra vez….?- preguntó ella al borde de las lágrimas.
-Lo siento- dijo él sabiendo que también requería
mucha valentía lo que ella estaba haciendo al decirle como se sentía.
-¿Lo siente? ¡¿Eso es todo lo que va a decir?!- gritó
enfadada.
-¿Qué más quiere que diga? ¡Si ni siquiera la han
besado nunca…cómo quiere que me acueste con usted!- exclamó y ella parpadeó
sorprendida como si la hubieran golpeado..
Azize iba
preguntarle cómo lo sabía, pero recordó que aquel hombre había sido su
sombra en los últimos años, sabía todo , excepto los pensamientos que ella
guardaba para sí misma. Se sintió totalmente avergonzada. Cian le acababa de
confirmar lo que se rumoreaba en palacio, que ella no estaba a la altura de ser
su mujer.
-Soy yo quien lo siente – dijo la joven en voz baja- Lamento
que mi inexperiencia le produzca tanta repugnancia, discúlpeme, no debí hacerlo
venir – dijo y la voz se le quebró por las lágrimas que intentaba contener. Le
dio la espalda y se alejó.
Cian fue tras ella, y tal como Azize había hecho un
momento antes la tomó del brazo y la giró hacia él. Una lágrima caía por su
rostro, levantó una mano y la limpió. Luego bajó la mano un poco más para
ponerla debajo de su barbilla y levantó la cara de la joven hacia él para
besarla.
Fue un beso suave, delicado, pero como ella se mostró
dispuesta y receptiva, lo intensificó. La acercó hacia sí sujetándola por la
cintura y la besó con intensidad, al tiempo que le deslizaba la bata de seda.
Que emocionante!!! Me encanta cuando corren tras la protagonista para voltearla y besarla con ternura y aparzca la pasion seguidamente!!!!
ResponderEliminarDios mio!! pero que emcoionante esta esto!!!!!
Me encantó!!! No puedo esperar para leer más... vamos Nata, no vayas a tardar demasiado. Gracias por el capítulo nuevo :D
ResponderEliminarY lo dejas alli??? te atreves a hacernos esto???????
ResponderEliminarPues sí, me atrevo y hasta que no regrese de Corea...no sigo,jajaja
Eliminarme encantó ....
ResponderEliminaren serio no seguirás hasta no regresar ??
favor SIGUE