-Virgen santa maria! –Exclamó Eleanor, al llegar arriba junto con todos y toparse, con el desprendimiento de la puerta y parte de la pared-. Perro y gato... -Soltó con tono sarcástico-. Lo que yo sé ahora mismo, es que no se salva ni dios, de convertirse en obrero y dejarme esto tal y como estaba-. Soltó con tono amenazante.
-Tesoro, qué, culpa tiene nuestro señor de... -Empezó a protestar Patrick con tono cariñoso, cuando su mujer se giró a mirarlo con mirada amenazante.
Nadie rechistó. Todos bajaron con más o menos ganas a la cocina. Pero cuando los hombres iban aposentar su trasero en las sillas de alrededor la mesa, nuevamente la autoridad de Eleanor, salió a la luz.
-El primero que toque la silla con el trasero, me pinta la casa de arriba a abajo –Indicó alzando su mano derecha al aire, sonriendo con determinación al ver a todos los hombres tiesos como el palo de una escoba-. Ya podéis ir tirando al almacén y comprar lo necesario para arreglar lo de ahí arriba. Me da igual que aún se halle cerrado, os tomáis un café en la cafetería, mientras esperáis a que abran. Así, vais anotando todo lo necesario.
-Mujer –Fue hablar Patrick-. Pero y si llamamos a un chico de reformas y... -Su mirada estrecha, fue toda respuesta-. Bien, vayamos ya chicos. Nos espera un día largo... -Rebufó con cara larga-. Hoy no duermo por culpa vuestra, juro que me arregláis más que ésa pared y la puerta –Siseaba, mientras era seguido por todos con caras largas.
Se escuchó el arrancar de un coche, en el silencio de la cocina, donde se hallaba Eleanor mirando a su hija, a su vecina Margaret y Silvia.
Fue cuando resopló, tomó asiento y con su mano indicó a sus invitadas que hicieran lo propio.
-Hoy has tirado la casa por la ventana –Marcó mirándola fijamente.
-Nunca mejor dicho –Rio Silvia, para carraspear al segundo, cuando su madre la regañó con la mirada.
-Pido disculpas por mi actitud –Se sonrojó la chica pelirroja, bajando los ojos a la mesa-. No sé qué me ocurrió exactamente.
-El veterinario –Soltó Eleanor-. Eso es lo que te ha pasado hija –Suspiró-. Te ha atrapado entre sus redes. ¿Pero es lo que deseas en verdad?
Mandy alzó su mirada al frente con el ceño fruncido.
-Pensé que eso te gustaría.
-Si es lo que tú quieres en verdad –Aspiró con calma-. A cualquier madre, le rompe el corazón ver marcharse a sus hijos de casa. Pero le gusta saber, que lo hace con ilusión y deseo. No por obligación.
-Es lo que deseo –Le sonrió con alegría.
-Ahí arriba, siempre tendrás tú rincón por si lo necesitas alguna vez –Señaló alargando sus brazos por encima de la mesa, para sujetar las manos de su hija.
-Gracias mamá –Sus ojos brillaban de emoción.
-Ésta juventud de hoy en día, os gusta hacer las cosas complicadas –Rio-. ¿Entonces te mudas con él a su casa?
-Pues –Se sonrojó de forma violenta-. No lo sé –Las miró a todas-. Apenas me ha dicho que me quiere y quiere casarse conmigo, no hemos...
- ¡Pero os casáis! –Elevó su madre la voz, alzando su cuerpo de la silla con emoción en el rostro.
-Claro –Rio su hija divertida.
-Pensé que solo os mudabais y ya está... -Chocó sus palmas-. Pues no hay tiempo que perder, miró a las otras dos mujeres con gran alteramiento-. Hay que ser las primeras en ir hoy a la tienda de novias.
- ¿Perdón? –Frunció el ceño Silvia.
-Si queréis que mi marido os oficie la boda a las tres –Las señaló con el dedo índice-. Os ponéis todas bellas, nada de ir de cualquier manera.
-No soy ninguna jovencita ya –Empezó a protestar Margaret.
-Hay unos trajes de chaqueta preciosos –Le guiñó el ojo Eleanor.
-Yo solo quiero firmar y ya está... -Protestó Silvia, comenzando a sentirse agobiada.
-Avisaré a tú prima y tía, que acudan a la tienda en un rato y...
- ¡Mamá! –Fue a protestar Silvia.
-Qué más da –Se encogió de hombros-. Visto lo visto, podríamos celebrar una boda conjunta y lo liquidamos todo de una vez.
- ¡Qué magnífica idea! –Saltaba emocionada Eleanor, sin tener en cuenta la mirada también agobiada de su única hija-. Vamos, tenemos mucho que mirar chicas –Las apresuró a levantarse de la mesa y encaminarse hacia afuera de la casa, para coger el coche.
Pasada una hora...
-Parezco un merengue de la cafetería –Rio sin ganas Silvia, bajo la mirada de Mandy y Elisabeth, dentro del probador más grande que había visto en su vida, mientras que su madre se hallaba por otro lado de la tienda con la mujer del pastor.
-Ése, no hace falta que me lo pases –Sentenció la pelirroja con gesto negativo de cabeza-. Es más –Resopló-. No tengo ganas algunas de probarme algún vestido más de éstos.
-Cualquiera diría que vais al baile de fin de curso, antes que a vuestra propia boda –rio Elisabeth, sentada en el negro sillón de piel-. ¿Qué os pasa?
-Yo no tengo ganas de merengue y tarta de novios –Suspiró Silvia-. Yo ya debería estar disfrutando de...
-Calla, no quiero imaginármelo –Rio Elisabeth, alzando la palma de su mano.
-Demasiado tarde –Gimió Mandy-, lo vi... -Rio avergonzada, logrando que las dos mujeres rompieran a carcajadas fuertes.
Mandy, empezó a sacarse por encima de la cabeza el montón de tul blanco marfil, con cierto toque de desespero.
-De acuerdo que Alex, me dijo que quiere estar conmigo –Respiró aliviada, cuando sacó por encima el kilómetro de ropa-. Pero desea todo esto... -Marcó alzando sus dos manos al aire, para abarcar la tienda-. Espero que no se sienta obligado por quien representa mi padre.
- ¿Y por qué puñetas habéis venido a la tienda? –Inquirió Elisabeth con los brazos en jarra.
-Nuestras madres –Escupió con cierto amargor Mandy.
-Confieso que no me van las bodas –Suspiró Silvia-. Me agobian.
-Me parece muy feo eso de ti –La miró con reproche su prima, recibiendo una mirada recta por parte de Silvia.
-Y yo –Admitió Mandy con voz débil-. De ayudar a organizar tantas, estoy empachada –Rio con timidez.
-Pues yo no pienso salir y decir que no hay tarta ni invitados –Advirtió la joven, mirando a las dos prometidas con advertencia.
Con pasos sigilosos, la joven ayudante de la tienda de novias, se alejó de la cortina rojo vino de tres metros de altura, sin hacer notar su presencia allí, pudiendo haber escuchado toda la conversación de las tres mujeres. Y con mirada nerviosa, hizo una señal a su jefa, para que se acercara un momento al almacén con ella, dejando por un rato a solas a las madres de las dos novias del probador.
-Dime Lidia –Susurró con el ceño fruncido.
-Se están echando atrás –Susurró algo alterada-. No desean todo el embrollo de una boda. Empiezan a tener dudas.
- ¡OH! –Se llevó una mano al cuello Pilar-. Ni hablar, el pueblo lleva mucho tiempo esperando esto –Se llevó el dedo índice a los labios, mientras pensaba por un momento-. Son capaces de llevarse a los hombres al registro civil y hacerlo todo en un momento. Vamos a tener que tomar baza en el juego y de forma inmediata –Seguía meditando Pilar en voz susurrada-. Y por extraño que pueda parecerte, creo que hay que ir hablar con los hombres. Intenta entretenerlas por media hora –le pidió a su joven ayudante-. Salgo a encargarme de esto.
-Bien –Sonrió divertida Lidia.
***
-Patrick, pago yo y no hay más que hablar –Soltó rotundo Donovan-. Me cargué la pared yo, de modo que pago yo al albañil.
-Pero yo también participo –Soltó Alex.
-Es mi casa –Renegaba el hombre-. Y fui yo, el tonto que os di libertad de movimientos –Gruñía en desacuerdo con los dos jóvenes, cuando la campana de la puerta del almacén sonó, dando la bienvenida a otro cliente, dándole la oportunidad al encargado de dejarlos solos discutiendo.
-Buenos días Lidia –Soltó con amabilidad el hombre, al ver acercarse a la mujer hacia el mostrador-. ¿Qué puedo ofrecerte?
-Oh, nada –Alzó su mano y sonrió amablemente-. Venía buscándolos a ellos –Señaló señalándolos con su dedo índice y sorprendiendo a éstos, que habían estado pendientes de su llegada.
Con sonrisa en el rostro, Pilar se puso delante de los cuatro hombres.
-Dinos querida –Habló Patrick con sonrisa torcida-. Es raro que nos busques a nosotros cuatro precisamente y más hoy –chascó la lengua.
-Patrick, siempre dije que te quedabas corto en trabajar en tú iglesia –Le guiñó un ojo, antes de acercarse a él y sujetarlo del brazo con confianza-. Hubieras sido muy buen alcalde.
Aquella vez, fue Steve quien rompió a toser por atragantamiento, tras las palabras de la mujer.
-Perdón –Habló divertido-. Es solo que me imaginé ciertas cosas –Se atrevió a indicar, sacando una risa baja a Donovan y Alex.
-Juro que acabáis hoy con mi poca paciencia –Rebufó el hombre mayor ante las pullas de los tres.
-Yo solo venía aclarar un asuntillo, que trae al pueblo un poco de cabeza –Empezó a indicar ella, pero fue interrumpida por Donovan.
-Ya estamos queriendo meter las narices en asuntos personales, verdad –Soltó con cierto toque irónico, consiguiendo dos miradas entrecerradas.
-Donovan –Le reprendió Patrick-. No empecemos, que te recuerdo todo lo ocurrido de ésta madrugada.
-Que se lio por culpa precisamente del pueblo y de éste –Se atrevió a señalar a su primo Alex, quién se enfurruñó al momento.
-Porque no veía justo lo que intentabas hacer –Acusó con los brazos cruzados.
Donovan volteó los ojos al techo.
- ¿Cuándo te has vuelto tan maruja? –Le criticó, logrando que Steve rompiera a reír divertido por la acertada acusación.
-Aprecio a Silvia y solo quería que fuera correcto, lo que se merece –Volvió a indicar-. Culpa a Patrick, que nos lo inculcó desde pequeños.
El aludido interrumpió con un ataque de tos.
-Pues tú precisamente lo estabas rehuyendo y de mi hija –Señaló con retintín.
-Porque en un momento determinado, me desvié de su camino proclamado –Soltó algo ofuscado.
-Paparruchas –Escupió el clérigo.
- ¿Perdón? –Soltó confuso.
-Que yo sepa, no has sido ningún sinvergüenza –Le guiñó el hombre.- Solo has vivido la vida que toca –Se encogió de hombros-. Lo que hace todo el mundo.
-Pero...
-Siento interrumpir –Habló Pilar sonriendo-. Pero creo que deberíais saber un dato.
-Un momento –alzó Alex su mano, sin apartar la mirada del clérigo-. ¿Cómo puedes fiarte tanto? –Se cruzó de brazos-. Estamos hablando de tú hija.
Patrick soltaba un resoplido, mientras que Steve se reía.
-Tío –Le apoyaba la mano en el hombro su futuro cuñado -. Cualquiera aceptaría la confianza de tú suegro, qué puñetas buscas.
-Alex –Habló el hombre seriamente con mirada puesta en la suya-. Te conozco desde que llevabas pañales. Sé que eres un hombre hecho y derecho. Tú, estas preocupado por asuntos de cama... -Soltó algo exasperado-. Te has acostado con bastantes mujeres, perfecto. Algo normal, déjate de llegar virgen al matrimonio. No lo hice ni yo con mi mujer –Confesó con sinceridad-. Si mi hija sigue virgen, es por ella misma, no por ser la hija del pastor. Maldita sea, nunca me he visto como un hombre con una pistola detrás de la puerta, por si se acercaba algún joven. Ella te acepta, yo te acepto... Tú, eres el único tonto que no. Cuando hay amor de verdad, no se mira nada más.
-Amén –Rio divertido Donovan.
-No creo que a Eleanor, le haga gracia que vayas por ahí comentando asuntos propios de cama –indicó divertida Pilar-. Prometo ser una tumba. Pero dejarme exponer a lo que venía, es sobre vuestras mujeres –Soltó mirándolos un segundo, para fruncir de pronto el ceño-. ¿Dónde está el sheriff?
-Nos espera en el bar para desayunar –Habló Patrick-. Fue a visitar un momento a nuestro sheriff.
Pilar, hizo una mueca de fastidio.
-También le incumbe a él, lo que venía a deciros.
- Pero, ¿qué es? –Frunció el ceño Donovan.
-Tengo en mi tienda a vuestras mujeres –Soltó de sopetón, viendo como se sorprendían todos cuadrando sus espalas.
- ¿Silvia? –Volvió a cuestionar sorprendido él.
-Sí –Afirmó la mujer, viendo como a Donovan se le marcaba una sonrisa tonta en el rostro-. No te adelantes –Soltó con una mueca de fastidio-. Sabía, que vosotros no pensabais de igual manera –Chascó le lengua.
- ¿Qué ocurre? –Frunció el ceño Donovan, notando como Alex, avanzaba un paso para posicionarse a su lado y enterarse del asunto.
-Se están echando atrás –Informó con un suspiro exasperado, observando como los dos se miraban por un segundo a los ojos y asentían con la cabeza.
-Eso, lo arreglamos en un momento –Dijo con sonrisa torcida Donovan.
-No, no –Se apresuró a interrumpir Pilar con tono de súplica-. Creo que lo empeoraríais más –Se encogió de hombros-. Por lo que ha escuchado mi ayudante, vuestras chicas se sienten como presionadas.
Allí, Donovan rebufó a su primo Alex con mal humor, mientras que éste, volteaba los ojos al techo.
-No es que no quieran casarse –Comenzó a explicarse la mujer-, es solo, que no quieren el circo. Para Silvia, le sirve con firmar el papel –Sus ojos fueron a Alex-. Y la tuya, no sabe si es lo que tú deseas. Mientras que Margaret se amolda a ello, algo cohibida –Soltó encogiéndose de hombros.
-Eso, ya me lo creo más de Silvia –Corroboró Donovan sonriendo de forma torcida.
-Y de Mandy –miró Alex a su primo y los otros dos-. No nos han dado tiempo para hablar.
-Tampoco tenías intenciones de hacerlo –Le soltó picarón Donovan, consiguiendo que Steve se riera, mientras que Patrick, suspiraba con fuerza.
- ¿Podemos centrarnos? –Demandó Pilar, mirando su reloj de pulsera.
- ¿Qué es lo que quieres Pilar? –Habló aquella vez Patrick.
-No es lo que yo quiero –alzó la barbilla con presunción-. Es lo que todos queremos –Se cruzó de brazos-. El pueblo está desenado como loco, el poder asistir a una boda. Pero si es un triplete, mejor que mejor –Aspiró de forma exagerada-. Chicos, hace mucho que no tenemos una celebración de éstas. Las bodas que se han oficiado en los últimos años, son de ciudadanos no tan apegados. Somos una familia... -Dijo lo último con sonrisa forzada, mientras miraba a los dos hombres jóvenes.
-Esto –Alzó el dedo índice al aire y lo movió en círculo Donovan, mientras miraba a su primo-. Lo has causado tú, con tus malditas apuestas.
-Y si no hubiese sido por mí –gruñó divertido-. No existiría boda con Silvia, aún seguirías en plan taciturno.
-Mentira –Se cruzó de brazos-. Lo estaba llevando bien.
-Sí, claro –Volteó los ojos divertido Alex.
Pilar soltó un fuerte silbido, llamando su atención de nuevo.
-Volviendo al asunto –Carraspeó un poco-. ¿Queréis casaros con todo o solo juzgados a lo rápido? –alzó una ceja inquisitiva.
Los dos se giraron a ver a Patrick, quién les devolvió la mirada con un chasquido de lengua y volteando aquella vez él, los ojos al techo.
-A mí no me miréis –Les gruñó-. Es cosa vuestra.
-Yo quiero ver a Mandy de novia –Sonrió como un tonto Alex-. En un lugar adornado con flores y luces, nada de alcalde y cuatro palabras, con una patada al culo –Soltó lo último frunciendo el ceño.
-Yo no me veo a mi preciosa chica con tanta tela a su alrededor -Chascó la lengua Donovan.
-Sabes que puede ir de novia, sin falta de que sea un vestido de novia -Soltó orgullosa Pilar.
-Dinos que tienes en mente, porque creo que lo tienes más que estudiado y nos dejamos de tanta averiguación -Gruñó impaciente él.
-Boda sorpresa –Escupió con cierta ilusión-. Barbacoa en tú preciosa finca –Alzó la mano, para que la dejaran finalizar-. Se puede organizar perfectamente en una hora, no estamos hablando de menús elaborados. Y en ésa hora, con varios, podemos decorar la iglesia con flores y luces, para meterlos a todos en la iglesia en silencio. Os las entregaremos allí vestidas y arregladas con algo que inventaremos –Soltó chocando las palmas cada vez más esperanzada-. Claro está, que os quiero bien guapos. Para que les pidáis matrimonio y si aceptan...
-Yo hago mi trabajo –Interrumpió Patrick con un movimiento afirmativo de cabeza-. No me parece mal plan, es justo lo que precisan éstos locos. Un plan algo loco –Soltó riéndose por su juego de palabras.
-A que es perfecto –Los ojos de la mujer brillaban impacientes.
-Adelante –Dijeron al unísono los dos, tras mirarse y alzarse de hombros.
Abrieron la enorme cortina color vino, con cierto ímpetu, buscando con la mirada algo nerviosas a sus respectivas madres. Quienes se hallaban en otro probador más pequeño, donde Margaret, se observaba con un precioso traje de pantalón y chaqueta color marfil con algún adorno en negro.
La verdad es que estaba guapísima con él.
Se miraron con gesto nervioso, entre ellas, sabiendo que les recriminarían el salir de aquel cubículo sin nada escogido. De modo, que habían ideado un plan.
Tres pasos de ellas y Eleanor, fue la primera en darse cuenta.
- ¿Qué ocurre para que no estéis ahí dentro? –Preguntó con el ceño fruncido, llamando la atención de Margaret.
-Nos negamos a ponernos por encima de la cabeza un vestido más sin desayunar –Habló Silvia, empleando cierta mueca de fastidio-. Sabes lo que pesan –Rebufó exasperada-. Necesito llenar mi estómago. Le acabamos de enviar un mensaje a los chicos, que nos vayan pidiendo los bocadillos en la cafetería. ¿Os apuntáis? –Puso una dulce sonrisa-. Luego continuamos.
-Me parece una idea genial –Soltó Pilar, la dueña de la boutique con tono muy alegre-. Así, mi ayudante y yo, podremos hacer una buena selección y no perderemos tiempo. Los tendréis listos, para cuando volváis del desayuno.
-Ves –Sonrió de forma ensanchada y animada Silvia a su madre-. Por cierto, mamá –Se acercó a darle un beso en la mejilla con ternura-. Estás preciosa con éste traje.
La mujer mayor se sonrojó.
- ¿En serio? –Volteó a mirarse al espejo-. Venga, me quedo con éste Pilar.
- ¿Crees qué es buena idea que perdamos tanto tiempo? –Se giró Eleanor hacia Pilar, con rostro pensativo.
-Claro que sí –Se acercó la dueña de la tienda, agarrándola del brazo y llevándosela un momento a una mesa que había en un rincón-. Ven, que te enseñe una cosa para vuestra iglesia.
Veinte minutos después, entraban en la cafetería del bar, muy alegres por haber conseguido librarse de los planes de sus madres por el momento. Ahora, les tocaba idear algo más, para no volver aquella cargante tienda de tules y flores.
Pero lo que no sospechaban, es que ya se habían asignado otros planes y sus chicos, participaban en ellos. Y uno, era el que fueran a desayunar allí con ellos.
Silvia, danzó feliz hacia Donovan, quién la miraba con sonrisa pilla, para cuando llegó a su lado, rodearle el cuello con sus brazos y darle un dulce beso, mientras se sentaba junto a él.
-Hola guapo –Le guiñó un ojo, tras suspirar feliz de estar a su lado y lejos de aquella tienda.
-Hola –Le sonrió, sin apartar la mirada de sus dulces ojos-. ¿Dónde estabas cuando me has llamado? –Preguntó de forma inocente.
Silvia, soltó un gemido de horror con su garganta.
-No quieras saberlo –Volteó sus ojos con pesadez-. Pero al ver como éste le fruncía el ceño, soltó un suspiro profundo, justo cuando Mandy también se sentaba de forma tímida al lado de Alex, quien, con sonrisa divertida, le rodeaba los hombros con un brazo para depositar un beso en su sien-. Venimos todas de la tienda de Pilar. Mi madre, se ha comprado un traje de chaqueta y falda, para casarse con Vigo.
- ¿Ya? –Abrió los ojos desmesuradamente-. Que rápido. Pensé que eso era cosa de varios días o tal vez horas, perdidas entre tantos vestidos –Dijo, mirando divertido a su primo.
-Supongo –Se encogió de hombros algo incómoda Silvia-, no sé cuánto puedes tardar en probarte un vestido, y menos, en escoger uno. Pero como mi madre, es la segunda vez que se casa, supongo que es más fácil escoger uno –Se encogió de hombros.
Por suerte, Silvia observó como su madre y Eleanor, se sentaban en la barra, donde se hallaba Vigo charlando con Patrick y Steve.
- Pero tú tampoco puedes demorarte mucho, ¿no? –Cuestionó Alex, mirándola fijamente.
Ésta, carraspeó un poco, mientras veía como Mandy se mordía de forma ligera el labio.
- ¿Qué quieres decir?
-Te casas –Respondió Alex sonriendo-. Y creo que de forma inmediata.
-En teoría, ya debería ser mujer casada –Se reclinó hacía delante, para mirarlo de forma significativa-. Pero por culpa de no sé quiénes, no ocurrió.
La joven chica, tensó su espalda ante el recuerdo del principio de todo aquel lío. Y solo había sido unas horas atrás, para tanto follón.
-Lo siento –Dijo con media voz.
-No te disculpes cielo –La interrumpió Alex divertido-. Cuando la culpa de no poder casarse es de ella y Elisabeth –Aquella vez, fue Donovan, quien se atrevió a carraspear un poco-. No te atrevas a negarlo –Protestó desviando la mirada hacia su primo.
-Solo digo, que todos habéis puesto vuestro granito de arena para ésta historia –Señaló, dejando su bebida en la mesa, tras dar un trago-. Y va siendo hora, de que cada uno le dé su parte final.
Allí, fue una sorprendida Silvia quien tensó la espalda y miró por un segundo a Mandy, quien a su vez, le frunció el ceño.
- ¿A qué te refieres exactamente?
- Que cada no vaya por su lado y deje de meter las narices en la historia del otro –Expuso, observando divertido como su chica relajaba de forma exagerada su cuerpo-. Tú y yo, nos encerraremos y haremos planes que nos gusten a los dos. Y cuándo quieras, no cuando te digan...
-Bien –Sonrió animada y despreocupada, agarrando la carta del menú de la cafetería. Mientras le guiñaba de forma disimulada el ojo a la pelirroja.
Entonces, la campana de la puerta del local, volvió a sonar su melodía dando paso a dos jóvenes. Quienes se detuvieron ante su prima Elisabeth, que era la que se hallaba más cerca de la puerta, mirando unos anuncios que había en un tablón.
Y al momento, frunció el ceño, al ver como ésta se les acercaba brincando con una enorme sonrisa.
- ¡Eh! Traen sorteo de inmediato –Se giró a una de ellas-. Se llama así, ¿verdad? –Sonriendo, cuando ésta se lo confirmó con un asentimiento de cabeza-. ¿Nos apuntamos? –Se giró hacia Silvia, quién la miraba en aquellos momentos con cierto recelo de desconfianza.
- ¿En qué consiste? –Preguntó Silvia.
-Es muy simple –Se alzó de hombros con sonrisa aventurera-. Solo metes la mano, en una de las cajas que traen. Y si sale la palabra premio, te toca una sesión en el salón de belleza y te visten, con un vestido de la tienda que hay al final de la calle –Sus ojos brillaban emocionados.
Silvia no pudo evitar sonreír y suspirar a la vez, dado que sabía lo mucho que le gustaban a su prima, sesiones como aquellas, al verse siempre rodeada por calzoncillos como así decía ella.
- ¿Pero que hay, solo un ganador? –Volvió a preguntar.
-No –Aquella vez, le respondió una de las chicas sonriendo y adelantando sus pasos, hasta posicionarse en la mesa y alargar la caja hacia el medio, consiguiendo que Mandy y ella, la tuvieran a la altura de sus narices-. Eran para unas diez mujeres, pero ya han salido cuatro –Se alzó de hombros-. Quedan en las dos cajas, seis papeletas ganadoras.
- ¡Te imaginas si nos toca a todas! –Su emoción era desbordante y contagiosa-. Venga vamos, que podemos perder, siempre me ha gustado tener una sesión al estilo Pretty Woman.
Aquella vez, fue Alex quien rompió con una sonora carcajada. Logrando, que varios pares de ojos de mujeres, se cernieran sobre él, con cierto hielo en la mirada.
Carraspeó un poco, tras ver como su primo Donovan se tapaba con el dorso de la mano sus labios, para que no viera como se reía también y no le reprendieran por ello.
-Me hizo gracia –Se defendió mirando a su pelirroja y luego a los que le rodeaban-. Venga vamos -Habló con cierto fastidio-. No tenéis nada a reprocharme con ella, ella me supera en... -Chascó la lengua-. Me callo –Dijo con cierto tono de amargura.
-Eso, que así estás más guapo –Le guiñó un ojo Elisabeth.
-No vayas de simpática conmigo –Le ladró.
-Y tú de víctima –Puso los brazos en jarra-. Deberías estar besando el suelo que piso.
-Lo haré cuando vuelvas a tú ciudad –Le respondió con cierta mueca, no sin poder ocultar, que en el fondo le tenía aprecio.
- ¡Queréis parar ya! –Riñó Margaret desde la barra, con una ceja alzada de forma inquisitiva-. Cualquiera diría que tenéis cinco años –Refunfuñó.
-Ostras tia –Se giró a mirarla divertida-, no me pongas a tiro de lengua, cosas como ésas porque empiezo y no paro... -Soltó divertida.
-Mi madre tiene razón –Resopló Silvia-. Os podéis tirar peleando un día entero y seguro que no calláis, ni bajo del agua.
-Tú mantienes una relación muy estrecha con el agua –Soltó de forma provocativa Donovan, mientras le guiñaba un ojo y le robaba un dulce beso-. Al final voy a tener celos.
-Tonto –Se rió, pegando aún más su cuerpo al de él.
- ¿No vas a tentar a la suerte? –Le susurró casi para ella.
- ¿Es que quieres deshacerte de mí? –Le respondió también en un susurro.
-No –Le sonrió con sus labios pegados al cuello de ella-. Pero solo de imaginarte, después en mis brazos desnuda, tras quitarte un sexy vestido y toda tú piel suave y tersa, perfumada...
-Trae ésa caja aquí –Se giró de sopetón, alzando su mano derecha con ímpetu, causando que sus pulseras tintinearan un poco.
Quince minutos después, veían tras los ventanales del café, como las chicas se alejaban sin sospecha alguna, hacia el salón de belleza.
Era el momento, de montar el capítulo final.
-Esto no puede ser nada bueno –Gimió Silvia, dando un mordisco a un delicioso pan de coca que les habían llevado, gratinado con verduras y queso-. Llevamos aquí, entre el masaje, las uñas y la peluquería, unas tres horas. No voy a querer volver a trabajar por una semana en el rancho –Soltó una carcajada con su prima Elisabeth, justo cuando salía Mandy por una puerta y con aspecto muy relajado, se sentaba en un sillón libre para pillar también del picoteo.
-Dios mío, me siento como una princesa –Suspiró completamente a gusto la chica pelirroja-. Y cuando me ponga un precioso vestido, la guinda al pastel. Al final, el día de ayer y el de hoy, serán muy importantes para mí –Soltó riéndose con las otras dos.
-¿Sabes si acaban ya con nuestras madres? -Preguntó Elisabeth.
-Sí –Asintió con la cabeza, dando un trago a su copa de champán-. Pero tú madre recibió una llamada de Vigo, y se quedaron allí hablando –Se alzó de hombros.
-Pobrecillos –Suspiró Silvia-. Nosotras aquí de relax, mientras que ellos se estarán encargando de reponer la pared de tú dormitorio.
-Yo creo que me lo merezco –alzó la barbilla Mandy con sonrisa traviesa-. Me habéis hecho pasar mucho stress, con vuestra jugada del sorteo de Alex.
Elisabeth y Silvia, rompieron en fuertes carcajadas al recordar todo el embrollo que liaron, sin esperarse un desenlace tan peculiar entre ellos dos.
-Pensé que ya ibas descargada -Rió Elisabeth-, con la ayuda de Alex al bajar por la soga -Soltó puntillosa, observando como la chica se volvía roja como la grana.
-Lo siento –Reía con lágrimas Silvia-. Tenía que contárselo, ya que ella no lo presenció.
-No me lo recuerdes –Se tapó el rostro con sus manos, para ocultar su bochorno-. Cuando pienso que mis padres lo vieron.
-En verdad todos –Rió Elisabeth, limpiándose los ojos por las lágrimas también.
-Mi primera interacción sexual –Gemía con el rostro medio tapado-. Y no es nada privada –Movía su cabeza de forma negativa-. Creo que mi padre, tampoco olvidará nunca éstos dos días.
Allí, las otras dos chicas ya se tumbaron en los sillones a causa de tanto reír.
Fue en aquel momento, que Elisabeth y Silvia, estaban casi tiradas por el suelo riéndose, que la puerta volvió abrirse, dando paso a las tres mujeres que faltaban. Para hacer de forma conjunta, un gesto negativo de cabeza.
-No tenéis para nada presencia –Renegó Margaret-. Me gustaría saber, qué habéis hecho en verdad, en la tienda de novias a solas en el enorme probador.
Y de forma confabuladora, las tres jóvenes les respondieron con divertidas sonrisas, mientras volvían a sentarse de forma correcta.
-Estáis muy guapas –Las alabó Mandy.
-Menos peloteo bicho –Le reprendió Eleonor
WIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!! Gracias EJ por esta historia me ha gustado muchísimo y me ha hecho reír a lo loca. Felicitaciones por terminarla!
ResponderEliminarPues no es el final. Se ha publicado solo jajajaja
ResponderEliminarHola te recomiendo que tengas cuidado con los fragmentos de tus historias subidas a internet, sin que esten sin registrar porque siempre hay robos de las historias. Te lo digo por experiencia, trata de registrar tu historia en lugares seguros donde se tome en cuenta la licencia de derechos de autor para evitar plagios. Saludos.
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