Por
suerte, podía ignorarlo por un rato, extrayendo también su móvil y perderse por
alguna aplicación. Pero al parecer, su hermana se había marcado aquel día, el
objetivo de que cometiera asesinato con ella misma.
-
¡Uy, Oliver! –Sus ojos brillaron como quien tiene una gran idea, algo, de lo
que empezaba a sospechar que su hermana era completamente pésima-. Deberías
tener guardado el teléfono de Estela.
-
¡Y una mierda! –Soltó en un bramido, sin detenerse a pensar en cómo quedaba su
educación.
-
¡Estela! –La reprendió Laura ofendida, mientras que Oliver, parecía estar pasándoselo
genial.
-Deja
de portarte como una niña –Siguió su hermana, con su objetivo de fastidiarla
aquel día.
-Deja
tú –Achicó su mirada-, de hacer lo que estás haciendo.
-Solo
estamos tomando un café –Se cruzó de brazos exasperada-, porque vamos a reencontrarnos
con nuestra amiga –Estela, alzó sus cejas indignada en dirección a él-. Es mí
jefe, su hermano, un tío genial…
-
¡Ha! –rio con sátira interrumpiendo a su hermana, y viendo como el susodicho,
también se reía sin dejar de mirarla.
-Va
a ser nuestro amigo –Asignó con tono autoritario, dándole a entender, que no aceptaba
más protestas.
-Habla
por ti misma –La señaló con el dedo índice, mientras mostraba cierta mueca de
fastidio con sus labios-, que parece que tengas ganas, de hacerle un club de
fans y ser tú, la presidenta.
-Porque
Laura es todo un encanto –Habló Oliver, sin poder ocultar lo divertido de
aquella charla, mientras le pasaba el brazo izquierdo por la espalda y la
abrazaba contra él, dejando un beso en la cabellera de ella.
-No
pedí tú opinión –Soltó borde, observando aquel gesto cariñoso de él, no pudiendo
evitar el que se le escapara cierta mirada recriminatoria, pudiendo captar como
éste, por encima de la cabeza de su hermana le dedicaba también una mirada
intensa, pero sin esconder aquella maldita sonrisa con sus comisuras.
¡Cretino!
Y
sin pensárselo, le propinó una patada por debajo de la mesa, mientras se mordía
el labio inferior por la rabia.
-
¡Ouch! –Aulló Oliver, soltando a Laura de sopetón, para prestarle suma atención
a ella, quien ahora, trataba de no reírse.
-
¿Qué ocurre? –Preguntó Laura, mirándolos alternativamente.
-
¡Hola! –Los sorprendió la aparición de su amiga, consiguiendo desviar toda la atención
hacia ella con su llegada.
-
¡Gemma! –Exclamó Laura, dando un brinco de su sitio, para fundirse en un
abrazo, con la chica morena.
Quedando
ella, en su sitio, con una enorme sonrisa de felicidad y el comienzo de alguna
lágrima, por el cariño que le tenía y el tiempo que hacía, que no la veía.
Después,
cuando su hermana se separó, fue su turno en abrazarse con su amiga, mientras
daban rienda suelta a sus lágrimas.
-
¿Cómo estás? –Le preguntó Gemma, sabiendo que se refería a su divorcio,
lamentando no haber podido estar allí-. ¿Y mí pequeño sobrino?
-Los
dos estamos muy bien –Le sonrió, apretando el agarre de sus manos-. Saltará de
alegría, cuando sepa que estás aquí. Y tú, ¿qué te cuentas?
Gemma,
rio limpiándose las lágrimas.
-Muy
bien todo –Dijo, mirando tras ella, alertando a Estela, de que se volteara para
descubrir de pie a Oliver-. Al fin, conseguí un hermano mayor –Señaló, dejándose
rodear la cintura por él.
-Sí
–Apenas sonrió-. Menuda sorpresa me dio Laura, cuando me lo dijo hace un rato.
-
¡Pero aún no habéis pedido nada para tomar! –Se sorprendió Gemma, al ver la
mesa desnuda de vasos.
-Digamos
–sonrió con cierta mueca él-, que nos hemos entretenido.
-Siéntate
y cuéntame –La animó Laura aún de pie, logrando que Gemma, fuera a ocupar el
lugar que antes tenía él. - Seguro que ahora viene el camarero –y en ningún
momento, su hermana se atrevió a alzar la mirada hacia ella, ocupándose en
hablar con su amiga.
-Supongo
–le habló solo a ella-, querrás sentarte en el filo, para no sentirte
acorralada –Señaló lo último con humor.
-Así
lo prefiero –Lo miró con dureza, también empleando un tono bajo, solo para él-.
Y quietecito, con los abrazos y besos, que no soy Laura.
-Tranquila,
que eso ya lo vi –Le guiñó un ojo, tomando el sitio de ella anteriormente y
dedicando su atención a las chicas sentadas en frente.
Y
ahí volvía, con aquella actitud. Frunció el ceño, tomando asiento y tomando
nota, de pillar por banda a su hermana.
Se
había tomado su capuchino sin incidente alguno, gracias, a que prácticamente
tenía el trasero fuera del sofá. Y por las historias que explicaba Gemma, su
hermana, no se había percatado de su actitud. Solo Oliver, quien de tanto en
tanto, la miraba de reojo y se reía por lo bajo.
-Hecho
–soltó satisfecha Laura, sacándola de sus cavilaciones, cuando a todos los
presentes, les sonó el móvil con diferencia de milésimas de segundos-. Estamos
juntos en un grupo –Y entonces, captó el guiño que le hizo a él.
-Voy
al baño –Solo quería escapar un momento, para no tirarse por encima de la silla
y acabar agarrando el cuello de su querida hermana. Necesitaba, soltar un par
de bufidos y contar hasta cien.
Lo
único malo. Que estaban solos en la planta de arriba, nadie más ocupaba el
baño, con lo que no tendría excusa válida, para tardar mucho en su interior.
Sin
ganas de hacer pis, igualmente se encerró en el cubículo, para sentarse encima
de la tapa del retrete y mirar así su móvil, con cierta respiración acelerada.
Lo
desbloqueó, y al momento, pudo ver la ventana del grupo creado por ella.
-
¡Oliver y sus chicas! –Bramó con tono despectivo en voz alta, al descubrir el
humor de su querida hermana-. Yo le hubiera puesto, tres mujeres listas con el
idiota.
-Y
sigues, sin querer darme una oportunidad –Habló Oliver, sorprendiéndola al
estar dentro del lavabo de mujeres, con cierto punto risueño.
-Joder,
imbécil –Gruñó en voz alta, agarrando fuerte el teléfono, que casi se le cae de
la impresión-. Me asustaste.
-Ése
insulto –Le renegó divertido.
-Te
va que ni pintado –Se puso en pie, mirando fijamente la puerta por si se movía,
ya que el cerrojo brillaba por su ausencia-. Es el baño de mujeres.
-No
me seas remilgada –Sonrió socarrón-. Además, no hay nadie más.
-Y
eso, te concede derecho a entrar –Respondió con cierto pulla-. Ho, acaso éste
es tú secreto –soltó con falsa satisfacción-. Vas a ser en realidad, nuestro
amigo gay –Aplaudió con el teléfono en la mano.
-Sal
–Ordenó tajante.
-Y
un carajo –respondió con tono altivo, para dar un respingo en el mismo sitio,
cuando la puerta se abrió dándole paso-. Si querías el rímel, solo tenías que
pedirlo –Se mofó aún más, con la barbilla alzada al ver su estrecha mirada.
-Perfectamente,
sabes que es lo que queremos los dos –La arrinconó contra la pared de lozas
marrones-. Desde que alzaste la mirada y me viste –Apoyó las palmas de su mano,
al lado de su rostro-. Pasa que eres muy terca –Y la besó.
Al
momento, cerró los ojos, deseando entregarse a la carnosidad de aquellos
labios, que porqué mentir. Le acababan de humedecer las bragas.
El
muy capullo, besaba de puta madre. Estaba consiguiendo, derrumbar su muro. Pero
aún no se sentía preparada, ni siquiera sabía que es lo que quería con él.
Tenía
que detenerlo, pero sus labios no respondían a su mente. Muy bien, solo conocía
un camino.
-Ups
–Gimió veloz, notando como sus mejillas se sonrojaban de forma violenta y él,
se apartaba de golpe.
-
¡Joder! –Protestó Oliver con falta de aliento, conduciendo sus manos a sus testículos-.
Estela, haberme dicho que no –La miró furioso.
-Yo
no pedí que me besaras –Protestó con cierta mirada estrecha, notando aún su
presencia dura entre sus dedos.
Reconocía,
que solo quería aplastarle suave, para que la soltara. Pero no se esperaba
toparse tan pronto, con aquel acero. No quedándole más remedio que buscar la
parte blanda del lugar.
-Supongo,
que ahora ya te quedó bien claro –Expuso, siendo la primera en salir del
cubículo.
Oliver,
se enderezó mientras resoplaba por un segundo, y acto seguido, la volvía a mirar
de forma socarrona.
-Sí,
me quedó claro que eres una cobarde –Y solo le faltó carcajearse.
Por
unos segundos, lo miró fijamente al igual que él a ella, aunque en su interior
solo vibraba rabia. Una rabia por llegar ahora a su vida, en un momento que
solo quería calma, éste iba a volverlo todo patas arriba.
-Si
fuera cobarde –Comenzó a decir, sin poder evitar disimular la sonrisa que se le
plantó en el rostro, con la imagen de su próximo movimiento-. No tendría valor
en meterme contigo Oliver –sus ojos brillaban intensos, mientras accionaba a la
maneta del grifo de agua y presionaba su dedo, apuntando un fuerte chorro en
dirección a él-. ¡Vaya, no va bien! -Se disculpó
con fingimiento, cuando empapó el bajo vientre del hombre y parte de su
bragueta.
-
¡Estela, detente! –Gritó yendo a detenerla, pero riendo se alejó por la puerta.
Corrió
con una enorme sonrisa, como hacía años que no hacía. Llegó a la mesa,
sorprendiendo a su hermana y Gemma, pero sin darles tiempo a nada, agarró sus
pertenencias y se alejó con la misma prisa, en dirección a su coche.
Donde
ya en el interior de éste, se concedió el tiempo de recuperar el aliento, y
soltar una enorme carcajada, cuando le llegó un mensaje de su hermana muy
enfadada.
Más
calmada, arrancó y se fue en dirección al colegio, aunque faltasen más de
veinte minutos, le daría igual tener que esperarse fuera. Dado que se sentía
como nunca de pletórica, por haber vencido a alguien como Oliver.
Todo
iba a ir bien. Su hermana, iba a darse por vencida, y la calma volvería a su
día a día. Sabiendo, que ése hombre, pondría distancia si se topaba con ella,
en un futuro próximo.
Había
clavado, su papel de loca histérica.
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