– Tú no sabes nada –rió finalmente él– no tienes ni idea de lo
que viste.
– ¿Ah no? Eres un hombre… ¡tenías que ser un hombre!
– ¿Eso es nuevo para ti? –Marcos seguía jugando y ella empezaba
a impacientarse– ¡claro que soy un hombre! ¿No era un hombre antes?
– ¡Sabes perfectamente que no me refiero a eso, Marcos! –gritó
Mía con rabia– pensé que eras diferente pero… veo que no. Y decías que me amabas…
– Tú fuiste quien me pidió que te olvidara. ¿Lo recuerdas?
–Marcos señaló con calma y Mía sintió sus mejillas enrojecer– ¿lo ves? Tú
querías que te dejara tranquila y yo…
– ¡Y tú buscaste a la primera modelo rubia y tonta que se cruzó
por tu camino! ¿Por lo menos podía ser alguien más…? –hizo un ademán en el
aire.