Cuando se separaron, él le
tomó la mano y ella se apartó un poco, había visto a Jun y había recordado
donde estaban, se sentía avergonzada. Saludó al guardia de Janeul y él la
saludó a ella, luego él rey venciendo la reticencia de Byul, volvió a agarrar
su mano, entrelazando los dedos para que ella no rehuyera y la guió al interior
del palacio.
Sus órdenes habían sido muy
claras, así que la gente que usualmente circulaba se había apartado para dejarles espacio.
La llevó hasta sus aposentos y Jun se despidió dándole una
palmadita afectuosa en el hombro a Janeul, también él estaba feliz de que al fin
estuviesen juntos. Luego los dejó solos.
-Éstas son mis habitaciones y
las tuyas desde ahora – dijo él. Y ella observó el lugar deteniéndose en la
pintura de flores de lotos que estaba detrás de la cama, era la que ella le
había regalado años antes.-Byul…- la llamó al notarla tan callada.
-¿Está bien que me quede aquí?
– preguntó.
-Sí. Nadie más ha estado aquí
aparte de mí, la reina tenía sus propios aposentos. Pero quiero que estés
conmigo, tenerte en mis brazos al dormirme y al despertar- dijo y luego una idea cruzó su mente- A menos que no
quieras, o necesites tiempo…- dijo incómodo. Aunque se amaran su relación
llevaba diez años en espera, más allá de que habían hecho el amor quizás ella
necesitaba tiempo para adaptarse a vivir con él.
-Está bien…me refiero a
quedarme aquí, contigo – dijo tímida y le hizo recordar a la jovencita del
pasado.
-Iré por Yul – dijo Janeul y
Byul lo detuvo.
-No aún, no hoy – pidió.
-¿Por qué? ¿No quieres verlo?
-Más que nada en el mundo,
pero hoy gasté toda mi cuota de valor al venir aquí. No me siento preparada
para verlo, mañana , mañana sí.
-¿Tienes miedo?- preguntó.
-Mucho. Lo abandoné , Janeul.
No puedo borrar eso.
-Si alguien tiene culpa aquí
soy yo, yo no pude protegerlos y fui quien los mantuvo apartados todo este tiempo
aún sabiendo a la verdad. Si él debe resentir a alguien, seré yo quien cargue
con sus reclamos, no tú. – le dijo mirándola a los ojos para que comprendiera
que lo decía en serio.
-¿Cómo es él? – preguntó Byul.
-Idéntico a mí físicamente,
nadie dudaría jamás de que soy su padre. Pero en su forma de ser se parece a
ti, es muy inteligente , sabio y valiente. Y va a amarte, de la misma forma en
que lo amas.
-Cuéntame más de nuestro hijo
– pidió y él lo hizo, aquella primera noche se quedó dormida en brazos de
Janeul mientras hablaban y él le contaba como habían sido los diez primeros años del príncipe.
Al despertar ambos se
sorprendieron de haber dormido tan tranquilamente como hacía años que no lo
hacían.
Desayunaron juntos y
Janeul la dejó para cumplir algunos de
sus deberes, prometiendo volver en un par de horas. Cuando regresó la encontró
inquieta y paseándose de un lado a otro.
-¿Qué sucede?
-¿Cómo me visto? ¿Qué me pongo
para mi encuentro con Yul? – preguntó ella angustiada y él le sonrió enternecido.
- Deja de preocuparte tanto.
-Quiero verme bien, pero cómo debería vestirme, muy arreglada o algo sencillo, quiero
causarle una buena impresión.- insistió y Janeul pensó que las cicatrices de
ella eran demasiado profundas, iba a dedicar su vida a curarlas.
- Ponte un vestido azul- le
dijo.
-Ese es mi color favorito –
dijo Byul frunciendo el ceño.
-Y también el de Yul.- explicó
y la vio emocionarse. Ella se cambió y se recogió el cabello con la horquilla
que él le había regalado el día del festival de verano.
-¿Cómo me veo? – preguntó
cuando estuvo lista
-Bellísima – dijo Janeul y en
sus ojos chispeó el deseo.
-¡JANEUL! – protestó sintiendo
que no lo estaba tomando en serio cuando ella estaba muerta de nervios.
Él se le acercó y la tomó por
los hombros.
-Todo va a estar bien, y si no
es así, si algo sale mal, podremos volver a intentarlo luego. Eres su madre,
quizás no puedas gritarlo a los cuatro vientos porque los pondría en peligro,
pero podrás actuar con naturalidad con él sin que nadie sospeche, no tienes que
guardar distancia , ni nada parecido. Eres libre para quererlo y si Yul no
entiende tus razones en un primer momento, lo hará después. Y cuando dije que te ves bellísima era
verdad. Sé fuerte, voy a buscarlo ahora, ¿de acuerdo?- Preguntó y ella asintió.
Había esperado aquel momento durante demasiados años, tantos que no sabía qué
hacer.
Yul estaba esperando a su
padre y su cara mostraba preocupación.
-¿Qué sucede , Su Alteza? ¿Le
preocupa conocer a su madre? – preguntó Wol acercándose al pequeño príncipe,
llevaba cinco años acompañándolo y lo quería como a un hermano menor, de la
misma manera podía leer sus expresiones. Además Jun lo había puesto al tanto de
la historia de Byul, así que imaginaba qué era lo que angustiaba al niño.
-¿De verdad crees que puedes amar
a alguien que abandonas? Yo jamás
abandonaría a mi padre, ni él a mí – dijo Yul y Wol se sentó a su lado.
-A mí me abandonaron mi padre
y mi madre – explicó- pero en uno de esos abandonos hubo mucho amor. Mi padre
no me quiso. Mi madre no tuvo más alternativa, estaba sola y mi abuela enferma,
me dejó para conseguir el sustento necesario para criarme, para que yo viviera,
y me dejó sabiendo que mi abuela me cuidaría y me amaría cuando ella estuviese
lejos, hasta que pudiese regresar. Había amor en su abandono – dijo y se detuvo
un momento, había mucho más sacrificio en la historia de su madre pero aún Yul
era pequeño para saber esos dolorosos detalles- Me dejó pero me amaba, incluso me
envió un retrato suyo para que no la olvidara y cuando al fin pudimos
reunirnos, yo tuve que decidir si el amor podía
entender y perdonar lo demás.
-¿Y?
-Y la entendí, y el amor de
ella y el mío al fin se encontraron, por eso somos muy felices ahora. Así que
creo que lo que en verdad debería preguntarse, es si en el abandono de su madre
había amor.
-Padre dice que sí – musitó
Yul.
-Compruébelo, Su Alteza. Y
decida si ese amor es más importante que
todo lo demás – le dijo y en un acto afectuoso le revolvió el cabello con una
mano.
En ese instante entró Janeul a
buscar al príncipe.
Padre e hijo iban caminando
juntos, tomados de la mano, por un pasillo vacío. Sólo se sentían sus pasos y
los de Wol que los seguía a escasa distancia. Jun se había quedado custodiando las puertas de las habitaciones
del rey para impedir cualquier intrusión o por si Byul necesitaba ayuda.
A medida que se acercaban, Yul
aferró con más fuerza la mano de su padre.
-¿Estás nervioso? – preguntó
Janeul a su hijo y éste asintió levemente- Ella también está muy nerviosa, no
lo olvides, Yul- dijo Janeul y entraron a la habitación.
Al verlos entrar Byul se quedó estática, no
podía moverse ,pero su corazón latía fuertemente. Allí estaba su hijo, al fin
podía ponerle cara al niño de sus sueños. Tal como le había dicho Janeul, se
parecía mucho a él cuando era pequeño. Ella no sabía qué hacer, ansiaba
abrazarlo, mirarlo hasta memorizar cada rasgo, quería explicarle, pero el niño
permanecía serio y tomado a la mano de su padre.
Janeul lo soltó y le dio un
suave empujoncito para encaminarlo hacia Byul.
-Es tu madre, Yul…- dijo y el
niño avanzó hacia ella. Cuando llegó a su lado, Byul se arrodilló, un poco para
estar a la misma altura que su hijo y otro poco porque no estaba segura de
poder sostenerse.
Él quedó frente a ella.
-Hijo…- musitó casi sin
pensar.
-¿Se puede amar a alguien que
se deja? – preguntó él repentinamente – Padre y Wol dicen que sí…
-¡YUL! No…- gritó desde atrás
Janeul ,pero Byul lo miró e impidió que lo reprendiera o interrumpiera. Tenía
derecho a preguntar ya saber. Entonces
miró a su niño y supo que allí estaba el
último obstáculo, el pasado, la culpa, el dolor. En los ojos de su hijo estaba
viendo su peor miedo. Habló con suavidad.
-Pero tú no les crees, ¿verdad?
-No lo sé- respondió
sinceramente y le dolió verlo tan confundido.
-A veces se puede abandonar a
alguien que amas, porque piensas que es lo mejor, porque aunque duela,
necesitas que estén bien, aunque debas estar lejos. Te amé desde el primer
instante, y te amo ahora más que a nada en el mundo. Perdón por dejarte, Yul.
Perdón por no encontrar otra manera. Pero pase lo que pase, no dudes que te amo
– respondió ella apenas controlando sus lágrimas- ¿Me crees, verdad? – preguntó
haciendo uso de todo el valor que le quedaba.
-Sí, madre – dijo Yul e
inesperadamente le echó los brazos al cuello y se pegó a ella. Byul lo abrazó
como llevaba diez años esperando hacerlo. Lo sostuvo contra sí volviendo a
sentir el calor corporal de ese cuerpecito que alguna vez había formado parte
del de ella, volvió a sentir los latidos del corazón de su hijo latiendo a la
par de los suyos.
Podría haberse quedado así
para siempre, era tan feliz que ni siquiera se había dado cuenta que estaba
llorando.
Janeul los observó en silencio,
era un momento de ellos. Sólo cuando se separaron, les habló.
-Iré a buscar comida, regreso
en un momento- anunció y madre e hijo lo miraron asustados, aún no se sentían
seguros estando solos. Pero él no dio tiempo a que protestaran y salió de las
habitaciones.
-¿Majestad? – preguntó Jun al
verlo salir y Janeul se apoyó contra la pared, y se secó los ojos con la manga.
Apenas había logrado contener sus lágrimas hasta llegar afuera. Pero cuando
había visto a madre e hijo abrazados, supo que todo estaría bien entre ellos.
-Iré a buscar comida, ya
sabes, siempre comer con alguien sirve para calmar las asperezas y suavizar los
silencios.No se me ocurre otra cosa.
-¿Quiere que vaya yo?
-No, será mejor que haga algo
Jun porque en este momento hay demasiado aquí y aquí – respondió señalando su
cabeza y su corazón- Y ellos necesitan estar a solas.
-Nosotros los cuidaremos desde aquí no se
preocupe– respondió Wol y entonces Janeul fue por comida.
Byul y Yul se observaron unos
minutos , el amor estaba allí, ahora ambos lo sabían, pero necesitaban
construir una relación y eso llevaría tiempo. Era doloroso pero necesitaban conocerse de a poco, sus
sentimientos serían el puente, pero eran
casi extraños.
-Quiero mostrarte algo – dijo
ella suavemente, nunca se había sentido tan intimidada, tan asustada del juicio
de otro ser humano. La confianza de Yul era algo tan precioso y frágil que no
quería hacer nada equivocado. Entendía la razón por la que Janeul se había
retirado, pero deseaba que no lo hubiese hecho. Necesitaba algo que conectara
al bebé que había tenido en brazos con este niño, buscó los dibujos que había
conservado y observado durante diez años y se los tendió al príncipe- Ese eres
tú, tu primera semana de vida, yo te dibujé cada día…- dijo ella y él los miró
sorprendido.
-Era pequeño- dijo observando
las distintas imágenes.
-Sí, lo eras. Y lo más bonito
que vi en mi vida. – observó y eso lo hizo sonreír.
-Padre nunca dice que soy
bonito, supongo que eso lo hacen las madres, ¿verdad?
-Sí – dijo ella y le sonrió
también. Era tal como había dicho Janeul, era demasiado maduro, inteligente y
lo adoraba. Y por fin era libre para
amarlo tanto como anhelaba.
-¿Lloraba mucho?- preguntó él
mirando los dibujos.
-No, casi nunca. Eras un bebé muy
bueno – respondió y recordó que había
llorado mucho cuando los separaron y que en sus sueños él lloró cada noche de
aquella larga separación, pero ahora estaban juntos, milagrosamente juntos.
Podría ser madre de su hijo y eso parecía un sueño. Era como si de pronto su
vida hubiese recuperado los colores, como si ya no hubiese más oscuridad
amenazándola.
-¿Es verdad que me parezco a
padre cuando era pequeño?- preguntó con curiosidad. Su padre le había contado
que él y Byul se conocían desde niños.
- Sí, es verdad, se parecen
mucho – dijo ella y empezó a contarle a Yul de la infancia del rey. Ambos
amaban a Janeul y habían encontrado en él su punto de partida para conocerse.
Cuando el rey regresó trayendo la comida, los encontró sentados juntos hablando y
riendo. Su hijo se volvió a mirarlo y con toda la naturalidad del mundo, como
sólo los niños pueden hacerlo, le preguntó sobre el pasado.
-¿Cómo era mamá de pequeña?
Janeul y Byul se miraron y
ambos entendieron lo trascendente que era ese momento. Empezaban a ser una
familia.
-Tu madre tenía largas
trenzas, era muy curiosa y bastante
imprudente…- empezó a contar. Avanzó, dejó la comida sobre la mesa y se
sentó junto a ellos.
Eran tres ahora, al fin podían
estar juntos. Era la continuación de una historia que había nacido con dos
niños junto a un río, pero era también el comienzo de una nueva historia.
Hermosa simplemente hermosa... Gracias x ese reencuentro especial.
ResponderEliminarGracias a ti por comentar, me alegra que te gustara. Era un encuentro que me causaba mucha ansiedad e inseguridad. Saludos
ResponderEliminar¿Es el final?
ResponderEliminarNo, no lo es. Habrá más quizás el fin de semana
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