martes, 16 de mayo de 2017

La mujer del rey 19°




Cuando se separaron, él le tomó la mano y ella se apartó un poco, había visto a Jun y había recordado donde estaban, se sentía avergonzada. Saludó al guardia de Janeul y él la saludó a ella, luego él rey venciendo la reticencia de Byul, volvió a agarrar su mano, entrelazando los dedos para que ella no rehuyera y la guió al interior del palacio.
Sus órdenes habían sido muy claras, así que la gente que usualmente circulaba se había apartado  para dejarles espacio.
La llevó hasta sus  aposentos y Jun se despidió dándole una palmadita afectuosa en el hombro a Janeul, también él estaba feliz de que al fin estuviesen juntos. Luego los dejó solos.
-Éstas son mis habitaciones y las tuyas desde ahora – dijo él. Y ella observó el lugar deteniéndose en la pintura de flores de lotos que estaba detrás de la cama, era la que ella le había regalado años antes.-Byul…- la llamó al notarla tan callada.
-¿Está bien que me quede aquí? – preguntó.
-Sí. Nadie más ha estado aquí aparte de mí, la reina tenía sus propios aposentos. Pero quiero que estés conmigo, tenerte en mis brazos al dormirme y al despertar- dijo y luego  una idea cruzó su mente- A menos que no quieras, o necesites tiempo…- dijo incómodo. Aunque se amaran su relación llevaba diez años en espera, más allá de que habían hecho el amor quizás ella necesitaba tiempo para adaptarse a vivir con él.

-Está bien…me refiero a quedarme aquí, contigo – dijo tímida y le hizo recordar a la jovencita del pasado.
-Iré por Yul – dijo Janeul y Byul lo detuvo.
-No aún, no hoy – pidió.
-¿Por qué? ¿No quieres verlo?
-Más que nada en el mundo, pero hoy gasté toda mi cuota de valor al venir aquí. No me siento preparada para verlo, mañana , mañana sí.
-¿Tienes miedo?- preguntó.
-Mucho. Lo abandoné , Janeul. No puedo borrar eso.
-Si alguien tiene culpa aquí soy yo, yo no pude protegerlos y fui quien los mantuvo apartados todo este tiempo aún sabiendo a la verdad. Si él debe resentir a alguien, seré yo quien cargue con sus reclamos, no tú. – le dijo mirándola a los ojos para que comprendiera que lo decía en serio.
-¿Cómo es él? – preguntó Byul.
-Idéntico a mí físicamente, nadie dudaría jamás de que soy su padre. Pero en su forma de ser se parece a ti, es muy inteligente , sabio y valiente. Y va a amarte, de la misma forma en que lo amas.
-Cuéntame más de nuestro hijo – pidió y él lo hizo, aquella primera noche se quedó dormida en brazos de Janeul mientras hablaban y él le contaba como habían sido los  diez primeros años del príncipe.
Al despertar ambos se sorprendieron de haber dormido tan tranquilamente como hacía años que no lo hacían.
Desayunaron juntos y Janeul  la dejó para cumplir algunos de sus deberes, prometiendo volver en un par de horas. Cuando regresó la encontró inquieta y paseándose de un lado a otro.
-¿Qué sucede?
-¿Cómo me visto? ¿Qué me pongo para mi encuentro con Yul? – preguntó ella angustiada y él le sonrió enternecido.
- Deja de preocuparte tanto.
-Quiero verme bien, pero  cómo debería vestirme,  muy arreglada o algo sencillo, quiero causarle una buena impresión.- insistió y Janeul pensó que las cicatrices de ella eran demasiado profundas, iba a dedicar su vida a curarlas.
- Ponte un vestido azul- le dijo.
-Ese es mi color favorito – dijo Byul frunciendo el ceño.
-Y también el de Yul.- explicó y la vio emocionarse. Ella se cambió y se recogió el cabello con la horquilla que él le había regalado el día del festival de verano.
-¿Cómo me veo? – preguntó cuando estuvo lista
-Bellísima – dijo Janeul y en sus ojos chispeó el deseo.
-¡JANEUL! – protestó sintiendo que no lo estaba tomando en serio cuando ella estaba muerta de nervios.
Él se le acercó y la tomó por los hombros.
-Todo va a estar bien, y si no es así, si algo sale mal, podremos volver a intentarlo luego. Eres su madre, quizás no puedas gritarlo a los cuatro vientos porque los pondría en peligro, pero podrás actuar con naturalidad con él sin que nadie sospeche, no tienes que guardar distancia , ni nada parecido. Eres libre para quererlo y si Yul no entiende tus razones en un primer momento, lo hará después.  Y cuando dije que te ves bellísima era verdad. Sé fuerte, voy a buscarlo ahora, ¿de acuerdo?- Preguntó y ella asintió. Había esperado aquel momento durante demasiados años, tantos que no sabía qué hacer.


Yul estaba esperando a su padre y su cara mostraba preocupación.
-¿Qué sucede , Su Alteza? ¿Le preocupa conocer a su madre? – preguntó Wol acercándose al pequeño príncipe, llevaba cinco años acompañándolo y lo quería como a un hermano menor, de la misma manera podía leer sus expresiones. Además Jun lo había puesto al tanto de la historia de Byul, así que imaginaba qué era lo que angustiaba al niño.
-¿De verdad crees que  puedes amar  a  alguien que abandonas? Yo jamás abandonaría a mi padre, ni él a mí – dijo Yul y Wol se sentó a su lado.
-A mí me abandonaron mi padre y mi madre – explicó- pero en uno de esos abandonos hubo mucho amor. Mi padre no me quiso. Mi madre no tuvo más alternativa, estaba sola y mi abuela enferma, me dejó para conseguir el sustento necesario para criarme, para que yo viviera, y me dejó sabiendo que mi abuela me cuidaría y me amaría cuando ella estuviese lejos, hasta que pudiese regresar. Había amor en su abandono – dijo y se detuvo un momento, había mucho más sacrificio en la historia de su madre pero aún Yul era pequeño para saber esos dolorosos  detalles- Me dejó pero me amaba, incluso me envió un retrato suyo para que no la olvidara y cuando al fin pudimos reunirnos, yo tuve que decidir si el amor podía  entender y perdonar lo demás.
-¿Y?
-Y la entendí, y el amor de ella y el mío al fin se encontraron, por eso somos muy felices ahora. Así que creo que lo que en verdad debería preguntarse, es si en el abandono de su madre había amor.
-Padre dice que sí – musitó Yul.
-Compruébelo, Su Alteza. Y decida si ese amor  es más importante que todo lo demás – le dijo y en un acto afectuoso le revolvió el cabello con una mano.
En ese instante entró Janeul a buscar al príncipe.
Padre e hijo iban caminando juntos, tomados de la mano, por un pasillo vacío. Sólo se sentían sus pasos y los de Wol que los seguía a escasa distancia. Jun se había  quedado custodiando las puertas de las habitaciones del rey para impedir cualquier intrusión o por si Byul necesitaba ayuda.
A medida que se acercaban, Yul aferró con más fuerza la mano de su padre.
-¿Estás nervioso? – preguntó Janeul a su hijo y éste asintió levemente- Ella también está muy nerviosa, no lo olvides, Yul- dijo Janeul y entraron a la habitación.
   Al verlos entrar Byul se quedó estática, no podía moverse ,pero su corazón latía fuertemente. Allí estaba su hijo, al fin podía ponerle cara al niño de sus sueños. Tal como le había dicho Janeul, se parecía mucho a él cuando era pequeño. Ella no sabía qué hacer, ansiaba abrazarlo, mirarlo hasta memorizar cada rasgo, quería explicarle, pero el niño permanecía serio y tomado a la mano de su padre.
Janeul lo soltó y le dio un suave empujoncito para encaminarlo hacia Byul.
-Es tu madre, Yul…- dijo y el niño avanzó hacia ella. Cuando llegó a su lado, Byul se arrodilló, un poco para estar a la misma altura que su hijo y otro poco porque no estaba segura de poder sostenerse.
Él quedó frente a ella.
-Hijo…- musitó casi sin pensar.
-¿Se puede amar a alguien que se deja? – preguntó él repentinamente – Padre y Wol dicen que sí…
-¡YUL! No…- gritó desde atrás Janeul ,pero Byul lo miró e impidió que lo reprendiera o interrumpiera. Tenía derecho a preguntar ya  saber. Entonces miró a su niño y supo que allí estaba  el último obstáculo, el pasado, la culpa, el dolor. En los ojos de su hijo estaba viendo su peor miedo. Habló con suavidad.
-Pero tú no les crees, ¿verdad?
-No lo sé- respondió sinceramente y le dolió verlo tan confundido.
-A veces se puede abandonar a alguien que amas, porque piensas que es lo mejor, porque aunque duela, necesitas que estén bien, aunque debas estar lejos. Te amé desde el primer instante, y te amo ahora más que a nada en el mundo. Perdón por dejarte, Yul. Perdón por no encontrar otra manera. Pero pase lo que pase, no dudes que te amo – respondió ella apenas controlando sus lágrimas- ¿Me crees, verdad? – preguntó haciendo uso de todo el valor que le quedaba.
-Sí, madre – dijo Yul e inesperadamente le echó los brazos al cuello y se pegó a ella. Byul lo abrazó como llevaba diez años esperando hacerlo. Lo sostuvo contra sí volviendo a sentir el calor corporal de ese cuerpecito que alguna vez había formado parte del de ella, volvió a sentir los latidos del corazón de su hijo latiendo a la par de los suyos.
Podría haberse quedado así para siempre, era tan feliz que ni siquiera se había dado cuenta que estaba llorando.
Janeul los observó en silencio, era un momento de ellos. Sólo cuando se separaron, les habló.
-Iré a buscar comida, regreso en un momento- anunció y madre e hijo lo miraron asustados, aún no se sentían seguros estando solos. Pero él no dio tiempo a que protestaran y salió de las habitaciones.
-¿Majestad? – preguntó Jun al verlo salir y Janeul se apoyó contra la pared, y se secó los ojos con la manga. Apenas había logrado contener sus lágrimas hasta llegar afuera. Pero cuando había visto a madre e hijo abrazados, supo que todo estaría bien entre ellos.
-Iré a buscar comida, ya sabes, siempre comer con alguien sirve para calmar las asperezas y suavizar los silencios.No se me ocurre otra cosa.
-¿Quiere que vaya yo?
-No, será mejor que haga algo Jun porque en este momento hay demasiado aquí y aquí – respondió señalando su cabeza y su corazón- Y ellos necesitan estar  a solas.
 -Nosotros los cuidaremos desde aquí no se preocupe– respondió Wol y entonces Janeul fue por comida.

Byul y Yul se observaron unos minutos , el amor estaba allí, ahora ambos lo sabían, pero necesitaban construir una relación y eso llevaría tiempo. Era doloroso pero  necesitaban conocerse de a poco, sus sentimientos serían el puente, pero  eran casi extraños.
-Quiero mostrarte algo – dijo ella suavemente, nunca se había sentido tan intimidada, tan asustada del juicio de otro ser humano. La confianza de Yul era algo tan precioso y frágil que no quería hacer nada equivocado. Entendía la razón por la que Janeul se había retirado, pero deseaba que no lo hubiese hecho. Necesitaba algo que conectara al bebé que había tenido en brazos con este niño, buscó los dibujos que había conservado y observado durante diez años y se los tendió al príncipe- Ese eres tú, tu primera semana de vida, yo te dibujé cada día…- dijo ella y él los miró sorprendido.
-Era pequeño- dijo observando las distintas imágenes.
-Sí, lo eras. Y lo más bonito que vi en mi vida. – observó y eso lo hizo sonreír.
-Padre nunca dice que soy bonito, supongo que eso lo hacen las madres, ¿verdad?
-Sí – dijo ella y le sonrió también. Era tal como había dicho Janeul, era demasiado maduro, inteligente y lo adoraba. Y por fin era  libre para amarlo tanto como anhelaba.
-¿Lloraba mucho?- preguntó él mirando los dibujos.
-No, casi nunca. Eras un bebé muy bueno – respondió  y recordó que había llorado mucho cuando los separaron y que en sus sueños él lloró cada noche de aquella larga separación, pero ahora estaban juntos, milagrosamente juntos. Podría ser madre de su hijo y eso parecía un sueño. Era como si de pronto su vida hubiese recuperado los colores, como si ya no hubiese más oscuridad amenazándola.
-¿Es verdad que me parezco a padre cuando era pequeño?- preguntó con curiosidad. Su padre le había contado que él y Byul se conocían desde niños.
- Sí, es verdad, se parecen mucho – dijo ella y empezó a contarle a Yul de la infancia del rey. Ambos amaban a Janeul y habían encontrado en él su punto de partida para conocerse.
Cuando el rey  regresó trayendo la comida,  los encontró sentados juntos hablando y riendo. Su hijo se volvió a mirarlo y con toda la naturalidad del mundo, como sólo los niños pueden hacerlo, le preguntó sobre el pasado.
-¿Cómo era mamá de pequeña?
Janeul y Byul se miraron y ambos entendieron lo trascendente que era ese momento. Empezaban a ser una familia.
-Tu madre tenía largas trenzas, era muy curiosa  y bastante imprudente…- empezó a contar. Avanzó, dejó la comida sobre la mesa  y  se sentó junto a ellos.
Eran tres ahora, al fin podían estar juntos. Era la continuación de una historia que había nacido con dos niños junto a un río, pero era también el comienzo de una nueva historia.

4 comentarios:

  1. Hermosa simplemente hermosa... Gracias x ese reencuentro especial.

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  2. Gracias a ti por comentar, me alegra que te gustara. Era un encuentro que me causaba mucha ansiedad e inseguridad. Saludos

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  3. Respuestas
    1. No, no lo es. Habrá más quizás el fin de semana

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