martes, 9 de mayo de 2017

La mujer del rey 16°



Diez años atrás, Byul le había pedido que la dejara y sus palabras habían hecho realidad sus peores miedos pues eran ciertas. Su amor sólo le había traído dolor, desde el inicio se había preguntado si amarla bastaría para compensar todos sus sacrificios, y ahora entendía que no. Ella le estaba pidiendo sinceramente que la dejara ir.
En ese entonces, se marchó con el corazón roto y durante un par de días se sintió morir.
-Hay algo raro… - dijo Jun  a su joven señor.
-¿De qué hablas? – preguntó ofuscado, no podía encontrar sosiego y su humor estaba totalmente trastocado.

-Ese niña ha soportado mucho, es extraño que se rinda ahora. – observó y Janeul se  sacudió de su angustia y pensó en lo sucedido. Byul lo amaba, no había negado eso. Lo había apartado  pero no había negado amarlo.  Su dolor le había hecho perder muchos detalles, ahora sentía que había algo extraño. Quizás algo había pasado para hacerla actuar así, quizás la habían amenazado.
-Jun, ¿nuestros hombres siguen allí, verdad?
-¿Los que están infiltrados en la guardia de la casa de cortesanas? – preguntó, desde que era rey Janeul había  infiltrado soldados de confianza entre los guardias que se encargaban de la seguridad de la casa de cortesanas, nunca estaba tranquilo cuando se trataba de la seguridad de Byul.
-Sí, no los retiraste, ¿verdad?
-No, aún no, esperaba su orden. De hecho les pregunté si había sucedido algo, pero no habían notado nada.
- Haz que permanezcan allí y que informen inmediatamente cualquier novedad- ordenó.
Y la información le llegó una semana después de la persona más inesperada.
Dina era la joven que Byul había salvado años atrás de ser prostituida, había permanecido en palacio, y un año antes había pedido estar al servicio de la reina. Janeul nunca había entendido porque  había tomado esa decisión, hasta ese momento. Cuando ella pidió verlo en privado y le contó lo que había descubierto, supo que la joven había permanecido allí  esperando el momento de pagar su deuda con Byul. Debido a  esa lealtad supo que estaba embarazada y entendió que por eso lo había dejado , y también descubrió que la reina lo sabía.
Se sintió desesperado, una vez más le había fallado, ella no había podido confiar en él y decirle la verdad. Tenía que encontrar una salida, debía haber una manera de traerla a palacio y cuidarla a ella y al bebé, que la reina ya lo supiera era un peligro. Sus pensamientos se enredaban, necesitaba una razón para repudiar a su esposa, para divorciarse y darle a Byul el lugar que merecía, pero  no encontraba cómo hacerlo  sin desatar un caos en la corte y con su familia política. Un paso en falso podía llegar a provocar  una guerra, incluso. Aunque un hijo con la mujer que amaba , bien lo valía.
Fue Jun quien lo calmó antes que diera un paso en falso y le recordó que debía ser muy precavido, porque cualquier acción de él podía repercutir sobre Byul.
-¿Qué hago? – preguntó impotente.
-Pensar muy bien su siguiente paso, ella está planeado marcharse lejos y criar al niño tranquilamente. Quizás sea lo mejor hasta que pueda resolver los demás.- le recomendó su hombre de confianza.
-No, no voy a dejarla sola- discutió él, pero  mientras buscaba una salida, Byul y la reina se adelantaron y entonces, cuando el plan estuvo en marcha, estuvo atado de pies y manos.
Si denunciaba a la reina por haber mentido sobre el embarazo y  su plan para hacer pasar por propio a un niño que no lo era, Byul se vería involucrada y no podría librarla del castigo. Si él pedía la cabeza de la reina por traición, también debería castigarla a ella.
Aún no tenía suficiente poder para luchar con los ministros y las fuerzas políticas que  se cernirían sobre él y cuestionarían su legitimidad si repudiaba a la reina en  favor de la joven que amaba. Ni siquiera estaba seguro de contar con la lealtad de su ejército, y si él perdía su lugar como rey , no habría modo de proteger a Byul y al niño.
Una vez más, estaba acorralado.
Una vez más debía aceptar que ella se sacrificara y seguir con la mentira.
Estarían separados, pero el bebé sería traído a palacio y él lo mantendría a salvo. Y Byul podría vivir.
Cada día fue una agonía, hasta que  la reina regresó trayendo al niño, hasta que lo tuvo en sus brazos y Jun le aseguró que la madre del príncipe, la verdadera,  estaba bien y bajo estrecha vigilancia.
A diario  recibía informes  sobre ella, supo sobre su larga convalecencia y ordenó que consiguieran al mejor médico para que la atendiese en el templo. Supo de su lenta mejoría y volvió a respirar con tranquilidad, y también  se enteró de su decisión de marcharse.
Jun había estado buscándolo para darle  el informe del día  cuando lo encontró en la habitación del príncipe. Janeul estaba acunando al bebé en sus brazos.
-Su Majestad, no sabía que estaba aquí.
-Pasé a verlo y estaba llorando, supongo que él también la extraña…- musitó y Jun lo miró incómodo.
-Su Majestad…- dijo para recordarle que debían guardar las apariencias.
-No te preocupes, no hay nadie aquí más que nosotros,  pedí que  me dejaran  a solas con él. Y la puerta está vigilada. Al menos aquí, puedo nombrarla ¿Tienes algo que informar?
-Ya partió hacia el extranjero, quería preguntarle qué hacíamos con la vigilancia a partir de ahora.
-Mantenerla, que tu gente siga cuidándola  discretamente y la mantengan a salvo, vaya donde vaya, siempre.
-De acuerdo, y …Su Majestad…-  titubeó. Era obvio que tenía que decir algo más pero no se animaba.
-¿Qué sucede? Habla.
-¿Qué hacemos con los hombres?
-¿Hombres?
-Quiero decir, si alguno se acerca a ella, ¿qué hacemos? – preguntó incómodo. Janeul hizo una mueca.
- Vaya pregunta, si de verdad hay alguien bueno para ella, si de verdad Byul decide darse la oportunidad de empezar de nuevo, déjenla tranquila. Si de verdad alguien puede amarla y hacerla feliz, deberé dejarla ir, ¿verdad?- dijo sin estar convencido.
-Su Majestad, creí que la quería de regreso.
-Sí, pero más que nada quiero que sea feliz, se lo debo. Ella me ha dado todo, incluso a nuestro hijo. Yo sigo buscando una forma de estar juntos, pero quizás nunca la encuentre, Byul merece algo mejor. Así que si es un hombre bueno, estará bien. Pero Jun…
-¿Sí?
-Deshazte de cualquiera que quiera lastimarla. – ordenó sin dudar , Jun asintió y luego se retiró.
Janeul miró con infinito amor al bebé que dormía plácidamente en sus brazos.
-Te esperó durante meses y a mí me esperó durante años. Ahora tendremos que esperarla a ella, Yul.

2 comentarios:

  1. Hola, que genial ver el punto de vista del rey, siempre paso por aca a leerlas, aunque reconozco que soy mala para comentar, pero tengan la seguridad que nunca olvido este blog.

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