No puede ser amor 28° - Gaby Ruiz

–Como siempre… –se acercó, a modo de secreto pero claramente todos la escuchaban– horrorosamente.

Rompieron a reír. Kyle los miraba con aire confuso pero se sumó a la risa general. Eran un grupo singular pero unido, eso era evidente. Y a pesar de eso, seguía sin gustarle ese Alex. Se encontró con su mirada, a él tampoco parecía agradarle nada él.  Ya hablarían.

–¡Ah no lo creo! Todos reunidos de nuevo –Rose apareció con una gran rosa en su mano– siempre me ha encantado este jardín –sonrió.

–Y a mí –asintió Danaé sonriéndole también– ¿dónde está Marcos?

–¿Acaso es mi gemelo? –preguntó con sarcasmo Rose pero en tono dulce– seguramente buscando algo de comer. No ha comido nada aún.

–¿En todo el día? –Danaé abrió los ojos sorprendida– ¿por qué?

–Ocupado.  Tú sabes lo reservado que es. Y sin ti aquí, sencillamente es aburrido –alzó sus manos en gesto inocente.

–¿A quién le dijiste aburrido? –la voz de Marcos resonó entre ellos– yo también te quiero igual hermanita –le pasó un brazo por el hombro y se giró hacia Danaé– me estuvo siguiendo. Es curiosa.

–¡Tenía que saber que hacías! Jamás eres así de…

–¿De…? –preguntó Marcos y todos estaban pendientes de ellos– ¿Reservado, misterioso, nada curioso? –soltó intencionadamente.

–¡Sí lo eres pero no así! –Rose habló perdiendo la paciencia– me rindo contigo, Danaé lo dejo en tus manos.

–Buenas manos –asintió Beth– ella lo sabrá.

–Ella siempre logra saberlo todo –concordó Aurora.

–Ella está aquí –protestó Danaé poniendo los ojos en blanco.

–Ella no sabrá nada –contestó Marcos y ella lo miró ceñuda– lo siento pero esta vez es un no.

–Lo odio –se quejó Rose– realmente odio que haga esto.

–¿Muy a menudo eh? –preguntó Kyle integrándose a la conversación con una sonrisa.

–¡Todo el tiempo! –soltó Rose con una risita– todo… el… tiempo… –repitió con lentitud, dándole un codazo a Marcos, que logró esquivarlo–  ¿eres adivino, acaso?

–No, Rosemary –le llamó y ella sacó su lengua– solo tu gemelo.

–¡Maldito Marcos! –siseó y sintió una mano en su hombro. Giró–. Hola, Christopher. Llegas a tiempo, como de costumbre. Para calmar la situación –sonrió al tiempo que depositaba un beso en su mejilla.

–Soy oportuno entonces –soltó luego de saludar a todos. Miró a Aurora, pero rápidamente desvió sus ojos verdes– ¿has tenido un buen viaje, Danaé? –preguntó con una sonrisa amable.

–Muy bueno, Christopher –asintió y volvió a presentar a Kyle– Christopher es el más calmado de nosotros –reveló Danaé a Kyle– y con los años pasados, mucho más aún –dijo en tono dulce y él sonrió.

–¿Por qué no hemos comido? –preguntó Alex girando su cabeza hacia la mesa– ¿esperamos a alguien más?

–¡Eso es descortés, Alexandre Lucerni! –reprendió Aurora conteniendo una sonrisa– pero esta vez, se te perdona.

–Porque todos queremos comer –se quejó Marcos alzando su tono de voz– ¿crees que noten si tomo algo más de la cocina?

–Depende, ¿cuántos estantes del refrigerador has vaciado ya? –rió Danaé dejándose abrazar de él–. Te extrañé –sonrió.

–No, ni aún así conseguirás saberlo –sonrió Marcos descaradamente y Danaé alzó las manos en señal de lo intenté.

Anunciaron la comida y todos fueron a servirse el menú preparado, continuando con la animada conversación.

Tras varias horas, Alex se sentía como antes. Seguro, risueño y bromista.  En palabras de varias personas: era el hombre encantador de siempre.  ¿Cómo era posible? Bueno, él había llegado como de costumbre en esos últimos meses, malhumorado. Y pensó que dada la situación, esto solo empeoraría. Se equivocó. Totalmente.

Ahora estaba riendo de una broma de André y pasaba su brazo por los hombros de Aurora. Él ni siquiera lo había notado, estando sentados en un círculo, él tenía apoyado su brazo en el espaldar de la siguiente silla, que daba la casualidad se sentó Aurora. Y ahora ella había puesto su cabeza en su hombro, por tanto ya no podía quitarlo. Sonrió cuando alguien les preguntó sobre su relación. Quizá fue un comentario del mismo André, que trataba de enfadarlo y había tenido éxito en más de una ocasión anterior, picándole porque ahora creía saber que estaba enamorado y eso era un serio motivo de burla para André.

Estaba tan equivocado. Él y todos los que pensaban que amaba a Aurora.  Porque no lo hacía. Sí, él también había estado equivocado. ¿Y por qué se planteaba todo eso? ¿Por qué ahora?

Sencillo. Él no había vuelto a ser “él” desde que Danaé se fue. No podía ser una coincidencia que con su regreso él se sintiera nuevamente ÉL.

Dirigió sus ojos azules clarísimos en dirección a Danaé. La mano de ella estaba sostenida entre las dos manos de Kyle. Hizo un mohín involuntario muy breve, no era la situación ideal la que se presentaba pero ¿qué más daba? Él, no importaba lo que sintiera por Danaé, no tendría nada con ella. No podía. No podía arriesgarse a algo sin saber qué era lo que sentía. Con Aurora había estado equivocado por años, ¿por qué con Danaé sería diferente?  Además, a las dos las había conocido toda la vida, ¿no podía ser solo una coincidencia que la persona a quien pensó amar intensamente y la persona a la que… bueno, le hacía sentir de esa manera… hubieran estado presentes toda su vida no?

Era eso. Quería a Danaé como amiga. Nada más que eso, estaba seguro que si incluso… que si la besara, no sentiría nada. Tal como pasó con Aurora. Solo eran caprichos de su mente, que, solo Dios sabía por qué, le estaba jugando tan malas pasadas. ¿Qué haría?

–¿Alex? –llamó Rose tocándole ligeramente el hombro– ¿no piensas asistir esta noche con nosotros?

–¿Yo? ¿A dónde? –preguntó, notando que Danaé se había levantado junto con Kyle, Marcos, Beth y Christopher.  Solo quedaban sentados él, Rose y Aurora.

–Ay, tontito –rió Rose– al concierto que habíamos planeado.  ¿Irás cierto?

–Claro que… –se quedó pensativo– ¿yo acepté ir?

–No, en realidad –explicó– nadie se atrevió a decirte porque… bueno, tú sabes… tu situación… –Rose puso los ojos en blanco– tu mal humor.

–Ah –Alex sonrió– ¿por eso apenas me lo dicen? –ella asintió– bien… iré –Rose saltó de alegría y él añadió– ¿irá Danaé, cierto?