Respiró hondo. Tenía que calmarse. Emitir
un grito con todas sus fuerzas no iba a ayudar, tal vez a sacar su frustración,
pero por lo demás, solo ahuyentaría a Kyle y dejaría sordo a su interlocutor. Y,
por alguna perversa razón, esa última idea le gustaba demasiado.
–Sí, mucho tiempo –se obligó a
responder– Alex –pronunció a regañadientes, sabiendo que la idea de gritarle
era tentadora aún.
–Hummm, ¿escucho un tono hostil?
–sabía que estaba sonriendo. ¡Maldito fuera Alex!– ¿soy inoportuno?
–No te haces una idea –soltó Danaé,
nada amable. Estaba cansada de escuchar a Alex. Siempre ahí, en su vida, en sus
sueños y realidad, en todo. ¡No más! Pero si le había llamado, bueno, tendría
que obligarse a ser amable– ¿cómo estás? Mucho tiempo sin noticias tuyas
–suavizó el tono, inspirando hondo.
–Ni tuyas, Danaé –su tono se hizo…
extraño. Sintió que le electrizaba al
escucharlo pronunciar su nombre completo, cosa que no hacía mucho– ¿cómo van
las cosas contigo?
–Todo… bien –contestó con lentitud. No sabía cómo tratarlo. ¿Era solo su
imaginación la que experimentaba ese sentimiento de cambio? ¿Realmente algo
había cambiado o solo era la distancia? Alex…– estudiando, divirtiéndome y en
el departamento. Nada diferente de cuando estaba en casa.
–Me alegra saberlo –y realmente sonaba
alegre. ¿Por qué?– no he tenido muchas noticias tuyas, al menos no
directamente. ¿Me estabas evitando?
No más –pensó Danaé suspirando– Alex.
–No. ¿Por qué lo haría? Siempre has
sido… –debía decirlo, necesitaba hacerse a la idea de una vez– como mi hermano.
¿Cierto?
Silencio. No se escuchaba
absolutamente nada. ¿Seguía ahí?
–Claro –pronunció Alex, su voz
distante y amable, como siempre– ¿qué hacías? ¿Te desperté? La diferencia
horaria es…
–No, nada de eso. En realidad… –se
quedó pensando. Se lo diría. ¿Por qué no? ¿Por qué?– estaba a punto de ver
una película.
–¿Cuál? ¿Podríamos verla juntos?
–preguntó creyendo que iba al ¿cine?
O al menos eso imaginaba, porque de
otra manera no entendía el por qué de su sugerencia. Alex la desorientaba con
tantos cambios.
–Aún no lo sé. Si quieres pido para mirarla… –no sabía por
qué había dicho eso, pero realmente no tenía la menor idea de qué decir. ¿Por
qué le había dicho que vieran una película juntos? ¿Seguía cuidándola?
–¿No sabes? –Alex entrecerró sus ojos–
¿con quién la verás?
–Alex, ¿no es tarde allá? Deberías…
–Danaé, ¿con quién? –preguntó
insistente, como si fuera algo de vital importancia. ¿Qué le estaba pasando?
–Alex, ¿estás bien? –preguntó, tal vez
demasiado alto o su tono de alarma, porque notó que Kyle giraba y la miraba,
una mirada extraña. ¿Por qué?– Y… –bueno,
esa pregunta de ¿estás bien?, se había hecho demasiado “popular” entre ella y
Alex. Es que ahora, jamás parecía estar
bien. Normal… como él siempre había sido
con ella– estoy con Kyle.
No necesitaba explicarlo más. Él sabía
quién era Kyle ¿no? Probablemente recordara muy poco de su ex novio pero bien
podía hacerse una idea. O tal vez no. No
es que Alex se interesara de su vida.
–Salía con él en Italia… –empezó a
decir.
–¡Sé perfectamente quién es Kyle!
–soltó furioso Alex y Danaé miró con horror. ¿Qué rayos le pasaba a Alex? ¿A
eso se refería Marcos?
–Oh, no tienes por qué ponerte así
–miró hacia Kyle. Las palabras habían sido tan altas que por un momento pensó
que él pudo escuchar. Pero no, seguía tan impasible.
–Lo lamento –dijo él, claramente a regañadientes–
¿estás con él?
–¿Ya te dije que veremos una película
cierto? ¡Claro que estoy con él!
–Danaé… –llamó en tono de advertencia.
–¿Qué, Alex? ¿Qué ahora? –estaba
cansada. Ese juego de él no tenía razón
de ser. No iba a más, en verdad–
¿llamaste para darme la gran noticia? Sí es así, ahórratelo… ya lo sé.
–¿Qué gran noticia? –preguntó
extrañado.
–Tú y ella –dijo, sin atreverse a
nombrarla– ¿era eso? Porque si es así realmente estás perdiendo tu tiempo y…
–¿Cómo lo supiste? –señaló
desconcertado. ¿Sabía de él y Aurora? Mejor, ¿qué era lo que creía que sabía?
–Nuestra sociedad es pequeña. Imagino
es un rumor interesante esta temporada. Yo que sé.
–¿Cómo? ¿Quién te dijo? –no, la pregunta
que él quería hacer era, ¿qué te dijeron?
–No importa ya, ¿verdad? –suspiró
cansada– lo sé. Y ya lo he
entendido. Realmente Alex, no tenías por
qué tomarte la molestia. Ahora debo colgar, he sido increíblemente grosera con
Kyle que me espera. Adiós, Alex. Un gusto escucharte.
–Pero, Danaé –pidió él. Su voz
apremiante– ¿qué es lo que sabes?
–Todo.
Siempre lo supe, tú ya lo sabes. Adiós –y esta vez, colgó.
Alex se quedó mirando al teléfono,
indeciso entre tirarlo contra la pared o darse de golpes con él. Es que realmente era un total y completo
idiota. ¿Qué le pasaba? ¡Sí, esa sí que
era una buena pregunta! Y no, no tenía una pequeña idea de qué demonios le
pasaba. Era algo totalmente nuevo en él, perder el control así. ¿Qué era?
Porque si bien había amado toda su vida a Aurora, él podía mantener el control
de sus emociones, bajo llave, para que nadie más las viera. Solo ella, cuando por fin estuvieran
juntos. Y ahora… ¡ahora se daba cuenta
que no tenía ni idea!
¿Qué había cambiado? ¿Qué? ¿Cuándo?
¿Cómo? Y, lo más importante de todo, ¿qué rayos tenía que ver Danaé en eso?
Él no lo sabía. Había pensado que
hablaría con ella y todo sería normal. Escucharla y sabría que era Danaé, la de
siempre, si, esa niña a la que vio crecer y que era como su hermana. Pero no, no había sido así de ninguna manera.
Ni siquiera al principio. Desde que escuchó su voz, él… bueno, perdió el
control de sus emociones. Se estaba volviendo loco. Esto no podía ser una buena
señal.
Y una vez más, estaba convencido que
su amor por Aurora había condicionado a que él estuviera así ahora. Si, cuestionándose
su amor por ella cuando ya la tenía a su lado. De cierta manera…
Porque no había sido lo que había
esperado. Ni de lejos.
Hubiera querido decir que mejor, que
increíble y que había sido como tocar el cielo pero no. Ni un único y olvidado
fuego artificial. Nada.
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