¿Y ahora qué?
Se preguntó Mandy, al frenar el todo terreno de Alex, para clavar la vista en la oscura puerta de la casa.
A decir verdad, en el corto trayecto tampoco había desviado en ningún momento la vista, hacia su derecha. A pesar de haber sufrido todo el rato, el gran tormento de sus alocados impulsos de hacerlo.
Aún no
salía de su asombro, tenía a su lado vestido en calzoncillos y aún maniatado, a Alex.
¡Alex!
Gritaron sus hormonas con los sostenes alzados al aire y en burbujeante agitación.
El hombre más sexy de la faz de la tierra, pero que a su vez, también era galardonado con el premio al más imbécil, por haberla rechazado dos años atrás.
Y por lo que había podido comprobar hacía un rato con sus labios, las sensaciones que había despertado en el triangulo de sus piernas, no era ninguna niña. Pero el idiota, aún seguía mirándola como tal, en vez de una mujer joven de veinte y un años.
Pero eso su cabeza, por que juraría que el cuerpo de él, si que había reconocido el cambio en ella. Y nada tenía que ver, la puñetera pastilla que le habían hecho tragar.
Así, que podía decirse que la mayor parte del trayecto había tenido que aguantar la mirada inquisitiva de él, en ella. Dejando su sistema nervioso frustrado y amargado, por tener a su lado a uno de los culpables de su aún estado virginal.
El segundo y principal, era su padre.
Quien por mala suerte la suya, era el cura del lugar. Y quisieras o no, aquello a nivel sexual marcaba a los jóvenes, en decidir actuar con ella en una cita.
Pero desde hacía dos años, que no le interesaba o despertaba interés, ningún hombre que no fuera Alex.
Su cuerpo, sus hormonas, su lívido... Habían decidido que él, era el elegido en su despertar sexual.
Pero el maldito idiota, a pesar de tener también interés en ella, no quería tocarla por ser la hija de quien era, apostaba a todo el oro del mundo.
¡Acaso los hombres eran tontos!
Por ser la hija del cura, no significaba que rechazara el sexo, ni que su destino estuviera en un claustro como monja.
¡Maldita sea!
Rebufó mentalmente. Pero si sus padres mantenían una muy buena y activa vida sexual, por lo que comunicaban los muelles de su malito colchón.
Achicó sus ojos, al recordar que tenía que tomar nota mentalmente de comprarles por internet, uno nuevo de visco látex. De ese modo, no volvería a escuchar como los muelles se reían de ella por la noche, ante su frustrada fantasmagórica vida sexual, casi cuatro veces por semana.
-Desconecta el motor y ven adentro –Soltó en una tosca orden Alex, rompiendo sus pensamientos al abrir también la puerta, pero sin llegar a bajarse aún del vehículo.
-¿Cómo dices? –Inquirió casi en voz de pito ella, sorprendida por el sentido que podía tener aquella orden.
-Que apagues el motor y vayamos adentro de la casa –Volvió a ordenar, con un tono aún más tosco que la anterior vez.
-Te traje donde pediste –entonó con voz algo altiva-, mañana que te lleve alguien a la parroquia y coges tú coche.
-Ni hablar –negó con su cabeza-, ahora en un rato te llevo yo –Volvió a indicar con tono dominante.
-Te recuerdo que quien se halla maniatado y debe obedecer órdenes, como un perrito faldero eres tú -Soltó mordaz y con cierta pulla, consiguiendo que el hombre, sonriera por un segundo de una manera rara, para pasar a morderse el labio inferior.
-Ya veo... -Chascó los labios con cierto tono de guasa-. Te crees ya, lo suficientemente mujer para meterte conmigo e intentar manejarme...
Mandy frunció el ceño ante aquel beligerante insulto.
-Imbécil -Soltó con sonrisa falsa y alzando su dedo corazón por un segundo.
-Gallina -Se mofó el muy cretino.
Juntó sus cejas al ver su contra ataque, dirigiéndole cierta mirada... ¿Lobuna?
Estudió algo nerviosa, bajo la oscuridad del interior del vehículo.
¿A qué se pensaba que estaba éste jugando?
Aquello no le estaba haciendo gracia, su sexto sentido, le avisaba que escondiera su culo de oveja, ante las orejas del lobo.
Intentó aparentar indiferencia, cuanod en verdad se moría por atacarle a puños.
-Insultas como un pre-escolar -volteó los ojos al techo-. Vas a tardar mucho en bajarte -Se encogió de hombros, como indicándole que empezaba aburrirse-. Lo digo, porque empieza a refrescar por la hora que es.
-Yo puedo darte algo de calor -Le guiñó un ojo provocándola.
-No hace falta -Le sonrió con cierta mueca-, con que salgas del coche y cierres la puerta.
Alex rió a carcajadas de repente, logrando que aún frunciera más el ceño y recelara un poco de su actitud.
-Pretendes que me crea -empezó a soltar riendo y moviendo la cabeza de forma negativa-, que quieres desprenderte de mi -Hacía que se limpiaba una lágrima de su ojo, sin dejar en ningún momento de reír-. Pero niña, si te mueres por mirar si ya me hallo excitado a causa de la pastilla -Alargó de pronto sus manos atadas hacia el volante, y con gran soltura, extrajo éstas del contacto.
-¡Oye! -Protestó veloz, al comprender de pronto como él intentaba hacerse dominio de la situación.
-Te lo dije niña -la miró directamente a los ojos, para guiñarle él uno, logrando que alzaran el vuelo miles de mariposas en el estomágo de la joven-, aún tienes mucho que aprender, pero podemos empezar ahora...
Soltó, justo cuando con suma rápidez alzaba sus brazos para apresar dentro de ellos, la cabeza de ella, viéndose apretada a pocos centímetros de la de él.
-Yo... -Susurró bloqueada por como había dado él, la vuelta a la situación.
-Schhh -Le susurró con su boca a milímetros de los labios de ella-. Ahora digo yo -Señaló apresando sus labios con más suavidad que antes, delante de Elisabeth.
Era una idiota rematada, que se le iba hacer.
Se dijo poco antes de cerrar los ojos, y dejarse llevar por el calor de los labios masculinos.
¡Virgen santa, aquello era como llevarse una rica tableta de chocolate a la boca, tras estando una con el maldito periodo!
Sus hormonas, parecían estar absorbiendo toda aquella esencia masculina, para nublarse sus sentidos por una buena temporada.
-Alex -Se escapó en un jadeo, cuando alzaba su cuerpo para pegarse aún más al de él, si era posible, mientras también ahondaba más en el beso.
Pero una vez más, él conseguía que frunciera el ceño al parar de besarla de pronto, para juntar su frente a la de ella, mientras observaba como recuperaba también el aire.
¿Ya estaba? ¿Nada más?
Pensó decepcionada, ante el corte tan seco a su lívido.
-Quiero hacerlo bien -Habló por fin, abriendo sus ojos, para chocar sus miradas llenas de deseo-, pero antes hay que soltar mi agarre.
¡Yuju!
Gritaron sus hormonas, desprendiéndose aquella vez de sus bragas.
-Rápido, bajemos y vayamos dentro... -Apresuró, retirando sus brazos masculinos de alrededor de su cabeza, dejándola nuevamente libre de su agarre.
Y aquella vez, no puso pegas a que le volviera a dar una orden. No, no... Aquella vez, la cumplió en menos que cantaba un pajarito.
Casi cerraron las puertas al mismo tiempo, para mirarse con sendas sonrisas, al saber que iban a cometer en breve, ciertas travesuras.
Y como dos adolescentes, corrieron hacia la puerta con sus corazones desvocados por la alegria.
No era momento de detenerse a pensar, sino de sentir. Darle a sus corazones, lo que llevaban tiempo negándose.
Quitarse el paraguas que los cubría, para recibir el frescor de la vida, libres, sin prejuicios...
-Mira si está abierta -Soltó en un profundo suspiro-. Como verás, no tengo las llaves -Chascó la lengua-. Sino, iremos atrás a la piscina...
-Vale -Susurró Mandy, asintiendo con un delicado gesto de cabeza al tiempo que mordiéndose el labio de los nervios, accionaba hacia dentro y abajo la manija de la puerta.
¡OH, sí! Bailaron desnudas sus hormonas, al ver vía libre al interior de la vivienda. Mientras que su cerebro, empezaba a pisar un poco el pedal de la cordura.
De acuerdo, iban a poder introducirse a hurtadillas, para jugar bajo las sábanas. Aquello, es lo que llevaba deseando por mucho tiempo... ¿Pero así? Sin privacidad asegurada, siendo su primera vez... Y conociendo a Alex, por lo que había observado y escuchado, era de los... Aquí te pillo y te mato... Ho bien, el favorito de su amiga, cuando llegaba el sábado, sabadete ¡Tocaba polvete!
¡Joder, cómo se ponñia a oensar en un momento así! Se regañó así misma, cuando sus pies por inercia siguieron los pasos de Alex a la cocina, para observar como se ponía a buscar instrumental de corte adecuado.
-¿Seguro que no hay nadie? -Preguntó aún inquieta, junto a la puerta de la cocina.
-Sí -Respondió, sin alzar su mirada de un cajón mientras removía dentro, causando cierto sonido metálico-. Habrían algunas luces encendidas o en su defecto, mí primo se habría acercado a saludarme.
Buscaba sin buscar.
Quería calmar un poco el fuego que le consumía, por cumplir lo que su cuerpo le llevaba reclamando por muchas noches. Pero ahora, que po fin había decidido rendirse ante ése deseo, había un nuevo sentimiento que lo frenaba, movido por cierto organo.
Su corazón, sí.
¡Maldita sea! Gruñó para sí mismo, porque le aparecieran ahora el maldito sonido del repicar de las campanas de la iglésia.
Aquello, tenía que ser obra de Silvia y Elisabeth. Apostaba que le habían metido algo más enla bebida, como algún isotónico del amor.
-¡OH! -Dió un pequeño respingo en el sitio Mandy, para seguidamente voltearse hacia la puerta-. ¿Has oído eso? -Dijo casi en un susurro.
-No -Se quedó quieto al momento-. ¿Qué era? -Preguntó prestando atención a todo sonido que les envolviera.
Y pasados quinze segundos de aguantar la respiración, tambien pudo oír lo que puso en alerta a la joven.
Era la voz de Donovan, hablando en la lejanía.
Lanzando cierto gruñido, se acercó a la puerta aún con las manos maniatadas, para abrirla de un fuerte empellón y prestar nuevamente suma atención, tras lanzar un pequeño reclamo.
-¡Eres tú, Donovan!
Preguntó alzando la voz, para saber si le daba tiempo de llevarse consigo a la chica a su dormitorio, sin que les llegara a fastidiar el plan, si es que no lo estaba ya...
Pero como gritó su nombre al momento, le hizo dejar sus planes de lado y salir corriendo a la planta superior, seguido en todo momento por MAndy.
Sin pensarlo, abrió de sopetón la puerta del dormitorio de su primo, para quedarse petrificado en el lugar, como también su joven pelirroja.
-¡Oh, que alegría que seas tú! -Soltó en un gemido de alivio Donovan, sin reparar aún en el estado de Alex-. Me alegroo un montón de... -Calló al ver su escasa ropa y en como tenía los brazos unidos-. ¡Pero qué puñetas te pasa! -Achicó los ojos y se giró a mirar a Silvia-. Cosa tuya y de Elisabeth, verdad -Inquirió tosco.
Alex, solo supo alzar una ceja por el tono iracundo de su primo, observando como Silvia, se mordía el labio para no empezar a reír con sus mejillas al rojo vivo, debido a la ídentica situación.
-Acertaste -Respondió divertido, dando un par de pasos hacia el lecho-. ¿Pero cómo acabastéis atados? -Curioseó encontrando aquello gracioso, entrecerrando un poco la mirada, para prestar atención a lo que los tenía atados.
-Espero que no estés intentando verle los pechos a mí prometida -Siseó con advertencia Donovan.
-¡Acaso me tomaste por un pervertido! -Bramó algo enfurruñado el otro hombre.
-Pues dime tú -Achicó los ojos su primo-, por qué demonios tienes la bandera izada, bajo tus calzoncillos.
Y allí, Silvia ya no pudo reprimirse más las ganas de reír, contagiando y compartiendo el secreto, con la joven pelirroja, quien a su vez también rompía en carcajadas.
-¡Se puede saber qué puñetas me estoy perdiendo! -Vociferó iracundo, mirando a su primo en espera de una respuesta.
Pero cuando abrió su boca, para explicarse, el sonido de una nueva voz masculina que ascendía por las escaleras, le detubo de hacerlo.
-¡Joder! -Masculló por lo bajo Donovan, pero siendo oído por todos-. Creo que se irán al traste mis planes, cuando entre mi invitado especial de ésta noche.
Los pasos estaban aproximados a la puerta, cuando pasados unos segundos, se escuchó una horrorizada exclamación.
-¡Oh, díos mío! -Exclamó el recién llegado, al encontrarse con aquel panorama en el dormitorio-. Ave maría purísima, creo que llegué muy temprano.
-¡Papá! -Exclamó Mandy horrorizada, ante la inoportuna presencia del hombre allí.
-¡Mandy hija! -Abrió aún más los ojos, al caer en la presencia de su hija-. ¿Qué estas haciendo aquí, en ésta especie de orgía! -Demandó con los brazos en jarra.
-¡Cómo! -Abrió los ojos como platos-. No digas sandeces -Su voz temblaba nerviosa, mientras veía como el hombre alternaba la mirada de Alex a ella-. Vine simplemente a traer a Alex, de la despedida de ellos dos -Alzó su brazo derecho hacia el lecho.
-Pero está desnudo como ellos y al parecer despierto... -Empezaba a liarse todo-. ¡Has pecadp fuera del matrimonio como amenazaste!
-¡Mierda! -Masculló Silvia horrorizada.
-Interesante -Siseó un divertido Donovan, sin apartar la mirada del pálido rostro de su primo.
Jajajaj ay brujis tremenda fiesta hay en este capítulo, quiero más y antes del año que viene ¿de acuerdo?
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