miércoles, 26 de octubre de 2016

Aprendiendo A Seducir Epílogo X

Adelante pequeña –Dijo con voz rasposa, tras abrirle la puerta completamente en cueros y mirada hambrienta-. Llevo mucho tiempo esperándote –Susurró con tono seductor, al cerrar la puerta tras ella para rodearle la cintura con sus fuertes manos-. ¿Ha ido todo bien? –
Preguntó inclinando su rostro hacia ella, para besar sus labios con una pequeña presión.

-Sí –Sonrió con un guiño de ojos, llevando sus manos con ganas al pecho del hombre y acariciar, de forma medio distraída el vello de éste, sin notar como aquella simple caricia, marcaba una pequeña reacción en los pezones del hombre-. Te parece mal, que me dé una ducha rápida –Donovan soltó un leve quejido, por el hambre que comenzaba a sentir-. Vine caminando y solo quiero oler a fresco para ti –hizo un puchero con los labios, sin parar de acariciar el vello.

-De acuerdo –Habló con un resoplido, soltando el agarre de su cintura, para detener el movimiento circular de la mano de ella de sopetón-. Pero no tardes –Le guiñó un ojo-. En una hora y algo, te quiero vestida pero satisfecha.

Silvia no pudo evitar sonreír, pero tampoco pudo evitar el sentirse curiosa.

-Vaya, pensé que ibas a tenerme toda la noche sin ropa –Soltó con cierta alabanza.

-Y así será –Volvió a depositar un beso en sus labios-. Pero hay que hacer una cosilla entre medias –
Le volvió a soltar un guiño-. Confía en mí. Venga –la apresuró con una suave cachetada en sus glúteos-, corre a ducharte.

-Bien –Sonrió mordiéndose el labio, al dar un paso atrás y sin pudor alguno, se desprendió de la parte superior de su vestimenta. Observando, como Donovan alzaba una ceja ante aquel pequeño gesto de descaro-. Tú, solo espérame aquí – Llevó sus dedos al botón de su tejano, para desabotonarlo y de un solo gesto, bajarse los tejanos sabiendo que su vaquero no quitaba ojo a su cuerpo. Se desprendió de las botas, para acabar de liberar sus piernas y con gesto coqueto, alzar su mano hasta sus labios y poder  lanzar un beso al aire, antes de echar a correr a la seguridad del baño.

-Traviesa –Sonrió éste, para acercarse a recoger la ropa de la joven, cuando al alzar los pantalones, el ruido de algo pesado y metálico, cayó al suelo enmoquetado.

Se apretó la ropa al cuerpo, para mirar hacia sus pies y quedarse por un momento sorprendido.

En la oscura moqueta, brillaban unas esposas de plata, consiguiendo arrancarle una sonrisa a éste, al ver que su prometida no podía dejar su curiosidad de lado. Ella, venía dispuesta aprender mucho en
una sola noche.

Dejó la ropa bien doblada sobre la banqueta, para después girarse a recoger las esposas del suelo y esconderlas, bajo la almohada de plumas.

Cuatro minutos después, cortaba el agua en un estado de agitación, que momentos anteriores no había tenido... Se sentía, como si hubiera vívido el pequeño chispazo, de cuando a veces le dabas a un interruptor de la luz y éste, te asustaba al chisporrotear.

Era, como tener la impaciencia por su torrente sanguíneo, en continuo crecimiento.

Alzó sus brazos, después de haber corrido la oscura cortina dándole la espalda, para escurrirse la cabellera, que se quedó bloqueada no sin antes haber dado un casi inadvertido respingo, al hallar tras ésta a un Donovan con una enorme toalla extendida a lo ancho de su cuerpo.

-¿Y esto? –Alzó una ceja, intentando no mostrar que en realidad, no sabía a dónde conducir sus brazos.

La había pillado desprevenida, porque negarlo. Tenía que confesarlo. Antes, se sentía más picarona, ahora, tal vez a causa de esa impaciencia, de saber que había llegado el momento... Que se sentía más cohibida.

-Nada –Se alzó de hombros con una sonrisa sexy-. Pensé, que no estaría de más el enseñarte como se mima a tú cuerpo húmedo.

-Vale –Sonrió nerviosa sonando algo estridente, mientras notaba como le temblaban un poco las piernas y cierta zona, se humedecía.

Donovan, rió con cariño al ver como ésta aún seguía de pie, dentro de la bañera sin dar ninguna intención de moverse.

-Silvia...

-Sí –Respondió casi con falta de aliento.

-Si tengo que entrar a buscarte, no creo que sea buena idea, pues podríamos rompernos la crisma –Expuso con cariño y apreciando como sus mejillas se sonrojaban un tono más elevado del habitual.

-Yo... -Carraspeó un poco-. Perdona... -Casi susurró, comenzando a mover su cuerpo e intentando, que no fuera de una manera poco femenina. En el fondo, quería que la viera sexy.

Nada más tocar sus pies, la mullida alfombra color café, que sintió como le rodeaba el cuerpo con la toalla, para después empezar con sus grandes manos, a dar pequeñas presiones por todo su cuerpo.

Hasta ahí, se sentía bien. Cómoda.

Pero de repente, se dejó de sentir arropada por el calor de la toalla, cuando se la retiró para posicionarse enfrente de ella de rodillas en el suelo.

-Podrías abrir un pelín las piernas –Pidió con tono normal, como si fuera habitual en ellos.

-Creo que dejé esa etapa atrás, hace ya demasiado tiempo, para tener que ser inspeccionada tras mi baño –No pudo evitar de soltar con una ceja arqueada, al hallarse completamente abochornada.

Allí, el hombre no pudo el evitar de soltar una sincera y fuerte carcajada.
-No me extraña, que te cueste tanto el plasmar una escena erótica, si estas eludiendo en la vida real, los pequeños preliminares que te conducen precisamente a ello –puntualizó con un tono jocoso-. Tú, pequeña mía – le guiñó un ojo-, hoy solo debes tomar nota –Informó, antes de sorprenderla al pasar sus brazos tras sus piernas, para alzarla al aire y sacarla del baño, al conducirla hacia el mullido lecho y depositarla allí, presionándola él con suavidad con su cuerpo.
Se quedaron por unos minutos mirándose a los ojos, reflejando varias emociones a la vez. Sin poder ocultar la sonrisa de felicidad, que les dominaba por completo.
Donovan, soltó un profundo suspiro, sin apartar sus ojos de los de ella. Prácticamente se la comía con ellos.
-No llegas hacerte a la idea, del tiempo que llevo esperando, de poder tenerte bajo mi cuerpo, para poder demostrarte con mis caricias lo mucho que te deseo y te amo –Tras soltar aquellas palabras con su cálida voz, ella no pudo evitar de mostrarle un par de lágrimas, deslizándose por sus sonrosadas mejillas.
-Y créeme, cuando te digo que espero no estar viviendo un sueño, temiendo despertar y que no estés ahí –Confesó con igual de cariño en su voz.
-Déjame pues –Dijo con voz ronca, justo después depositó un leve beso en sus labios, para deslizar su cuerpo hacia abajo-.Demostrarte que no es un sueño, que todo es real –Sus cálidos labios, volvieron a besar levemente pero aquella vez,  cerca de su ombligo, creando en ella cierta tensión por lo desconocido-. Déjame, mostrarte como he soñado cada noche de mi vida en los últimos años, de poder darte placer –Dio a conocer, antes de deslizar su cabeza unos palmos más abajo y dar una leve caricia con su lengua, en su sexo palpitante.
-¡Donovan! –Exclamó con tono alarmado, sorprendido y avergonzado, por ver el movimiento atrevido del hombre-. Yo…
-Schhh –La calló con su siseo, alzando su cabeza para mirar al rostro totalmente azorado de ella-. No me creo, que ese pequeño chispazo de placer, que has  notado a nivel nervioso no te haya gustado –Le guiñó un ojo-. No debes sentir vergüenza, solo debes sentir como te amo.
Y Silvia, volvió a perder la mirada del hombre de su horizonte, cuando éste perdió su cabeza por su monte Venus, volviendo a la tarea de enseñarle y darle placer.
-¡Ah! –Gimió, mordiéndose el labio y agarrando las sábanas con sus puños, por notar el calor de la lengua de él, moverse por su clítoris y por sus labios…
-Eso es lo que quiero –Habló con su voz totalmente ronca por el deseo, dejándole unos segundos para respirar, al no estar dedicando toda su atención a sus zonas bajas, cuando condujo sus labios a la base de su cuello, donde seguro estaba palpitando su pulso como en un concierto de rock, lo haría su cuerpo-. Háblame con tus gemidos, con tus caricias… No tengas vergüenza o miedo de decirme lo que sientes, soy yo… -Recalcó dando un pequeño mordisco en el lóbulo del oído izquierdo, para después volver a sentirlo en su hombro y poco a poco, centímetros más abajo a cada segundo que pasaba por el centro de su cuerpo, hasta volver a llegar a su centro nervioso sexual.
-Joder… -Gruñó, cuando su vaquero atrapó su clítoris con los dientes y seguidamente le dio una suave caricia con la lengua, mientras que introducía levemente sus dedos en su sexo.- Dios Donovan –Dijo con falta de aliento, mientras alargaba una de sus manos y lo agarraba con cierta fuerza del pelo.
-Dime pequeña –Susurró, dejando de succionar su sexo húmedo, para conducir su cabeza al lado de la suya, sin retirar sus dedos de su interior.
-Yo también quiero tocarte –Demandó con falta de aliento y atreviéndose abrir sus ojos, para clavarlos en los de él.


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