lunes, 12 de septiembre de 2016

La redención 19°



Bart no acompañó a Aby, pero sí Antoniette, quien la detuvo al verla salir del despacho y luego la consoló y la llevó a casa.
-No vuelvas a la mansión, niña – le dijo con suavidad.
-No lo haré, no voy a regresar- dijo ella  una vez que se calmó, luego agradeció a la mujer por todo el tiempo que habían pasado juntas, la abrazó y entró a la nueva casa donde vivía con su madre.
- Abigail, ¿sucedió algo? – preguntó la mujer al ver sus ojos hinchados.
-Ya no puedo volver. Ha dicho que no soy adecuada para él- musitó ella con la voz temblorosa.
-Aby…- dijo Beatriz y se acercó para abrazar a su hija.
-Pero él es el adecuado para mí, el único- afirmó la joven y su madre la miró inquieta.

-Dijiste que no volverías, deberías tener orgullo Abigail Myrtle Owen, si te han echado de allí es lo mejor, recupera la cordura.
-Madre, estoy siendo todo lo sensata que puedo, créeme que amor y sensatez no van de la mano y sin embargo estoy siendo absurdamente sensata- afirmó con una expresión que delataba su desazón.
Y  cada día a partir de entonces, Aby  se despertó angustiada esperando leer el anuncio del casamiento de Cole, pero las noticias que se publicaban de él distaban de hablar de su compromiso matrimonial. Se hablaba de su intensa vida social, se hablaba de sus negocios y conflictos nuevos, por ejemplo la familia de un rico heredero que lo denunciaba porque el joven había perdido todas sus propiedades en las salas de juego de Bayley. Se hablaba de  conflictos entre bandas en los barrios bajos de Londres y aunque no lo nombraran a él, Abigail lo imaginaba también parte de aquello.
Ella seguía su vida normal, incluso había conseguido un nuevo trabajo ayudando en la cocina de un restaurante.
Su madre le había dicho que no era necesario, que les pagaban bien por cuidar aquella casa, que podían sobrevivir con eso, pero ella había insistido.
-¿Hasta cuándo podremos vivir aquí, madre? ¿Hasta cuándo será correcto que lo hagamos?- preguntó Abigail y aquello había zanjado el tema.
-¿No te gusta esta casa?
- No es eso, pero tanta generosidad no puede durar por siempre, ni podemos aceptarla- dijo y su mirada fue hacia el piano de madera oscura que ocupaba la sala y que ella jamás tocaba.
Aby  tenía la energía de siempre, solo que su mirada estaba apagada, había vuelto a perder peso pues era más lo que se dedicaba al trabajo y actividades que la mantuvieran ocupada que a alimentarse.
La única buena noticia en aquellos días fue  que le comunicaron que su padre estaría libre  en un padre meses o tres como mucho.
Su madre le dio la noticia llorando.
-Abigail,  el nuevo abogado dice que tu padre saldrá pronto, volveremos a estar juntos y ser una familia. ¡Al fin escucharon mis rezos! No sé cómo ese nuevo abogado llegó a tu padre, pero Dios lo bendiga. – dijo al mujer entre sollozos. La joven expresó su alegría , y poco después fue a buscar un abrigo
-Tengo que salir , madre…
-¿A esta hora, dónde vas?
-Vuelvo pronto, sólo iré a agradecer que padre regrese con nosotras – dijo ella y se marchó antes que pudieran detenerla.




Cole  iba caminando a la mansión, llevaba un mes haciéndolo, caminar en lugar de ir en el coche le daba tiempo para pensar y también la soledad que necesitaba.
Últimamente no aguantaba las miradas indiscretas de su chófer, ni los reproches mal disimulados de Antoniette ni la censura implícita de Bart, y mucho menos que menos la presencia de Nelly, la nueva empleada de la casa. Parecía que Bart había elegido a propósito  a alguien totalmente diferente a Aby, era una muchacha morena y corpulenta, hosca y que sólo se ocupaba de la limpieza, sin entrometerse en nada más.
Seguramente su hombre de confianza había pensado que le hacía un favor al elegir a alguien tan diferente, pero se equivocaba. El contraste sólo lo hacía pensar más intensamente en Abigail, añorarla con más fuerza. Así que indefectiblemente terminaba ahogando sus deseos en alcohol. Esa era su rutina diaria, trabajar hasta el agotamiento, meterse en alguna pelea si lo provocaban y luego emborracharse hasta olvidar quien era, o mejor dicho quien no era. No era un hombre que la mereciera.
Iba sumido en aquellos sombríos pensamientos cuando llegó a pocos metros de su casa y la vio. Abigail estaba esperando debajo de una de las farolas del camino a la mansión.
Cerró los puños y apresuró el paso.
-Cole…- lo llamó ella cuando iba pasando a su lado.
-No tengo nada que hablar contigo, vete – dijo él casi gruñendo y siguió de largo.  Caminó sin mirar atrás y esperó sentir los pasos de ella alejarse, pero lo que escuchó fue un ligero trotecito y luego la sintió abrazándolo por la espalda.
 Sintió el impacto del cuerpo de ella contra el suyo, sus brazos enroscarse en su cintura y detenerlo. Iba a quitársela de encima, pero ella empezó a hablar y no pudo hacer nada más que dejarse abrazar con los brazos rígidos a un lado. Se quedó quieto deseando girarse y abrazarla y al mismo tiempo  incapaz de hacerlo. La voz de ella le llegaba como un eco y también lo atravesaba.
-Mi padre volverá con nosotras, gracias por eso. También la casa es muy hermosa. Cole, sé que mi madre habló contigo, y no puedo hacer nada, no puedo enfrentarme a ella. Ha sufrido mucho y no puedo contrariarla, pero voy a hacer que cambie de opinión, así que solo tienes que esperarme. Tampoco puedo contra ti y tu estúpida idea de lo que es mejor para mí, pero voy a convencerlos a ti y a ella. Mientras tanto, tienes que cuidarte, estás muy delgado. Come bien, duerme y deja de meterte en peleas, ¿me escuchas? No soportaría que te pase nada. Cuida de Trueno y Llovizna y por favor, no metas a ninguna mujer en tu cama, yo no soy Victoria, me lastimarías mucho si hicieras algo así. Te amo, Cole Bayley, y volveré a ti, así que sólo espérame.- soltó ella en un discurso rápido. Luego de la misma manera que lo había aferrado, lo soltó, como si lo dejara ir. Y Cole la escuchó alejarse. Fue incapaz de detenerla, o darse vuelta, sólo siguió avanzando hasta su casa.
Apenas cruzo el umbral, llamó a Bart.
-Por favor , síguela y ve que llegue segura a su casa, esa pequeña imprudente vino hasta aquí a estas horas.- dijo y apenas si podía controlarse.
-De acuerdo, me gusta esa niña. Tiene más valentía en su pequeño cuerpo de la que tienes tú que pareces llenar cada centímetro con estupidez. Me aseguraré que llegue a casa, trata de no desmayarte, estas completamente pálido –le dijo y salió.
Cole cerró los ojos y se quedó apoyado contra la pared
Antoniette se acercó sigilosamente a él.
-¿Va a estar bien si la pierde? ¿Si de verdad la pierde para siempre? – preguntó la mujer y Cole la miró dolido. No, no iba a estar bien si perdía a Abigail, pero tampoco iba a estar bien si la dañaba.

Abigail caminó un par de metros, aún sentía el calor de Cole al abrazarlo, aún lo añoraba como había hecho el último tiempo. Había sido desgarrador estar en medio de su amor por su madre y su amor por Cole, y lo más terrible era que entendía a ambos, pero eso no la ayudaba a sentirse mejor.
Y al abrazarlo, se había vuelto tan real su necesidad de él, que ahora se sentía mucho más triste.
Sin poder evitarlo empezó a llorar y se acuclilló, porque sentía que  el mundo le pesaba demasiado, que era más  de lo que podía soportar. Había prometido volver a él pero no sabía cómo hacerlo, quizás cuando su padre volviese con ella, podría rebelarse e ir con Cole aunque no tuviese la aprobación de su madre. Pero no quería eso, quería que todos entendieran que lo amaba y lo digno que era de ese amor, quería que él mismo supiera eso. Quería que él supiera lo orgullosa que estaba de ese amor.
Estaba tan sumida en su llanto que no percibió la presencia, hasta que el hombre la tomó  por los hombros y la puso en pie.
-Te acompañaré a tu casa- dijo  Bart  ofreciéndole un pañuelo y luego el brazo. Aby se secó las lágrimas y luego se apoyó en él.
-Está demasiado delgado, ¿no está enfermo, verdad?
-No, él está bien. También tú te ves delgada, niña, más de lo de costumbre. Creo que ambos tienen el mismo mal. Pero no vuelvas a salir así de noche, son tiempos peligrosos y si hay algo que ese muchacho no superaría es que te pasara algo. Necesita un poco de tiempo, ya verás.- le dijo para tranquilizarla y ella asintió.
La acompañó hasta la casa y esperó hasta que la muchacha entrara, luego emprendió su camino de regreso hacia la mansión para informar a Cole que Abigail había regresado sana y salva. Tan sana y salva como podía estar alguien con el corazón roto.


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