Bart no acompañó a
Aby, pero sí Antoniette, quien la detuvo al verla salir del despacho y luego la
consoló y la llevó a casa.
-No vuelvas a la
mansión, niña – le dijo con suavidad.
-No lo haré, no voy
a regresar- dijo ella una vez que se
calmó, luego agradeció a la mujer por todo el tiempo que habían pasado juntas,
la abrazó y entró a la nueva casa donde vivía con su madre.
- Abigail, ¿sucedió
algo? – preguntó la mujer al ver sus ojos hinchados.
-Ya no puedo
volver. Ha dicho que no soy adecuada para él- musitó ella con la voz
temblorosa.
-Aby…- dijo Beatriz
y se acercó para abrazar a su hija.
-Pero él es el
adecuado para mí, el único- afirmó la joven y su madre la miró inquieta.
-Dijiste que no
volverías, deberías tener orgullo Abigail Myrtle Owen, si te han echado de allí
es lo mejor, recupera la cordura.
-Madre, estoy
siendo todo lo sensata que puedo, créeme que amor y sensatez no van de la mano
y sin embargo estoy siendo absurdamente sensata- afirmó con una expresión que
delataba su desazón.
Y cada día a partir de entonces, Aby se despertó angustiada esperando leer el
anuncio del casamiento de Cole, pero las noticias que se publicaban de él
distaban de hablar de su compromiso matrimonial. Se hablaba de su intensa vida
social, se hablaba de sus negocios y conflictos nuevos, por ejemplo la familia
de un rico heredero que lo denunciaba porque el joven había perdido todas sus
propiedades en las salas de juego de Bayley. Se hablaba de conflictos entre bandas en los barrios bajos
de Londres y aunque no lo nombraran a él, Abigail lo imaginaba también parte de
aquello.
Ella seguía su vida
normal, incluso había conseguido un nuevo trabajo ayudando en la cocina de un
restaurante.
Su madre le había
dicho que no era necesario, que les pagaban bien por cuidar aquella casa, que
podían sobrevivir con eso, pero ella había insistido.
-¿Hasta cuándo
podremos vivir aquí, madre? ¿Hasta cuándo será correcto que lo hagamos?-
preguntó Abigail y aquello había zanjado el tema.
-¿No te gusta esta
casa?
- No es eso, pero
tanta generosidad no puede durar por siempre, ni podemos aceptarla- dijo y su
mirada fue hacia el piano de madera oscura que ocupaba la sala y que ella jamás
tocaba.
Aby tenía la energía de siempre, solo que su
mirada estaba apagada, había vuelto a perder peso pues era más lo que se
dedicaba al trabajo y actividades que la mantuvieran ocupada que a alimentarse.
La única buena
noticia en aquellos días fue que le
comunicaron que su padre estaría libre
en un padre meses o tres como mucho.
Su madre le dio la
noticia llorando.
-Abigail, el nuevo abogado dice que tu padre saldrá
pronto, volveremos a estar juntos y ser una familia. ¡Al fin escucharon mis
rezos! No sé cómo ese nuevo abogado llegó a tu padre, pero Dios lo bendiga. –
dijo al mujer entre sollozos. La joven expresó su alegría , y poco después fue
a buscar un abrigo
-Tengo que salir ,
madre…
-¿A esta hora,
dónde vas?
-Vuelvo pronto,
sólo iré a agradecer que padre regrese con nosotras – dijo ella y se marchó
antes que pudieran detenerla.
Cole iba caminando a la mansión, llevaba un mes
haciéndolo, caminar en lugar de ir en el coche le daba tiempo para pensar y
también la soledad que necesitaba.
Últimamente no
aguantaba las miradas indiscretas de su chófer, ni los reproches mal
disimulados de Antoniette ni la censura implícita de Bart, y mucho menos que
menos la presencia de Nelly, la nueva empleada de la casa. Parecía que Bart
había elegido a propósito a alguien
totalmente diferente a Aby, era una muchacha morena y corpulenta, hosca y que
sólo se ocupaba de la limpieza, sin entrometerse en nada más.
Seguramente su
hombre de confianza había pensado que le hacía un favor al elegir a alguien tan
diferente, pero se equivocaba. El contraste sólo lo hacía pensar más
intensamente en Abigail, añorarla con más fuerza. Así que indefectiblemente
terminaba ahogando sus deseos en alcohol. Esa era su rutina diaria, trabajar
hasta el agotamiento, meterse en alguna pelea si lo provocaban y luego
emborracharse hasta olvidar quien era, o mejor dicho quien no era. No era un
hombre que la mereciera.
Iba sumido en
aquellos sombríos pensamientos cuando llegó a pocos metros de su casa y la vio.
Abigail estaba esperando debajo de una de las farolas del camino a la mansión.
Cerró los puños y
apresuró el paso.
-Cole…- lo llamó
ella cuando iba pasando a su lado.
-No tengo nada que
hablar contigo, vete – dijo él casi gruñendo y siguió de largo. Caminó sin mirar atrás y esperó sentir los
pasos de ella alejarse, pero lo que escuchó fue un ligero trotecito y luego la
sintió abrazándolo por la espalda.
Sintió el impacto del cuerpo de ella contra el
suyo, sus brazos enroscarse en su cintura y detenerlo. Iba a quitársela de
encima, pero ella empezó a hablar y no pudo hacer nada más que dejarse abrazar
con los brazos rígidos a un lado. Se quedó quieto deseando girarse y abrazarla
y al mismo tiempo incapaz de hacerlo. La
voz de ella le llegaba como un eco y también lo atravesaba.
-Mi padre volverá
con nosotras, gracias por eso. También la casa es muy hermosa. Cole, sé que mi
madre habló contigo, y no puedo hacer nada, no puedo enfrentarme a ella. Ha
sufrido mucho y no puedo contrariarla, pero voy a hacer que cambie de opinión,
así que solo tienes que esperarme. Tampoco puedo contra ti y tu estúpida idea
de lo que es mejor para mí, pero voy a convencerlos a ti y a ella. Mientras
tanto, tienes que cuidarte, estás muy delgado. Come bien, duerme y deja de
meterte en peleas, ¿me escuchas? No soportaría que te pase nada. Cuida de
Trueno y Llovizna y por favor, no metas a ninguna mujer en tu cama, yo no soy
Victoria, me lastimarías mucho si hicieras algo así. Te amo, Cole Bayley, y
volveré a ti, así que sólo espérame.- soltó ella en un discurso rápido. Luego
de la misma manera que lo había aferrado, lo soltó, como si lo dejara ir. Y
Cole la escuchó alejarse. Fue incapaz de detenerla, o darse vuelta, sólo siguió
avanzando hasta su casa.
Apenas cruzo el
umbral, llamó a Bart.
-Por favor ,
síguela y ve que llegue segura a su casa, esa pequeña imprudente vino hasta
aquí a estas horas.- dijo y apenas si podía controlarse.
-De acuerdo, me
gusta esa niña. Tiene más valentía en su pequeño cuerpo de la que tienes tú que
pareces llenar cada centímetro con estupidez. Me aseguraré que llegue a casa,
trata de no desmayarte, estas completamente pálido –le dijo y salió.
Cole cerró los ojos
y se quedó apoyado contra la pared
Antoniette se
acercó sigilosamente a él.
-¿Va a estar bien
si la pierde? ¿Si de verdad la pierde para siempre? – preguntó la mujer y Cole
la miró dolido. No, no iba a estar bien si perdía a Abigail, pero tampoco iba a
estar bien si la dañaba.
Abigail caminó un
par de metros, aún sentía el calor de Cole al abrazarlo, aún lo añoraba como
había hecho el último tiempo. Había sido desgarrador estar en medio de su amor
por su madre y su amor por Cole, y lo más terrible era que entendía a ambos,
pero eso no la ayudaba a sentirse mejor.
Y al abrazarlo, se
había vuelto tan real su necesidad de él, que ahora se sentía mucho más triste.
Sin poder evitarlo
empezó a llorar y se acuclilló, porque sentía que el mundo le pesaba demasiado, que era
más de lo que podía soportar. Había
prometido volver a él pero no sabía cómo hacerlo, quizás cuando su padre
volviese con ella, podría rebelarse e ir con Cole aunque no tuviese la
aprobación de su madre. Pero no quería eso, quería que todos entendieran que lo
amaba y lo digno que era de ese amor, quería que él mismo supiera eso. Quería
que él supiera lo orgullosa que estaba de ese amor.
Estaba tan sumida
en su llanto que no percibió la presencia, hasta que el hombre la tomó por los hombros y la puso en pie.
-Te acompañaré a tu
casa- dijo Bart ofreciéndole un pañuelo y luego el brazo. Aby
se secó las lágrimas y luego se apoyó en él.
-Está demasiado
delgado, ¿no está enfermo, verdad?
-No, él está bien.
También tú te ves delgada, niña, más de lo de costumbre. Creo que ambos tienen
el mismo mal. Pero no vuelvas a salir así de noche, son tiempos peligrosos y si
hay algo que ese muchacho no superaría es que te pasara algo. Necesita un poco
de tiempo, ya verás.- le dijo para tranquilizarla y ella asintió.
La acompañó hasta
la casa y esperó hasta que la muchacha entrara, luego emprendió su camino de
regreso hacia la mansión para informar a Cole que Abigail había regresado sana
y salva. Tan sana y salva como podía estar alguien con el corazón roto.
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