lunes, 1 de agosto de 2016

Ella, Es La Mayor 1




El Amor No Tiene Edad, Siempre Está Naciendo








Era otro día soleado de verano en Sicilia, cuando Penny acababa de sacar la tarta de manzana del horno, cuando escuchó llegar a su vecino Seamus, silbando una alegría melodía.

Instantes después, hacía acto de presencia en la cocina, con su largo y bello cuerpo, manchado de barro.

-¡Pero acaso te has revolcado en el barro! –Soltó Penny alarmada y asombrada, al hallar al chico con aquel aspecto.

Éste, sonrió divertido guiñándole un ojo para acercarse a la nevera, donde extrajo una lata fresca de cerveza.

-Espera a ver tú marido Warren –Dijo con cierta sonrisa conspiratoria, antes de darle el primer trago largo a la bebida.

-¿Creí que ibais a plantar los naranjos  en el jardín? No ha revolcaros en la arena…

-Y así ha sido –Irrumpió el otro hombre, apareciendo con el mismo aspecto que su vecino, acercándose a ella y depositando con cuidado un dulce beso en sus labios-. Hasta que eso que tú llamas perro, ha decidido que era la arena y lugar perfectos, para enterrar sus juguetes.

Confesó con gran molestia, yendo también a la nevera a coger una lata de cerveza.

-Ya te dije cuando lo vimos en la cuneta de la carretera, que era un saco de pulgas con dos tornillos flojos –Le guiñó un ojo por encima de la lata a su vecino, indicándole que todo era una broma.

Penny puso los brazos en jarra algo indignada por el comentario, al tiempo que encaraba a su marido.

-No te hagas ahora el machito –Soltó delatora-. Cuando eras tú, quien bajaba en la madrugada a la cocina para estar un rato con él y que dejara sus miedos atrás.

Warren volteó los ojos al techo, sin borrar su sonrisa socarrona en ningún momento.

-Seamus, creo que haces bien en permanecer soltero –Bromeó todavía más le hombre, para intentar molestar un poco más a su mujer.

Consiguiendo en respuesta de aquella provocación, que ésta se girara para lanzarle a la cabeza el trapo de cocina.

-No digas tonterías –Masculló divertida al ver como había dado en el blanco-. ¿Acaso tienes alguna queja de mí? –Inquirió con burla.

-Sí –Respondió su marido dejando a un lado el trapo-. Mi cintura, está dejando de ser la misma.

-A mí no me culpes –Rió-. Ponte freno cuando cocino los pasteles, o tal vez deberías asumir que te estás haciendo viejo –Soltó lo último con cierta pulla en la mirada.

Seamus soltó una sonora carcajada por el pequeño escarceo del feliz matrimonio.

-Yo puedo echarte una mano con ese problema, vecino –Guiñó un ojo-. Dame la mitad de todos los pasteles.

-Ni hablar –Gruñó por lo bajo-. Búscate a tú propia mujer.

-Sabes que ya la encontré –Respondió con cierta notabilidad-. Solo que me rechazó.

Penny miró al joven con cierta lástima, al saber perfectamente quien era aquella mujer. Tamala… Su hermana tres años menor que ella, pero seis mayor que su apuesto vecino.

Y el dedicar sus pensamientos en ella, siempre le entristecía bastante. Algo que su marido sabía muy bien.

-Mejor vamos a quitarnos todo éste barro –Carraspeó un poco, volviendo a depositar un beso en la frente de su esposa-. ¿Qué me dices Seamus, si vienes a cenar ésta noche y me ayudas con esa deliciosa tarta? Pero no te acostumbres –Soltó lo último con un penoso tono amenazante.

El joven, asintió con un movimiento de cabeza comprendiendo todo.

-Eso está hecho –Guiñó un ojo-. Yo traigo el vino.

-No esperaba menos de ti –Se burló Warren.


Volvía hallarse sola en la cocina. Pero aquella vez, su mente no estaba ocupada con nada. Era libre, de volver a recordar momentos duros de su pasado.

Apoyó sus manos en la fregadera, mientras sus recuerdos volvían acosarla con un poco de culpabilidad.

Ya hacía un año y medio, que no veía a Tamala. La última vez, había sido justo antes de las pasadas fiestas navideñas.

Desde entonces, solo había recibido cinco emails de ella. Comprendiendo perfectamente, quienes eran los culpables de aquella escasez de comunicación.

Sus padres. A quienes no veía, desde hacía más de doce años.

Quienes al ver que no conseguían doblegarla a su gusto y estilo de vida, le habían dado la espalda. Volcando toda su atención, en su otra hija.

Si hubiese podido, Tamala habría ido con ella. Pero al ser ésta menor de edad, no había podido hacer nada.

Sus nudillos, se tornaron  blancos al apretar con sus dedos aún más fuerte la fregadera, a causa de la rabia e impotencia que había sentido, cuando se acercó al colegio para verla y descubrió por sus amigas, que Tamala había sido enviada a un reformatorio lejos de allí.

Obvio, que sus padres no querían que tuviera ningún trato con ella. Y lo que más temor tenían, que pudiera influenciar sobre ella.

Una batalla, que al parecer habían logrado vencer ellos.

Su hermana, había sido educada sobre cierto protocolo, en aquel maldito reformatorio, convirtiéndose en la hija perfecta para acudir con ella a las fiestas de la alta sociedad. Y poder así, buscarle un buen partido. Lo que significaba a un idiota pretencioso, con gran suma de dinero en el banco y gran reputación, en el entorno frío que les gustaba a ellos.

Para sus padres, el dinero lo era todo. Te daba el poder y el prestigio.

Y su hermana Tamala, se había convertido en muy buena abogada de un importante y lujoso buffet de abogados. En el que los dueños, era un amigo de su padre y su hijo, otro buen abogado, quien casualmente era el prometido de ella ahora.

Todo aquello le traía sin cuidado.

Lo único que quería, es que su hermana estuviera realmente feliz, viviendo su vida. No que todo su mundo, en realidad fuera el sueño de sus padres. Porque si no era así, ella no creía que pudiera hacer mucho para ayudarla. Realmente, apenas se conocían. Eran casi como dos desconocidas, cosa que le gustaría mucho de poder cambiar.

Por ello, que las pasadas navidades le había pedido que acudiera a pasar unos días allí. Sin que sus padres supieran nada.

La cosa, no había sido como una gran reconciliación, como le hubiera gustado. Pero era lo más normal, al no conocerse prácticamente. Solo compartían unos recuerdos de la adolescencia.

Cada una, había echo su vida por separado. Sin saber nada de la otra, por mucho tiempo.

Y por lo que había podido observar, su hermana había crecido bajo el perfecto modelo de mujer de lata sociedad, que su madre había intentado inculcar en ella.

Algo, que en vez de acercarlas las distanciaba algo más.

Por ello, que en vez de desistir, tal vez debería de volver a probar y dar una segunda oportunidad, a un nuevo encuentro.

Algo, que al pobre Seamus le gustaría saber. Quien de seguro, también miraría de sacar más provecho a la nueva visita de su hermana, si ésta aceptaba volver por allí. Pero no creía que tuviera tanta suerte, pensó con un asomo de media sonrisa en sus labios. Su atractivo vecino, no tenía todos los puntos a su favor.


1 comentario:

  1. NUEVA HISTORIAAAAAAAAAAAA!!! Wiiiiiiiiiiiiiiiii! me ha encantado y obvio quiero más...sobre todo porque por primera vez tu chica es mayor que tu chico!! Másssssssssssssss

    ResponderEliminar

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...