lunes, 9 de mayo de 2016

La redención 9°






Antoniette se acercó a la joven y la abrazó.
-Tranquila querida, no estaba enojado contigo. Ya no tengas miedo.
-Lo sé, lo sé, no lloro por mí – respondió Abigail y era verdad, sí había sentido susto pro el exabrupto de Cole, pero en el fondo sabía que él no le haría daño, sin embargo había sentidos muchísima pena por él, por verlo tan injustamente herido.
Cole Bayley le había demostrado que era un buen hombre, se había preocupado por ella, había albergado a dos gatitos callejeros que ahora deambulaban como dueños de la casa, había bajado una cometa a unos niños, había reído con las lecturas, había cuidado que ella no cargara cosas pesadas o se empapara en la tormenta.
La mayor riqueza de aquel hombre era su corazón, estaba cubierto de espinas y gruñidos ,pero ella podía verlo y por eso le dolía verlo lastimado.

Los días siguientes, Cole se quedó apostando en sus salones de juego, necesitaba demostrarse a sí mismo que su suerte no se había terminado, que aún era capaz de ganar aunque más no fuera en los juegos de azar.
Y seguía siendo bueno, el mejor, solo que partida tras partida de carta no lo hacían sentir mejor.
La segunda semana probó con emborracharse.
-Deberías hacer algo antes que termine por enfermarse – le dijo Antoniette a Bart.
-Eso haré – dijo él llevando un manojo de papeles y subiendo la escalera. Entró a la habitación de Cole, abrió las cortinas para que entrara la luz del mediodía y se despertara.
-Ciérralas, déjame dormir – gruñó sintiendo el peso de la resaca. Luego se tapó con la manta y se giró para seguir durmiendo, quizás así la cabeza dejara de darle vueltas.
-Ya, levántese- dijo Bart y lo destapó. Cole se incorporó dedicándole una mirada asesina y el hombre le arrojó los papeles a la cama.
-Lea, son informes de todas las mujeres rubias y nobles disponibles en Londres, puede elegir a cualquiera de ellas, así que deje de molestar. Después de todo cualquiera puede ocupar el lugar de Victoria Fernsby, no hará mucha diferencia, ¿verdad?
-¿Pueden tocar el piano?
-Seguramente la mitad de ellas sabe hacerlo y si no es así, Abigail puede enseñarles, toca bastante bien.
-¡Diablos Bart! Tú y yo sabemos lo que sucederá, ciertamente puedo elegir a otra,  invertir mi tiempo y dinero en cortejarla, pero aún así no seré suficientemente bueno, tarde o temprano me recordarán quien soy.
-Entonces debería rever lo que está buscando. ¿Acaso lo sabe?- le preguntó.
-¡Lárgate! - protestó Cole y le arrojó una almohada haciéndolo irse. Las palabras de Bart habían dado en el blanco, porque él sabía muy bien lo que buscaba. La esposa que anhelaba era su vano intento de recuperar aquel instante, ese segundo en que una niña lo había visto y se había preocupado por él, ese instante en que una niñita rubia le había hecho recordar que era un ser humano mientras el resto del mundo se olvidaba de él.
Quería un espejismo, lo sabía bien, sólo que mientras lo perseguía sentía que podía realizarse un milagro y que él podía ser alguien mejor, pero los Fernby con su trato lo habían devuelto a su pasado  donde era un niño desvalido y abandonado. Lo habían devuelto al lugar donde no era querido ni lo sería jamás.
Sentía que su interior estaba en ebullición y no sabía cómo controlarlo, sus miedos, sus deseos, sus fantasmas y las metas que se había impuesto, todo estaba allí, dando vueltas en su mente.
No era la pérdida de Victoria, sino que ese hecho lo había obligado a detenerse, a revisar el camino recorrido y cuáles serían sus siguientes pasos, y eso había desatado el caos.
Se levantó, pidió que le prepararan un baño y luego se marchó de la mansión sin siquiera comer, a pesar de las protestas de Antoniette y de la lánguida mirada de Abigail, necesitaba mantenerse en movimiento

Aquella semana fue bastante agitada, de día se sumergía en el trabajo, reformas en los salones de juego, ir a ver propiedades, entrevistarse con inversores y de noche terminaba ahogándose en el alcohol.
Dormía mal, comía peor y el cansancio empezaba a notársele en la cara.
Para mal de peores, Antoniette se había marchado unos días pues un familiar enfermo necesitaba su ayuda. Abigail había convencido a su madre y a Bart de quedarse a dormir por ese par de días en la mansión, más que nada porque estaba intranquila con la situación de su jefe.
Se desesperaba de verlo tan perdido y pensaba que quizás estando cerca podría encontrar la forma de ayudarlo.
Cole llegó cerca de medianoche, Bart lo esperaba y Abigail estaba tocando el piano para mantenerse despierta por si él quería comer algo. Al llegar y verla sentada delante del piano blanco, se detuvo un momento y le dirigió una mirada oscura, casi enfadada. Luego sin pronunciar palabra fue hacia su habitación.
-Iré a hablar con él – dijo Bart y la chica lo detuvo.
-Espere, llévele un poco de comida, quizás pueda lograr que coma algo.- dijo trayéndole una bandeja con una variedad de platos. Bart asintió, pero bajó no mucho tiempo después con la  comida intacta.
-Dijo que no tiene hambre, que se daría  un baño y dormiría. Será mejor que hable con él mañana, al menos esta vez no está borracho, aunque sí tiene humor de perros. Ve a dormir muchacha- le dijo y se retiró.
Abigail  trató de hacer caso , pero seguía preocupada, así que tomó la bandeja y decidió probar suerte.
Golpeó la puerta pero nadie respondió, esperó, volvió a golpear y finalmente abrió.
-Bart...- dijo Cole saliendo del cuarto de baño, se había cambiado de ropa y estaba secándose el cabello mojado con un toallón, así que al principio no se dio cuenta que era Abigail.
-Soy yo...- susurró ella y él levantó la vista.
-¿Qué haces aquí? – preguntó tenso.
-Le traje comida, debería intentar cenar algo...- dijo y se acercó para depositar la bandeja sobre una mesa pequeña que había junto a la cama.
-Dije que no tenía hambre.
-Pero debería comer, si sigue así va a enfermarse – dijo ella enfrentándose a él y Cole la tomó por  el brazo.
-¡¿Qué diablos quieres?! – preguntó enfadado y ella sólo lo miró sin responder.
-Sólo estaba preocupada.
-¿Qué buscas?
-Nada.
-¿Nada? ¿Y te metes a mi habitación?
-Sólo me preocupa, ya le dije – insistió ella y antes que pudiera hacer algo, en un movimiento rápido y preciso, Cole la empujó sobre la cama, le levantó la falda y se echó sobre ella.
-¿Buscas esto, pajarillo? ¿Quieres ser otra más en mi cama? – preguntó furioso sosteniéndola por los muslos con fuerza. Quería asustarla, espantarla, había esperado que ella gritase o lo empujase, pero la reacción de Abigail fue totalmente inesperada.
La chica no se espantó,  lo miró con firmeza , apoyó su mano sosteniendo la mejilla de él y rozando su mandíbula, justo en el punto donde sus músculos se tensaban. Fue una caricia delicada.
-Cole...- susurró ella suavemente llamándolo por su nombre por primera vez. Su voz fue más efectiva que un balde de agua fría. Con fluidez se levantó y la puso de pie al mismo tiempo.Se alejó de ella tanto como le fue posible.
-Vete, sal de aquí ya mismo- sentenció con un tono de voz que no admitía replicas. Ella asintió y la observó marcharse mientras se acomodaba la ropa que él le había desordenado en su feroz arrebato.
-¡Por todos los infiernos! – exclamó para sí mismo, mientras aún era consciente de la calidez del cuerpo de ella mientras la había tenido debajo suyo, de sus inmensos ojos llenos de confianza y de la forma en que su nombre sonaba en la voz de aquella muchachita.










2 comentarios:

  1. Pobre Cole, que difícil es para él salir del pasado y no es para menos, hasta yo quiero consolarlo, de hecho... quiero hacerlo!!!!! Y Abi sabe exactamente como se siente, espero que abra los ojos a tiempo, antes de que la pierda.. gracias sisssssssssssssss

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    Respuestas
    1. Gracias sis!!! me alegra que te gustara y que entiendas a Cole, temí que esta vez se hubiera pasado demasiado!!!

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