Antoniette se acercó a la joven y
la abrazó.
-Tranquila querida, no estaba
enojado contigo. Ya no tengas miedo.
-Lo sé, lo sé, no lloro por mí –
respondió Abigail y era verdad, sí había sentido susto pro el exabrupto de
Cole, pero en el fondo sabía que él no le haría daño, sin embargo había
sentidos muchísima pena por él, por verlo tan injustamente herido.
Cole Bayley le había demostrado
que era un buen hombre, se había preocupado por ella, había albergado a dos
gatitos callejeros que ahora deambulaban como dueños de la casa, había bajado
una cometa a unos niños, había reído con las lecturas, había cuidado que ella
no cargara cosas pesadas o se empapara en la tormenta.
La mayor riqueza de aquel hombre
era su corazón, estaba cubierto de espinas y gruñidos ,pero ella podía verlo y
por eso le dolía verlo lastimado.
Los días siguientes, Cole se
quedó apostando en sus salones de juego, necesitaba demostrarse a sí mismo que
su suerte no se había terminado, que aún era capaz de ganar aunque más no fuera
en los juegos de azar.
Y seguía siendo bueno, el mejor,
solo que partida tras partida de carta no lo hacían sentir mejor.
La segunda semana probó con
emborracharse.
-Deberías hacer algo antes que
termine por enfermarse – le dijo Antoniette a Bart.
-Eso haré – dijo él llevando un
manojo de papeles y subiendo la escalera. Entró a la habitación de Cole, abrió
las cortinas para que entrara la luz del mediodía y se despertara.
-Ciérralas, déjame dormir – gruñó
sintiendo el peso de la resaca. Luego se tapó con la manta y se giró para
seguir durmiendo, quizás así la cabeza dejara de darle vueltas.
-Ya, levántese- dijo Bart y lo
destapó. Cole se incorporó dedicándole una mirada asesina y el hombre le arrojó
los papeles a la cama.
-Lea, son informes de todas las
mujeres rubias y nobles disponibles en Londres, puede elegir a cualquiera de
ellas, así que deje de molestar. Después de todo cualquiera puede ocupar el
lugar de Victoria Fernsby, no hará mucha diferencia, ¿verdad?
-¿Pueden tocar el piano?
-Seguramente la mitad de ellas
sabe hacerlo y si no es así, Abigail puede enseñarles, toca bastante bien.
-¡Diablos Bart! Tú y yo sabemos
lo que sucederá, ciertamente puedo elegir a otra, invertir mi tiempo y dinero en cortejarla,
pero aún así no seré suficientemente bueno, tarde o temprano me recordarán
quien soy.
-Entonces debería rever lo que está
buscando. ¿Acaso lo sabe?- le preguntó.
-¡Lárgate! - protestó Cole y le
arrojó una almohada haciéndolo irse. Las palabras de Bart habían dado en el
blanco, porque él sabía muy bien lo que buscaba. La esposa que anhelaba era su
vano intento de recuperar aquel instante, ese segundo en que una niña lo había
visto y se había preocupado por él, ese instante en que una niñita rubia le
había hecho recordar que era un ser humano mientras el resto del mundo se
olvidaba de él.
Quería un espejismo, lo sabía
bien, sólo que mientras lo perseguía sentía que podía realizarse un milagro y
que él podía ser alguien mejor, pero los Fernby con su trato lo habían devuelto
a su pasado donde era un niño desvalido
y abandonado. Lo habían devuelto al lugar donde no era querido ni lo sería
jamás.
Sentía que su interior estaba en
ebullición y no sabía cómo controlarlo, sus miedos, sus deseos, sus fantasmas y
las metas que se había impuesto, todo estaba allí, dando vueltas en su mente.
No era la pérdida de Victoria,
sino que ese hecho lo había obligado a detenerse, a revisar el camino recorrido
y cuáles serían sus siguientes pasos, y eso había desatado el caos.
Se levantó, pidió que le
prepararan un baño y luego se marchó de la mansión sin siquiera comer, a pesar
de las protestas de Antoniette y de la lánguida mirada de Abigail, necesitaba
mantenerse en movimiento
Aquella semana fue bastante
agitada, de día se sumergía en el trabajo, reformas en los salones de juego, ir
a ver propiedades, entrevistarse con inversores y de noche terminaba ahogándose
en el alcohol.
Dormía mal, comía peor y el
cansancio empezaba a notársele en la cara.
Para mal de peores, Antoniette se
había marchado unos días pues un familiar enfermo necesitaba su ayuda. Abigail
había convencido a su madre y a Bart de quedarse a dormir por ese par de días
en la mansión, más que nada porque estaba intranquila con la situación de su
jefe.
Se desesperaba de verlo tan perdido
y pensaba que quizás estando cerca podría encontrar la forma de ayudarlo.
Cole llegó cerca de medianoche,
Bart lo esperaba y Abigail estaba tocando el piano para mantenerse despierta
por si él quería comer algo. Al llegar y verla sentada delante del piano blanco,
se detuvo un momento y le dirigió una mirada oscura, casi enfadada. Luego sin
pronunciar palabra fue hacia su habitación.
-Iré a hablar con él – dijo Bart
y la chica lo detuvo.
-Espere, llévele un poco de
comida, quizás pueda lograr que coma algo.- dijo trayéndole una bandeja con una
variedad de platos. Bart asintió, pero bajó no mucho tiempo después con la comida intacta.
-Dijo que no tiene hambre, que se
daría un baño y dormiría. Será mejor que
hable con él mañana, al menos esta vez no está borracho, aunque sí tiene humor
de perros. Ve a dormir muchacha- le dijo y se retiró.
Abigail trató de hacer caso , pero seguía preocupada,
así que tomó la bandeja y decidió probar suerte.
Golpeó la puerta pero nadie
respondió, esperó, volvió a golpear y finalmente abrió.
-Bart...- dijo Cole saliendo del
cuarto de baño, se había cambiado de ropa y estaba secándose el cabello mojado
con un toallón, así que al principio no se dio cuenta que era Abigail.
-Soy yo...- susurró ella y él
levantó la vista.
-¿Qué haces aquí? – preguntó
tenso.
-Le traje comida, debería
intentar cenar algo...- dijo y se acercó para depositar la bandeja sobre una
mesa pequeña que había junto a la cama.
-Dije que no tenía hambre.
-Pero debería comer, si sigue así
va a enfermarse – dijo ella enfrentándose a él y Cole la tomó por el brazo.
-¡¿Qué diablos quieres?! –
preguntó enfadado y ella sólo lo miró sin responder.
-Sólo estaba preocupada.
-¿Qué buscas?
-Nada.
-¿Nada? ¿Y te metes a mi
habitación?
-Sólo me preocupa, ya le dije –
insistió ella y antes que pudiera hacer algo, en un movimiento rápido y
preciso, Cole la empujó sobre la cama, le levantó la falda y se echó sobre
ella.
-¿Buscas esto, pajarillo? ¿Quieres
ser otra más en mi cama? – preguntó furioso sosteniéndola por los muslos con
fuerza. Quería asustarla, espantarla, había esperado que ella gritase o lo
empujase, pero la reacción de Abigail fue totalmente inesperada.
La chica no se espantó, lo miró con firmeza , apoyó su mano
sosteniendo la mejilla de él y rozando su mandíbula, justo en el punto donde
sus músculos se tensaban. Fue una caricia delicada.
-Cole...- susurró ella suavemente
llamándolo por su nombre por primera vez. Su voz fue más efectiva que un balde
de agua fría. Con fluidez se levantó y la puso de pie al mismo tiempo.Se alejó
de ella tanto como le fue posible.
-Vete, sal de aquí ya mismo-
sentenció con un tono de voz que no admitía replicas. Ella asintió y la observó
marcharse mientras se acomodaba la ropa que él le había desordenado en su feroz
arrebato.
-¡Por todos los infiernos! –
exclamó para sí mismo, mientras aún era consciente de la calidez del cuerpo de
ella mientras la había tenido debajo suyo, de sus inmensos ojos llenos de
confianza y de la forma en que su nombre sonaba en la voz de aquella
muchachita.
Pobre Cole, que difícil es para él salir del pasado y no es para menos, hasta yo quiero consolarlo, de hecho... quiero hacerlo!!!!! Y Abi sabe exactamente como se siente, espero que abra los ojos a tiempo, antes de que la pierda.. gracias sisssssssssssssss
ResponderEliminarGracias sis!!! me alegra que te gustara y que entiendas a Cole, temí que esta vez se hubiera pasado demasiado!!!
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