Antes
de abrir los ojos, ya era consciente de en donde estaba. De modo, que con mucha
calma abrió levemente los ojos, para poder vislumbrar en la penumbra del
dormitorio, que se hallaba dándole la espalda a Paul.
Aquella
vez, soltó un profundo suspiro, sabiendo que aquello era lo habitual, tras
echar un vistazo al reloj que tenía él, en la mesilla de noche.
Las
agujas, marcaban las ocho y cuarto de la mañana. El hombre, llevaba casi tres
horas trabajando por lo que había visto, en los últimos días.
Pero
estaba en su derecho a sentirse un poco desilusionada, tras haber dormido desde
que había despertado en el hospital, mejor que nunca. EL ser rodeada por sus
fuertes brazos y sentir, el calor de su cuerpo aunque estuvieran a verano.
Había sido algo maravilloso… Por primera vez, que se sentía satisfecha,
tranquila, en casa…
Pero
aquella sensación, no quitaba la preocupación que llevaba encima respecto a su
marido y su casto comportamiento.
Obvio,
que Francesca tenía mucha razón en indicarle, que iba a ser ella quien avanzara
en aquella nueva etapa de su matrimonio. Aunque a Paul no le gustara, que
escuchara sus consejos.
Con
aquella determinación, apartó de encima sus piernas las arrugadas sábanas, para
dirigirse al baño, pues comenzaba a tener cierta urgencia en orinar. Y como se
hallaba sola, decidió ir al baño de su marido, el que prácticamente ahora sería
también el suyo, en cuanto trasladara sus cosas allí.
Tan
necesitada iba, que abrió la puerta sin mirar por primera vez a su alrededor,
de una estancia que no le era reconocida por si despertaba algo dentro de su
cabeza. Solo fue directa al inodoro que tenía a la vista, enfrente suyo,
mientras se alzaba su camisón hasta la cintura para deslizar sus bragas por
debajo sus rodillas y sentarse en el inodoro, expulsando con gran alivio la
orina.
Fue
entonces, cuando estando de aquella postura que alzó la mirada y miró a su
alrededor para estudiarlo, que reparó en su marido desnudo en la ducha con una
toalla encima de su cabeza y la mirada puesta en ella.
Obvio,
que estaba intentando ocultar la sonrisa que asomaba en sus labios.
Pero
allí no quedó su imagen por los suelos, no señor. Fue milésimas de segundos
después, tras descubrir su presencia allí.
-¡AH!
–Chilló de la impresión y vergüenza, poniéndose en pie y dando un par de pasos,
notando al momento caer sus bragas contra el mármol del suelo gris perla, que
al ir agacharse apresurada para devolverlas a su lugar, trastabilló y se cayó
chocando con el trasero en el suelo frío, mientras que el camisón se le subía
hasta por encima del ombligo y las bragas colgando del dedo gordo de su pie
izquierdo.
Vamos,
que su caída no se podía comparar con la de una bailarina.
-Janna
–Dijo alarmado casi con voz estrangulada, abriendo la mampara con un fuerte
golpe y saliendo de la ducha en toda su gloria, para acudir a su lado-. ¿Estás
bien?
Lágrimas
gordas, querían caer como cascada por sus ojos, pero era tan grande la vergüenza,
que se mordió el labio y asintió con la cabeza.
-Sí
–Soltó un resoplido sin mirarlo y evaluando que le dolía el trasero bastante-.
Solo mí orgullo…
Dicho
aquello- Fue cuando se sorprendió mucho, al ver como el hombre rompía en pura
carcajada.
JAJAJA POBRECILLAAAAAAAAAAAA! SI obvio que leí llevaba mucho tiempo con muchas ganas de leer esta historia, y en serio que tienes una manía con la gente que se le cae la toalla o queda en bolas, eh!! te quiero brujis
JAJAJAJJAJa (Dejo ésto, para que vean como estan de cabras mis sises) Pero me encanta entrar y poder leer palabras tuyas!!!! Te quiero mucho mariposilla.... Y sí, no se que tienen para mi las toallas jajajjaja
Sigamos....
JAJAJA POBRECILLAAAAAAAAAAAA! SI obvio que leí llevaba mucho tiempo con muchas ganas de leer esta historia, y en serio que tienes una manía con la gente que se le cae la toalla o queda en bolas, eh!! te quiero brujis
JAJAJAJJAJa (Dejo ésto, para que vean como estan de cabras mis sises) Pero me encanta entrar y poder leer palabras tuyas!!!! Te quiero mucho mariposilla.... Y sí, no se que tienen para mi las toallas jajajjaja
Sigamos....
Janna
solo supo fulminarlo con la mirada, antes de agarrar en sus manos sus bragas y
ponerse en pie, dejando que con el movimiento de su cuerpo, el camisón se
pusiera solo en su lugar.
-Anda
por favor, no me mires así –Le pidió alzando una mano para darle un suave
pellizco en la barbilla, a la joven-. No me reí con malicia alguna.
Bajó
la vista hacia el suelo, para que no viera que volvía a sonrojarse por
recordar, lo patética que había quedado. Cuando su cuerpo volvió alcanzar la
temperatura máxima, al tener como visión su péndulo y de telón de fondo, sus
pies descalzos y grandes.
Algo
tuvo que hacer su cuerpo, ajeno a las órdenes de su cerebro, que captó la
atención curiosa del hombre.
-¿Estás
bien?
-Sí
–Carraspeó alzando la mirada, para toparse con los ojos sabios de él.
Un
segundo, dos segundos… Y al tercero, éste volvió a romper en fuertes carcajadas
adivinando lo que le ocurría y logrando, que soltara un gruñido para salir de
allí sin haber descargado su vejiga.
Mejor
se marchaba a su dormitorio.
Pero
no había contado, con que él la hubiera seguido aún desnudo y antes de que
lograra abrir la puerta, su mano morena apareció junto a su oreja derecha,
impulsando a la madera a permanecer aún cerrada.
Sus
pies frenaron, al tiempo que un campo de corriente eléctrica le recorría todo
el cuerpo, causando que el vello de su cuerpo se le erizara y sus pulsaciones
se quedaran ligeramente burbujeantes, en espera del siguiente movimiento.
Y
llegó, vamos que si llegó…
Paul,
se acercó a ella hasta pegar su espalda con su pecho desnudo, al pasar su brazo
izquierdo por su cintura delgada y con ello, llevarla hasta él. Allí, sin poder
evitarlo dio un pequeño respingo, que hizo sonreír al hombre suavemente en su
oído.
-Schhh…
Tranquila, enana –Le susurró, rozando su oreja con sus ardientes labios-. No
voy hacerte nada que tú no quieras…
¡Por
favor, aquello era un suplicio!
Pensó
cerrando los ojos con cierta presión, al volver a notar aquella corriente por
el cuerpo. Al tiempo, que notaba como cierta ansiedad desconocida crecía en sus
partes bajas.
¿Y
qué es, lo que ella no quería? Se preguntó nerviosa y expectante, por la
siguiente caricia o palabra de Paul. Si en aquellos momentos, no conseguía
pensar en nada coherente.
Solo
quería sentir. Sentir aquella electricidad y calor, que le daba la proximidad
del cuerpo de su marido. Un hombre, que hacía apenas unos días que conocía.
El
otro brazo moreno, abandonó la puerta y bajó también abrazar su pequeña cintura.
Dándole entonces, un pequeño pero intenso achuchón al compas de los labios
ardientes de éste, que le depositaban un suave beso en el cuello.
Es
cuando, él volvió hablar pero con una voz algo más ronca, varonil…
-Debo
confesar, que tienes toda la razón y que mi comportamiento ha sido incorrecto –Comenzó
hablar, sin soltar siquiera un ápice sus brazos de su cintura-. El de éstos
días –Quiso recalcar con cierto toque risueño-. Sintiéndolo mucho, enana, lo
que ha ocurrido hace unos instantes en el baño, habría hecho reír hasta la persona
más triste del mundo… Lo que era yo, semanas atrás cuando estabas en el
hospital. Un alma en pena, por temor a no volver a recuperarte nunca.
Su
cuerpo se iba relajando ante su contacto, por la calidez y sinceridad de las
palabras masculinas.
-Pero
tu torpeza, tu frescura o despiste, como quieras llamarlo… Me recordaron a ti –Dijo
con cariño y ternura-. Quiero decir, que eres tú… Siempre has sido tú… Aunque
no me recuerdes, poco a poco te vas acercando a mí a como siempre has sido, sin
que te des cuenta –Volvió a sonreír-. Por ello, tu ganas –Soltó el aire exhalado
antes de decir lo último-. Soy tú marido y tú mi mujer, y nos vamos a comportar como tal.
Janna,
volvió a tensar la espalda ante aquellas palabras y abrir los ojos de forma
desmesurada, consiguiendo otra pequeña encantadora risa de él.
-Tranquila
–suspiró con fuerza, para apagar la risa que había vuelto aparecer-. No voy
arrastrarte a la cama ahora mismo –Informó con cierto toque de humor-. Pero sí,
que tras lo ocurrido del baño nos vamos a comportar sin vergüenza alguna. De
ello me reía, pequeña –Sus brazos aflojaron el agarre de su cintura, para poder
voltearla y posicionarla de cara a él. Sonriendo, al ver que de forma veloz, ella
alzaba la mirada de su cintura para arriba, con las mejillas sonrojadas y lo miraba
nerviosa y avergonzada-. Ayer noche, fuiste una mujer valiente al venir a mi
cama y reclamar acercamiento, roce, conocernos… Pues creo, que ésta mañana lo
hicimos sin ningún tapujo –Volvió a reír levemente-. Por así decirlo, nos hemos
saltado algunos días de avance y ya estamos en casi al final de la meta ¿No
crees?
Janna,
solo supo morderse el labio de forma tímida y alzarse de hombros.
-Puede
que te resulte ahora un poco chocante, pero creo que es lo mejor –Dijo acercando
su rostro al de ella, para depositar un suave beso en sus labios-. Todo irá
bien. Ya no voy a ser un marido idiota, como más de una vez me habrá calificado
si no me equivoco Francesca.
Aquello,
hizo reír a la chica.
-Bien
-Le guiñó un ojo-. Eso es lo que quiero
ver, a ti sonriendo, sin el ceño fruncido… Y ahora, yo voy a ir al baño para
afeitarme sin taparme aún y tú, irás hacer tus necesidades… Comienza nuestra
nueva vida como marido y mujer –Dijo totalmente orgulloso de su confesión, y
yendo hacia el lavabo sin detenerse a mirar si ella lo seguía.
Porque
si lo hubiera hecho, habría visto a su vergonzosa mujer salir huyendo a al seguridad
de su propio dormitorio, con una sonrisa feliz y divertida en su rostro.
Jajaja!! YO NO SÉ QUIEN DEJÓ ESE MENSAJE!! Como te habrás dado cuenta extrañaba horrores esta historia y me ha encantado el capi más allá del nudismo habitual en tus personajes, , es que ha sido divertido pero también tierno y cálido y un gran avance en la relación de estos dos. Gracias brujis...¿Y Karo? ¿Y Princesa? ¿Y nuestros sobres dorados? BESOSSSSSSSSSSS
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