- ¿Podrías darme un momento?
–dijo, de pronto, Lucian girándose a mirarla- me instalaré en unos minutos.
- No hay ningún problema –Beth
sonrió levemente- te esperaré en el restaurante del hotel.
- Gracias Beth –Lucian le dio un
ligero beso en la mejilla y se alejó.
Beth se sentó, pidió un jugo de
naranja mientras esperaba que Lucian no tardara demasiado. Sinceramente,
también estaba sumamente cansada y a momentos, empezaba a quedarse dormida. O
tenía esa sensación…
Exactamente 10 minutos habían
pasado cuando Beth miró que Lucian entraba al restaurante. Había tomado una
ducha y su cabello aún estaba húmedo y desordenado. La camisa gris resaltaba
sus ojos poderosamente y la sonrisa, ahora si propia de él, le dejó sin
aliento.
- Ahora si –Lucian se sentó
frente a Beth- ¿en qué íbamos? ¡Ah sí! Me planteé la idea de dejarte, absurda
por cierto, pero decidí que no era lo que deseaba. ¿Sabes por qué, Elizabeth?
–él le tomó la mano y la apretó con fuerza- porque te amo. Solo a ti y no me había
pasado esto antes, con nadie. No te quiero lejos de mí, pero… -Lucian clavó sus
ojos azules en ella- bajo mis condiciones.
- ¿Qué? –Beth exclamó-
¿Condiciones?
- Por supuesto –sonrió
divertido- ¿piensas que ya olvidé que no estarías conmigo en mi cumpleaños?
- Estoy contigo en tu cumpleaños
–Beth aclaró con suficiencia- feliz cumpleaños, Lucian.
- ¡Qué graciosa! –dijo con
sarcasmo pero una sonrisa de auténtica diversión iluminaba su rostro- Y si
Beth, tengo condiciones para continuar con esta relación. ¿Aceptas?
- ¿Aceptar? ¿Sin siquiera saber
de qué se tratan?
- ¿No confías en mí? –bromeó.
- Nunca tomo una decisión sin
conocer y analizar todas las posibles derivaciones. ¿Tú qué piensas?
-
Bien, siendo así… -Lucian le acariciaba el dorso de la mano con su pulgar- esto
no es un juego para mí. Si, es complicado… pero a la vez puede ser muy simple.
No quiero ocultarme más, Beth. Me gusta mi carrera, disfruto siendo actor y
quisiera que no te avergonzara lo que hago –Lucian negó cuando ella quiso protestar-
recuerda que te conozco, te he observado… la edad dejó de ser una excusa, según
creo, pero mi profesión aún es algo que… en fin, ya lo hemos discutido bastante
y solo veo una solución. Para perdonarte por ocultarme durante tanto tiempo,
quiero conocer a tu familia –Beth lo miró alarmada- y a tus amistades. Tu
sociedad –dijo con un toque de burla- en una gran fiesta de compromiso.
- ¿Qué? –Beth abrió la boca
varias veces, intentando hablar- ¿fiesta de compromiso? Pero Lucian, ¿a qué…?
- Beth –Lucian le puso una caja
pequeña frente a ella- ¿quieres casarte conmigo?
- ¡¡Lucian!! –murmuró con voz
aguda.
- No creo que esa sea una
respuesta…
- Yo… -Beth se encontraba
totalmente sorprendida. No se lo había esperado. ¿Matrimonio? Hacía unos
minutos, Lucian le había dicho que pensaba dejarla, bueno no literalmente, pero
lo había considerado. Al contrario, le pedía un compromiso para toda la vida.
¡¡Lucian!!
Lucian se sentía expectante. Era
algo precipitado, era cierto. Pero prácticamente se conocían hace 3 años y
llevaban más de 1 año siendo novios. ¿En verdad era una sorpresa tan grande?
Bueno, sabía que sí. La situación en la que habían estado pero… lo había visto
todo claro. Quería a Beth, y aún más, la amaba tanto que la quería para toda la
vida. A su lado. A nadie más que ella. ¿Por qué no pedírselo?
- Te confieso que antes lo había
estado considerando –Lucian continuó, ya que Beth no parecía dispuesta a
hablar- no sé si quizás esperabas que me pusiera de rodillas y te lo pidiera
pero en medio de un restaurante…
- ¡No! –Beth negó
vehementemente, imaginándose la escena ya- no lo hagas. Lucian yo, te amo
tanto…
Él la miró tan profundamente.
Beth ni siquiera dudó de sus palabras.
- Te amo tanto que no podría
imaginar el casarme con nadie más que contigo. Solo por ti –susurró.
Lucian
se levantó e hizo que ella también lo hiciera. Le extendió la mano, y cuando
ella se la tomó, le colocó el anillo que estaba dentro de la cajita. Era un
diamante sencillo incrustado en un aro de oro blanco. Beth lo miró, emocionada
y con una gran sonrisa.
- Es precioso… -lo miró,
radiantemente feliz- realmente lo es.
- No se compara a ti –Lucian
sonrió y la besó brevemente- pero, recuerda que tengo mis condiciones.
- Sí –Beth suspiró y volvió a
sentarse- Lucian, sé que mi actitud ha sido… infantil. Tu profesión es tan
buena como cualquier otra. Y si te hace feliz, pues seré feliz contigo. Si lo
que necesitamos es un hogar en América, pues tendremos dos. Uno en Italia y
otro allá. Y, en cuanto a mi familia, lógicamente los conocerás –rió- pero no
digas que no te advertí. Finalmente, el baile de compromiso, pues puedo empezar
a prepararlo ya.
- ¿Entonces, todo queda
aceptado? –Lucian sonrió triunfante.
- Todo –asintió Beth y dejó que
él estrechara su mano una vez más sobre la mesa- ¡me engañaste totalmente!
Pensé que romperías conmigo y, en lugar de eso, me pides matrimonio. En verdad
Lucian, estás loco.
- Gracias –él rió divertido-
¿debías sufrir un poquito, no?
- Tu concepto de diversión me
asusta –Beth simuló escalofríos pero le sonrió- ¿entonces dejaste la filmación
y viniste?
- En realidad, apenas estábamos
empezando. No dejé demasiado… solo las pruebas de vestuario.
- Bien, creo que no será
necesario que estés ahí para eso. Cualquier ropa te sentará de maravilla.
- Gracias amor por el halago –se
burló y a continuación añadió con diversión- ¿olvidé comentarte que esta es la
última temporada de la serie?
- ¿¡Qué!? –Beth exclamó
sorprendida- ¡¿por qué no me lo dijiste?!
- Porque…
- ¿Beth? –una tercera persona
los interrumpió con extrañeza, parado detrás de Beth. Lucian observó al hombre
alto que los miraba. ¿Qué hacía ahí? ¿Quién era? Beth ni siquiera lo miró.
¿¿Qué haces aquí?? –gritó Beth
mentalmente- ¿¿por qué justamente ahora??
-
Tú aquí –murmuró Beth, sabiendo quien era incluso antes de girarse, lo que le
sorprendió a Lucian- Marcos.
- Él mismo –esbozó una leve
sonrisa, que cambiaba el aspecto serio que Lucian había visto hacía unos
instantes. Los ojos inquisidores del recién llegado se clavaron en él, aunque
le hablaba a Beth- ¿qué haces aquí, Beth?
- Lo mismo podría preguntar
–contestó ella- ¿verdad?
- Puedes –Marcos soltó con tono
petulante- tengo trabajo aquí.
- Tú no puedes trabajar aquí
–Beth lo miró indignada- bueno, no aquí.
- No quise decir… -Marcos rió y
Lucian carraspeó- ¿tu…?
- Lo siento –Beth se disculpó de
inmediato, mirando brevemente a Lucian- Lucian, él es Marcos… -Lucian esperaba
algo más que eso, era evidente- Ferraz, mi… sobrino –completó renuente- Marcos,
él es Lucian Beckett… -suspiró sabiendo que era evidente lo que debía hacer.
¿Para qué ocultarlo si pronto todos lo sabrían?- mi prometido.
Por el rostro de Marcos solo se
atisbó un breve rastro de sorpresa antes de que sonriera con cortesía y le
extendiera la mano a Lucian. Él la estrechó e hizo un ademán con la cabeza.
- No pretendía interrumpir,
disculpen –Marcos dijo- me sorprendió verte en este hotel, Beth y eso fue todo.
- Es un hotel muy bonito –Beth
sonrió, intentando ocultar su incomodidad- y aquí se hospeda Lucian.
- Que tengas una agradable
estadía –contestó Marcos y se despidió.
Beth puso en blanco los ojos,
incrédula por la coincidencia sucedida. Precisamente, con lo enorme que era
Italia, ¿Marcos estaba ahí ese día? Tendría que hablar con él. Siempre había
sido discreto, bastante misterioso pero… no podía asegurarlo. Quizás si lo
alcanzara cuanto antes…
Miró a Lucian, que sonreía
divertido. ¿Qué más daba ya? Se iban a casar, toda su familia iba a saber que
amaba a Lucian Beckett, un actor americano de televisión que simulaba ser
italiano.
Si, no tenía mucho que hacer al
respecto ya. Más que aceptarlo. Sonrió.
- ¿De verdad es tu sobrino?
–habló Lucian de pronto- ¿cómo es posible? Eres demasiado joven para que lo
sea.
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