martes, 26 de abril de 2016

Sólo por ti 23°- Gaby Ruiz



La tarde había sido maravillosa. Beth no había recordado nada más que Lucian a su lado, nuevamente. El trabajo, los lugares que visitaron, las personas, la vida de él… todo perdía importancia a su lado. No podía creer que alguna vez pensara así pero, con Lucian era diferente. Casi había olvidado que tenía un compromiso previo, así que se habían despedido cuando Beth lo dejó en el hotel, no quería que se perdiera –le había dicho.

Tomó una ducha rápida y eligió el primer vestido que encontró. No se esmeró mucho en arreglarse, su mente aún estaba recordando pequeños detalles de él. Lucian. ¿En verdad había sido capaz de “dejarlo” como él le había acusado? Pues sí que lo había hecho, y cobardemente, por teléfono. Ni una vez le había dado la cara antes de irse. Y él, ahora estaba en Italia. Se habían vuelto a encontrar y habían tenido la tarde más maravillosa y de ensueño que recordaba haber tenido jamás.
¿Qué le estaba pasando? Sentía como si estuviera flotando, cuando siempre se había enorgullecido de su cabeza fría y sus pies bien fijos sobre la tierra. Pero es que Lucian, no podía explicar lo que sentía. No parecía ella misma y a la vez, era como si tan solo fuera una parte dormida que había despertado dentro de sí. ¡Esto no podía ser normal! ¿Verdad?
Escuchó el timbre y abrió con una sonrisa de bienvenida.
- Anthony, ¡qué gusto verte nuevamente!
- Beth, querida –él le besó en la mejilla- ¿lista para asistir a la Ópera?
- Si –contestó concisamente y tomó el brazo que le ofrecía.
La mayor parte de la noche la pasó en silencio, simulando concentrarse en la Ópera pero, lo hacía tan mal, que estaba segura que Anthony lo notó aunque, demasiado cortés siempre, no le dijo absolutamente nada. Ni siquiera recordaba a cuál habían asistido.
- Ha sido una noche estupenda, gracias Anthony –Beth besó su mejilla con una sonrisa- he disfrutado mucho tu compañía.
- Gracias a ti –él sonrió levemente- aunque has estado bastante callada. Luces diferente… -Anthony la examinó brevemente- ¿qué sucedió?
- ¿Qué sucedió? –Beth repitió inconscientemente, pues era lo mismo que se estaba preguntando ella. ¿Qué había sucedido? ¿Estaba diferente?
- Si Beth. No te ofendas, pero normalmente eres una excelente compañía, muy divertida. Y ahora, bueno, estás… ¿distraída? –Anthony entrecerró los ojos, esperando una respuesta- ¿enamorada?
- ¿Qué? ¿Cómo? –Beth exclamó de inmediato, sabiendo que su precipitada reacción no la dejaba en la mejor posición. Anthony esbozó una sonrisa de entendimiento y Beth suspiró- ¿por qué me has dicho eso? No es nada… delicado de tu parte.
- ¡Ay Beth! –él rió divertido- eres una mujer preciosa, inteligente y moderna… ¿y sigues temiendo enamorarte?
- Yo jamás he temido enamorarme –resopló Beth con altivez.
- Por supuesto que sí. Cuando estábamos juntos, nunca dejabas que los sentimientos te controlaran, que fueran más allá de lo que tú querías… siempre tuviste miedo de perder el control y salir herida.
- Eso es normal –Beth replicó- ¿por qué alguien querría salir herido?
- Debes arriesgarte para amar. ¿No te parece? –Anthony encogió sus hombros- supongo que encontraste a alguien…
- No es así –respondió rápidamente pero esbozó una sonrisa culpable- bueno, técnicamente, nos reencontramos.
- Ah –Anthony asintió- ¿está aquí, en Italia?
- Si, así es –se sentía bastante culpable y eso la disgustó. No lo había engañado. Apreciaba a Anthony y nada más que eso.
- ¿Es italiano? –él negó de inmediato- no sé por qué pregunto todo esto –puso sus ojos en blanco- supongo que de alguna manera busco la razón por la que con él fue diferente.
- Anthony, yo te quise mucho –Beth le puso una mano en la mejilla- pero nuestro tiempo pasó. No voy a decirte que no fui feliz, lo fui. Muchísimo.
- Lo entiendo. Seguiste con tu vida y yo con la mía. Diferentes caminos.
- Si, así fue –Beth sonrió cuando él le pasó una mano por la mejilla.
- Como de costumbre, fue muy bueno encontrarte –Anthony la miró- ¿quizás exista un tercer reencuentro definitivo?
- ¡Anthony! –Beth exclamó con una risita- todo puede pasar.
- Ese hombre debe saber lo que se lleva –Anthony quitó su mano con una punzada de tristeza- puedo haber sido maravilloso.
- Quizás si –concedió y le besó en la mejilla- gracias por esta noche.
- Con todo gusto –sonrió y se despidió, clavando sus ojos grises por un largo instante antes de que Beth mirara como se alejaba.
Suspiró y cerró la puerta. Anthony había sido una parte importante de su pasado, reencontrarlo había supuesto una agradable sorpresa pero sabía que lo correcto era dejarlo ir. Aún no estaba segura de amar a Lucian, quizás si lo amaba… o tal vez no. Debía averiguarlo sola, únicamente con Lucian a su lado. Mantener a Anthony con ella, sabiendo que solo la unía a él un cariño y un buen recuerdo no habría sido honorable. Ni un poco.
Le habría encantado conservar su amistad pero, dadas las circunstancias recientes, quizás sería un poco incómodo. Una tercera ocasión, había dicho, sí, bien podía ser que en una tercera ocasión pudieran ser amigos. Él le agradaba y le gustaría, en un futuro, saber que era feliz.
Camino a su habitación, escuchó que el timbre del teléfono empezaba a repicar. ¿Tan tarde?
- ¿Si? –contestó, intentando sofocar un bostezo.
- No puedo dormir –dijeron al otro lado de la línea y Beth esbozó una sonrisa.
- Hola Lucian ¿qué es lo que sucede? –trató de sonar seria.
- Eso, que no puedo dormir –se quejó nuevamente- el cambio de horario me está matando –no pudo evitar reírse- no es gracioso.
- ¡Claro que lo es! –Beth puso en blanco los ojos- ¿qué pretendes que yo haga? ¿Qué te cuente un cuento o algo así para que duermas?
- Tenía ideas mejores –soltó en tono travieso- pero dudo que quieras venir a verme… ¿verdad?
- Cierto, tienes razón –contestó divertida- no conduciré hasta el hotel para pasar la noche en tu compañía.
- ¿Por qué no? Yo volé por horas para verte.
- Viniste a Italia de vacaciones, Lucian. No solo a verme…
- ¿Tú qué crees? –dijo misterioso.
- ¿Viniste con el único propósito de verme? –exclamó sorprendida.
- Claro que no. Vine a… -Lucian rió- conquistarte. ¿Se me permite?
- ¡No bromees! –lo reprendió- ¿por qué, Lucian?
- ¿Te parece que es una conversación apropiada para el teléfono?
- No me importa si lo es o no… ¿por qué? –siseó impaciente.
- Beth, pensé que estabas cansada… -rió.
- ¿Y eso te detuvo para llamar? –contestó irritada.
- No, quería escucharte nuevamente.
- ¡Lucian, ese no es el punto! –dijo, aunque no pudo evitar una leve sonrisa. Suerte que él no podía verla.
- ¿Y cuál era el punto? –él simuló pensar, claramente imaginando el mohín de irritación de Beth- ¿por qué estoy en Italia?
- Pasamos de eso a… ¿por qué quieres… conquistarme? –repitió.
- Si, lo quiero –confirmó él.
- ¡Eso ya lo sé! –Beth gritó y Lucian soltó una carcajada- bueno, es decir, eso ya lo dijiste. Quiero saber por qué quieres…
- Porque te amo, Beth.
Beth sintió que el teléfono resbalaba de su mano. No sabía si había escuchado correctamente, quizás no. ¿Lucian había dicho que…? ¿Cómo era posible? ¡No, tenía que estar bromeando! ¿Podía estar bromeando así con ella? ¿Lucian haría algo así? ¿Por qué? ¡No, no lo haría!
- ¿Beth? –repitió Lucian, esperando que ella hablara. Había escuchado un ligero golpe y deseaba que no se hubiera desmayado- ¿estás bien?
- ¿Qué dijiste? Si estás bromeando, yo…
- ¡Beth, finalmente! –Lucian tenía un tono divertido, como si no hubiera pasado nada- sigo pensando que es una mala conversación para un teléfono.
- Más tarde… -Beth murmuró- espero una gran explicación, Lucian.

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