La tarde había sido maravillosa.
Beth no había recordado nada más que Lucian a su lado, nuevamente. El trabajo,
los lugares que visitaron, las personas, la vida de él… todo perdía importancia
a su lado. No podía creer que alguna vez pensara así pero, con Lucian era
diferente. Casi había olvidado que tenía un compromiso previo, así que se
habían despedido cuando Beth lo dejó en el hotel, no quería que se perdiera –le
había dicho.
Tomó una ducha rápida y eligió
el primer vestido que encontró. No se esmeró mucho en arreglarse, su mente aún
estaba recordando pequeños detalles de él. Lucian. ¿En verdad había sido capaz
de “dejarlo” como él le había acusado? Pues sí que lo había hecho, y
cobardemente, por teléfono. Ni una vez le había dado la cara antes de irse. Y
él, ahora estaba en Italia. Se habían vuelto a encontrar y habían tenido la
tarde más maravillosa y de ensueño que recordaba haber tenido jamás.
¿Qué le estaba pasando? Sentía
como si estuviera flotando, cuando siempre se había enorgullecido de su cabeza
fría y sus pies bien fijos sobre la tierra. Pero es que Lucian, no podía
explicar lo que sentía. No parecía ella misma y a la vez, era como si tan solo
fuera una parte dormida que había despertado dentro de sí. ¡Esto no podía ser
normal! ¿Verdad?
Escuchó el timbre y abrió con
una sonrisa de bienvenida.
- Anthony, ¡qué gusto verte
nuevamente!
- Beth, querida –él le besó en
la mejilla- ¿lista para asistir a la Ópera?
- Si –contestó concisamente y
tomó el brazo que le ofrecía.
La mayor parte de la noche la
pasó en silencio, simulando concentrarse en la Ópera pero, lo hacía tan mal,
que estaba segura que Anthony lo notó aunque, demasiado cortés siempre, no le
dijo absolutamente nada. Ni siquiera recordaba a cuál habían asistido.
- Ha sido una noche estupenda,
gracias Anthony –Beth besó su mejilla con una sonrisa- he disfrutado mucho tu
compañía.
- Gracias a ti –él sonrió
levemente- aunque has estado bastante callada. Luces diferente… -Anthony la
examinó brevemente- ¿qué sucedió?
- ¿Qué sucedió? –Beth repitió
inconscientemente, pues era lo mismo que se estaba preguntando ella. ¿Qué había
sucedido? ¿Estaba diferente?
-
Si Beth. No te ofendas, pero normalmente eres una excelente compañía, muy
divertida. Y ahora, bueno, estás… ¿distraída? –Anthony entrecerró los ojos,
esperando una respuesta- ¿enamorada?
- ¿Qué? ¿Cómo? –Beth exclamó de
inmediato, sabiendo que su precipitada reacción no la dejaba en la mejor
posición. Anthony esbozó una sonrisa de entendimiento y Beth suspiró- ¿por qué
me has dicho eso? No es nada… delicado de tu parte.
- ¡Ay Beth! –él rió divertido-
eres una mujer preciosa, inteligente y moderna… ¿y sigues temiendo enamorarte?
- Yo jamás he temido enamorarme
–resopló Beth con altivez.
- Por supuesto que sí. Cuando
estábamos juntos, nunca dejabas que los sentimientos te controlaran, que fueran
más allá de lo que tú querías… siempre tuviste miedo de perder el control y
salir herida.
- Eso es normal –Beth replicó-
¿por qué alguien querría salir herido?
- Debes arriesgarte para amar.
¿No te parece? –Anthony encogió sus hombros- supongo que encontraste a alguien…
- No es así –respondió
rápidamente pero esbozó una sonrisa culpable- bueno, técnicamente, nos
reencontramos.
- Ah –Anthony asintió- ¿está
aquí, en Italia?
- Si, así es –se sentía bastante
culpable y eso la disgustó. No lo había engañado. Apreciaba a Anthony y nada
más que eso.
- ¿Es italiano? –él negó de
inmediato- no sé por qué pregunto todo esto –puso sus ojos en blanco- supongo
que de alguna manera busco la razón por la que con él fue diferente.
- Anthony, yo te quise mucho
–Beth le puso una mano en la mejilla- pero nuestro tiempo pasó. No voy a
decirte que no fui feliz, lo fui. Muchísimo.
- Lo entiendo. Seguiste con tu
vida y yo con la mía. Diferentes caminos.
- Si, así fue –Beth sonrió
cuando él le pasó una mano por la mejilla.
- Como de costumbre, fue muy
bueno encontrarte –Anthony la miró- ¿quizás exista un tercer reencuentro
definitivo?
- ¡Anthony! –Beth exclamó con
una risita- todo puede pasar.
-
Ese hombre debe saber lo que se lleva –Anthony quitó su mano con una punzada de
tristeza- puedo haber sido maravilloso.
- Quizás si –concedió y le besó
en la mejilla- gracias por esta noche.
- Con todo gusto –sonrió y se
despidió, clavando sus ojos grises por un largo instante antes de que Beth
mirara como se alejaba.
Suspiró y cerró la puerta.
Anthony había sido una parte importante de su pasado, reencontrarlo había
supuesto una agradable sorpresa pero sabía que lo correcto era dejarlo ir. Aún
no estaba segura de amar a Lucian, quizás si lo amaba… o tal vez no. Debía
averiguarlo sola, únicamente con Lucian a su lado. Mantener a Anthony con ella,
sabiendo que solo la unía a él un cariño y un buen recuerdo no habría sido
honorable. Ni un poco.
Le habría encantado conservar su
amistad pero, dadas las circunstancias recientes, quizás sería un poco
incómodo. Una tercera ocasión, había dicho, sí, bien podía ser que en una
tercera ocasión pudieran ser amigos. Él le agradaba y le gustaría, en un futuro,
saber que era feliz.
Camino a su habitación, escuchó
que el timbre del teléfono empezaba a repicar. ¿Tan tarde?
- ¿Si? –contestó, intentando
sofocar un bostezo.
- No puedo dormir –dijeron al
otro lado de la línea y Beth esbozó una sonrisa.
- Hola Lucian ¿qué es lo que
sucede? –trató de sonar seria.
- Eso, que no puedo dormir –se
quejó nuevamente- el cambio de horario me está matando –no pudo evitar reírse-
no es gracioso.
- ¡Claro que lo es! –Beth puso
en blanco los ojos- ¿qué pretendes que yo haga? ¿Qué te cuente un cuento o algo
así para que duermas?
- Tenía ideas mejores –soltó en
tono travieso- pero dudo que quieras venir a verme… ¿verdad?
- Cierto, tienes razón –contestó
divertida- no conduciré hasta el hotel para pasar la noche en tu compañía.
- ¿Por qué no? Yo volé por horas
para verte.
- Viniste a Italia de
vacaciones, Lucian. No solo a verme…
-
¿Tú qué crees? –dijo misterioso.
- ¿Viniste con el único
propósito de verme? –exclamó sorprendida.
- Claro que no. Vine a… -Lucian
rió- conquistarte. ¿Se me permite?
- ¡No bromees! –lo reprendió-
¿por qué, Lucian?
- ¿Te parece que es una
conversación apropiada para el teléfono?
- No me importa si lo es o no…
¿por qué? –siseó impaciente.
- Beth, pensé que estabas
cansada… -rió.
- ¿Y eso te detuvo para llamar?
–contestó irritada.
- No, quería escucharte
nuevamente.
- ¡Lucian, ese no es el punto!
–dijo, aunque no pudo evitar una leve sonrisa. Suerte que él no podía verla.
- ¿Y cuál era el punto? –él
simuló pensar, claramente imaginando el mohín de irritación de Beth- ¿por qué
estoy en Italia?
- Pasamos de eso a… ¿por qué
quieres… conquistarme? –repitió.
- Si, lo quiero –confirmó él.
- ¡Eso ya lo sé! –Beth gritó y
Lucian soltó una carcajada- bueno, es decir, eso ya lo dijiste. Quiero saber
por qué quieres…
- Porque te amo, Beth.
Beth sintió que el teléfono
resbalaba de su mano. No sabía si había escuchado correctamente, quizás no.
¿Lucian había dicho que…? ¿Cómo era posible? ¡No, tenía que estar bromeando!
¿Podía estar bromeando así con ella? ¿Lucian haría algo así? ¿Por qué? ¡No, no
lo haría!
- ¿Beth? –repitió Lucian,
esperando que ella hablara. Había escuchado un ligero golpe y deseaba que no se
hubiera desmayado- ¿estás bien?
- ¿Qué dijiste? Si estás
bromeando, yo…
- ¡Beth, finalmente! –Lucian
tenía un tono divertido, como si no hubiera pasado nada- sigo pensando que es
una mala conversación para un teléfono.
- Más tarde… -Beth murmuró-
espero una gran explicación, Lucian.
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