Donovan,
llevó sus manos a sus bolsillos traseros mientras que soltaba un profundo
suspiro de desespero. Y observaba como la joven se mordía el labio inferior a
causa de los nervios.
-Dime
qué hice –Instó a seguir hablando a la chica, no comprendiendo de qué podía
acusarlo.
-Más
bien es lo que no hiciste –Reveló logrando que éste frunciera el ceño.
-Vaya
–Rió, para después emplear cierta ironía-, no llevamos ni seis horas de novios,
que ya me estas recriminando cosas. Suerte, que nunca eh sido de los que deja
la tapa del inodoro levantada.
El
acostumbrado humor del hombre, hizo que Silvia perdiera su estado nervioso y
sonriera con confianza.
-Eres
un idiota –Lo insultó con un brillo risueño en la mirada.
-Y
tú, nunca dejarás de insultarme –Habló sin dejar de observarla detenidamente-.
¿Y bien? –Volvió a recordar.
-Pues
me tienes confundida –Le informó soltando un suspiro.
-Creí,
que esa frase era solo para los hombres respecto a vosotras –Siguió chinchando,
viendo que de aquel modo, Silvia se abría a él.
-Ahora
eres casi tú –Se atrevió a señalar-, el de ahí dentro de ésta noche, no.
Donovan
frunció el ceño sin llegar aún a entenderla.
-Qué
es eso, de que casi soy yo –Repitió prestando suma atención.
Silvia
volvió a mirar una vez más tras sus espaldas, por si venía algún familiar y los
volvían a interrumpir.
-Pues,
que desde lo ocurrido en tu dormitorio, me siento contigo como si fuéramos
recién conocidos –Soltó al fin, empleando cierto enfurruñamiento en su tono de
voz y alzando la barbilla, con cierto aire de inquisición-. Para nada, has sido
el Donovan persuasivo de días atrás –Siguió hablando, mientras trataba de no
hacerle caso a la sonrisa ancha que mostraba en la cara el idiota-. No me has
tocado… Bueno… -alzó el dedo índice-, me has tocado el hombro… Y ciertamente
Donovan, si esa va a ser tu actitud como novios, prometidos… Lo que seamos… No
quiero pensar, cuando estemos casados.
Calló,
tras haber soltado su perorata y observó por un momento al vaquero, quien se
hallaba mirándola también con actitud tranquila.
Mentira,
con actitud estúpida., benevolente. Rectificó mentalmente, al ver como rompía a
carcajadas con lágrimas en los ojos.
Aquello,
era frustrante. Acababa de explicarle sus sentimientos y aquel idiota sexy, le
respondía riéndose de ellos en su cara.
Que
ganas de propinarle un puñetazo nuevamente, pensó achicando los ojos.
-Como
intentes una sola vez más, propinarme un golpe –Paró en seco su risa, para
amenazarla con voz tranquila pero seria-. Te juro, que no podrás sentarte en
toda una semana, con ese precioso culo, enana.
-Pero
si es que te rifas todas las papeletas, para que me abalance sobre ti –Gruñó entre
dientes Silvia, sin perder ni un ápice de su enfado.
-Veo
que las cosas entre tú y yo –Sonrió con cariño, caminando hasta detenerse a un
paso de ella-, siempre van a ser entretenidas.
Y
pillándola desprevenida, con un movimiento rápido, le dio un suave empujón para
que cayera de nuevo en la silla donde anteriormente se hallaba sentada, para
apoyar sus fuertes manos en los apoyabrazos y así, con mirada felina acercar su
rostro al de ella, para detenerse cuando el calor de sus labios le rozaba la
palpitación en la base de su suave cuello.
-Quiero
que estés tranquila –Le susurró con voz ronca, cargada de deseo, mientras
pellizcaba su cuello con sus dientes de forma suave-, tú y yo juntos, vamos a
ser dinamita en el sexo…
Silvia,
soltando un profundo jadeo de placer desde el fondo de su garganta, fue alzar
sus manos para rodearle el cuello y poder robarle un deseado beso, pero una vez
más su acercamiento se vio frustrado.
-Schhh
–Susurró él, volviendo a conducir sus manos sobre sus muslos-. Estoy que muero
de deseo por ti, enana. Pero sé, que si comienzo el más mínimo acercamiento
sexual contigo, nos van a detener –Dijo mostrando gran frustración-. Se lo han
puesto como propósito para fastidiarme.
Silvia
frunció el ceño sin comprender.
-Alex,
créeme… -Intentó convencerla, pero su mirada no lo apoyaba en sus palabras-.
Muy bien –Resopló-, observa y verás, como nos quedamos con un buen calentón – Punteó
poniéndola de pie de un fuerte empellón, y robando de sus labios un beso
hambriento.
Tenía
tanta sed de él, que dio la orden a sus piernas de dar un pequeño brinco, para
poder enredárselas a la cintura de Donovan, notando así más placer al sentir su
sexo duro contra el de ella. Y riendo contra su boca, cuando éste gimió
sorprendido por su valentía.
-¡Oye!
–Rió-. Las chicas de tus novelas han sido menos fogosas.
-¡Cállate!
–Le ordenó con falta de aliento, cuando en un impulso volvió a sacarse por tercera
vez la camisa aquella noche, quedándose desnuda de cintura para arriba una vez
más.
Y
un segundo después, tenía que cerrar los ojos por un pequeño fogonazo
inesperado de luz.
Alguien,
había encendido las luces del jardín.
-¡Qué
puñetas! –Gruñó con ansiedad.
-Te
lo dije –Soltó en un gruñido contra la base de su cuello-. Si no te hubieras sacado
la camisa, tal vez habría tardado un poco más.
-¿Alex?
–Preguntó bajando los pies al suelo y volviendo agarrar con malas formas la
prenda de ropa, mientras él asentía-. Lo mato –Dijo tratando de recuperar el aliento,
al vestirse apresurada-. ¿Por qué demonios lo hace?
-Fastidiarme
–Masculló, agarrándola de la mano una vez que se hallaba presentable-. Creo que
quiere mantener tu virtud hasta la noche nupcial.
-¡Cómo!
–Lo miró alarmada.- Pero quien se cree qué es… Llevo un calentón encima, que no
creo aguantar ni dos días más –Se atrevió a confesar, arrancando una risa al
hombre, mientras volvía a la casa con pasos agigantados y malhumorados.
-Silvia,
son dos semanas –Soltó un suspiro.
-Vas
a dejar que decidan ellos nuestra intimidad –Se giró a mirarlo con los ojos
achicados.
-Yo
solo, no quiero ir matando a nadie y llegar a la boda y estar sin invitados –Resopló
frustrado.
-¡Que
suerte que tienen! –Soltó con tono mordaz, al tiempo que se soltaba de su
agarre y emprendía la vuelta al interior a dos pasos por delante de él-. No
quieres morderlos a ellos, pero a mí bien que no te importaba tirarme al
interior del abrevadero –Masculló en réplica con gran furia-. Por mí te puede
atropellar uno de tus caballos.
-Silvia
por el amor de dios –Renegaba tras su espalda-. Ahora no las pagues conmigo,
más bien hazlo con ellos –Señaló Donovan, cuando llegaron al porche y les
observaron los que aún quedaban en pie.
-Primo
–Sonrió Alex con aire inocente-, no nos metas en tus… ¡Auch! –Se quedó sin
aire, cuando Silvia agarró su bolso que le entregaba su prima Elisabeth, y se
lo estampaba en sus partes al chico-. ¡Joder, Silvia! –Gruñó rojo y con falta
de aire, mientras se iba encogiendo cada vez más.
-¿Notas
picor con burbujas? –Se agachó delante
de él y le habló con dulzura.
-No
–Soltó en un quejido con falta de aliento-. Puede decirse que es como si me
ardieran las pelotas.
-¡Bien!
–Se puso en pie sonriente-. Entonces ya compartes dolor con Donovan –Soltó guiñándole
un ojo a su vaquero-. ¡Todo el que venga en mí coche, que me siga! –Exclamó alejándose
de ahí, sin ver las expresiones de los familiares suyos y de Donovan, pero sí
oyendo las carcajadas de su vaquero.
OH VAYAAAAAA!! Ya veoq ue serán dinamita...y se merecía el golpe, Alex metido e insoportable, que los dejen ya en paz y darse el gusto!!!
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