Eran
cerca de las dos de la madrugada, cuando algún familiar de Donovan se retiraba
para dormir, en los dormitorios de la casa.
Era extraño, pues debería de sentirse eufórica tras tener para ella solita, a aquel vaquero. Pero en el transcurso de aquella noche, habían sido solo dos veces las que él se había acercado a ella.
Y
éste, solo se había limitado apoyar una de sus manos cálidas en sus hombros.
Pensaba que Donovan era un poco más atento, y le daba igual el estar ante público. Podía decirse, que había resultado ser más apasionado días anteriores, que ahora que eran novios… ¿Prometidos?... ¿Qué puñetas eran?
-He visto a viudas más alegres que tú, el mismo día del funeral –Soltó su prima, entregándole una cerveza.
-Mira que eres bruta –Rió Silvia.
-Que quieres –Se encogió la chica de hombros-, es lo malo de vivir rodeada de hombres.
-Pero ahora, tienes una princesita –Le guiñó cómplice un ojo.
-Cierto –suspiró con satisfacción-, tendré una compinche para ir al salón de belleza. Pero no cambiemos de tema –Le guiñó un ojo picarona-. Has conseguido a tu vaquero sexy…
-Sí, pero gracias a vosotros no lo caté aún –Soltó fingiendo tono pedante.
-¡OH! –Rió por lo bajo-. Ahora te enfadas porque no… - Le dio un codazo-. Y días atrás, gruñías por las situaciones que teníais…
Silvia miró de forma disimulada a su alrededor, comprobando que se hallaban a solas, para poder hablar con sinceridad.
-Me siento extraña –Se encogió de hombros-. Se supone que sabe que me gusta y yo a él…
Elisabeth soltó una carcajada interrumpiéndola.
-Perdona bonita –Le indicó con el dedo índice-, pero creo que ahí arriba os habéis dicho algo más que os gustáis, para que Alex haya cantado boda.
-Que nos queremos –No pudo evitar el mostrar una sonrisa.
-¿Pero qué ocurre? –Se reclinó hacía delante prestando suma atención.
-Pues que no me siento como mis protagonistas al finalizar una novela –Acabó por confesar con cierta frustración-. Desde que hemos sido arrastrados de su dormitorio, solo me ha tocado dos veces en la noche –Soltó algo exasperada-. Y el tocamiento no ha sido para nada romántico ¿Por qué no creo que tú te pongas a mil, porque tu marido apoye su mano en tu hombro? –Inquirió con una pequeña sombra de mal humor.
Elisabeth, hizo una mueca con sus labios por lo dicho de Silvia.
-Y otra pregunta –Alzó su dedo índice al aire-. ¿Cómo sabes que no es precipitado el aceptar matrimonio?
-Bueno… -Comenzó su prima hablar, pero Donovan las sorprendió hablando de sopetón tras ellas.
-Sabía que era muy precipitado el proponértelo –Dijo con voz desanimada-, que eres más joven y…
-¡Donovan! –Exclamaron las dos chicas, alzando sus traseros de las sillas por la sorpresa de que las pillara hablándose sobre él.
-No te preocupes –Le sonrió-. Ya informo yo a mi familia, que no espere boda –Le guiñó un ojo-. De ese modo, se marcharan mañana en la noche y no me tocará aguantarlos por una semana.
-Creo que mejor voy a decirle a mi marido que es hora de irnos –Elisabeth interrumpió con cierta duda, dando un par de pasos hacia la casa.
-Para eso vine en vuestra búsqueda –Explicó aún con una sonrisa de su presencia allí-. Vuestra familia quiere marcharse a dormir.
-Toma Elisabeth –Dijo Silvia, sacando las llaves del jeep y lanzándoselas-. Llevaos mi coche, ya…
-Silvia, tu también deberías irte –Sugirió en una orden el hombre, causando que Elisabeth emprendiera el regreso a la casa y ella, se lo quedara mirando con el ceño fruncido.
-No quiero –Se cruzó de brazos-. No me entendiste bien.
-No creo que esas palabras tengan muchos significados –Respondió mirándola atentamente.
-Es que no había acabado de hablar –dio dos pasos hacia él.
-Y
cómo acaba esa frase –Inquirió él alzando una ceja y observando como Silvia, se
sonrojaba de forma violenta.
-Verás… -Titubeó un poco, mirando a su alrededor-. Yo me estaba quejando a Elisabeth de ti –Estrujó sus dedos nerviosa.
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