Lucian giraba en la silla
mientras Kristen lo miraba con impaciencia.
- ¡Quédate quieto! –le urgió
mientras él reía travieso- Lucian, un día de estos no regresaré… -advirtió.
- Sabes que lo harás. No puedes
vivir sin mí.
- Eso piensas –puso en blanco
los ojos pero no pudo evitar una sonrisa- te salvas porque eres un encanto.
- Gracias Kris –Lucian le dio un
sonoro beso en la mejilla, mientras ella reía- ¿terminarás?
- Si me lo permites… -ella dejó
su bolsa con los implementos y giró- ¿por qué estás tan contento?
- ¿Alguna vez me viste triste?
–preguntó y ella negó- ¿entonces?
- Lucian… -lo miró fijamente- sé
que algo traes entre manos. Pero bueno, bien puede ser que se acerca el final
de esta temporada…
- Exactamente –Lucian afirmó y
giró una vez más en la silla mientras Kristen resoplaba con frustración- ¿qué?
¡Sabes que no me gusta maquillarme!
- ¡Pareces un niño! –soltó
Kristen y negó lentamente- ¿puedo empezar ya?
- Bien –Lucian se cruzó de
brazos, quieto con gesto enfadado. Kristen sonrió y le pasó la mano por la
frente.
- No arruines así tu hermoso
rostro –fastidió y él la miró atentamente- alguien te decía siempre lo mismo.
Que eres lindo.
- Soy lindo –Lucian se puso
serio y ladeó la cabeza- no me gusta el término.
- Lo sé –Kristen soltó una
risita- pero al menos así, lograré terminar.
Lucian ignoró el último
comentario, mientras repasaba una a una sus líneas siguientes. La sexta
temporada había tenido bastantes giros inesperados y él había tenido que
trabajar más en las emociones de su personaje. Donato era un hombre complejo de
interpretar. Pero según había leído las críticas, lo estaba logrando.
Transmitir la transición que iba teniendo él, desde ser tan solo un
despreocupado a… bueno, lo que sea que fuera ahora.
Mary
era quien siempre lo fastidiaba con el hecho de ser “lindo”. Aún podía recordar
lo complicada que había sido su relación después de que, bueno, de que ella le
confesara que estaba enamorada de él. Había sido bastante… inesperado.
Totalmente. ¿Cómo había pasado eso?
Durante toda la temporada
quinta, confesó Mary, se había enamorado más y más. De él, precisamente. De
todas las personas, lo amaba a él.
Y Lucian la había mirado y se
había preguntado ¿cuál era su problema? En verdad, él no le había alentado. No
había mostrado interés en ella, al menos no aquel de un inicio. En verdad,
¿cómo pasó?
Había sido un lío. Toda una
catástrofe, para ser más exactos, cayó sobre su cabeza. Y no era lo que estaba
preparado para afrontar, precisamente. Lo que más quería era pensar las cosas
con calma, analizar si realmente él podía estar enamorado y…
Y el problema, aún más grave,
que no era Mary a quien él pensaba que podía amar. Ni siquiera la consideraba.
Ni a ella ni a ninguna otra. Solo a Beth. Su italiana que no lo quería ver.
Ella…
- ¿Terminaste, Kris? –Donovan
asomó su cabeza por la puerta con una sonrisa- en el set, lo esperan con
impaciencia.
- Ya casi –murmuró con un
suspiro- podría maquillar al elenco entero en menos tiempo del que utilizo en
Lucian –se lamentó riendo.
- Lo sé –Donovan asintió- ¿no
puede mantenerse en calma, verdad?
- Exacto. ¿En el set, también?
- No te imaginas –Donovan hizo
un gesto cansado- si alguien tarda más de 2 veces en realizar el diálogo
perfectamente, se enfada.
- ¿Lucian? –Kristen le elevó el
rostro con sorpresa- ¿Se enfada?
- Ya, ya… soy humano. No lo
olviden –rió y se levantó- ¿terminaste?
- Si, querido –Kristen emitió un
gritito cuando él la elevó en el aire brevemente- ¿qué haces?
- Vengarme por lo que dijiste
–sonrió y arqueó una ceja- Donovan pesa demasiado para el propósito.
Donovan puso en blanco los ojos
mientras Kristen emitía una sonora carcajada. Lucian era divertido…
divertidísimo.
***
Beth cruzó su pierna con
lentitud mientras acercaba la taza de cappuccino a sus labios. Miró el reloj,
pensando en cancelar el encuentro con Anthony. Llevaban dos meses saliendo y,
sinceramente, había sido maravilloso volver a verlo pero… pero había algo que
le molestaba.
Más, que hacía que no pudiera
disfrutar ni una sola de sus citas sin pensar en Lucian. Y eso le molestaba, le
enfadaba enormemente. ¿Por qué tenía que volver a pensar en él después de tanto
tiempo? ¡Más de un año sin verlo! ¿Por qué no podía olvidarlo definitivamente?
Quizás lo pensaba demasiado. No
debía dedicarle tanto tiempo a algo que pensó superado. Le había costado pero,
no se había permitido pensar en él. O eso había creído.
Había empezado a leer revistas
de farándula para distraerse. Por ninguna razón en especial y, era pura
coincidencia, que buscara las de Estados Unidos. Solo… ¡sabía que no estaba bien
pero simulaba estarlo y había funcionado por un tiempo!
Sí, hasta que había decidido
salir con Anthony. No que él le recordara a Lucian, sino al contrario, era
totalmente opuesto a él. Debería haberle alegrado, en cierta forma, pues era lo
que había estado buscando. Un hombre mayor, maduro y que tomaba las cosas
enserio. Dueño de una empresa exitosa y accionista de otras compañías, Anthony
di Román era el hombre para ella. ¿Por qué no lo sentía así?
Estaba siendo ilógica. Pensar en
algo así… absurdo.
- ¿Elizabeth Ferraz? –escuchó y
dejó lentamente la taza en la mesa. Intentó controlar cada movimiento de sí,
para no girar abruptamente. No, no y no…
- Lucian… -pronunció con
lentitud mientras sus ojos se elevaban hacia el hombre que ahora estaba frente
a ella- Lucian Beckett.
- Encantado de verte –esbozó una
amplia sonrisa y se quitó las gafas de sol- dudo que me reconozcan con la misma
facilidad que tú ¿verdad?
- No has cambiado nada… -Beth
negó con una sonrisa.
- En cambio tú, estás aún más
bella que la última vez –él le envió una fugaz mirada anhelante y luego miró
hacia la silla- ¿puedo acompañarte?
- No –Beth contestó con rapidez
y Lucian arqueó una ceja- he terminado.
-
¿Me acompañarías a mí? –pidió burlón y Beth puso en blanco los ojos.
- Vamos a otro lugar –contestó y
él la miró atentamente- a comer algo. Tengo hambre.
- Oh –Lucian pareció sorprendido
y Beth no pudo evitar notar lo azules que eran sus ojos. ¿Cómo podía haber
pensado que lo tenía presente en sus pensamientos? ¡Este hombre era demasiado
para lo que su mente había pretendido retratar en un pobre intento!
- En verdad, tú… -Beth esbozó
una sonrisa- eres increíble.
- Gracias –Lucian sonrió aún más
y se sentó frente a ella- entonces ¿qué me dices? ¿te acompaño o vienes
conmigo?
- ¿Así? –clavó sus ojos verdes
en él- ¿por qué?
- ¿Por qué no? –retrucó con un
brillo de diversión en sus ojos.
- Está bien –Beth encogió sus
hombros y se levantó. Lucian la siguió de cerca mientras ella pagó y salía del
lugar- ¿por qué me tomas la mano?
Lucian la ignoró y la asió con
más fuerza, entrelazando sus dedos por lo que Beth ni siquiera intentó
alejarse, sabiéndolo imposible.
- ¿Qué haces aquí? –habló Beth
mientras conducía por la ciudad- ha sido toda una sorpresa encontrarte y…
- Es Italia ¿por qué no estar
aquí? –bromeó él y Beth no pudo evitar una sonrisa. Aun más amplia que la que
tenía- estoy de vacaciones y decidí visitar este país. Es muy… atractivo.
Además, tengo la ventaja de hablar el idioma, así que ¿por qué desaprovechar la
oportunidad?
- Por supuesto –Beth giró hacia
la izquierda y lo miró brevemente- ¿cuándo llegaste?
- Hace unos días –contestó y
Lucian miraba fascinado los lugares que brevemente se atisbaban- ¿me has
extrañado?
- ¡Lucian! –exclamó Beth y él
rió- no estoy para bromas.
- No estaba bromeando –dijo con
tono serio, pero Beth pudo mirar de reojo que estaba conteniendo una carcajada.
- Que gracioso –murmuró y sintió
aquellos ojos azules clavados en ella.
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