Cuando Abigail llegó a su casa, su madre la estaba esperando.
-Se hizo tarde, ¿todo está bien? – preguntó la mujer ansiosa.
-Sí, sólo me quedé cuidando unos gatitos y se hizo un poco tarde. ¿Tú
has estado bien, madre?
-Sí, Abigail. ¿Ya comiste, verdad?
-Sí, Antoniette me obliga a comer, ah y envió esto para ti – dijo
poniendo en la mesa la comida que la mujer le empacaba prácticamente todos los
días.
-Dale las gracias de mi parte. – casi susurró la mujer y Abigail notó
que tenía los ojos enrojecidos , como si hubiese llorado.
-Mamá, ¿de verdad estás bien? ¿Te duele algo?
-No cielo, está bien. Sólo que…- dijo la mujer y detuvo su mirada en su
hija, en el cabello corto, en sus manos quemadas, en sus ropas gastadas- lo
siento tanto, Abigail, quería mucho más para ti. Lamento no poder hacer nada
para ayudarte.
La joven avanzó y la abrazó.
-Estaremos bien, no tienes que preocuparte y mucho menos disculparte. Yo
estoy bien.
-Estás trabajando tanto, no quería mandarte como sirvienta a una
casa…yo…
-Un trabajo es un trabajo, madre y además son muy buenos conmigo. Ya ves
como es Antoniette, Bart es muy amable y el Sr. Bayley es muy bueno
también, incluso aceptó a los gatitos y no me deja trabajar mucho.
- No he escuchado cosas buenas sobre él.
-Madre, tú sabes que los rumores suelen ser obra de gente malintencionada y con mucho
tiempo libre. Cole es un buen hombre – afirmó y su madre asintió con la cabeza
aunque conservando ciertas reservas.
Al mediodía siguiente cuando el buen hombre regresaba a su casa, entrecerró los ojos para estar seguro que lo
que veía era verdad. Al confirmar que no estaba alucinando, le hizo señal al
cochero de que se detuviera y bajó. Abigail intentaba trepar a un árbol,
primero se había caído de una ventana, pero parecía que eso no le había
bastado.
-¿Qué estás haciendo? – preguntó casi gritando y entonces vio que junto
al árbol había dos niños y que Aby ya estaba trepada en una de las ramas bajas.
-Trato de bajarles la cometa- señaló hacia arriba donde estaba
enganchado el multicolor artefacto.
-Baja de allí, te caerás – le ordenó.
-Seré cuidadosa- dijo solemnemente mientras se estiraba.
-¡Maldición! Vuelve aquí, yo la
bajaré – dijo quitándose el saco y ella descendió inmediatamente. Cole le dio
el abrigo y entre gruñidos empezó a trepar, con una asombrosa agilidad llegó
hasta la cometa y la bajó. Se la entregó con brusquedad a sus dueños
aconsejándoles que jugaran lejos de los árboles, y luego fue hasta ella.
-¿Ahora también rescatas cometas? ¿Es que no tienes ni un poco de
juicio?
- Me gustan las cometas, cuando niña
íbamos con mi padre a hacerlas volar. Son parte de mis recuerdos felices
de la infancia. ¿Cuáles son sus recuerdos felices? – preguntó cambiando de tema
y él la miró con enfado.
-En mi infancia no hay recuerdos felices, ni uno solo- respondió
quitándole el abrigo de las manos.
-Estoy segura que sí, piense, todos tenemos aunque sea un recuerdo
feliz.
- Yo no…- dijo él pero de pronto recordó que si había uno, una niñita
vestida de blanco- su expresión cambió repentinamente y Abigail lo notó.
-Sí recordó algo, ¿verdad? ¿Qué es?
-Nada que sea asunto tuyo, vámonos antes que te metas en otro problema.
-¡Oh no! – exclamó asustada.
-¿Qué sucede ahora?
-Antoniette me encargó ir a comprar algo y me distraje con lo del cometa. Debo irme,
gracias por su ayuda – dijo y echó a correr para ir a cumplir el encargo.
Cole la observó como si fuera algo insólito e indescifrable. Ella no
encajaba con el comportamiento de ningún
tipo de mujer que hubiera conocido anteriormente, ni las princesas de alta
sociedad, ni las chicas de la calle, ni las del servicio. La muchacha parecía tener
una libertad que él desconocía y le envidiaba. Algo en ella parecía estar más
allá de todo.
Caminó el trecho que quedaba hasta la mansión, le avisó a la francesa de
la demora de Abigail y luego se encerró con Bart para hablar de lo que había
descubierto sobre los ataques a sus clientes.
-Es el hermano menor de Malone, ¿lo recuerda, verdad? Ahora dirige un
pequeño grupo.
-Sí, lo recuerdo – dijo
rememorando días en que había peleado y participado de las pandillas. Malone
había sido su rival, había muerto en una situación muy poco clara y aunque él
no había estado involucrado se había corrido el rumor de que era responsable.
El hermano le guardaba rencor y no era buena señal que estuviese rondando.
- Ya puse en alerta a nuestra gente y estarán pendientes de cualquier
movimiento extraño. Igual debe estar con la guardia en alto, ese tipo tiene mala entraña y además ya sabe, muchos
creen que si usted lo hizo también pueden hacerlo, son codiciosos y peligrosos.
-No te preocupes Bart, no me he suavizado tanto.- dijo con sus ojos
oscuros amenazantes, como si ya estuviese imaginando la confrontación.
-Eso es lo que más me preocupa- dijo el hombre – Sólo deje que la
policía se encargue, vaya y convenza a esa novia suya, cásese y sea feliz de
una maldita vez .
-No es tan fácil amigo mío, no sé cómo será para los demás, pero para mí
no es nada fácil.
Un par de días después, fue Abigail quien se enfrentó a un contratiempo.
Cuando llamaron a la puerta de la mansión creyó que era algún invitado de Cole,
pero se sorprendió cuando la mujer en el umbral dijo buscarla a ella.
-¿Eres la hija de la lavandera, verdad?-Me dijeron que trabajaba aquí.
- Sí, soy yo- dijo cautelosa, la mujer se veía bastante alterada.
-¡Me arruinó mi mejor vestido!
- Mi madre no haría eso, es muy cuidadosa con su trabajo.
-Cuidadosa o no, lo arruinó y es una prenda muy cara. Le dije que me lo
recompensara, pero dice que no tiene dinero, ofreció pagármelo poco a poco,
pero eso es inaceptable. Estoy segura que tú podrás solucionarlo.
-Si me dice cuánto es el costo, se lo pagaré- dijo calmadamente. La
mujer le dijo una suma y Abigail quedó
estupefacta.- ¡Eso es mucho dinero! Dudo que el vestido cueste tanto.
-¡¿Me llamas mentirosa?! Pensé que serías más razonable, pero ya veo que
no. No tiene caso tratar con gente de su calaña. Pero todo el mundo se enterará
de esto, que tu madre es una estafadora, no podrán a volver a trabajar aquí. Y
si no me pagan iré a la policía, tengo un hermano que trabaja allí. Estoy
segura que pueden encargarse de resolver esto.- dijo la mujer y amagó con
marcharse. Aby la detuvo por el brazo, aunque estaba convencida de que era una
acusación falsa, no podía dejar que esa mujer difamara a su madre o las
involucrase con problemas con la ley.
-Espere, por favor – dijo sosteniéndola.
-¡Suéltame!
- Voy a pagarle, sólo deme tiempo.
-¿Tiempo? ¡Arruinaron mi precioso vestido! ¡Compénsamelo ahora!
- Por favor, se lo ruego – dijo Abigail desesperada y lo único que se le
ocurrió fue arrodillarse delante de la mujer, sabía que eso satisfacerla a
alguien como ella. Estaba inclinándose cuando la levantaron bruscamente.
-¿Qué crees que haces ahora? – preguntó Cole mientras la levantaba con
firmeza.
-Me disculpo- musitó ella.
-No creo que debas hacerlo.
-¡Claro que sí! – chilló la mujer pero la mirada dura de él la hizo
bajar el tono de voz- Estoy reclamando lo que es justo, mi dinero.
-¿Dinero, eh? Todo esto es por dinero. Bien, aquí tiene – dijo él
sacando una buena cantidad de billetes y arrojándoselo a la mujer- Y no vuelva
a molestarlas o seré yo quien llame al Jefe de Policía y la acuse de agresión y
de meterse en mi propiedad. Ahora váyase – ordenó con ferocidad y la mujer tras
recoger los billetes se marchó.
Cole llevó a Abigail al interior.
-No tenía que interferir- dijo ella con los ojos llorosos.
-¿Esa maldita tenía razón?
-No , no la tenía. Pero era mi problema.
-En la puerta de mi casa.
-Y me disculpo por ello, pero iba a arreglarlo.
-¿Arrodillándote? ¿Y tu orgullo?
-No es importante. Mi madre me importa más, y además ponerme de rodillas
no me matará, aunque me humille, mañana será otro día y eso no habrá cambiado
nada. Seré la misma Abigail si decido serlo, uno decide el peso que significan
ciertas experiencias. Hay cosas en verdad terribles e imborrables, si
arrodillarme dejaba en paz a esa bruja, no era un precio tan alto.
-Pues preferiría que no lo pagues, no por gente así.
-Gracias por impedirlo, entonces. Y ahora le debo todo ese dinero a
usted.
-No voy a cobrártelo, no lo hice por eso.
-Pero yo no quiero estar en deuda.
-¿Qué diablos tienes en la cabeza? Me gritas porque evité que te
arrodillaras y te enfadas porque te ayudé. Me obligas a adoptar gatos, bajar
cometas, pero ¿no puedo ayudarte a ti?
-Es distinto…- dijo ella.
-Explícame, porque juro que hasta hace unos instantes pensé que había
hecho mi buena acción del día y de pronto soy el villano.
-Sólo es distinto – dijo ella
porque no podía explicarle que no le importaba arrodillarse o rogar misericordia,
pero que sí la hería que él lo hubiese
presenciado y la hubiese ayudado. No podía explicárselo a sí misma, menos a él.-Se
lo pagaré- insistió tercamente.
-De acuerdo, hazlo. Habla con Bart y dile que te lo descuente en
porcentajes de tu salario, haz con él el acuerdo que más te convenga y si
puedes ,págame los intereses.- dijo enfadado y la dejó parada sola en el salón.
Esta chiquilla ya se hizo un hueco en su corazón y él ni cuenta se ha dado, esa paz y alegria pese a su sufrimiento, es lo justo que Cole necesita.. gracias sisssss
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